jueves, 3 de octubre de 2019

Heidegger y la primera etapa de su pensamiento.

Heidegger es una de las figuras filosóficas con más repercusión del siglo XX. Se encuentra influido por la fenomenología de su maestro Edmund Husserl pero da un paso más allá. Realiza un tipo de reflexión filosófica en los que dialoga con grandes maestros del pasado como Parménides, Platón, Aristóteles, Agustín de Hipona, Duns Escoto o Nietzsche.
Heidegger en su primera etapa filosófica cimentó su fama en su obra Ser y tiempo, dedicada a su maestro Husserl, publicada en 1927. En la elaboración de esta obra encontramos varios presupuestos. Señalamos en primer lugar el neokantismo porque es en este ámbito donde Heidegger madura sus temas filosóficos pero extendiéndolos hacia lugares donde el neokantismo no se aventuraba a filosofar. No podemos olvidarnos de su maestro Husserl: en el año 1913 ya publicó La teoría del juicio en el psicologismo en la que proclama, al modo de Husserl la autonomía de la verdad lógica frente al psicologismo de John Stuart Mill que afirmaba que las leyes lógicas se basaban en último término en la experiencia. Concretamente en su tesis de docencia privada sobre Scoto es donde Heidegger trata el tema de la validez de las categorías. La interpretación heideggeriana de la fenomenología pone de manifiesto una intención y una tendencia de desarrollo que de algún modo ya estaba presente en la fenomenología misma. Destacamos también la figura del vitalismo de Dilthey porque es el punto en el que la analítica existencia de Ser y tiempo afirma que el tiempo es lo que define ontológicamente al Dasein.
Más allá de los autores anteriores, Heidegger se refiere explícitamente al filósofo danés Kierkegaard como un autor que plantea filosóficamente el problema de la existencia y lo hace dentro del marco general de la ontología clásica de Hegel. Por tanto, el planteamiento heideggeriano sobre el ser en su obra Ser y tiempo supone un recorrido que va del Neokantismo, la fenomenología hasta el existencialismo. El ser humano se define como Dasein, como Ser-ahí y es el único ente capaz de formular la pregunta por el ser en la medida en que ya posee una cierta precomprensión.
¿En qué consiste esta precomprensión del Dasein? Esta reflexión conducirá a Heidegger a reconocer la importancia del lenguaje dentro de nuestra relación de apertura con el mundo.
El ser humano no puede ser algo dado y definido de antemano sino que a diferencia de las cosas su existencia se aplica sobre un conjunto de posibilidades. La esencia del ser humano no es nada acabado y hecho sino poder ser. Pero este Dasein no es un elemento aislado sino que es en el mundo y para el mundo. El mundo no se presenta como opuesto al Dasein sino que es un carácter del Dasein mismo. El modo que tienen las cosas de aparecernos no son como objetos independientes de nosotros mismos sino que son instrumentos. Las cosas son instrumentos pero no de forma aislada sino que  siempre es un instrumento para algo. Y en este punto reconoce Heidegger la importancia crucial del lenguaje: el ser constitutivo del Dasein no se reduce a un mero estar en medio de una totalidad de instrumentos sino que es un estar familiarizado con una totalidad de significado, y esto nos conduce como hilo conductor a la reflexión sobre el lenguaje como una dimensión del Dasein.
Las cosas siempre tienen una función porque tienen un significado previo y todo ello porque a su vez se encuentra en una totalidad de significados. Estamos ante una concepción del conocimiento que va más allá de la distinción moderna entre sujeto y objeto. El Dasein no es un sujeto recogido sobre sí mismo sino que sale de sí para encontrarse con el mundo sino que, por el contrario, es siempre relación constitutiva con el mundo.
¿Cómo debería ser nuestra relación y apertura con el mundo? Heidegger trata del mundo del se, de la falta de autenticidad, la charla sin propósito ni fundamento. En contraposición, el Dasein alcanza la autenticidad al apropiarse de sí y asume como propia su posibilidad más básica. Al tomar consciencia de nuestra finitud y condición mortal comenzamos el tránsito desde el estado inauténtico al auténtico. ¿Cómo debe ser nuestra relación con la cosa? Pues debemos apropiarnos de la cosa y esto significa de modo radical incluirlo dentro del proyecto de nuestra propia existencia. No se trata del sujeto puro cartesiano o el sujeto trascendental kantiano sino que siempre estamos situados frente a las cosas. Nuestra posibilidad más última e íntima es la muerte. Pero, a su vez, la muerte hace que el Dasein sea un todo. El Dasein alcanza el sentido y la unidad de su vida cuando logra anticipar su propia muerte. No significa renunciar a las posibilidades de nuestra existencia sino entender estas posibilidades en su verdadera naturaleza de puras posibilidades, más allá de los intereses intramundanos en las cuales podríamos dispersarnos.
¿Por qué quedó Ser y tiempo inacabada? Tal como señala Heidegger en su obra de 1947 Carta sobre el Humanismo, es debido a la insuficiencia del lenguaje heredado de la tradición filosófica que siempre atenta a la concepción del ser como presencia. En su segunda etapa de pensamiento Heidegger evolucionará desde el Dasein hasta el ser, lo cual no significa una contradicción con lo anterior.