domingo, 13 de octubre de 2019

Sobre educación


Cuadro de La Escuela de Atenas, de Rafael.
Como docente y educador que soy, considero un tema crucial el reflexionar sobre cómo ha de ser el docente para cubrir las necesidades del alumnado hoy en día, además de cuál debe ser nuestro sistema educativo. Vivimos en un mundo cuya señal de identificación es el desarrollo tecnológico, la pluralidad y la diversidad. La tecnología avanza cada vez más y este desarrollo modela una sociedad cuya velocidad resulta abrumadora y que, con frecuencia, se nos escapa. Nos convertimos en meros consumidores sin juicio ni criterio .No acabamos de asimilar una información y ya estamos recibiendo otra nueva. Nuestro mundo es televisado y transmitido a cada segundo desde muchos focos y vivimos en un mundo de irrealidad. Parece que el mundo no se conecta con nosotros ya, nos sentimos vulnerables porque no comprendemos esos artefactos. Incluso, hay quienes piensan que el mundo sin tecnología perdería su sentido y su gracia. Sin embargo, se nos olvida que la tecnología es un medio y nunca un fin y somos nosotros los que decidimos en cada momento qué es importante.
¿Cómo repercute toda esta tecnología y su consumo desmesurado por parte de los jóvenes? Estos jóvenes han nacido ya con el tablet y el móvil bajo el brazo y su modo de procesamiento de información es muy compleja. Hay quienes son capaces de estudiar, oír música, ver televisión, hablar por teléfono y contestar el whatsapp. Otro tema distinto sería su nivel real de asimilación de esa información. Pero, de todos modos, estos jóvenes se encuentran ya en un medio tecnológico desde el primer momento y se desenvuelven de forma airosa, al menos en principio.
Con todos estos elementos ¿funcionaría con ellos un tipo de enseñanza-aprendizaje de tipo clasicista basada en la explicación teórica del docente y la asimilación mecánica de la misma por parte del alumno? Obviamente la respuesta es no. En los planes de estudios más antiguos los alumnos no ingresaban tan niños como ocurre hoy en día en los institutos y a esto se une a su vez la ampliación de edad de los alumnos a la enseñanza obligatoria hasta los dieciséis años. Antes un alumno que finalizaba la EGB obtenía el Graduado Escolar y ya se podía desvincular de la educación. Por tanto, en los institutos tenemos muchos alumnos que están obligados a estar sin que le gusten lo que están haciendo. Es responsabilidad del profesor estimular a estos alumnos en los estudios, presentar los contenidos de manera tal que suscite su interés.
Debemos señalar el caso de alumnos que tienen serios problemas familiares y esto les afecta de modo ineludible en su rendimiento académico. A veces, como docente no puedo comprender el comportamiento disruptivo de muchos alumnos que parecen que su único cometido es hacer la vida imposible a los docentes y a los propios compañeros. Pero en cuanto tenemos entrevistas con los padres de los alumnos y conocemos sus problemas ya  empezamos a comprender. El profesor debe tener la psicología necesaria para procurar un trato correcto a estos alumnos pues muchos se encuentran verdaderamente desorientados, no saben lo que quieren y en el fondo lo que quieren es un referente que les guíe y que les aconseje. A veces ni los alumnos ni los propios padres colaboran lo más mínimo en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Es un proceso siempre colectivo, no es sólo de los alumnos: están implicados el equipo docente, orientación, el propio alumnado y las familias. Entre todos estos elementos debe existir voluntad de diálogo y colaboración. De lo contrario, todo se complica sobremanera. El profesor es responsable de que en el aula exista un clima adecuado de trabajo, que haya respeto y que se respete el derecho de los alumnos a recibir una educación. No podemos permitir que haya alumnos cuyo comportamiento hostil impida el desarrollo adecuado de la clase. A veces, esto no es posible por desgracia por parte del docente y aquí entra en juego el papel de los equipos directivos y jefaturas de estudios. Sabemos que el instituto funciona bien cuando las esferas directivas realizan de manera adecuada y responsable su función. Sin embargo, esto no siempre ocurre porque hay equipos directivos y jefaturas de estudios que no se comprometen seriamente, no apoya al profesorado sino que intentan complicarse lo menos posible la vida.
Las familias constituyen un pilar fundamental dentro de este proceso de enseñanza-aprendizaje. Lo ideal sería que hubiese una compenetración adecuada entre familia y equipo docente. He conocido el caso de profesores que llaman a los padres de ciertos alumnos disruptivos porque impiden el desarrollo normal de la clase con el propósito de que mejoren. Sin embargo, muchos de dichos padres se presentan en el centro con una actitud beligerante y desafiante. Otras veces, el profesorado es víctima de humillaciones y de insultos por parte de ciertos alumnos y ni siquiera recibe ni una disculpa de los padres de dichos alumnos. Ante este panorama, en ocasiones estos alumnos disruptivos carecen de una base familiar que les permita tener esa estabilidad necesaria para su desarrollo personal. Pero no todo se reduce a esto sino que el buen profesor ha de ser un buen comunicador y saber decir bien las cosas. Por ejemplo, ante un alumno cuyo comportamiento no es el adecuado a veces no resulta útil recriminar su actitud delante de sus compañeros sino que a veces tenemos que hacer una mirada incisiva en la que mostremos nuestra disconformidad o en privado después de la clase llamarle la atención y hacerle ver que esa actitud no es la adecuada. No nos equivoquemos, no son todavía personas totalmente hechas sino proyectos de personas muy maleables e influenciables, que van buscando su propia identidad e individualidad. Recuerdo que en cierta ocasión, siendo alumno, un profesor me entregó un trabajo corregido elaborado por mí y en la parte superior pude leer No tienes ni idea. Obviamente el profesor en cuestión no estuvo lúcido al comunicar mi torpeza en ese trabajo. Lo que realmente consiguió que acabara odiando su materia.
Hay que dar alumno la oportunidad de equivocarse, que no tengan miedo a fallar, a expresar su opinión. Desde mi experiencia propia, aquellos profesores que más me ayudaron a desarrollarme como persona fueron aquéllos que me enseñaron el derecho legítimo que tenemos a equivocarnos. No nacemos ya hechos sino que vamos adquiriendo experiencia a partir de nuestras vivencias y de nuestros muchos fallos. Si un alumno comete un error que nosotros como docentes consideramos increíble no podemos echárselo en cara y. ni mucho menos, ridiculizarle delante de los compañeros. El alumno debe encontrar su lugar en el aula, tener su voz y su opinión y que vaya a disfrutar y no a pasarlo mal.
Con todo lo anterior la persona que quiera ser docente debe tener una gran vocación por enseñar. Cuando era un alumno y antes de decidir dedicar mi actividad profesional a la docencia pensaba que el profesor ideal era aquél que controlaba todas las vicisitudes de su materia. Hoy en día que dedico mi vida profesional a la docencia mi punto de vista sobre eso ha cambiado. Observo que más allá de la formación específica que tengamos en nuestra materia, lo cual es importante, lo importante es que estamos formando personas y no químicos, historiadores o matemáticos. Todo profesor en su trabajo de manera inevitable transmite señales acerca de su modo de ser y de sus valores y que sin duda alguna nuestros alumnos asumen: un profesor que va a su trabajo sin interés ni motivación es algo que los alumnos perciben de inmediato y no permite suscitar su interés; todo es diferente en el caso de un docente que va motivado a sus clases y con ganas de que sus alumnos aprendan. Otras veces, no es del todo fácil que los alumnos se interesen por alguna de nuestras materias ya sea por su carácter abstracto como en el caso de la Filosofía o la dificultad propia de la misma materia ya sea Matemáticas o Física y Química. En cualquier caso, independiente de esta dificultad debemos encontrar el medio adecuado para llegar a los alumnos ya sea mostrando su aplicabilidad o utilidad o extrayendo ejemplos de la vida cotidiana. Recuerdo que siendo yo alumno en ocasiones la enseñanza que recibía era mecánico y repetitivo, no nos permitía ir más allá, cuestionar lo sabido por todos. Por eso, resulta imprescindible combinar la teoría con otras actividades más prácticas donde los alumnos se expresen tal como son. La parte teórica lo considero imprescindible porque el buen profesor debe guiar al alumno mediante la explicación, pero no podemos reducir todo a ese elemento. Hay profesores que en el fondo no se involucran en el aprendizaje de los alumnos, no son disciplinados, no problematizan y en el fondo no hacen trabajar al alumnos. Estos docentes de manual suelen tener la aceptación y el aplauso fácil del alumno, sin embargo, no permanecen en la memoria a largo plazo. En la memoria del alumno quedan aquellos profesores que le sacaron de su zona de confort y les llevó a cuestionar temas antes tabú.
¿Qué aspectos de la educación actual son susceptibles de ser mejoradas?
Considero esencial aquellas materias que puedan estimular la capacidad crítica y reflexiva de los alumnos a través de materias como Filosofía, Psicología y Ética. Es un contrasentido la disminución de carga lectiva de estas materias a partir de la Ley Educativa LOMCE y es enteramente inadmisible que la materia de Historia de la filosofía se convierta en una mera optativa del segundo curso de Bachillerato. Incluso, dependiendo de la comunidad autónoma esta materia sólo sea optativa para la modalidad del Bachillerato de de Ciencias Sociales y Humanidades y no para el Científico-tecnológico. Esto significa que habrá alumnos que finalicen sus estudios y que no hayan abordado autores como Platón, Aristóteles, Kant o María Zambrano. Concretamente Historia de la Filosofía es entendida en muchos casos como una mera historia de filósofos anquilosados en el pasado y que no tienen ningún significado en el futuro. Y sin embargo, se equivocan de forma inevitable pues un autor es clásico porque sigue planteando cuestiones que hoy en día seguimos planteando y nos permite comprender el sentido profundo de la realidad histórica que nos rodea. Si quitamos la Filosofía estamos eliminando la columna vertebral de la educación. ¿Acaso la educación no es suscitar la capacidad critica de nuestros alumnos, a que estos sean cada vez más autónomos? ¿No estaremos traicionando al espíritu de Sócrates cuando afirmaba la necesidad de reconocer nuestra propia ignorancia como paso previo para adquirir el conocimiento o a Kant cuando afirmaba Sapere aude?
Respecto la introducción de las nuevas tecnologías de la información y comunicación en el aula. Hemos señalado más arriba que nuestro alumno hoy en día nace en un mundo enteramente tecnológico. Me llama la atención cómo los niños aún en una edad tan temprana se desenvuelven aparentemente de forma airosa con móviles y demás artefactos tecnológicos. Sin embargo, es responsabilidad de los padres un control sobre lo que hacen sus hijos cuando navegan por Internet y las páginas web que visita. Más allá de esto que daría lugar a otro capítulo las nuevas tecnologías suponen un instrumento muy potente y muy útil en el aula y que resulta conveniente introducirlo en el aula en la medida de lo posible. No se trata de poner a los alumnos una película relacionada con nuestra materia la semana previa a las vacaciones de Navidad o de Semana Santa sino aprovechar las múltiples utilidades que nos proporcionan: hay muchos materiales como videos, canciones, testimonios y ejercicios de otros docentes que podemos aprovechar para nuestras clases. De todas formas, debemos señalar que la tecnología es un medio y no un fin y es el docente el máximo responsable del uso que hagamos.
Muy importante es también la por la importancia creciente hoy en día la actividad física y la alimentación. Es esencial fomentar ciertos hábitos de vida saludable basados tanto la actividad física como la alimentación. Vemos en nuestro mundo y por desgracia adultos y niños obesos y sedentarios. Es necesario inculcar los valores positivos del deporte y esto no sólo por lo saludable que pueda ser para nuestro cuerpo sino como modo de relacionarse con otros compañeros. Más allá de que en el deporte se pueda ganar o perder lo importante es la adquisición de valores como el esfuerzo, el compañerismo, el respeto al contrario así como saber perder y ganar. Por este motivo, igualmente una alimentación adecuada es un aspecto que desde las aulas debe potenciarse porque, cada día menos, no sabemos lo que comemos. Basamos nuestra alimentación en comidas muy calóricas y procesadas, bebidas azucaradas y mucha bollería industrializada y su consumo sólo puede perjudicar nuestra salud. Es necesario una dieta equilibrada basada en una buena ingesta de verduras y frutas y todo ello, como hemos señalado, unida a la práctica habitual del deporte.
La educación es el patrimonio más importante que tiene el ser humano porque no solo asimilamos nuestro pasado histórico y cultural sino que nos ayuda a comprender nuestro presente y nos proyecta de manera inevitable hacia el futuro. Es necesario que los gobiernos inviertan dinero en la educación para formar personas críticas y autónomas, que los profesores estemos cada vez más preparados a todos los niveles (a nivel informático, a nivel de idiomas…) y que no nos manipule de ningún modo ni intenten imponer una visión interesada de la realidad. Nuestro mundo es cada vez más diverso y plural donde el pensamiento único ya no tiene cabida.