sábado, 26 de octubre de 2019

¿Quiénes somos?


La cuestión ¿quiénes somos? supone un ejercicio de interiorización hacia nosotros mismos y de trascendencia hacia los demás y el mundo. Existen muchas definiciones y modos de entender al ser humano desde la ciencia: la física, la química, la biología… Pero todas estas definiciones son insuficientes pues pretenden definirnos atendiendo a una sola peculiaridad pero obviando el resto de puntos de vista. Así, desde la biología se entendería al ser humano como un ser vivo que se compone de multitud de células, que realiza una serie de funciones vitales tales como nacer, crecer, reproducirse o morir… Para la física se entendería al ser humano atendiendo a unos parámetros de movimiento, fuerza, velocidad o energía… Para la química se entenderá al ser humano a través de categorías como átomo, molécula…
Todos estos planteamientos, aunque necesarios, son insuficientes porque son parciales. Para lograr aproximarnos un poco siquiera a lo que seamos es necesario hacerlo desde el campo de la filosofía. Con ello, atenderemos al ser humano como una realidad total y global.
Desde esa totalidad una categoría definitoria del ser humano es ser experiencia. Somos experiencia permanente con la que pretendemos dotar de sentido a nuestra existencia y todo aquello que nos rodea. Pero, ¿es cierto que la existencia tiene sentido? El mundo en sí carece de sentido y para ello es necesario que exista al menos una persona que se lo preste. Pero somos una experiencia trágica e permanentemente insatisfecha porque somos históricos y, por tanto, permeables al devenir del tiempo.
Desde esta categoría de la temporalidad resulta complicado encontrar nuestra identidad como personas: ¿acaso soy el niño que fui con cinco años? ¿Acaso soy el hombre que soy hoy en día y escribe estas líneas? ¿O seré más bien el anciano en el que me convertiré con el paso del tiempo? Soy cada una de esas personas, pero ninguna de ellas tomadas aisladamente. Somos, como ya advirtió Heráclito, permanente cambio y es necesario asumir esta realidad. Es evidente que ha de existir un punto de unión entre todas las personas para que nos podamos reconocer como una identidad propia, única e irreductible.
La realidad que somos, y todo aquello que nos rodea, no es nada permanente sino elástico y plástico. Pero estamos tan concentrados en la vida, en nuestros problemas y en los agobios en los que nos zambulle la realidad cotidiana que no nos percatamos de cómo vamos cambiando. Cambiamos no sólo desde un punto físico sino sobre todo a nivel de pensamiento. Seguramente, cuando hacemos un recuento de nuestra vida pasada y analizamos las decisiones que tomamos en un momento determinado del pasado, a veces nos sorprendemos y no nos reconocemos en la persona que fuimos. Seguro que a partir de las experiencias con las que nos ha enriquecido la vida, a veces, y si tuviéramos la posibilidad de volver al pasado, no habríamos actuado del modo que lo hicimos.. Éramos más jóvenes e inexpertos y no nos habíamos encontrado hasta entonces en una situación similar. De todos modos, desde el presente es muy fácil opinar respecto al pasado, pero el pasado siempre permanece, nos guste o no.
Si nos analizamos desde un punto de vista de las ideas que tuvimos en una etapa determinada de la vida, observamos que éstas han cambiado de manera inevitable. El contenido de nuestros pensamientos están sometidas a permanentes oscilaciones. En mi adolescencia tenía unas aspiraciones e ideales que se han ido modificando: algunos han cambiando de manera sustancial, otros se han transformado y adaptado al mundo en el que vivo actualmente, otros se conservan de manera idéntica.
¿Acaso no hemos tenido alguna vez un reencuentro con un muy buen amigo de nuestra niñez o adolescencia y hemos observamos cuanto ha cambiado? Le recordamos jugando con nosotros por la calle a la pelota, imitando a otras personas simplemente por divertirse y nos lo encontramos ahora y vemos que todo ha cambiando. Es una sensación nostálgica y de tristeza al comprobar cómo esos tiempos pasaron y no volverán. Creíamos en el pasado que ese amigo constituía con nosotros uña y carne. Además, la otra persona también pensará cuánto he cambiado yo mismo y no podemos hacer nada al respecto. También, cuando recuerdo el lugar donde nací me asaltan a la cabeza sentimientos de alegría: la casa de mis padres, de mis abuelos, de mis amigos o vecinos, el olor a mar, las gaviotas… Sin embargo, al retorno in situ compruebo el paso inexorable del tiempo, cómo vamos envejeciendo, cómo nuestros seres más queridos nos van dejando, cómo lugares que frecuentabas van desapareciendo, cómo nuevas personas van sustituyendo a las anteriores. Desde un punto puramente externo parece que todo sigue en orden, pero es que ¡ni siquiera tú eres la misma persona!
Por eso, asumir nuestra categoría finitud temporal es esencial para avanzar en la vida. Todo ello, me hace pensar que somos una extraña amalgama de pasado, presente y futuro. Y a todo ello ha de unirse que estamos esencialmente perdidos y desorientados en el mundo que nos toca vivir. Por eso, en nuestro vivir debemos dotar de significado a nuestra existencia y en definitiva, encontrar nuestro lugar en el mundo. Ésa es la parte más complicada. Somos pasado porque hemos realizado un recorrido y tenemos un bagaje de éxitos y fracasos. También somos presente en la medida en que estamos aquí y ahora y tenemos que decidir en cada momento lo que somos y seremos. Pero también somos futuro en la medida que nuestra vida se orienta siempre hacia adelante, lo queramos o no.
De estas tres categorías de pasado, presente y futuro, si tuviéramos que elegir uno, ¿cuál sería? En principio, no parece posible destacar un momento por encima de los demás porque todos ellos se configuran en una totalidad. Pero si lo pensamos con más detenimiento  concluimos que respecto al pasado poco podemos hacer porque justamente es eso, pasado. No podemos cambiar los acontecimientos del pasado por mucho que queramos, tanto los buenos como los malos. Tenemos gratos recuerdos que nos colman de felicidad y otros que nos gustaría borrar de manera inmediata. Pero no podemos luchar contra eso. Lo único que podemos hacer es asumir el pasado en todas sus dimensiones y si hay aspectos que no nos gustaron, cambiar nuestra perspectiva e interpretación de las mismas. Hay cosas que nos pasaron y que fueron muy negativas pero también debemos pensar que son pruebas que la vida te pone para poner de manifiesto tu fortaleza.
Respecto al futuro, parece que nuestra vida, en la medida en que es un continuo proyecto, va orientándose hacia él. Sin embargo, como advirtieron muchos filósofos, por ejemplo, Heidegger, somos un ser-para-la-muerte. A medida que vamos definiendo el proyecto de nuestra vida, el sentido que queremos dar a nuestra vida, surgen posibilidades que tenemos que elegir, incluso cuando elegimos no elegir. Pero descubrimos que la muerte es la posibilidad más fundamental porque más allá no queda nada. Por tanto, descubro que el futuro (mi futuro) tiene un fin a partir del cual nada nuevo me sucederá, la muerte.
Por tanto, parece que de los tres momentos que hemos señalado antes, el que más nos define es el presente. Pero, ¡cuánto se nos olvida vivir el momento presente! A veces vivimos atormentados por tal o cual cosa que nos pasó tiempo atrás, y eso nos priva de disfrutar del momento presente, además de un gasto innecesario de energía. Otras veces vivimos tan enfocados hacia el futuro, hacia lo que queremos ser o tener más adelante, que obviamos el presente.
Todo lo anterior no hace sino descentrarnos de nuestro momento presente. Pero es que un momento tan efímero y fugaz y cuánto nos queremos dar cuenta ya ha pasado. Las gentes serían más felices si se esforzaran de verdad a vivir el momento presente, porque en definitiva es lo único que tenemos más seguro. Pero para ello es necesario mucha ejercicio consciente y disciplina continua. ¡Se nos pasa desapercibido tantas cosas!. No nos percatamos de los aromas, de los sonidos, los colores, de la persona que paso junto a nosotros por la calle… Sólo concentrándonos desde nuestro momento presente seremos capaces de construir nuestro pasado e ir hacia el futuro con paso decidido.
Todo esto nos lleva a plantear la siguiente cuestión: ¿Qué diferencia existe entre el ser humano y el resto de seres vivos? Ambos compartimos una dimensión biológica inevitable del que no nos podemos liberar. Tanto uno como otro tiene unas necesidades vitales de carácter inevitable. Es cierto que en el caso humano existe una merma importante de los instintos. Vivimos en una inespecialización e indeterminación biológica. Pero todo ello se compensa a partir de nuestra gran capacidad de adaptación al medio y de aprendizaje. Por tanto el ser humano tiene como peculiaridad fundamental el hecho de que más allá de esa primera dimensión biológica tenemos una dimensión cultural, entendiendo éste último término con la mayor amplitud posible. Platón ya dibujó en su obra La República la figura del rey filósofo, casi obligado a gobernar porque aquél que poseía el conocimiento tenía la obligación moral de ayudar a sus compañeros, cuya actividad estaba orientada hacia el conocimiento y la contemplación, y justamente por eso era el más feliz. En la misma línea se sitúa el discípulo de Platón Aristóteles cuando reflexionaba acerca de la felicidad, y también considera como modelo supremo de felicidad el conocimiento. Sin embargo, según Aristóteles, el problema es que el ser humano no podía dedicar su vida exclusivamente al conocimiento sino que tenía que ocuparse de otros menesteres más modestos. 
¿Qué nos aporta la cultura? La cultura nos aporta el lenguaje, los conocimientos, las creencias, los valores, las normas o las técnicas. El lenguaje es fundamental y lo adquirimos porque nacemos en un medio lingüístico. No somos seres aislados o asociales sino que necesitamos de los demás para poder desarrollarnos. En el caso concreto del lenguaje, sabemos que si una persona no nace en un medio lingüístico y no ha estimulado determinadas zonas del cerebro relacionadas en el período que transcurre de cero a dos años, que es el período donde nuestro cerebro se halla con una mayor plasticidad, entonces no podrá desarrollar el lenguaje, o al menos a nuestro mismo nivel. Todo ese bagaje de conocimientos lo vamos adquiriendo a lo largo de nuestro ciclo vital en contacto con nuestros semejantes. Y es que si una sola generación humana es capaz de realizar grandes progresos en un período relativamente corto de tiempo es justamente porque actuamos sobre los hombros de un gigante como es la cultura humana.
¿Qué podemos concluir de todas las reflexiones? Definir al ser humano de modo completo y definitivo es imposible. Somos una realidad enigmática que estamos en continua evolución. Somos una experiencia que dota de sentido todo aquello que nos rodea. Nunca estamos acabados y hechos sino que somos un ser aún por definir con un bagaje que desde el presente nos proyectamos hacia el futuro. No somos estrictamente biológicos sino que en cualquier caso somos culturales y es lo que nos permite orientarnos en un mundo en permanente cambio. Y al final de todo está la muerte.

lunes, 21 de octubre de 2019

Sobre alimentación y salud.


La alimentación es un aspecto esencial para la salud humana y parece que no es un arte que dominemos especialmente. Aunque, afortunadamente, cada día que pasa la población toma conciencia sobre ello impulsado por campañas, por la televisión, la radio o las escuelas.
Ya supimos que el tabaco era negativo, pero al principio aunque nos lo dijeran pensábamos que esa historia no iba con nosotros. Los tipos duros del cine fumaban en la pantalla grande del cine como Humphrey Bogart. El fumar parecía que nos deba mayor resonancia y amplitud. Pero no sólo existe el fumador activo sino también el pasivo, es decir, aquél que en sentido propio no fuma pero que traga ese humo de tabaco proveniente del fumador activo. He estado en ocasiones en reuniones con amigos o familiares en algún recinto cerrado y he tenido que tragar ese dichoso humo, mientras que a la persona en cuestión le resultaba indiferente que mis pulmones se infectasen de nicotina. Hoy en día, afortunadamente la publicidad del tabaco en televisión o radio es inexistente, se ha eliminado su consumo en los lugares públicos. El gran actor Yul Brynner, un empedernido fumador a lo largo de su vida, poco antes de morir de cáncer realizó un estremecedor video con el que pretendía prevenir a las generaciones futuras.  Da igual que se haya dejado su consumo muchos años atrás porque ese mal se encuentra en nuestro organismo y puede presentar síntomas en cualquier momento. Afortunadamente la medicina ha avanzado mucho en los últimos tiempos y si se coge la enfermedad a tiempo puede ser curada, o al menos el paciente puede vivir con cierta calidad de vida.
Todos sabemos ahora que el aceite de palma (uno de los más baratos del mercado) es negativo para nuestro organismo. El aceite de palma ha sido un ingrediente muy habitual en muchos alimentos desde la bollería, galletas, cereales, chocolate o postres. Incluso esto se ha convertido en un agente publicitario pues es muy habitual encontrarnos en los envases de los productos que consumimos Sin aceite de palma.
También sabemos que los refrescos clásicos de cola, de naranja o de limón de toda la vida tienen una cantidad impresionante de azúcares y que su consumo debe moderarse e incluso eliminarse en muchos casos. Hoy en día, las grandes compañías de han adaptado a esta nueva situación poniendo en la etiqueta sin azúcar. Pero no sólo en el tema de los refrescos sino en general en cualquier tipo de alimento podemos leer sin azúcares añadidos.
Disponer de toda esta información supone un salto cualitativo tanto en salud como en años de vida. No es fácil, pero es necesario que vayamos adquiriendo un hábito y una disciplina en la alimentación. De este modo, nuestro cuerpo podrá consumir justamente aquello que necesita para que esté pleno de salud.
Durante la Dictadura franquista el hambre y la miseria eran desgraciadamente habituales de la sociedad española. Mis abuelos y mis padres que vivieron parte de esa época me describieron  esta fase de la historia española como un período de gran atraso, de negación de la libertad, de incultura y de hambre. Pero a medida que ese oscuro período llegaba a su fin y comenzaba la transición y la democracia la pobreza fue disminuyendo y las condiciones de vida mejoraron.
Todo ello acabó derivando en la aceleración de alimentos industrializados de todo tipo: desde bollería, pan o helados. Todo ello ha generado una alimentación de mucha peor calidad aunque más barata. Podemos observar que hoy en día comer mal es barato y comer bien, en general, caro. Pero eso sólo en términos económicos, porque en términos de salud de la población, en general, se ha salido perdiendo. Por desgracia, podemos observar mucha gente obesa, no sólo por no practicar una rutina deportiva sino fundamentalmente por la mala alimentación. Si vamos al supermercado con un euro podemos comprar de cuatro a seis dulces de bollería mientras que si invertimos esa misma cantidad en frutas, por ejemplo en kiwis, la cantidad proporcionalmente es mucho menor. Por ello es necesario que los niños y los jóvenes vayan adquiriendo desde su más tierna infancia hábitos adecuados de alimentación y esto es algo que debemos transmitir desde las familias y las escuelas.
El desarrollo industrial y comercial ha sido cada vez mayor y esto ha supuesto la desaparición o disminución de negocios clásicos como las lecherías. Mis padres me cuentan que un oficio de hace años atrás era el lechero que repartía leche fresca en recipientes de aluminio llamados lecheras. Era una leche hervida por el propio lechero o por el consumidor para eliminar sus bacterias. En la parte superior del recipiente se formaba una deliciosa nata que podía usarse para cocinar y preparar otros alimentos. Era una leche fresca de un gran sabor pero que era necesario un consumo rápido del mismo. Hoy en día ni siquiera tenemos la referencia de ese sabor auténtico porque la mayoría no lo ha probado pues desde pequeños han consumido la leche en tetra brick de los supermercados. Incluso hay muchos que pensarán que la leche lo hace el propio supermercado. Sin embargo, el progreso y la instauración del llamado tetra brick significaron el fin de ese bello negocio. Recuerdo que no hace muchos años la leche que se consumía era entera, la semidesnatada y la desnatada. Sin embargo, hoy en día encontramos una amplia variedad de tipos de leche. Además de los clásicos, encontramos leche sin lactosa, de soja, e incluso bebidas que simulan ser leche pero que no lo son. Curiosamente, parece que a medida que el consumidor se va cansando de este tipo de leche industrializada se demanda un tipo de leche fresca como la que había tiempo atrás. La principal diferencia es que, mientras la leche industrializada ha superado un proceso de uperización que es un proceso térmico en el que se calienta la leche a 150 grados y luego se deja enfriar a cuatro grados. Mientras que en el caso de la llamada leche fresca se la somete a un proceso de pasteurización en la que la leche se calienta a 72 grados. La diferencia entre ambas es que la leche fresca tiene un sabor más próximo a la leche natural, pero, como contrapartida su duración es menor, aproximadamente de dos días.
Algo parecido ha pasado con las panaderías tradicionales que dejo de ser un negocio rentable desde que aparecieron los señores del pan barato. Esto es un ejemplo evidente de lo que supone una sociedad capitalista en la que el criterio último es el beneficio económico propio y egoísta, sin importar nada más. Para desgracia de los consumidores del buen pan, en los últimos años las panaderías clásicas entraron en decadencia debido a dos factores fundamentales: la competencia desleal de los señores del pan barato y la falta de información de los consumidores. Los señores del pan barato entraron sin hacer ruido pero eso sí, haciendo mucho daño con unos precios fuera de mercado y fuera de las posibilidades de las panaderías tradicionales. Esto fue posible en buena medida por el hecho de que el sector panadero en España tradicionalmente ha estado muy desunido, a diferencia de otros sectores como el taxi. Presentaban ofertas como un euro y te llevas seis barras de pan. Muchos trabajadores de la panadería tradicional tuvieron que cerrar sus negocios pues éstos dejaron de ser rentables.
¿Qué oscuras intenciones albergaban los señores del pan barato “vendiendo” (mejor dicho, regalando) el pan a semejantes precios? En principio ninguno, lo que querían era “solidarizarse” con los consumidores para que les resultase más barato para las arcas de su economía comprar un alimento tan básico como el pan.  Se presentaron como los “buenos” del mercado mientras que los panaderos tradicionales eran los “malos”. Eran buenos precisamente porque regalaban el pan, mientras que los panaderos tradicionales eran los malos por vender el pan a “semejantes precios”. Pocos consumidores se preguntaron cómo era posible que el precio de una barra en la panadería tradicional era de un precio medio de 0,75 céntimos mientras que en las tiendas de pan barato por un solo euro podías llevarte hasta seis. Los consumidores vieron a los señores del pan barato como una especie de caridad y muchos de ellos dieron la espalda a los negocios clásicos de pan tradicional. ¿No pensaron los consumidores que todo ello era consecuencia de que quizás los productos usados para la fabricación del pan barato no eran de la máxima calidad? Como pusieron en evidencia estudios posteriores, además de comprar las harinas más baratas y de peor calidad, en los últimos años la gente ha sido engañada en el consumo del pan: una persona compraba un tipo de pan integral y resulta que no estaba hecha con harina integral. Igual pasaba con el pan de centeno y otros tipos de panes.
¿Qué pasó con la evolución posterior del pan barato?
Pues que también acabó entrando en crisis y eso era algo que era imposible que no  sucediera. Una persona cuando monta un negocio, en este caso la panadería, además de buscar el bien de sus clientes, busca ganar dinero para hacer frente a sus necesidades cotidianas: pagar el alquiler del piso, pagar la hipoteca, la letra del coche, los impuestos… ¿Qué sentido pues tiene hacer un negocio donde el beneficio económico es cero porque se regala el pan? El propósito de los señores del pan barato era inicialmente romper el mercado y esto significaba el cierre de muchas panaderías clásicas. De este modo, ya sin la competencia de las panaderías clásicas, pretendieron quedarse con el mercado para ellos solos y elevar el precio del pan hasta alcanzar el precio que había antes de que surgieran. ¿Cuál fue el problema con que se encontraron? Pues que las tiendas de pan barato se multiplicaron de modo que, aunque ya no contaba con la competencia de las panaderías clásicas, ahora contaban con la competencia de otras muchas tiendas de pan barato. Esto significó que muchas de estas tiendas cerraran y otras tuvieron que evolucionar hasta convertirse en una especie de almacén donde, además de pan, vendían muchos otros productos. ¿Quiénes han sido los grandes perjudicados en esta desdichada guerra del pan? Indudablemente los consumidores que lo tienen más complicado para disfrutar de un pan de calidad. El Gobierno recientemente ha aprobado una nueva legislación en torno al pan y que exige que en la etiqueta se especifique de modo claro cuáles son los ingredientes del producto de modo que podamos estar seguro de que si estamos consumiendo pan o no.
Afortunadamente, las nuevas generaciones están cada vez más preparadas y son bastante críticas con aquello que comen. Cada vez más miramos las etiquetas de los productos antes de comprarlos y consumirlos. Solamente una sociedad preparada y crítica es la mejor vía para una sociedad más justa y también más feliz.



jueves, 17 de octubre de 2019

Sobre felicidad e infelicidad.


Aristóteles (384-322 a . C.).
Vivimos en un mundo con grandes dosis de infelicidad, es más, parece que es una cultura de la infelicidad y de la  culpabilidad permanente. El tema de la felicidad ha sido objeto de reflexión desde siempre. Ya el viejo Aritóteles en su afirmaba que la felicidad es el fin de toda vida humana. Si bien es cierto que todos coincidimos en afirmar que la meta última de la vida humana es la felicidad, no nos ponemos de acuerdo en saber qué es la felicidad. Hay personas que en principio parecen, al menos visto desde el exterior, sumamente felices con su trabajo y familia pero que realmente no lo son. Incluso, por desgracia, muchos de ellos acaban por suicidarse. De hecho, el suicidio es una de las principales causas de muerte para la población a nivel mundial.
La razón, ese instrumento tan venerado en el ser humano, puede resultar peligroso. Además, de ser una fuente insaciable de bienestar y disfrute, un uso incorrecto del mismo puede acarrear nefastas consecuencias. La razón siempre ha sido considerado como el aspecto definitorio del ser humano, aquello que nos hace distinguirnos del resto de seres vivos, nos permite ir más allá del mero instinto o de nuestra dimensión biológica. El ser humano, a diferencia del resto de seres vivos que podemos actuar contra nuestra dimensión natural e instintiva y anteponer una idea a nuestra naturaleza: por ejemplo podemos decidir suicidarnos o hacer una huelga de hambre. En cambio, un animal no puede suicidarse de modo voluntario y en el caso de que lo haga es porque viene determinado por su código genético. Nos permite autoconocernos, saber que somos una individualidad irreductible a todos los demás. Nos permite planificar nuestro futuro, tomar decisiones, asumir las consecuencias de nuestras acciones, en definitiva ser libres.
Pero, a cambio, nos puede aportar infelicidad, sufrimiento y dolor. Los animales aparentemente viven felices dentro de una docta ignorantia mientras que el ser humano a partir precisamente de esa capacidad deliberativa y de nuestra empatía podemos experimentar el dolor que sufriremos en el futuro o sufrir con el dolor que experimenta otra persona.
Palabras como angustia, depresión o ansiedad acaban por convertirse en términos comunes en la población actual. ¿Cómo percibe la realidad una persona con depresión? Hay quienes dirán que una persona que no haya sufrido de depresión nunca sabrá lo que se siente. Las ideas negras y negativas inundan tu cabeza de forma repetitiva. Intentas luchar contra ellas para que desaparezcan, intentas dominarlas de modo racional y no encuentras solución sino un enorme cansancio físico y que te impide realizar una vida normal. Cuando ya tienes dominado un pensamiento negativo pronto te surge otro igual o más destructivo. Deseas permanecer en tu cama eternamente y no tener que hacer nada más. Estás imposibilitado, incluso para realizar la tarea más sencilla, como ir a la cocina y tomar un vaso de agua. En esta situación lo que quieres es que se acabe todo. Te das cuenta que no disfrutas con  lo que antes te gustaba o te apasionaba y eso te genera sufrimiento. Odias el sufrimiento que generas en tu familia, o la compasión que generas en amigos y conocidos. No puedes levantarte de la cama, ni siquiera mover un brazo. Harías cualquier cosa por acabar esa situación.
¿Una persona con depresión quiere ser feliz? Ni mucho menos, sus proyectos no son tan ambiciosos sino lo que quiere básicamente es dejar de sufrir. Si has llegado alguna vez a la situación que he descrito has de saber que es el modo en que tu organismo te está previniendo sobre algo que estás haciendo mal y no lo sabes. Ante tal situación es necesario cambiar y desarrollar nuevas costumbres.
¿Cómo es posible que hayamos llegado a esta situación? ¿Por qué muchos de nosotros vivimos instalados en ese marco de tristeza y melancolía que nos inmoviliza de forma permanente y que nos impide ser felices?
Un aspecto esencial de la realidad y que no siempre entendemos es el cambio permanente. Ya el filósofo Heráclito advertía que lo que define la realidad era el cambio permanente y que él identificaba simbólicamente con el fuego. El fuego es el elemento que cambia todo aquello a lo que se encuentra sometido. No aceptar la realidad del cambio engendra en nosotros sufrimiento. Nos genera melancolía ciertos aspectos de la realidad que ya pasaron y que nunca más volverán: cuando eras alumno en tal colegio o instituto, los amigos del pasado que no volviste a ver. El inevitable paso del tiempo nos genera gran dolor necesariamente. Muchos pensamos que cualquier tiempo pasado fue mejor. Pero esa frase no siempre es verdad: cuando recordamos el desengaño amoroso que tuvimos años atrás lo hacemos a modo de nostalgia o melancolía pero se nos olvida cuanto sufrimos en ese momento. La memoria es un instrumento complejo pero poco fiable en general. Recordamos nuestra casa de infancia de un tamaño descomunal y al volver a verlo nos damos cuenta de su tamaño real. Al final nos damos cuenta que no recordamos todo sino aquello que fue realmente significativo para nosotros. Debemos adaptarnos siempre a las circunstancias cambiantes de la vida, es necesario prosperar y evolucionar. No podemos estancarnos en una forma de ser pasada que aunque nos fue bien en el pasado queda hoy día anquilosado. Debemos considerar que si hoy no nos encontramos bien mañana estaremos mejor y viceversa. La realidad sigue su curso de forma irremediable. Vamos envejeciendo y observamos como las personas que nos rodean o que nos quieren lo hacen al mismo ritmo. Vemos que aquello que hace diez o quince años nos preocupaba a día de hoy sólo nos genera risa. Si observamos la evolución psicológica de una persona en un período amplio de tiempo nos damos cuenta de cuán ha cambiado. Y nos genera un poco de tristeza al observar que nunca podremos contemplar otra vez la persona que fue. A medida que pasa el tiempo hay personas de nuestro círculo íntimo que van muriendo, otras personas que considerábamos amigos luego de das cuenta que ya no lo son de repente aparecen nuevas personas que vas incorporando en tu vida. Todo lo que tiene que ver con la vida ha de ser dinámico y cambiante, mientras que aquello que está quieto muere de forma irremediable.
Otro aspecto interesante es la tendencia permanente que tenemos de fijarnos siempre en los aspectos negativos de la vida. Vivimos en una cultura occidental con un fuerte carácter judeo-cristiano y que nos ha educado en un permanente sentimiento de culpa y del pecado. Hemos pensado que esta vida terrenal es un valle de lágrimas pero que luego viene el paraíso donde todo vuelve a tener sentido. En el pasaje bíblico de Adán y Eva ya se nos advertía sobre las negativas consecuencias que llevaría consigo el probar la manzana del árbol de la sabiduría. El filósofo Nietzsche en distintas obras dentro de su vastísima producción filosófica como El anticristo o La genealogía de la moral reflexiona sobre este aspecto de nuestra cultura y realiza una crítica demoledora. Él distingue entre dos tipos de morales antagónicos: moral de señores y moral de esclavos. El señor lo identifica con el fuerte, el aristocrático, el fuerte, aquél que actúa de acuerdo con su propio criterio y no de acuerdo con la opinión de los demás, es el que acepta la realidad del cambio y la afirma de modo íntegro. Es la alegre afirmación de aquello que nos toca vivir. No se trata de un enfoque pesimista sino todo lo contrario. El esclavo, por el contrario es aquél que no puede aceptar la realidad del cambio, huye de ella y la niega. Inventa otro mundo donde supuestamente todo es ideal y perfecto y llama malo las virtudes que definían al señor y bueno a las virtudes de debilidad, melancolía, resentimiento hacia la vida. En su obra Así habló Zaratustra Nietzsche acuña la noción de voluntad de poder para definir la realidad: la realidad no es un cosmos ordenado y racional sino que es un caos, un juego incesante de fuerzas y contrafuerzas en permanente enfrentamiento y donde jamás encuentran el perfecto equilibrio. Como la realidad es cambio y el ser humano forma parte de la realidad, entonces es necesario asumir de forma natural que constantemente estamos cambiando y adaptándonos a lo que nos toca vivir.
El mal parece que tiene más cabida que el bien en nuestra cultura. Los docentes suelen informar a los padres de los alumnos cuando éstos sacan malas notas o cuando su comportamiento en el aula es negativo. Pero es extraño que llamemos a los padres de aquellos alumnos que destaquen para felicitarlos. Los psicólogos y psiquiátricas suelen desarrollar un patrón de ser humano tomando como criterio fundamental la enfermedad mental, la neurosis y cosas semejantes pero no suelen ocuparse del individuo sano y feliz, de las actividades necesarias que debemos practicar para sentirnos autorrealizados.
Existe una falta de correspondencia entre lo que es el mundo y lo que pensamos que debería ser el mundo. A veces, se trata de una distancia insalvable y da igual lo que hagamos que esa distancia siempre se mantendrá. Todo ello, genera rabia, frustración y una grave sensación de fracaso. Pensamos que hemos hecho lo que teníamos que hacer y que no hemos recibido lo que creemos merecemos: un ascenso laboral, la superación de un examen de oposición… Pensamos que existe una especie de conflagración universal que actúa contra nosotros y que nos impide alcanzar la felicidad. Se nos enseña desde pequeños que lo importante en la vida es tener éxito. Solamente los triunfadores pueden ser reconocidos mediante premios y homenajes, mientras que los perdedores han de ser olvidados. Esto es algo muy común en la sociedad, por ejemplo en el deporte. Cuando un equipo gana una competición importante entonces todos los medios de comunicación lo alaba y todos los aficionados salen de sus casas para recibirlo. Por el contrario, en el caso de que un equipo pierda los medios de comunicación lo critican y los aficionados ya no lo espera en las calles o en los aeropuertos. Incluso, insultan a sus antiguos héroes. Y es curiosamente aquí en la derrota cuando el equipo necesita del apoyo de sus aficionados porque en la victoria todos se apuntan. ¿Acaso aquéllos que no salen triunfadores no tiene derecho a ser felices? Por supuesto que si.
Vivimos en una sociedad permanente instalada en el qué dirán, donde las personas hacen las cosas no porque realmente estén convencidas de ello sino para buscar la aprobación de los demás. Buscamos ser populares y aclamados por las masas y no nos damos cuenta que la opinión de los demás es siempre inestable y maleable. Muchos que fueron ampliamente reconocidos por todos ayer quizás hoy quedan olvidados en el ostracismo. Nos cuesta vivir con la desaprobación de los demás y cuando eso sucede nos encontramos irascibles y enfadados. No entendemos por qué tal persona no puso me gusta en tal foto del Instagram o del Twitter. Dicen que una persona que cuente con sólo el cincuenta por ciento de aprobación por parte de la gente que le conoce ya puede ser feliz. Yo pienso, que ni siquiera es necesario llegar a la mitad de las personas sino sólo a una persona que eres tú mismo. Si actúas siempre desde el convencimiento íntimo de lo que tienes que hacer entonces estarás en camino para encontrar tu lugar en el mundo y ser feliz. No debemos  olvidarlo: la persona más importante en este mundo es uno mismo. Si tú no te quieres a ti mismo, entonces estás incapacitado a querer a nadie. Podremos ser una persona incomprendida por los demás pero nunca incomprendido por uno mismo. ¡Cuántas personas hubieron en el pasado muy incomprendidas y cuyas ideas hoy en día nos alumbra! Queremos que los demás piensen como uno mismo y si eso no tiene lugar nos frustramos. No debes olvidar que no puedes controlar lo que los demás piensen sobre ti, eso es algo que siempre se nos escapará. Lo único que podemos aspirar es saber controlar el contenido de nuestro pensamiento y eso a partir de disciplina, esfuerzo y paciencia. Es el primer paso que tenemos para aspirar a ser felices. Nos encantaría que los otros nos alabasen antes de que nos censuren, es algo que entendemos perfectamente. Pero no podemos colocar eso como el fundamento de nuestra felicidad ni podemos exigir a nadie que piense o perciba la realidad del mismo modo que nosotros. Además, ¡qué mundo tan aburrido sería aquél en el que todos pensáramos igual y de un modo homogéneo!
En el fondo, el ser humano ha sobreestimado y sobrevalorado la vida en sí. Siempre hemos rehuido de la muerte. Los cementerios siempre han permanecido expulsado de las ciudades. ¿Por qué debemos eliminar de nuestro pensamiento la muerte cuando es precisamente la muerte lo que dota de sentido a la vida? Hay personas que odian el frío y el invierno y dicen que les gustaría vivir eternamente en la estación de la primavera o del verano. Pero, ¿cómo seremos capaces de apreciar la llegada de la primavera o del verano si previamente no hemos vivido el otoño y el invierno? El ser humano no es un ser eterno sino que por desgracia está condenado a la muerte antes o después. El filósofo Heidegger afirmaba que el ser humano es un ser-para-la-muerte pues solamente cuando asumimos nuestra finitud y contingencia nuestra existencia cobra su total sentido. La muerte es la posibilidad de la imposibilidad y asumir eso nos genera angustia pero también nos hace que vivamos de un modo más comprometido y consciente.
Olvidamos el diálogo interno que debemos tener con nuestro yo interior porque siempre estamos volcados hacia fuera. Debemos reunir momentos a lo largo del día que nos permita conciliarnos con nosotros mismos, que ese yo interior nos diga que estamos haciendo mal y qué podemos hacer al respecto. ¿Cómo podemos reunirnos con nosotros mismos? No se trata de una meditación profunda y trascendental sólo apto para unos pocos iniciados. Necesitamos unos minutos para desconectar la vorágine de la vida, un lugar tranquilo y a ser posible oscuro donde tus pensamientos se sucedan pero sin intentar controlarlos ni juzgarlos. Los pensamientos están en ti pero tú no eres tus pensamientos. Es más tus pensamientos sólo existen en ti y no fuera de ti. Además, podemos realizar actividades que nos gusten y nos motiven: leyendo un libro, haciendo deporte… Es un momento de paz y de sosiego donde nuestras ideas fluyen libremente y tenemos que dejarlas actuar y no modificarlas. A veces nos atormentamos constantemente sobre por qué nos ha pasado tal cosa. Nos damos cuenta que cuanto más nos esforcemos en eliminar esos pensamientos negativos para persisten y entramos en una especie de espiral de negatividad. Nos quitan la energía vital y nos agotamos físicamente sin incluso la necesidad de mover un músculo. Debemos dejar en paz esos pensamientos negativos porque del mismo modo que entraron se irán, o al menos con el paso del tiempo su nivel de afectación será menor.  ¡Es tan difícil ser feliz! Pero no hay que cesar nunca en nuestro empeño. Al final, sólo tenemos esta vida, ni más ni menos.


lunes, 14 de octubre de 2019

Heidegger y la segunda etapa de su pensamiento.


¿En qué consiste la kehre o vuelta del pensamiento de Heiddeger? La superación de la metafísica no puede ser mediante la búsqueda de un nuevo concepto sino que ha de buscarse en un nuevo modo de ejercitar el pensamiento mismo. No supone un abandono de la postura de Heidegger en Ser y tiempo sino más bien una profundización. Es un error suponer que se trata de un planteamiento en el cual todo depende del ser y no del sujeto.
En la obra Introducción a la metafísica escrita ocho años después de Ser y tiempo, Heidegger usa el término metafísica en un sentido negativo para definir a todo el pensamiento occidental en la medida en que equipara ser y ente. En esto consiste la diferencia ontológica. De acuerdo con este modelo del ente el ser se entendería como presencia. En La esencia del fundamento tomando como referencia el principio de razón suficiente formulado por Leibniz, Heidegger afirmará que el Dasein no es el fundamento último en el sentido de ser una presencia sino que es ante todo un proyecto. Si planteamos la cuestión de ¿Por qué el ente? estamos dentro de una concepción del ser basada en la presencia. En cambio, si preguntamos ¿Por qué no más bien la nada? estamos planteando el problema desde un plano no metafísico sino del fundamento. Esto genera en el Dasein angustia, miedo a la nada. Nosotros nos definimos a través de la libertad. No se trata de una propiedad propia sino justo al contrario, ella nos posee. La verdad es siempre una apertura y una revelación. Por ello, la no verdad es oscuridad y ocultamiento. El error se encuentra en la separación de la nada pues desde este momento el ser se identifica de modo inmediato con los entes como presencia. Pero, del mismo modo que la no verdad pertenece a la verdad, el olvido del ser es un hecho que afecta al ser como tal. Somos la apertura en la cual los entes aparecen. La esencia de la metafísica es precisamente el olvido del ser, pero cuando reconocemos ese olvido como tal ya nos encontramos en condiciones de recordar lo que se había olvidado, es decir, podemos ir más allá de la propia metafísica. Heidegger usa la palabra Aletheia pues aquí se pone de manifiesto que la verdad implica siempre una no verdad. Lo que aparece en nuestro proyecto se sitúa sobre un fondo oscuro.
La metafísica en principio se desarrolla a modo de pregunta sobre el ser del ente y en este contexto comprende la diferencia ontológica entre el ser y el ente. El problema reside que olvida el ser en cuanto tal y lo identificamos con aquello que los entes poseen en común. La crítica de Heidegger a la cultura occidental finaliza con la técnica, que es la época de la imagen del mundo. Todo ocupa un lugar bien definido que coincide con la función instrumental que la cosa comprende dentro de la totalidad del sistema.
El pensamiento del ser como verdad ontológica no pertenece al hombre. El ser tiene que dejar de ser concebido como presencia y pasar a ser concebido como iluminación. Esta iluminación sólo acontece en el hombre, quien no dispone de ella porque es más bien la iluminación lo que dispone de él. La apertura coloca al hombre en su propio ahí, constituyéndolo como proyecto. Y aquí encontramos de nuevo la relevancia del lenguaje, aunque no cualquier tipo de lenguaje sino el de la poesía. Heidegger llega al concepto de poesía como esencia de las artes guiado por la palabra. La apertura del mundo se da ante todo y fundamentalmente en el lenguaje que es donde se verifica toda verdadera innovación ontológica. Las cosas no son fundamentalmente cosas por estar presentes en el mundo exterior, sino que lo son en la palabra que las nombra originariamente y las hace accesibles. Las cosas pueden ser de este modo no en la presencia tempero-espacial sino en el lenguaje y concretamente en la poesía, sino que se trata del lenguaje en su fuerza originaria y creadora.

domingo, 13 de octubre de 2019

Sobre educación


Cuadro de La Escuela de Atenas, de Rafael.
Como docente y educador que soy, considero un tema crucial el reflexionar sobre cómo ha de ser el docente para cubrir las necesidades del alumnado hoy en día, además de cuál debe ser nuestro sistema educativo. Vivimos en un mundo cuya señal de identificación es el desarrollo tecnológico, la pluralidad y la diversidad. La tecnología avanza cada vez más y este desarrollo modela una sociedad cuya velocidad resulta abrumadora y que, con frecuencia, se nos escapa. Nos convertimos en meros consumidores sin juicio ni criterio .No acabamos de asimilar una información y ya estamos recibiendo otra nueva. Nuestro mundo es televisado y transmitido a cada segundo desde muchos focos y vivimos en un mundo de irrealidad. Parece que el mundo no se conecta con nosotros ya, nos sentimos vulnerables porque no comprendemos esos artefactos. Incluso, hay quienes piensan que el mundo sin tecnología perdería su sentido y su gracia. Sin embargo, se nos olvida que la tecnología es un medio y nunca un fin y somos nosotros los que decidimos en cada momento qué es importante.
¿Cómo repercute toda esta tecnología y su consumo desmesurado por parte de los jóvenes? Estos jóvenes han nacido ya con el tablet y el móvil bajo el brazo y su modo de procesamiento de información es muy compleja. Hay quienes son capaces de estudiar, oír música, ver televisión, hablar por teléfono y contestar el whatsapp. Otro tema distinto sería su nivel real de asimilación de esa información. Pero, de todos modos, estos jóvenes se encuentran ya en un medio tecnológico desde el primer momento y se desenvuelven de forma airosa, al menos en principio.
Con todos estos elementos ¿funcionaría con ellos un tipo de enseñanza-aprendizaje de tipo clasicista basada en la explicación teórica del docente y la asimilación mecánica de la misma por parte del alumno? Obviamente la respuesta es no. En los planes de estudios más antiguos los alumnos no ingresaban tan niños como ocurre hoy en día en los institutos y a esto se une a su vez la ampliación de edad de los alumnos a la enseñanza obligatoria hasta los dieciséis años. Antes un alumno que finalizaba la EGB obtenía el Graduado Escolar y ya se podía desvincular de la educación. Por tanto, en los institutos tenemos muchos alumnos que están obligados a estar sin que le gusten lo que están haciendo. Es responsabilidad del profesor estimular a estos alumnos en los estudios, presentar los contenidos de manera tal que suscite su interés.
Debemos señalar el caso de alumnos que tienen serios problemas familiares y esto les afecta de modo ineludible en su rendimiento académico. A veces, como docente no puedo comprender el comportamiento disruptivo de muchos alumnos que parecen que su único cometido es hacer la vida imposible a los docentes y a los propios compañeros. Pero en cuanto tenemos entrevistas con los padres de los alumnos y conocemos sus problemas ya  empezamos a comprender. El profesor debe tener la psicología necesaria para procurar un trato correcto a estos alumnos pues muchos se encuentran verdaderamente desorientados, no saben lo que quieren y en el fondo lo que quieren es un referente que les guíe y que les aconseje. A veces ni los alumnos ni los propios padres colaboran lo más mínimo en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Es un proceso siempre colectivo, no es sólo de los alumnos: están implicados el equipo docente, orientación, el propio alumnado y las familias. Entre todos estos elementos debe existir voluntad de diálogo y colaboración. De lo contrario, todo se complica sobremanera. El profesor es responsable de que en el aula exista un clima adecuado de trabajo, que haya respeto y que se respete el derecho de los alumnos a recibir una educación. No podemos permitir que haya alumnos cuyo comportamiento hostil impida el desarrollo adecuado de la clase. A veces, esto no es posible por desgracia por parte del docente y aquí entra en juego el papel de los equipos directivos y jefaturas de estudios. Sabemos que el instituto funciona bien cuando las esferas directivas realizan de manera adecuada y responsable su función. Sin embargo, esto no siempre ocurre porque hay equipos directivos y jefaturas de estudios que no se comprometen seriamente, no apoya al profesorado sino que intentan complicarse lo menos posible la vida.
Las familias constituyen un pilar fundamental dentro de este proceso de enseñanza-aprendizaje. Lo ideal sería que hubiese una compenetración adecuada entre familia y equipo docente. He conocido el caso de profesores que llaman a los padres de ciertos alumnos disruptivos porque impiden el desarrollo normal de la clase con el propósito de que mejoren. Sin embargo, muchos de dichos padres se presentan en el centro con una actitud beligerante y desafiante. Otras veces, el profesorado es víctima de humillaciones y de insultos por parte de ciertos alumnos y ni siquiera recibe ni una disculpa de los padres de dichos alumnos. Ante este panorama, en ocasiones estos alumnos disruptivos carecen de una base familiar que les permita tener esa estabilidad necesaria para su desarrollo personal. Pero no todo se reduce a esto sino que el buen profesor ha de ser un buen comunicador y saber decir bien las cosas. Por ejemplo, ante un alumno cuyo comportamiento no es el adecuado a veces no resulta útil recriminar su actitud delante de sus compañeros sino que a veces tenemos que hacer una mirada incisiva en la que mostremos nuestra disconformidad o en privado después de la clase llamarle la atención y hacerle ver que esa actitud no es la adecuada. No nos equivoquemos, no son todavía personas totalmente hechas sino proyectos de personas muy maleables e influenciables, que van buscando su propia identidad e individualidad. Recuerdo que en cierta ocasión, siendo alumno, un profesor me entregó un trabajo corregido elaborado por mí y en la parte superior pude leer No tienes ni idea. Obviamente el profesor en cuestión no estuvo lúcido al comunicar mi torpeza en ese trabajo. Lo que realmente consiguió que acabara odiando su materia.
Hay que dar alumno la oportunidad de equivocarse, que no tengan miedo a fallar, a expresar su opinión. Desde mi experiencia propia, aquellos profesores que más me ayudaron a desarrollarme como persona fueron aquéllos que me enseñaron el derecho legítimo que tenemos a equivocarnos. No nacemos ya hechos sino que vamos adquiriendo experiencia a partir de nuestras vivencias y de nuestros muchos fallos. Si un alumno comete un error que nosotros como docentes consideramos increíble no podemos echárselo en cara y. ni mucho menos, ridiculizarle delante de los compañeros. El alumno debe encontrar su lugar en el aula, tener su voz y su opinión y que vaya a disfrutar y no a pasarlo mal.
Con todo lo anterior la persona que quiera ser docente debe tener una gran vocación por enseñar. Cuando era un alumno y antes de decidir dedicar mi actividad profesional a la docencia pensaba que el profesor ideal era aquél que controlaba todas las vicisitudes de su materia. Hoy en día que dedico mi vida profesional a la docencia mi punto de vista sobre eso ha cambiado. Observo que más allá de la formación específica que tengamos en nuestra materia, lo cual es importante, lo importante es que estamos formando personas y no químicos, historiadores o matemáticos. Todo profesor en su trabajo de manera inevitable transmite señales acerca de su modo de ser y de sus valores y que sin duda alguna nuestros alumnos asumen: un profesor que va a su trabajo sin interés ni motivación es algo que los alumnos perciben de inmediato y no permite suscitar su interés; todo es diferente en el caso de un docente que va motivado a sus clases y con ganas de que sus alumnos aprendan. Otras veces, no es del todo fácil que los alumnos se interesen por alguna de nuestras materias ya sea por su carácter abstracto como en el caso de la Filosofía o la dificultad propia de la misma materia ya sea Matemáticas o Física y Química. En cualquier caso, independiente de esta dificultad debemos encontrar el medio adecuado para llegar a los alumnos ya sea mostrando su aplicabilidad o utilidad o extrayendo ejemplos de la vida cotidiana. Recuerdo que siendo yo alumno en ocasiones la enseñanza que recibía era mecánico y repetitivo, no nos permitía ir más allá, cuestionar lo sabido por todos. Por eso, resulta imprescindible combinar la teoría con otras actividades más prácticas donde los alumnos se expresen tal como son. La parte teórica lo considero imprescindible porque el buen profesor debe guiar al alumno mediante la explicación, pero no podemos reducir todo a ese elemento. Hay profesores que en el fondo no se involucran en el aprendizaje de los alumnos, no son disciplinados, no problematizan y en el fondo no hacen trabajar al alumnos. Estos docentes de manual suelen tener la aceptación y el aplauso fácil del alumno, sin embargo, no permanecen en la memoria a largo plazo. En la memoria del alumno quedan aquellos profesores que le sacaron de su zona de confort y les llevó a cuestionar temas antes tabú.
¿Qué aspectos de la educación actual son susceptibles de ser mejoradas?
Considero esencial aquellas materias que puedan estimular la capacidad crítica y reflexiva de los alumnos a través de materias como Filosofía, Psicología y Ética. Es un contrasentido la disminución de carga lectiva de estas materias a partir de la Ley Educativa LOMCE y es enteramente inadmisible que la materia de Historia de la filosofía se convierta en una mera optativa del segundo curso de Bachillerato. Incluso, dependiendo de la comunidad autónoma esta materia sólo sea optativa para la modalidad del Bachillerato de de Ciencias Sociales y Humanidades y no para el Científico-tecnológico. Esto significa que habrá alumnos que finalicen sus estudios y que no hayan abordado autores como Platón, Aristóteles, Kant o María Zambrano. Concretamente Historia de la Filosofía es entendida en muchos casos como una mera historia de filósofos anquilosados en el pasado y que no tienen ningún significado en el futuro. Y sin embargo, se equivocan de forma inevitable pues un autor es clásico porque sigue planteando cuestiones que hoy en día seguimos planteando y nos permite comprender el sentido profundo de la realidad histórica que nos rodea. Si quitamos la Filosofía estamos eliminando la columna vertebral de la educación. ¿Acaso la educación no es suscitar la capacidad critica de nuestros alumnos, a que estos sean cada vez más autónomos? ¿No estaremos traicionando al espíritu de Sócrates cuando afirmaba la necesidad de reconocer nuestra propia ignorancia como paso previo para adquirir el conocimiento o a Kant cuando afirmaba Sapere aude?
Respecto la introducción de las nuevas tecnologías de la información y comunicación en el aula. Hemos señalado más arriba que nuestro alumno hoy en día nace en un mundo enteramente tecnológico. Me llama la atención cómo los niños aún en una edad tan temprana se desenvuelven aparentemente de forma airosa con móviles y demás artefactos tecnológicos. Sin embargo, es responsabilidad de los padres un control sobre lo que hacen sus hijos cuando navegan por Internet y las páginas web que visita. Más allá de esto que daría lugar a otro capítulo las nuevas tecnologías suponen un instrumento muy potente y muy útil en el aula y que resulta conveniente introducirlo en el aula en la medida de lo posible. No se trata de poner a los alumnos una película relacionada con nuestra materia la semana previa a las vacaciones de Navidad o de Semana Santa sino aprovechar las múltiples utilidades que nos proporcionan: hay muchos materiales como videos, canciones, testimonios y ejercicios de otros docentes que podemos aprovechar para nuestras clases. De todas formas, debemos señalar que la tecnología es un medio y no un fin y es el docente el máximo responsable del uso que hagamos.
Muy importante es también la por la importancia creciente hoy en día la actividad física y la alimentación. Es esencial fomentar ciertos hábitos de vida saludable basados tanto la actividad física como la alimentación. Vemos en nuestro mundo y por desgracia adultos y niños obesos y sedentarios. Es necesario inculcar los valores positivos del deporte y esto no sólo por lo saludable que pueda ser para nuestro cuerpo sino como modo de relacionarse con otros compañeros. Más allá de que en el deporte se pueda ganar o perder lo importante es la adquisición de valores como el esfuerzo, el compañerismo, el respeto al contrario así como saber perder y ganar. Por este motivo, igualmente una alimentación adecuada es un aspecto que desde las aulas debe potenciarse porque, cada día menos, no sabemos lo que comemos. Basamos nuestra alimentación en comidas muy calóricas y procesadas, bebidas azucaradas y mucha bollería industrializada y su consumo sólo puede perjudicar nuestra salud. Es necesario una dieta equilibrada basada en una buena ingesta de verduras y frutas y todo ello, como hemos señalado, unida a la práctica habitual del deporte.
La educación es el patrimonio más importante que tiene el ser humano porque no solo asimilamos nuestro pasado histórico y cultural sino que nos ayuda a comprender nuestro presente y nos proyecta de manera inevitable hacia el futuro. Es necesario que los gobiernos inviertan dinero en la educación para formar personas críticas y autónomas, que los profesores estemos cada vez más preparados a todos los niveles (a nivel informático, a nivel de idiomas…) y que no nos manipule de ningún modo ni intenten imponer una visión interesada de la realidad. Nuestro mundo es cada vez más diverso y plural donde el pensamiento único ya no tiene cabida.

lunes, 7 de octubre de 2019

¿Todavía somos un animal político?

El filósofo Aristóteles (384-322 a. C.)

Dado los avatares políticos que últimamente estamos contemplando en nuestro país quiero plantear la discusión sobre si el ser humano es un animal político tal como pregonaba Aristóteles en su obra Política o si, por el contrario, hemos evolucionado hacia otro tipo de animal aún por definir. El ser humano se ha definido en nuestra tradición occidental siempre como un animal racional y se ha considerado que la política es una actividad esencial para nuestra convivencia. En la Antigua Grecia la política entendida las discusiones  en el ágora era esencial para la vida de una polis pues en ella se ponía de manifiesto la capacidad de autogobierno y autoconservación de un conjunto de personas. Se consideraba que las personas más preparadas, aunque no les gustase, tenía la responsabilidad moral de guiar a sus compañeros.
¿En qué ha degenerado la actividad política hoy en día? Nuestros políticos actuales ponen de manifiesto una total y nula capacidad para llegar acuerdos de cualquier tipo. Sobre sus propios fracasos personales se reprochan mutuamente y consideran que la culpa es siempre de otra persona pero nunca de ellos porque ellos actuaron siempre como tenían que actuar. Los políticos manifiestan una gran insensibilidad hacia los problemas que realmente preocupan a la gente. Y la gente, observa atónita todo este desaguisado. En España se han celebrado cuatro elecciones generales en los últimos cuatro años e incluso hemos tenido algún período de tiempo en los que no había gobierno.
¿A qué es debido este falta de entendimiento entre los políticos? En primer lugar llama la atención la ausencia de verdaderos políticos en el sentido propio de la palabra, de personas que sientan una inclinación natural hacia la política. ¿Dónde están los Felipe González o Julio Anguita actuales? Parece que la política se ha convertido en una farsa televisada donde los políticos a través de sus redes sociales de vez en cuando expresan opiniones. ¿Qué pasa sobre los problemas reales que afectan al conjunto de la ciudadanía? Muchos de nuestros políticos parecen que olvidan que su empeño debería ser ponerse al servicio de la ciudadanía y abandonar esos discursos vacíos y sin ningún tipo de significado que dada su ambigüedad y amplia generalidad son susceptibles de todo tipo de interpretaciones.
La política se ha convertido hoy en día en una actividad por la que el político, al modo de Glaucón y Trasímaco de La República de Platón, no gobiernan procurando el bien común sino el bien egoísta.propio y de los suyos. Incluso manipulan el lenguaje, al modo de un sofista, señalando matices en las palabras que a veces resultan inverosímiles. Los docentes cuando dan clase a sus alumnos deben hacer lo posible por presentar su materia de un modo accesible suscitando el interés y la motivación de los alumnos. Sin embargo,  nuestros políticos emplean un lenguaje tan ambiguo e impreciso y no por las palabras que en si misma emplean sino la quijotesca combinación de las mismas. Por ejemplo, para explicar la situación de crisis que ha asolado nuestro país se empleaba desaceleración económica. Surgen dudas evidentes para desentrañar el significado de estas dos palabras. Quizás signifique que nuestros dirigentes políticos que se está produciendo un crecimiento político pero a menor escala del esperado. O puede también significar que se está produciendo un crecimiento económico pero en sentido inverso, es decir, que se está incrementando la crisis económica. O pudiera tener otros significados menos evidentes pero igualmente posible como Yo no sé cómo resolver los problemas pero combino estas dos palabras y pienso que se resuelve el problema. Hay otros términos de nuestra casta política que mejor no entremos en valorar su significado como pagar en diferido. Pienso que sería una auténtica pérdida de tiempo y mucho más costoso que leer y comprender por ejemplo La Enciclopedia de las ciencias filosóficas de Hegel, y mucho menos apasionante.
¿Acaso los políticos no nos comprender y no saben detectar cuáles son los auténticos problemas del país? Muchos políticos de este país llamado España se ponen caras heroicas al escuchar el himno o ver la bandera. Otros políticos no quieren saber nada de esa bandera y de ese himno proclamando su independencia. Otros sólo les preocupan coger dinero de la cartera y otros hacen como si no se enteraran de nada. Independientemente de los intereses políticos de esta casta política no van a la raíz de los problemas de nuestro país. Recordemos que los políticos reciben sustanciosos sueldos por realizar su tarea de resolver los problemas de la ciudadanía. En mi valoración de la situación política hay dos problemas capitales es el paro de nuestros jóvenes y no tan jóvenes y la vivienda. Hay personas muy preparadas en sus disciplinas, con estudios de todo tipo, con capacidad para hablar otros idiomas y que algunos de ellos han tenido que emigrar. El político de turno tiene la responsabilidad para que todas esas personas que no encuentren trabajo porque la oferta laboral es nula. Además, un puesto de trabajo y que se corresponda con su titulación. El paro es uno de los grandes males sociales no sólo porque no pueden tener un sueldo para sobrevivir sino que se le incapacita en muchos casos la posibilidad de formar familia y a tener que vivir con sus padres mucho más tiempo. Pero también supone consecuencias negativas para esa persona a nivel psicológico porque indudablemente queda anulada como persona, no se siente con confianza y decisión y eso distorsiona su vida social.
No solo esto, los jóvenes y no tan jóvenes, de aquellos que trabajan reciben sueldos muy bajos para el desempeño de un puesto de trabajo a un nivel más inferior respecto a su formación. Son puestos de trabajo que tiene que coger necesariamente porque necesitan dinero para hacer su vida y porque si no lo aceptan hay muchas otras personas a la espera.
Pero el problema no queda reducido en este punto. Muchas personas tienen que irse fuera de su lugar de procedencia para el trabajo y nos encontramos que los precios de los alquileres de viviendas es totalmente inasumible  fuera de lugar. ¿Qué hacer cuando el precio de alquiler supera el sueldo del trabajador? Porque aquí nos encontramos una incongruencia total, no sólo que se tenga dificultades para llegar a final de mes sino que en muchos casos el precio de alquiler supera con mucho el sueldo del trabajador. ¿Qué hacer en esta situación tan peliaguda? Las alternativas son pocas. Si tienes la suerte de que la vivienda alquilada sea de algún familiar o amigo íntimo se podría estudiar la posibilidad de reducir el dinero del alquiler. Sin embargo, para qué engañarnos, el dinero por lo general carece de moralidad y no entiende  ni de familia ni de amigos. Otra alternativa sería ocupar una vivienda abandonada y vivir allí sin que te descubran. Esta solución sería poco recomendable porque nos dejaría en una situación permanente de temor a ser descubierto. Quizás la solución más fácil sería alquilar una vivienda entre varias personas, ya sean amigos o desconocidos. Sin embargo, un problema evidente de lo anterior es que las personas ya con una cierta edad no les apetece estar compartiendo piso como si fuera en su etapa de estudiante, ni tampoco de estar con gente que ni siquiera conoce.
Por tanto, en conclusión y haciendo referencia al título de nuestra reflexión ¿Somos todavía un animal político?, parece que la respuesta es negativa por varias circunstancias: la falta de competencia por parte de los políticos, su incapacidad para detectar y resolver nuestros problemas, la falta de confianza de los ciudadanos ante los políticos y que da lugar a un desinterés cada vez mayor.

domingo, 6 de octubre de 2019

Rambo: Last Blood (2019) de Adrian Grunberg.


Estamos ante la quinta y por ahora última entrega de la saga de Rambo protagonizada por el incombustible Sylvester Stallone y por los españoles Paz Vega, Óscar Jaenada y Sergio Peris-Mencheta, entre otros. La película ha sido rodada en España y en Bulgaria. El guión ha sido escrito por el propio Sylvester Stallone. El director es Adrian Grunberg, su segunda incursión detrás de las cámaras tras la olvidada pero reivindicable Vacaciones en el infierno con Mel Gibson. La película ha sido maltratada por la crítica especializada de manera injusta. Afortunadamente, los seguidores de la saga se han manifestado a favor de la cinta reivindicando su valor cinematográfico. Estoy seguro que esta cinta ocupará un lugar especial dentro del corazón de los seguidores del actor. Y dentro de la saga de Rambo.
¿Qué decir de Sylvester Stallone? Es uno de los actores más infravalorados por parte de la crítica especializada siempre reacia a reconocer sus grandes virtudes. No saben reconocer el mérito de un actor que empezó desde lo más abajo y que desde la década de los setenta lleva en la cresta de la ola realizando muchas películas que han quedado en el recuerdo de la memoria colectiva, creando, además, dos grandes iconos de la cultura popular como son Rocky y Rambo. Una persona que haya sido capaz de escribir el guión de Rocky ya es una carta de presentación suficiente sobre su gran talento. No sólo es actor, su faceta más conocida sino guionista, director, además de pintor y escritor (escribió una novela autobiográfica que se titula La cocina del infierno y que se encuentra editada por Círculo de Lectores en España). Más allá de Rocky y Rambo ha protagonizado grandes títulos como FIST Símbolo de fuerza de Norman Jewison y Cocina del infierno del propio Stallone, ambas de 1978, Copland de James Mangold de 1997, además de una serie inacabable de películas de acción ya clásicas como Cobra, Tango y Cash, Máximo riesgo o Demolitión Man. Pero su gran mérito ha sido su capacidad de reinventarse cuando alguna película suya ha fracasado o cuando parecía que ya el público le dejaba de lado, sobre todo en la primera parte del 2000, con la recuperación de sus clásicos personajes en Rocky Balboa y John Rambo o la por ahora trilogía Los mercenarios. Es ilustrativo las palabras del propio Stallone en una entrevista cuando afirmó que el fracaso nos hace más listos pues incrementa nuestro deseo de adaptación y de supervivencia.
Respecto a nuestra película, los comentarios más habituales en torno a Rambo Last Blood por parte de los críticos especialistas han sido las siguientes: que la primera parte de la película es lenta y sólo la última parte levanta el vuelo; que el guión tiene agujeros y sucesos que no se entienden, que tiene algunos personajes prescindibles o el excesivo gore y escenas violentas. Quizás algunas de ellas tengan razón en parte pero no justifica el ataque tan voraz recibido. Incluso David Morrell, el creador de Rambo en la novela First Blood en que se basa nuestra película afirmó recientemente que le había decepcionado tanto la película que incluso le avergonzaba que su nombre se le relacionara con ella. No parecen en absoluto palabras justas porque el propio David Morrell, independientemente de su valía como autor literario y como docente, debe a buena parte de su fama de su fama en buena medida a la saga de películas de Rambo.
La película ha sido un paso más dentro de la saga cinematográfica de Rambo y aporta novedades importantes que hacen evolucionar nuestro soldado en cuanto a la psicología. No repite el patrón de las películas anteriores y tiene reminiscencias de las películas de Charles Bronson El justiciero de la ciudad o de la más reciente Venganza de Liam Neeson. Se trata de un filme crepuscular en la que se nos muestra un Rambo más humanizado en la primera parte respecto a las cintas anteriores, con una mayor edad y en un ámbito familiar. Son matices nuevos que sorprenderán al aficionado clásico a la saga que se encuentra acostumbrado a verle como una insaciable máquina de matar. En buena medida recuerda en esta parte de la película a Rocky Balboa, aunque por momentos. Nos muestra a nuestro personaje lidiando con sus traumas y con una cuidadora. Pero su alma salvaje de soldado sigue estando presente y Rambo en el tramo último de la película dejará de ser el león dormido para ser el combatiente que conocemos de las otras películas
La crítica no ha sido comprender que Rambo en esta cinta ya tiene más de 70 años y no es justificable que sea el personaje físico de antaño, aunque sí en la parte final. La primera parte de la película nos sirve para entender la evolución que ha sufrido el personaje de Rambo desde la última aventura de 2007. Rambo se encuentra asentado en su rancho de Arizona junto con una cuidadora y la sobrina de ésta. La cinta se abre con una espectacular escena en la que Rambo ayuda a personas que se encuentran en un bosque bajo una fuerte tormenta. Sin embargo, el secuestro de la sobrina de su cuidadora por una banda de proxenetas mejicanos servirá para que Rambo salga de su aislamiento y desate toda su furia  bajo la forma de una indescriptible ola de violencia y venganza. Es aquí donde se muestra al Rambo que el aficionado más conoce. Un cambio bastante original de esta película respecto a las últimas de la saga y acercándose por tanto argumentalmente a la película de Acorralado es que en la última parte de la cinta los malvados mexicanos persiguen y atacan directamente a Rambo en su rancho de Arizona, produciéndose allí un muy violento y sanguinario enfrentamiento.
Respecto a los actores, Sylvester Stallone en su línea habitual interpreta de modo sobresaliente Rambo. Óscar Jaenada y Sergio Peris-Mencheta interpretan a los villanos de la función, Paz Vega interpreta un breve papel de una periodista que también busca venganza por la muerte de su hermana. Destacan también Adriana Barraza, en el papel de cuidadora de Rambo y de Yvette Monreal como sobrina de la anterior. Destaca la música del compositor Brian Tyler que respeta la partitura original además de introducir nuevas matizaciones.
Se trata, por tanto, de una película que yo recomiendo a los amantes del cine de acción y aficionados al cine de Sylvester Stallone. Quizás sea algo inferior a la anterior película de la saga John Rambo pero que mantiene gran nivel y no decepciona en ningún momento.

jueves, 3 de octubre de 2019

Heidegger y la primera etapa de su pensamiento.

Heidegger es una de las figuras filosóficas con más repercusión del siglo XX. Se encuentra influido por la fenomenología de su maestro Edmund Husserl pero da un paso más allá. Realiza un tipo de reflexión filosófica en los que dialoga con grandes maestros del pasado como Parménides, Platón, Aristóteles, Agustín de Hipona, Duns Escoto o Nietzsche.
Heidegger en su primera etapa filosófica cimentó su fama en su obra Ser y tiempo, dedicada a su maestro Husserl, publicada en 1927. En la elaboración de esta obra encontramos varios presupuestos. Señalamos en primer lugar el neokantismo porque es en este ámbito donde Heidegger madura sus temas filosóficos pero extendiéndolos hacia lugares donde el neokantismo no se aventuraba a filosofar. No podemos olvidarnos de su maestro Husserl: en el año 1913 ya publicó La teoría del juicio en el psicologismo en la que proclama, al modo de Husserl la autonomía de la verdad lógica frente al psicologismo de John Stuart Mill que afirmaba que las leyes lógicas se basaban en último término en la experiencia. Concretamente en su tesis de docencia privada sobre Scoto es donde Heidegger trata el tema de la validez de las categorías. La interpretación heideggeriana de la fenomenología pone de manifiesto una intención y una tendencia de desarrollo que de algún modo ya estaba presente en la fenomenología misma. Destacamos también la figura del vitalismo de Dilthey porque es el punto en el que la analítica existencia de Ser y tiempo afirma que el tiempo es lo que define ontológicamente al Dasein.
Más allá de los autores anteriores, Heidegger se refiere explícitamente al filósofo danés Kierkegaard como un autor que plantea filosóficamente el problema de la existencia y lo hace dentro del marco general de la ontología clásica de Hegel. Por tanto, el planteamiento heideggeriano sobre el ser en su obra Ser y tiempo supone un recorrido que va del Neokantismo, la fenomenología hasta el existencialismo. El ser humano se define como Dasein, como Ser-ahí y es el único ente capaz de formular la pregunta por el ser en la medida en que ya posee una cierta precomprensión.
¿En qué consiste esta precomprensión del Dasein? Esta reflexión conducirá a Heidegger a reconocer la importancia del lenguaje dentro de nuestra relación de apertura con el mundo.
El ser humano no puede ser algo dado y definido de antemano sino que a diferencia de las cosas su existencia se aplica sobre un conjunto de posibilidades. La esencia del ser humano no es nada acabado y hecho sino poder ser. Pero este Dasein no es un elemento aislado sino que es en el mundo y para el mundo. El mundo no se presenta como opuesto al Dasein sino que es un carácter del Dasein mismo. El modo que tienen las cosas de aparecernos no son como objetos independientes de nosotros mismos sino que son instrumentos. Las cosas son instrumentos pero no de forma aislada sino que  siempre es un instrumento para algo. Y en este punto reconoce Heidegger la importancia crucial del lenguaje: el ser constitutivo del Dasein no se reduce a un mero estar en medio de una totalidad de instrumentos sino que es un estar familiarizado con una totalidad de significado, y esto nos conduce como hilo conductor a la reflexión sobre el lenguaje como una dimensión del Dasein.
Las cosas siempre tienen una función porque tienen un significado previo y todo ello porque a su vez se encuentra en una totalidad de significados. Estamos ante una concepción del conocimiento que va más allá de la distinción moderna entre sujeto y objeto. El Dasein no es un sujeto recogido sobre sí mismo sino que sale de sí para encontrarse con el mundo sino que, por el contrario, es siempre relación constitutiva con el mundo.
¿Cómo debería ser nuestra relación y apertura con el mundo? Heidegger trata del mundo del se, de la falta de autenticidad, la charla sin propósito ni fundamento. En contraposición, el Dasein alcanza la autenticidad al apropiarse de sí y asume como propia su posibilidad más básica. Al tomar consciencia de nuestra finitud y condición mortal comenzamos el tránsito desde el estado inauténtico al auténtico. ¿Cómo debe ser nuestra relación con la cosa? Pues debemos apropiarnos de la cosa y esto significa de modo radical incluirlo dentro del proyecto de nuestra propia existencia. No se trata del sujeto puro cartesiano o el sujeto trascendental kantiano sino que siempre estamos situados frente a las cosas. Nuestra posibilidad más última e íntima es la muerte. Pero, a su vez, la muerte hace que el Dasein sea un todo. El Dasein alcanza el sentido y la unidad de su vida cuando logra anticipar su propia muerte. No significa renunciar a las posibilidades de nuestra existencia sino entender estas posibilidades en su verdadera naturaleza de puras posibilidades, más allá de los intereses intramundanos en las cuales podríamos dispersarnos.
¿Por qué quedó Ser y tiempo inacabada? Tal como señala Heidegger en su obra de 1947 Carta sobre el Humanismo, es debido a la insuficiencia del lenguaje heredado de la tradición filosófica que siempre atenta a la concepción del ser como presencia. En su segunda etapa de pensamiento Heidegger evolucionará desde el Dasein hasta el ser, lo cual no significa una contradicción con lo anterior.