viernes, 1 de mayo de 2020

La llegada (2016), de Dennis Villaneuve.


Dennis Villaneuve, responsables de cintas como Enemy y Prisioneros se ha ido consagrando como un gran director. A lo largo de toda su carrera ha ido cambiando de género, dejando constancia en todas sus cintas de su buen hacer desde detrás de las cámaras. Con este señor en la dirección tenemos asegurados una gran película, y en ésta no es para menos. La Llegada es una de las grandes películas del año 2016 que dejará impactado al espectador haciendo que se pregunte sobre qué ha pasado. Es algo muy difícil de hacer hoy en día un tipo de cine original y sorpresivo como sucede con La Llegada. El guión está muy bien escrito por parte de un Eric Heisseser que es un guionista de películas como Destino final 5 o el remake de Pesadilla en Elm Street, y su obra más notable fuera quizás Nunca apagues la luz, que tampoco era brillante pero que al menos estaba bien construida. La llegada cuenta varios giros de guión que son sencillamente magistrales. La película se basa en el relato La historia de tu vida, de Ted Chiang, título mucho más fiel al contenido de la película que ésta La llegada.
No es la típica película de invasión alienígena que hemos visto ya muchas veces en cine como Transformers o Independence Day sino algo muy original en su planteamiento y donde ofrece al espectador mucho más de lo esperable. Es una película intimista porque trata del drama y de las emociones que vive la protagonista. Pero son perfectamente extrapolables a cada uno de nosotros. Y esto es lo propio de la ciencia ficción reflexionar sobre un drama que vive un personaje para tratar las grandes cuestiones de la humanidad. Dennis Villaneuve toma un tema fantástico de ciencia ficción para abordar el tema humano del sentido de la existencia. En este sentido la referencia a Interestellar de Christopher Nolan está muy presente pues allí el tema de la relatividad del tiempo era usado para indagar la naturaleza humana. Pero mientras que la película de Nolan apostaba por la aventura y la épica, el tono de la cinta de Villaneuve es más pausado. Toma también bastante del cine de Terrence Malick, con reminiscencias especialmente de la película El árbol de la vida en el modo de rodar las escenas de la vida cotidiana en el hogar, además del poder de la música como vehículo expresión. Nos puede recordar un poco a la película de Distrito 9, aunque esta última tuviese más acción. Se podría comparar con la película de Contact, de Robert Zemeckis y protagonizada por Jodie Foster en 1997.que igualmente usa una trama de ciencia ficción para indagar en los traumas de la protagonista. Además, al igual que Contact, La Llegada se ocupa mucho del tema del lenguaje y de la comunicación del ser humano seres extraterrestres, además del aspecto de investigación científica. También nos recuerda a la película de Encuentros en la tercera fase, dirigida por Steven Spielberg en 1977 retratando a unos extraterrestres poco hostiles. Y por supuesto, esta película bebe mucho de lo que Stanley Kubrick planteaba en 2001, Una Odisea del espacio en la medida en que investiga sobre lo desconocido.
La película está protagonizada por Amy Adams, que también sale en Animales Nocturnos, Jeremy Renner, que salía en En tierra hostil, de Kathryn Bigelow y Forest Whitaker. Tiene buenos efectos especiales, está estupendamente bien dirigida, sobre todo tiene un excelente guión, además de muy bien llevado a la pantalla grande. La película funciona perfectamente como vehículo de ciencia ficción pero sobre todo como drama intimista humano. Películas como Transformers o Independence Day, al ser tan grande todo, perdemos la visión individual del drama humano. La película se ocupa de la vida del personaje que interpreta Amy Adams. El espectador desde el primer momento se identifica con el personaje de Amy Adams y entiende el drama en el que se encuentra. Todo ello planteado con un impresionante acabado visual, gracias al talento de Dennis Villaneuve de un modo muy inteligente y que nos muestra cómo hay momentos en nuestra vida que nos define.
La película se inicia con la llegada de 12 naves extraterrestres monolíticas, que nos recuerdan de manera irremediable a Stanley Kubrick y a su película 2001, una odisea del espacio, que van a parar a distintas zonas de nuestro planeta. El gobierno americano contacta con Louise Banks, protagonizada por Amy Adams, una lingüista, para que en compañía de Ian  Donnely, protagonizado por Jeremy Renner, intentar entablar un tipo de comunicación con unos seres extraterrestres, de modo que puedan  descifrar si sus intenciones son pacíficas o beligerantes. El comienzo de la cinta puede provocar interpretaciones diversas: la más normal sería considerar que la protagonista ha tenido una hija que muere probablemente de cáncer y poco a poco va rehaciéndose su vida. En primer lugar, llama la atención la sutilidad con el que presenta la trama: con muy pocos elementos presenta a la profesora Louise que llega a la Universidad donde hay poca gente. Pasa algo pero el espectador lo desconoce. Van llegando mensajes a los alumnos hasta que uno de ellos le pide que ponga las noticias. Es apasionante el modo en cómo la cámara no muestra lo que hay en la televisión sino la reacción de los estudiantes. La histeria de esos momentos está muy bien retratada por Dennis Villaneuve, por ejemplo en el momento en que Louise abandonaba la universidad y pasan dos aviones a todas velocidad. O cuando cogía su coche para volver a casa, otro coche cuyo conductor se encuentra presa del pánico casi sufre un accidente. Cuando nos enfrentamos a algo a lo que no estamos acostumbrados muchos sienten pánico, tal como podemos observar en las reacciones de las gentes ante la irrupción del Covid-19 que en los primeros días arrasaban los supermercados dejándolos sin pan, papel higiénico o alcohol.
La película está interpretada desde el punto de vista de la actriz protagonista Amy Adams. El espectador se va identificando su personaje, con un ritmo pausado, engendrándole temor hacia lo que se enfrenta la protagonista. Louise es una persona muy solitaria, una constante muy habitual en el cine de Dennis Villaneuve como ocurría en Enemy con el personaje de Jake Gyllenhaal, Emily Blunt en Sicario, otra vez Jake Gyllenhaal en Prisioneros o Ryan Roslyng en Blade Runner 2049. Todos ellos tienen en común, además de la soledad, un rico mundo interior unido a un gran sufrimiento y un poco depresivos.  La película comienza con las siguientes palabras de Louise: Yo solía pensar que éste era el comienzo de tu historia. La memoria es algo extraño. No funciona como yo creía. Estamos atados al tiempo, a su orden. Recuerdo momentos intermedios y ése fue el final. Ahora no sé si sigo creyendo en principios y en finales.
Hay varios temas en los que reflexiona la película: el sentido de la existencia humana, la comunicación con seres con los que no tenemos nada en común y todo ello simbolizado en el encuentro entre humanos y extraterrestres. La perspectiva que asume la película es la de Louise Banks, la lingüista que protagoniza Amy Adams. No asume el estilo de Roland Emmerich o Michael Bay sino desde la perspectiva del nerviosismo y del miedo hacia lo desconocido. Dennis Villaneuve hace un trabajo excepcional que se aprecia en el perfecto acabado visual y la música de la película que nos vuelve a traer reminiscencias de Terrence Malick. Louise tiene como objetivo estudiar el lenguaje de los extraterrestres y, así, poder comunicar con ellos. A medida que Louise aprende el lenguaje extraterrestre va teniendo visiones de una niña. El espectador pensaría que es un recuerdo de su hija Hannah. Si analizamos la expresión facial de Louise observamos su absoluta sorpresa como si no fuera una visión sino que está pasando justo en ese momento.
La película reflexiona sobre cómo podemos comunicarnos con alguien que, no ya ni siquiera comparten nuestro lenguaje, es que sus conceptos de las palabras son muy distintos a nosotros. Los extraterrestres regalan a la humanidad un nuevo tipo de lenguaje que permitirá a todo aquél que lo domine una visión de la realidad desde la eternidad, al modo del planteamiento filosófico de Spinoza. ¿Cómo podríamos llegar a comunicarnos con alguien que desconocemos su lenguaje y no tenemos nada en común? Además, es peor si considerados que estos seres son extraterrestres y su forma de comunicación es mediante círculos. Sin dudas, el lenguaje es una dimensión fundamental del ser humano, tal como expresó Aristóteles en el Libro I de su Política señalando que a través del mismo, y a diferencia del resto de seres vivos puede conocer lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto, lo conveniente y lo perjudicial. Dian consideraba que el pilar del conocimiento es la ciencia. Sin embargo, la ciencia quedaría huérfana de expresión sin un lenguaje.
¿Qué peculiaridades encierra el lenguaje heptápodo? Louise al aprender este lenguaje, su percepción de la realidad se hace omnisciente, captando de manera simultánea pasado, presente y futuro, pero siempre desde el efímero momento presente. El ser humano sólo vive el presente, no puede revivir el pasado de manera directa ni vivir el futuro. Sólo podemos entender la dimensión temporal de manera lineal desde el pasado hacia el futuro pero siempre instalado desde el presente. Cada instante que vivimos no se puede repetir nunca más y no se puede recuperar. Es cierto que mediante la ciencia podemos predecir en gran medida el futuro de los objetos de estudio, aunque siempre desde un margen de duda. Pero no podemos verlas ni vivirlas como si estuviera pasando en este momento. No podemos volver al pasado a no ser por nuestros recuerdos, muchas veces sumamente imprecisos, o de artefactos como videos o fotografías. Son pequeñas retenciones del pasado que podemos interpretar pero no vivir en primera persona. Pero los heptápodos si que pueden percibir el tiempo como una dimensión física, de un modo muy distinto al nuestro. Ellos entienden el tiempo de un modo físico en el que se puede acceder tanto a pasado, presente y futuro. En la ficción de la película se revela que dentro de 3000 años van a necesitar la ayuda humana, aunque no se precisa para qué. ¿Cómo una mente humana puede concebir el tiempo de un modo físico? Como los heptápodos necesitarán la ayuda humana en el futuro y por nos entrega su lenguaje. Con este lenguaje el ser humano puede entender el tiempo desde un punto de vista físico. Cuando aprendemos un lenguaje, de modo inevitable empezamos a pensar en ese lenguaje. En la medida en que la protagonista aprende su lenguaje cambia su modo de percibir la realidad. El lenguaje determina de manera inevitable la forma en que percibimos la realidad y abre nuevas formas de pensamiento de manera inevitable. La realidad seguiría un orden determinista, al modo estoico y spinozista. Para Baruch de Spinoza la realidad es una sustancia que se identifica con Dios o naturaleza y que sigue un curso necesario e inevitable. El ser humano sería un modo finito de esa sustancia o realidad y solamente a través del conocimiento puede alcanzar la verdad y ser libre. Cuando nos formamos ideas adecuadas del mundo, señala Spinoza, tenemos una idea de totalidad, la idea que remite al conjunto de las causas y de la estructura lógica de lo que es, de lo que ocurre, de lo que hay en la naturaleza, al conjunto de las causas. Por eso una idea adecuada es ser causa sui, ser causa de lo que somos y de lo que nos ocurre. Esto hace necesario que la persona se comprometa con su vida y con cada empresa que ejecute. En contraposición, con las ideas inadecuadas no somos dueños de nosotros mismos, vivimos en la servidumbre, percibimos la realidad de manera mutilada. El conocimiento se refiere a la totalidad, tal como también señalaba Hegel. Spinoza considera que este conocimiento del orden de lo real en su totalidad, que se asemejaría bastante al lenguaje de los extraterrestres, permite la libertad, alejarnos de la servitus, la servidumbre. Solo mediante el conocimiento alcanzamos la necesidad de las cosas, la necesidad de la naturaleza eterna  Como para Spinoza toda la realidad es Dios, la suprema felicidad será la comprensión de Dios, esto es, entender la necesidad de lo que ocurre. Esta intuición es el Amor Dei Intelectualis, el amor intelectual de Dios. De este modo, Louise a través alcanza un conocimiento de la realidad desde la perspectiva de la eternidad, sub species ab eternitatis. Cuando Louise aprende el lenguaje extraterrestre es capaz de vivir la noción del tiempo en presente, pasado y futuro. Por eso Louise en muchas secuencias de la cinta aparece un poco desorientada cuando tiene esas visiones. Por ejemplo cuando en una visión Louise parece estar desorientada y pregunta a su hija qué día es. Esto nos conduce al planteamiento del eterno retorno que se encuentra en la obra de Así habló Zaratustra de Nietzsche. Lo que nos enseña este pensamiento es la necesidad de que vivamos cada uno de nuestros momentos en la vida con total intensidad, pues todos ellos son importantes. El eterno retorno es, tal como le ocurre a la protagonista de la cinta, una prueba para el querer, para la capacidad de afirmación de cada uno de los momentos de nuestra vida. Nietzsche pretende afirmar la inmanencia y una negación de la trascendencia divina. Y esto es sumamente complicado pues hay que aceptar el mundo tal cual es, con todos sus elementos placenteros y dolorosos. Louise acepta la muerte de su hija, aunque esto le suponga un dolor tremendo, porque comprende que lo importante es vivir cada uno de los momentos con su hija como si fuera el último. El eterno retorno simboliza, en su eterno girar, que este mundo es el único mundo posible.Todo es bueno y justificable puesto que todo debe repetirse. Y ello es posible por el eterno retorno, que permite dotar a la caducidad y fugacidad de todo lo real del espesor de lo eterno. Louise ha decidido afirmar su vida en su totalidad, ha aceptado la realidad tal como sucede y no pone excusas.
Dentro de la ficción de la cinta, ¿era posible que Louise pudiera cambiar el futuro? Quizás un espectador pudiera pensar que Louise era libre de casarse o no con Dian y en consecuencia de tener su hija. Pero esta interpretación no es correcta. La protagonista tiene la capacidad de percibir la realidad en su totalidad en cualquier momento de presente, pasado y futuro, pero siempre desde el presente. Y ese presente va cambiando constantemente. El encuentro con los heptápodos no podía no haber pasado, ni su separación ni la muerte de su hija tampoco. Se trata de una concepción determinista del tiempo, en la que cada uno tiene un destino prefijado del que no puede escapar sino sólo asumir.
Esta concepción del tiempo aparece simbolizada a través de la figura circular que pone de manifiesto su reversibilidad. Esto, en la ficción de la cinta no significa que Louise pudiera viajar en el tiempo, sino que pasado y futuro confluyen en su percepción de la realidad a través del aprendizaje del lenguaje heptápodo. Para los antiguos griegos el círculo era una figura geométrica que representaba la perfección pues no tiene ni principio ni fin sino un devenir eterno. En la película la figura del círculo está muy presente desde el comienzo al final y se refiere no sólo a la unidad temporal sino de todos los seres humanos. La figura circular aparece en la forma de los pasillos y la forma de comunicarse de los extraterrestres mediante círculos. El nombre de la hija de protagonista es Hannah. Este nombre es un palíndromo, al igual que la película completa: se lee igual cuando se lee de izquierda a derecha o de derecha a izquierda. Todo ello constituye una metáfora a la historia de la película: todo aquél que llegue a aprender el lenguaje de los heptápodos su concepción del tiempo deja de ser lineal para convertirse en circular: no tiene un inicio ni un final. Representa el infinito, una serpiente que se muerde la cola por toda la eternidad. Un gran acierto del guión es el final: el final conecto con el principio de la película. Desde el final de la película adquiere completo sentido lo que sucede al principio de la cinta.
La película nos enseña que no debemos anclarnos en los momentos de tristeza y de dolor sino disfrutar del momento presente. Louise sabe de antemano el final trágico que tendrá su hija y no se lamenta sino que lo acepta al modo estoico. Es necesario de que disfrutemos del momento presente pues, aunque sumamente efímero, es lo único seguro que tenemos. No debemos proyectarnos constantemente hacia el futuro. Cuando asumimos la finitud de nuestra existencia y al modo heideggeriano comprendemos que somos un ser para la muerte, nos angustiamos y nuestra perspectiva de la realidad ha de cambiar. El tiempo que pasa es irrecuperable y no podemos volver atrás. Al igual que Louise, en lugar de apenarnos hay que disfrutar de la oportunidad de estar vivos. Cuando en un momento de la cinta Louise pregunta a Ian qué haría si supiera lo que va a ocurrir en el futuro, éste le contesta que comunicar más veces las emociones que siente. Evidentemente cuando tomamos consciencia del poco tiempo que tenemos de vida, queremos disfrutar más cada momento y pasar más tiempo con las personas que más queremos. Los momentos en los que vivimos son efímeros y por desgracia no se volverán a repetir. Es la misma idea en la que David Fincher reflexionaba en su excelente El curioso caso de Benjamín Button vivir la vida del mejor modo posible.
Otra reflexión interesante de La llegada es el comportamiento conciliador de los extraterrestres. Esto pone de manifiesto la importancia de la comunicación y no de la violencia como medio de resolución de todos los conflictos. Dirigentes políticos entienden que la violencia es el único modo para solucionar los problemas: guerras, peleas, insultos, bombas. Pero se nos olvidan las palabras, la comunicación, incidir en aquellos aspectos que más nos unen que aquéllos que nos separan. El ser humano, lo quiera o no, es sociable y debe esforzarse en comprender el punto de vista de los demás, aunque a veces resulte complicado. Los seres humanos temen aquello que desconocemos. Además, los heptápodos no sólo resultan desconocidos, es que ni siquiera son de nuestro sistema solar. En La llegada se muestra al ser humano preparado para atacar a los heptápodos desconociendo sus intenciones. Respecto a las intenciones de los heptápodos debemos señalar que no son altruistas sino que tienen el interés egoísta de que en el futuro los humanos les ayuden en su supervivencia. Pero para que eso tuviera lugar era necesario que los seres humanos aprendieran el lenguaje heptápodo. Los heptápodos sabían que Louise sería la indicada para aprender su idioma, que uno de los heptápodos moriría. ¿Por qué no evitaron eso si conocían perfectamente lo que iba a pasar? Tanto el heptápodo como Louise estaban dispuestos a sacrificarse por un bien mayor. Pero no sólo eso, es que aunque hubieran querido, no habrían podido actuar de modo distinto a cómo efectivamente actuaron. Así no se produce ninguna paradoja temporal.
En definitiva, La llegada es una grandísima película especialmente recomendado para todos aquellos espectadores que quieran emocionarse y reflexionar sobre el sentido de la existencia humana. Es un producto muy por encima de la media que con el paso del tiempo se convertirá en un clásico de la ciencia ficción.