Dennis Villaneuve, responsables de cintas como Enemy y Prisioneros se ha
ido consagrando como un gran director. A lo largo de toda su carrera ha ido
cambiando de género, dejando constancia en todas sus cintas de su buen hacer
desde detrás de las cámaras. Con este señor en la dirección tenemos asegurados
una gran película, y en ésta no es para menos. La Llegada es una de las grandes películas del año 2016 que dejará
impactado al espectador haciendo que se pregunte sobre qué ha pasado. Es algo
muy difícil de hacer hoy en día un tipo de cine original y sorpresivo como
sucede con La Llegada. El guión está
muy bien escrito por parte de un Eric Heisseser que es un guionista de
películas como Destino final 5 o el remake de Pesadilla en Elm Street, y su obra más notable fuera quizás Nunca apagues la luz, que tampoco era
brillante pero que al menos estaba bien construida. La llegada cuenta varios giros de guión que son sencillamente
magistrales. La película se basa en el relato La historia de tu vida, de Ted Chiang, título mucho más fiel al
contenido de la película que ésta La
llegada.
No es la típica película de invasión alienígena que hemos visto ya muchas
veces en cine como Transformers o Independence Day sino algo muy original en
su planteamiento y donde ofrece al espectador mucho más de lo esperable. Es una
película intimista porque trata del drama y de las emociones que vive la
protagonista. Pero son perfectamente extrapolables a cada uno de nosotros. Y
esto es lo propio de la ciencia ficción reflexionar sobre un drama que vive un
personaje para tratar las grandes cuestiones de la humanidad. Dennis Villaneuve
toma un tema fantástico de ciencia ficción para abordar el tema humano del
sentido de la existencia. En este sentido la referencia a Interestellar de Christopher Nolan está muy presente pues allí el
tema de la relatividad del tiempo era usado para indagar la naturaleza humana.
Pero mientras que la película de Nolan apostaba por la aventura y la épica, el
tono de la cinta de Villaneuve es más pausado. Toma también bastante del cine
de Terrence Malick, con reminiscencias especialmente de la película El árbol de la vida en el modo de rodar
las escenas de la vida cotidiana en el hogar, además del poder de la música
como vehículo expresión. Nos puede recordar un poco a la película de Distrito 9, aunque esta última tuviese
más acción. Se podría comparar con la película de Contact, de Robert Zemeckis y protagonizada por Jodie Foster en
1997.que igualmente usa una trama de ciencia ficción para indagar en los traumas
de la protagonista. Además, al igual que Contact,
La Llegada se ocupa mucho del tema
del lenguaje y de la comunicación del ser humano seres extraterrestres, además
del aspecto de investigación científica. También nos recuerda a la película de Encuentros en la tercera fase, dirigida
por Steven Spielberg en 1977 retratando a unos extraterrestres poco hostiles. Y
por supuesto, esta película bebe mucho de lo que Stanley Kubrick planteaba en 2001, Una Odisea del espacio en la
medida en que investiga sobre lo desconocido.
La película está protagonizada por Amy Adams, que también sale en Animales Nocturnos, Jeremy Renner, que salía en En tierra hostil, de Kathryn Bigelow y Forest Whitaker. Tiene
buenos efectos especiales, está estupendamente bien dirigida, sobre todo tiene
un excelente guión, además de muy bien llevado a la pantalla grande. La
película funciona perfectamente como vehículo de ciencia ficción pero sobre
todo como drama intimista humano. Películas como Transformers o Independence
Day, al ser tan grande todo, perdemos la visión individual del drama
humano. La película se ocupa de la vida del personaje que interpreta Amy Adams.
El espectador desde el primer momento se identifica con el personaje de Amy
Adams y entiende el drama en el que se encuentra. Todo ello planteado con un
impresionante acabado visual, gracias al talento de Dennis Villaneuve de un
modo muy inteligente y que nos muestra cómo hay momentos en nuestra vida que
nos define.
La película se inicia con la llegada de 12 naves extraterrestres
monolíticas, que nos recuerdan de manera irremediable a Stanley Kubrick y a su
película 2001, una odisea del espacio,
que van a parar a distintas zonas de nuestro planeta. El gobierno americano
contacta con Louise Banks, protagonizada por Amy Adams, una lingüista, para que
en compañía de Ian Donnely,
protagonizado por Jeremy Renner, intentar entablar un tipo de comunicación con
unos seres extraterrestres, de modo que puedan descifrar si sus intenciones son pacíficas o
beligerantes. El comienzo de la cinta puede provocar interpretaciones diversas:
la más normal sería considerar que la protagonista ha tenido una hija que muere
probablemente de cáncer y poco a poco va rehaciéndose su vida. En primer lugar,
llama la atención la sutilidad con el que presenta la trama: con muy pocos
elementos presenta a la profesora Louise que llega a la Universidad donde hay
poca gente. Pasa algo pero el espectador lo desconoce. Van llegando mensajes a
los alumnos hasta que uno de ellos le pide que ponga las noticias. Es apasionante
el modo en cómo la cámara no muestra lo que hay en la televisión sino la
reacción de los estudiantes. La histeria de esos momentos está muy bien
retratada por Dennis Villaneuve, por ejemplo en el momento en que Louise
abandonaba la universidad y pasan dos aviones a todas velocidad. O cuando cogía
su coche para volver a casa, otro coche cuyo conductor se encuentra presa del
pánico casi sufre un accidente. Cuando nos enfrentamos a algo a lo que no
estamos acostumbrados muchos sienten pánico, tal como podemos observar en las
reacciones de las gentes ante la irrupción del Covid-19 que en los primeros
días arrasaban los supermercados dejándolos sin pan, papel higiénico o alcohol.
La película está interpretada desde el punto de vista de la actriz protagonista
Amy Adams. El espectador se va identificando su personaje, con un ritmo pausado,
engendrándole temor hacia lo que se enfrenta la protagonista. Louise es una
persona muy solitaria, una constante muy habitual en el cine de Dennis Villaneuve
como ocurría en Enemy con el
personaje de Jake Gyllenhaal, Emily Blunt en Sicario, otra vez Jake Gyllenhaal en Prisioneros o Ryan Roslyng en Blade
Runner 2049. Todos ellos tienen en
común, además de la soledad, un rico mundo interior unido a un gran sufrimiento
y un poco depresivos. La película
comienza con las siguientes palabras de Louise: Yo solía pensar que éste era el comienzo de tu historia. La memoria es
algo extraño. No funciona como yo creía. Estamos atados al tiempo, a su orden.
Recuerdo momentos intermedios y ése fue el final. Ahora no sé si sigo creyendo
en principios y en finales.
Hay varios temas en los que reflexiona la película: el sentido de la
existencia humana, la comunicación con seres con los que no tenemos nada en
común y todo ello simbolizado en el encuentro entre humanos y extraterrestres. La
perspectiva que asume la película es la de Louise Banks, la lingüista que
protagoniza Amy Adams. No asume el estilo de Roland Emmerich o Michael Bay sino
desde la perspectiva del nerviosismo y del miedo hacia lo desconocido. Dennis
Villaneuve hace un trabajo excepcional que se aprecia en el perfecto acabado
visual y la música de la película que nos vuelve a traer reminiscencias de
Terrence Malick. Louise tiene como objetivo estudiar el lenguaje de los extraterrestres
y, así, poder comunicar con ellos. A medida que Louise aprende el lenguaje
extraterrestre va teniendo visiones de una niña. El espectador pensaría que es
un recuerdo de su hija Hannah. Si analizamos la expresión facial de Louise
observamos su absoluta sorpresa como si no fuera una visión sino que está
pasando justo en ese momento.
La película reflexiona sobre cómo podemos comunicarnos con alguien que, no
ya ni siquiera comparten nuestro lenguaje, es que sus conceptos de las palabras
son muy distintos a nosotros. Los extraterrestres regalan a la humanidad un
nuevo tipo de lenguaje que permitirá a todo aquél que lo domine una visión de
la realidad desde la eternidad, al modo del planteamiento filosófico de
Spinoza. ¿Cómo podríamos llegar a comunicarnos
con alguien que desconocemos su lenguaje y no tenemos nada en común?
Además, es peor si considerados que estos seres son extraterrestres y su forma
de comunicación es mediante círculos. Sin dudas, el lenguaje es una dimensión
fundamental del ser humano, tal como expresó Aristóteles en el Libro I de su Política señalando que a través del
mismo, y a diferencia del resto de seres vivos puede conocer lo bueno y lo
malo, lo justo y lo injusto, lo conveniente y lo perjudicial. Dian consideraba
que el pilar del conocimiento es la ciencia. Sin embargo, la ciencia quedaría
huérfana de expresión sin un lenguaje.
¿Qué peculiaridades encierra el
lenguaje heptápodo? Louise al
aprender este lenguaje, su percepción de la realidad se hace omnisciente,
captando de manera simultánea pasado, presente y futuro, pero siempre desde el
efímero momento presente. El ser humano sólo vive el presente, no puede revivir
el pasado de manera directa ni vivir el futuro. Sólo podemos entender la
dimensión temporal de manera lineal desde el pasado hacia el futuro pero
siempre instalado desde el presente. Cada instante que vivimos no se puede
repetir nunca más y no se puede recuperar. Es cierto que mediante la ciencia
podemos predecir en gran medida el futuro de los objetos de estudio, aunque
siempre desde un margen de duda. Pero no podemos verlas ni vivirlas como si
estuviera pasando en este momento. No podemos volver al pasado a no ser por
nuestros recuerdos, muchas veces sumamente imprecisos, o de artefactos como
videos o fotografías. Son pequeñas retenciones del pasado que podemos
interpretar pero no vivir en primera persona. Pero los heptápodos si que pueden
percibir el tiempo como una dimensión física, de un modo muy distinto al
nuestro. Ellos entienden el tiempo de un modo físico en el que se puede acceder
tanto a pasado, presente y futuro. En la ficción de la película se revela que
dentro de 3000 años van a necesitar la ayuda humana, aunque no se precisa para
qué. ¿Cómo una mente humana puede
concebir el tiempo de un modo físico? Como los heptápodos necesitarán la
ayuda humana en el futuro y por nos entrega su lenguaje. Con este lenguaje el
ser humano puede entender el tiempo desde un punto de vista físico. Cuando
aprendemos un lenguaje, de modo inevitable empezamos a pensar en ese lenguaje.
En la medida en que la protagonista aprende su lenguaje cambia su modo de
percibir la realidad. El lenguaje determina de manera inevitable la forma en
que percibimos la realidad y abre nuevas formas de pensamiento de manera
inevitable. La realidad seguiría un orden determinista, al modo estoico y
spinozista. Para Baruch de Spinoza la realidad es una sustancia que se
identifica con Dios o naturaleza y que sigue un curso necesario e inevitable.
El ser humano sería un modo finito de esa sustancia o realidad y solamente a
través del conocimiento puede alcanzar la verdad y ser libre. Cuando nos
formamos ideas adecuadas del mundo,
señala Spinoza, tenemos una idea de totalidad, la idea que remite al conjunto
de las causas y de la estructura lógica de lo que es, de lo que ocurre, de lo
que hay en la naturaleza, al conjunto de las causas. Por eso una idea adecuada
es ser causa sui, ser causa de lo que
somos y de lo que nos ocurre. Esto hace necesario que la persona se comprometa
con su vida y con cada empresa que ejecute. En contraposición, con las ideas inadecuadas no somos dueños de
nosotros mismos, vivimos en la servidumbre, percibimos la realidad de manera
mutilada. El conocimiento se refiere a la totalidad, tal como también señalaba
Hegel. Spinoza considera que este conocimiento del orden de lo real en su
totalidad, que se asemejaría bastante al lenguaje de los extraterrestres,
permite la libertad, alejarnos de la servitus,
la servidumbre. Solo mediante el conocimiento alcanzamos la necesidad de las
cosas, la necesidad de la naturaleza eterna Como para Spinoza toda la realidad es Dios, la
suprema felicidad será la comprensión de Dios, esto es, entender la necesidad
de lo que ocurre. Esta intuición es el Amor
Dei Intelectualis, el amor intelectual de Dios. De este modo, Louise a
través alcanza un conocimiento de la realidad desde la perspectiva de la
eternidad, sub species ab eternitatis.
Cuando Louise aprende el lenguaje extraterrestre es capaz de vivir la noción
del tiempo en presente, pasado y futuro. Por eso Louise en muchas secuencias de
la cinta aparece un poco desorientada cuando tiene esas visiones. Por ejemplo
cuando en una visión Louise parece estar desorientada y pregunta a su hija qué
día es. Esto nos conduce al planteamiento del eterno retorno que se encuentra en la obra de Así habló Zaratustra de Nietzsche. Lo que nos enseña este
pensamiento es la necesidad de que vivamos cada uno de nuestros momentos en la
vida con total intensidad, pues todos ellos son importantes. El eterno retorno
es, tal como le ocurre a la protagonista de la cinta, una prueba para el
querer, para la capacidad de afirmación de cada uno de los momentos de nuestra
vida. Nietzsche pretende afirmar la inmanencia y una negación de la
trascendencia divina. Y esto es sumamente complicado pues hay que aceptar el
mundo tal cual es, con todos sus elementos placenteros y dolorosos. Louise
acepta la muerte de su hija, aunque esto le suponga un dolor tremendo, porque
comprende que lo importante es vivir cada uno de los momentos con su hija como
si fuera el último. El eterno retorno simboliza, en su eterno girar, que este
mundo es el único mundo posible.Todo es bueno y justificable puesto que todo
debe repetirse. Y ello es posible por el eterno retorno, que permite dotar a la
caducidad y fugacidad de todo lo real del espesor de lo eterno. Louise ha
decidido afirmar su vida en su totalidad, ha aceptado la realidad tal como
sucede y no pone excusas.
Dentro de la ficción de la cinta, ¿era
posible que Louise pudiera cambiar el futuro? Quizás un espectador pudiera
pensar que Louise era libre de casarse o no con Dian y en consecuencia de tener
su hija. Pero esta interpretación no es correcta. La protagonista tiene la
capacidad de percibir la realidad en su totalidad en cualquier momento de
presente, pasado y futuro, pero siempre desde el presente. Y ese presente va
cambiando constantemente. El encuentro con los heptápodos no podía no haber pasado,
ni su separación ni la muerte de su hija tampoco. Se trata de una concepción
determinista del tiempo, en la que cada uno tiene un destino prefijado del que
no puede escapar sino sólo asumir.
Esta concepción del tiempo aparece simbolizada a través de la figura
circular que pone de manifiesto su reversibilidad. Esto, en la ficción de la
cinta no significa que Louise pudiera viajar en el tiempo, sino que pasado y
futuro confluyen en su percepción de la realidad a través del aprendizaje del
lenguaje heptápodo. Para los antiguos griegos el círculo era una figura
geométrica que representaba la perfección pues no tiene ni principio ni fin
sino un devenir eterno. En la película la figura del círculo está muy presente
desde el comienzo al final y se refiere no sólo a la unidad temporal sino de
todos los seres humanos. La figura circular aparece en la forma de los pasillos
y la forma de comunicarse de los extraterrestres mediante círculos. El nombre
de la hija de protagonista es Hannah. Este nombre es un palíndromo, al igual
que la película completa: se lee igual cuando se lee de izquierda a derecha o
de derecha a izquierda. Todo ello constituye una metáfora a la historia de la
película: todo aquél que llegue a aprender el lenguaje de los heptápodos su
concepción del tiempo deja de ser lineal para convertirse en circular: no tiene
un inicio ni un final. Representa el infinito, una serpiente que se muerde la
cola por toda la eternidad. Un gran acierto del guión es el final: el final
conecto con el principio de la película. Desde el final de la película adquiere
completo sentido lo que sucede al principio de la cinta.
La película nos enseña que no debemos anclarnos en los momentos de tristeza
y de dolor sino disfrutar del momento presente. Louise sabe de antemano el
final trágico que tendrá su hija y no se lamenta sino que lo acepta al modo
estoico. Es necesario de que disfrutemos del momento presente pues, aunque
sumamente efímero, es lo único seguro que tenemos. No debemos proyectarnos
constantemente hacia el futuro. Cuando asumimos la finitud de nuestra
existencia y al modo heideggeriano comprendemos que somos un ser para la
muerte, nos angustiamos y nuestra perspectiva de la realidad ha de cambiar. El
tiempo que pasa es irrecuperable y no podemos volver atrás. Al igual que
Louise, en lugar de apenarnos hay que disfrutar de la oportunidad de estar vivos.
Cuando en un momento de la cinta Louise pregunta a Ian qué haría si supiera lo
que va a ocurrir en el futuro, éste le contesta que comunicar más veces las
emociones que siente. Evidentemente cuando tomamos consciencia del poco tiempo
que tenemos de vida, queremos disfrutar más cada momento y pasar más tiempo con
las personas que más queremos. Los momentos en los que vivimos son efímeros y
por desgracia no se volverán a repetir. Es la misma idea en la que David
Fincher reflexionaba en su excelente El
curioso caso de Benjamín Button vivir la vida del mejor modo posible.
Otra reflexión interesante de La llegada
es el comportamiento conciliador de los extraterrestres. Esto pone de
manifiesto la importancia de la comunicación y no de la violencia como medio de
resolución de todos los conflictos. Dirigentes políticos entienden que la
violencia es el único modo para solucionar los problemas: guerras, peleas,
insultos, bombas. Pero se nos olvidan las palabras, la comunicación, incidir en
aquellos aspectos que más nos unen que aquéllos que nos separan. El ser humano,
lo quiera o no, es sociable y debe esforzarse en comprender el punto de vista
de los demás, aunque a veces resulte complicado. Los seres humanos temen aquello
que desconocemos. Además, los heptápodos no sólo resultan desconocidos, es que
ni siquiera son de nuestro sistema solar. En La llegada se muestra al ser humano preparado para atacar a los
heptápodos desconociendo sus intenciones. Respecto a las intenciones de los
heptápodos debemos señalar que no son altruistas sino que tienen el interés
egoísta de que en el futuro los humanos les ayuden en su supervivencia. Pero
para que eso tuviera lugar era necesario que los seres humanos aprendieran el
lenguaje heptápodo. Los heptápodos sabían que Louise sería la indicada para aprender
su idioma, que uno de los heptápodos moriría. ¿Por qué no evitaron eso si conocían perfectamente lo que iba a pasar? Tanto
el heptápodo como Louise estaban dispuestos a sacrificarse por un bien mayor. Pero
no sólo eso, es que aunque hubieran querido, no habrían podido actuar de modo
distinto a cómo efectivamente actuaron. Así no se produce ninguna paradoja
temporal.
En definitiva, La llegada es una
grandísima película especialmente recomendado para todos aquellos espectadores
que quieran emocionarse y reflexionar sobre el sentido de la existencia humana.
Es un producto muy por encima de la media que con el paso del tiempo se
convertirá en un clásico de la ciencia ficción.