sábado, 9 de mayo de 2020

Viktor Frankl y la búsqueda de sentido.


Viktor Frankl (1905-1997).
La lectura de El hombre en busca de sentido, de Viktor Frankl, neurólogo y médico austriaco que sobrevivió al holocausto, que se publicó en 1946, nos sumerge en la terrible experiencia del autor en los campos de concentración de Auschwitz, durante la Segunda Guerra Mundial. Originariamente su intención era publicar su obra de manera anónima, poniendo únicamente su código de prisionero en la portada del libro. En esta obra podemos encontrar las huellas de las filosofías de Nietzsche, Kierkegaard y Sartre. Reflexionar sobre el significado de nuestra vida es una tarea compleja de difícil realización, pero cuando se consigue obtenemos una orientación en nuestra existencia, además de un equilibrio mental. Aquéllos que huyen de su responsabilidad se están engañando a sí mismo, y en lugar de alcanzar una existencia auténtica, vivirá una existencia vacía e hipócrita. Kant señalaba en su opúsculo ¿Qué es la Ilustración? ya advertía sobre lo cómodo que resulta que otras personas piensen y decidan por nosotros mismos y de las nefastas consecuencias que se derivan de tal irresponsable actitud. La frase de Nietzsche Quien tiene un por qué podrá soportar cualquier cómo, que aparece en la obra de El ocaso de los ídolos del año1889, impregna toda la obra.
Viktor Frankl se encargó de fundar una nueva corriente psicológica conocida como logoterapia que explica que para prosperar y para sobrevivir en circunstancias extremas es necesario adquirir un significado personal de la vida. El sufrimiento y el dolor no deben ser evitados a toda costa sino que es necesario asumirlos para que nuestra no permanezca inerte. Nuestra tarea de vivir es sumamente complicada pues con frecuencia nos encontramos desorientados y perdidos debido a un problema que pensamos que no tiene solución… La gente se queja de lo difícil que es la vida y el sufrimiento que puede deparar. Sin embargo, si a todo esto unimos las atrocidades del holocausto en los campos de concentración donde los prisionero ignoraban si vivirían al día siguiente, o si lo iban a trasladar de campo, o si les iban a llevarlos a las cámaras de gas, o si sus hijos y parejas seguirían con vida o no, la vida se torna más complicada. Durante el mandato de Hitler, millones de hombres, mujeres y niños fueron expulsados de sus hogares en contra de su voluntad. No había esperanza para los prisioneros: Viktor Frankl perdió sus pertenencias físicas desde el primer día, incluso un manuscrito que consideraba la obra de su vida.
Viktor Frankl establece que encontrar el sentido y el propósito de la vida nos mantiene vivo independientemente de las circunstancias más oscuras que podamos siquiera imaginar. Todos podemos hacer de nuestra vida una experiencia extraordinaria, pero para ello es necesario conocer cuál es el propósito de tu vida. Pero el sentido se adquiere mediante la toma de decisiones que desarrollamos en este mismo momento presente. Las terribles experiencias vividas por el autor le ayudaron a formular una visión única de la vida humana.
¿Cómo podremos alcanzar el significado de nuestra vida? Viktor Frankl dedica esta obra a responder a esta cuestión. Toda persona que tiene un por qué para vivir, consigue superar cualquier dificultad sobre cómo vivir. Pero esto no es aplicable solamente para aquellas personas que han pasado por experiencias traumatizantes en su vida, sino también para aquéllas han alcanzado la fama, la riqueza. La mayoría de las personas buscan un significado a su vida mediante la realización de su vocación: un trabajo que además de proporcionarnos dinero para satisfaces nuestras necesidades básicas de vida, nos dé un sentido a nuestro día a día. Pero más allá del significado que nos pudiera proporcionar el trabajo también podemos encontrar significado a la vida mediante el amor, haciendo favores, contribuyendo al voluntariado…
¿Qué significado puede dotar a nuestra existencia la superación de problemas? Como hemos señalado, el sufrimiento y el dolor no son un ingrediente necesario para buscar y encontrar sentido a la vida. Sin embargo es posible encontrar significado a pesar del sufrimiento y del dolor. El sufrimiento por sí mismo no tiene significado sino la forma con la que respondemos a aquello que nos hace sufrir. Por tanto, un concepto esencial es responder ante el sufrimiento. No podemos controlar todos los eventos que suceden a nuestro alrededor, pero sí podemos controlar la forma en la que respondemos ante los eventos. La vida es imprevisible pues cosas que no queremos que pasen simplemente pasan y cosas que queremos que pasen no pasan. Podemos ser cuidadoso al conducir pero eso no elimina totalmente la posibilidad de sufrir un accidente. Podemos ser sumamente cuidadosos en el gasto de nuestro dinero pero puede ocurrir que un desaprensivo nos robe el dinero. No por el hecho de que ciertas situaciones en la vida nos parezcan incontrolables debemos poner excusar y no asumir la responsabilidad respecto a aquello que nos pase. Hemos de asumir la responsabilidad de nuestras acciones y decisiones. El ser humano es un ser racional y, en consecuencia, responsable de su vida, y por ello libre. El cambio depende de uno mismo. Cuando nos enfrentamos a fuerzas que nos sobrepasan y que  están más allá de nuestro control, jamás podrán arrebatarnos de  nuestra capacidad de cómo responder a lo que ocurre en nuestra vida. Como decía José Ortega y Gasset, al ser humano se le impone la vida, se le impone el mundo, la circunstancia, que forma parte de su persona. Vivir no es elegir un lugar que previamente hemos elegido, sino encontrarse de pronto, sin saber cómo, caído, sumergido en un mundo que no se puede cambiar por ningún otro. En este sentido, nuestra vida es imposición, fatalidad. A cada uno de nosotros se le impone la vida y una circunstancia: nacemos con un cuerpo que tiene unas características determinadas, en una determinada época, en una clase social concreta, en un país… Pero lo que no se nos impone sino que tiene que tenemos decidir continuamente, es cómo vamos a vivir esa vida. La vida humana no está nunca previamente prefijada, puesto que en todo instante el ser humano se ve forzado a elegir entre varias posibilidades.
Viktor Frankl narra en su libro como en un campo de concentración  los prisioneros no eran tratados como personas sino como objetos. Kant señalaba que la persona es un fin en sí mismo y nunca un objeto, por eso era digno de respeto. En su Fundamentación de la metafísica de las Costumbres, del año 1784, realizaba, entre otras, la siguiente formulación del imperativo categórico: Obra de modo que trates a la humanidad, ya sea uno mismo, ya sea otra persona como fin y nunca meramente como medio. Sin embargo, incluso ante este nivel de embrutecimiento y de inhumanidad, la persona jamás podrá perder su dignidad. Desde su llegada al campo de concentración, la vida del prisionero pendía de un fino hilo. Los oficiales alemanes seleccionaban a aquéllos que parecían más fuertes para la realización de trabajos forzados mientras que aquéllos que mostrasen algún síntoma de debilidad eran exterminados.En tales circunstancias, el objetivo del prisionero no podía ser otro que el de sobrevivir cada día. Tal como nos cuenta Viktor Frankl, uno de sus grandes temores para todo prisionero era  ser trasladado a otro campo de concentración pues eso podía significar la muerte ya sea por cámara de gas o por hornos crematorios. En tales circunstancias parecería más razonable optar por el suicidio, incluso la muerte por hambre. Desde que los prisioneros llegaron hasta que definitivamente se asentaron en los campos de concentración, experimentaron muy diversas reacciones. En primer lugar fue conmoción a su llegada. La mayoría de los prisioneros ya conocían qué ocurría en los campos de concentración. Sin embargo, desde su llegada los prisioneros pretendían autoconvencerse de que para ellos las circunstancias serían totalmente diferentes. Los reclusos recién llegados quedaban muy impactados al ser testigo de como otros prisioneros eran castigados de la manera más brutal por los delitos más triviales y banales. Ante la persistencia de este tipo de experiencias brutales los prisioneros perdían la esperanza y comenzaron a contemplar la muerte como una buena salida. A medida que pasaban los días en el campamento los prisioneros cayeron en un estado de apatía, comenzaron a acostumbrarse al horror y a la muerte, volviéndose emocionalmente aburridos. A partir de ese momento todos sus pensamientos y emociones se centraron en la supervivencia. Los prisioneros soñaban con la comida y con todo tipo de satisfacción vital que normalmente damos por hecho. A diferencia de la primera fase donde los prisioneros huían del horror, intentaban racionalizar todo lo que les pasaba y sufrían sobremanera al ser testigo de las más atroces situaciones, en la segunda fase, las emociones desaparecían  y esto constituía una especie de escudo para soportar todo tipo de crueldades y aprovechar cualquier posibilidad  de supervivencia. Nos cuenta Viktor Frankl que en una ocasión muchas personas murieron por un brote de tifus y los prisioneros ya acostumbrados a la deshumanización no sintieron ni aversión ni lástima mientras ante la multitud de cadáveres, sino que, muy al contrario, aprovecharon la oportunidad para recoger restos de comida, zapatos y prendas de vestir. Esto constituye un síntoma bastante evidente sobre cómo se había alterado su percepción del tiempo y del futuro. El ser humano, por lo general, vive su vida desde el momento presente pero proyectado hacia el futuro. Sin embargo, la mayoría de los prisioneros pensaban que su vida había finalizado y que esos días en el campo de concentración constituía una prórroga macabra donde la dignidad de su persona se había disipado de modo pleno. Como plantearse siquiera la posibilidad de salir con vida de los campos de concentración, resultaba muy remoto pues dicho evento no depende de ellos, y es una de las ideas directrices que defiendo el autor, había que centrarse en la manera en que reaccionamos ante semejantes situaciones tan dramática. Esto es una decisión que sólo puede tomar nuestra conciencia. Esta dimensión del ser humano no podía ser arrebato por ningún nazi en ningún momento. Es la última libertad: la batalla que todos nosotros hemos de librar es interna y consiste en hallar una razón para seguir adelante. Es muy célebre la distinción que Isaiah Berlin desarrolló entre una liberta externa y otra interna. La libertad externa consiste en que nadie nos impida trasladarnos y actuar como nos parezca oportuno, dentro de lo que permitan las leyes y costumbres del propio país. Este tipo de libertad es el que perdieron los prisioneros en el campo de concentración. La libertad externa puede ser más o menos amplia, según sea el marco jurídico y político de una sociedad. En cambio, la libertad interna consiste en poder decidir por uno mismo sobre las cuestiones que nos afectan: es la libertad de querer una cosa u otra, también llamada libertad de la voluntad. Ésta es la libertad que nunca podría ser arrebata a los prisioneros, al menos en principio. Si la libertad interna no existiera, no tendría sentido reclamar libertad política, puesto que la libertad interna es libertad moral, es decir, la capacidad para conducir la propia vida conforme a los propios criterios. Sin embargo, esta libertad tan fundamental puede ser perdida cuando perdemos el control de nuestra vida consciente, ya sea mediante sustancias estupefacientes, hipnosis, o a través de las técnicas de control mental que suelen utilizar algunas sectas. El filósofo existencialista Sartre afirmaba que el ser humando estaba condenado a ser libre. No sólo podemos existir o no existir, también nos vamos haciendo, nos define a nosotros mismos en cada acción, inventamos nuestras reglas y valores. La libertad es radical y el ser humano es absolutamente responsable. No hay excusa en Dios ni principio alguno: la elección siempre es posible, y el principio de la elección surge siempre del ser humano.
Los prisioneros que tuvieron la suerte de sobrevivir a los campos de concentración se enfrentarían a un nuevo desafío tras su liberación: la vida fuera de los campos de concentración era muy distinta a la que había dentro de los campos de concentración y cambiar de perspectiva era complicado. A los prisioneros les resultaba complicar volver a experimentar alegría o placer. Muchos de ellos, después de haber sido víctima de la más visceral brutalidad inhumana, consideraron que ahora les tocaba a ellos infringir daño a los otros a modo de venganza. A esto se une el hecho de que muchos de ellos no siempre recibieron una cálida bienvenida cuando regresaron a casa, descubriendo que su familia había sido asesinada y sus hogares destrozados. Se consideraban especialmente incomprendidos muchas personas que parecían no tener la empatía suficiente para comprender todo su dolor.
¿Cómo superar los horrores de la guerra y conservar su cordura? Viktor Frankl considera que es muy importante centrar nuestro foco de atención. Para algunos pensar en sus seres queridos y recordar el pasado hizo posible escapar de la brutalidad y deshumanización de su entorno. Los prisioneros que lograron mantener una mayor estabilidad mental fueron los que fueron más capaces de sobrevivir. Actividades sumamente cotidianas como encender las luces de una habitación, la lectura de un libro, tomar un café son remedios muy útiles para seguir conservando nuestro equilibrio mental cuando parece que todo nuestro mundo se está desmoronando. El sentido del humor era un elemento muy importante para los prisioneros de guerra pues implicaba pensar en el futuro alejado de los campos de concentración y bromear sobre cómo eran las rutinas en el campamento y cómo esto podía afectar a su vida posterior. También la toma de decisiones aunque fueran las más banales. Muchos prisioneros aceptaron su destino pero otros trataron tomar decisiones siempre que pudieron: elegir los atuendos, los almuerzos o cómo disponer del dinero. Sin embargo, en el campo de concentración, la capacidad de decidir por uno mismo adquirió un sentido completamente nuevo: la gran mayoría de las decisiones era de vida y de muerte y muchos prisioneros tenían miedo de tomarlas. Con frecuencia los guardias pedían voluntarios para ir a otros campos, supuestamente áreas de descanso. Sin embargo, no se podía estar totalmente seguro de que no se llevaran a los prisioneros a las cámaras de gas. No había forma para saber cuál era la mejor decisión. Por tanto, muchos prisioneros decidieron no intervenir en su destino. A pesar de sus condiciones miserables, estos prisioneros procuraron vivir de acuerdo con sus propios valores.
Cuanto mayor sea nuestro deseo por un futuro mejor, mayor será nuestra capacidad para superar dificultades. En los momentos difíciles, como sucedía en los campos de concentración, la vida se centraba en la supervivencia.
El prisionero que carecía de un propósito en la vida, se abandonaba y decaía. Cualquier intento de reestablecer la fortaleza interna del recluso bajo las condiciones de un campo de concentración pasa antes de nada por el acierto de mostrarle una meta futura. Quien tiene algo que vivir es capaz de soportar cualquier cómo. Lo que necesitamos es un cambio radical en nuestra actitud hacia la vida. Tenemos que aprender por nosotros mismos y después enseñar a los desesperados que en realidad no importa que no esperemos nada de la vida sino que la vida espera algo de nosotros. El gran mensaje de Víktor Frankel es éste. Hay situaciones en la vida que son tristes en las que cualquier ser humano puede ser oprimido hasta el punto de desear que todo acabe. ésta es la pérdida de las ganas de vivir, la pérdida en la creencia en el futuro. Víktor Frankl nos relata que dependiendo de los trabajos realizados, los prisioneros recibían cupones que podían ser intercambiados por cigarrillos. Y esos cigarros podían ser valiosos porque si los guardaba podría intercambiarse a su ver por sopa y pan. Esto podría ser decisivo para no morir de hambre. Así el enfoque era guardar esos cigarros para esos momentos cruciales. Sin embargo, cuando un prisionero perdía las ganas de vivir, dejaba de ahorrar los cigarros y en vez de usarlos como moneda cambio empezaba a fumárselos. Éste es un acto en el que se pone de manifiesto que el individuo ha llegado a su límite. Aquéllos que habían perdido la voluntad de vivir querían disfrutar de sus últimos días. Una vez perdida la voluntad de vivir, rara vez se recobraba. Esto significa que hay una conexión esencial entre nuestra capacidad para realizar pequeños sacrificios hoy con la esperanza de un futuro mejor. Cuanto mayor sea la creencia de tener un futuro prometedor mayor será la capacidad de resistir a los deseos de la gratificación instantánea. Cuanto más significativo sea tu deseo por un futuro mejor, mayor será tu capacidad de superación. Por tanto, visualizar u futuro deseable ayuda a desarrollar la resistencia, ganas de vivir. Es en el momento presente, en el ahora cuando tomamos nuestras decisiones. Necesitamos ambiciones y es importante visualizar un futuro mejor. Es un error mirar a una persona en su condición actual y creer que es infeliz sólo por el hecho de estar lejos de su sueño. La felicidad puede venir sólo del hecho de estar en el camino y disfrutar del viaje. Una persona obesa que tiene el deseo de ponerse en forma, o una persona que se encuentra endeudada y que desea tener prosperidad financiera. Estas personas no tienen que esperar estar delgadas o estar sin deudas para ser feliz, puede sencillamente ser feliz haciendo aquello que tiene que hacer, o sea, disfrutando del camino. Siempre ha de existir una distancia entre nuestras aspiraciones y nuestros logros, la distancia entre lo que una persona tiene hoy y lo que le gustaría tener en el futuro no es en sí un motivo de infelicidad. Es posible usar la disciplina para buscar lo que deseamos y éste puede ser un camino feliz. Hay una tensión entre lo que ya hemos conseguido y lo que todavía puede conseguirse en el futuro, la distancia entre lo que una persona es hoy y lo que puede convertirse mañana. Esta tensión forma de la vida de todos nosotros. Sólo uno mismo puede dotar de sentido a su propia existencia. Es preciso evitar el estado de estancamiento en el que no exista ganas de mejorar, no es capaz de ver el futuro, no se está esforzando por lograr algo que haya escogido libremente. Muchas personas creen que la vida dócil es una vida buena donde descansamos. Como señala Sartre, la falta de propósito conduce a una sensación del vacío existencial, de falta de sentido de la vida. Muchas personas no se toman en serio sus propios sueños por el miedo al fracaso. No debemos tener miedo a fracasar sino más bien al arrepentimiento de nunca haberlo intentando.
¿Por qué hay sufrimiento? El sufrimiento ocurre cuando oponemos resistencia a no aceptar la realidad. Si persiste el sufrimiento un mecanismo de defensa es la apatía. La apatía es una especia de muerte emocional, de tranquilidad del alma. Dejamos de mostrar emoción y nos volvemos indiferentes. Y esto nos ayuda a lidiar con el dolor y con la frustración. Sin embargo, con la apatía se disminuye la sensibilidad, la rabia, la pena, o la repulsión. Pero la apatía está en todas partes: hay apatía en el votante que ha perdido la esperanza en todos los partidos políticos, en el joven cuando ha intentado conseguir un trabajo y nunca encontró una oportunidad o en el funcionario cuando se da cuenta que su empresa es corrupta. Otra forma de escapar del dolor y del sufrimiento es mediante el recuerdo de momentos felices en el pasado. Sin embargo, quien atiende demasiado al pasado puede sentir la dificultad de visualizar el futuro o, incluso de vivir el momento presente.
En situaciones difíciles tenemos la oportunidad de crecer, podemos ver las dificultades como un examen a nuestra fuerza interna. Si ignoramos el dolor podemos y cerramos los ojos y la vida puede quedar desprovista de sentido. El dolor y el sufrimiento de la vida pueden ser positivo en la medida en que lo afrontemos como una oportunidad de crecimiento personal, de cerrar un ciclo e iniciar otro nuevo lleno de esperanza y con nuevos significados. En los momentos de dificultad, aumenta el grado de conciencia para observar nuestros propios pensamientos. Cuando miramos a nuestro yo interno frente a frente podremos comprender la trivialidad de muchos de nuestros pensamientos habituales. Cuando pasamos por momentos difíciles si fuéramos capaces de observarnos desde fuera, como si fuéramos otra persona nos ayuda a tener un cierto distanciamiento respecto al propio sufrimiento. Desde esta perspectiva, visualizar una situación concreta desde el exterior nos permite conocer otras perspectivas más allá de nuestro punto de vista individual. Todo ser humano siempre posee un cierto nivel relativamente estable de felicidad a pesar de los acontecimientos positivos o negativos que pudiera sufrir. Un tiempo después de ganar la lotería o de perder a un ser querido la tendencia es volver a tener un nivel de felicidad parecido al que teníamos antes de haber pasado por esos acontecimientos, independientemente de lo bien o de lo mal que lo hayamos podido pasar. La vida, independientemente de quienes podamos llegar a ser, siempre nos pondrá en situaciones no deseadas y en diversos grados desde pequeñas decepciones a hechos devastadores. Por eso debemos estar siempre preparados para enfrentarnos a la realidad tal como es. Después de una larga fase de apatía existe el riesgo de perder la habilidad de sentir alegría. Necesitamos entonces aprenderla de nuevo poco a poco. Psicológicamente éste es el proceso llamado despersonalización: todo parece irreal e improbable, como si fuese un sueño al final de un largo período de sufrimiento. Debemos tener cuidado con las dificultades del reajuste y adaptación. ¿Cómo conseguir superar una dificultad? En primer lugar tener la esperanza de que podamos superar ese problema y si esto no es el caso aceptarlo. La naturaleza de nuestras decepciones cambia, pero los eventos no deseados y el dolor forman parte de la vida humana de manera irremediable. Es necesario saber afrontar la realidad tal como el porque si éste no es el caso, el sufrimiento no tendrá límites. En una vida aparentemente cómoda podemos sufrir incluso con más intensidad. No sólo debemos mejorar nuestras condiciones objetivas de vida, sino adquirir un desarrollo personal adecuado. Necesitamos mejorar nuestra preparación interna para lidiar con las frustraciones, las tristezas de la vida cotidiana. Lo queramos o no, todos tenemos problemas en el día a día cotidiano. La alegría y la tristeza son relativas en el sujeto capaz de percibirlas pues la naturaleza humana se acostumbra a las diversas situaciones. Una noticia ligeramente negativa puede ser percibida con alegría si nos encontramos en una situación miserable: si un ladrón nos asalta y nos roba nuestra cartera, podemos al menos alegrarnos de que no nos ha hecho ningún sufrimiento. Pero una noticia sólo ligeramente positiva puede ser vivida con dolor: un famoso que se encuentra instalado en un hotel y se le obsequia con un vino que no es de su gusto. Esto es consecuencia de que el ser humano siempre vive mediante comparaciones. De continuo nos creamos ciertas expectativas sobre cómo deberían ser las cosas y las comparamos con cómo son en la realidad, y de manera inevitable nos sentimos decepcionados. Nos compararnos con personas cercanas a nosotros y esto lejos de beneficiarnos nos perjudica y nos hace infelices. En lugar de sentirnos realizados con lo que hemos hecho nos debilitamos pues la felicidad ya no está en ti sino en la otra persona.
¿Cuál es el sentido de la vida? ¿Es  sencillamente sobrevivir? Viktor Frankl nos cuenta en su obra que en los campos de concentración era necesario tener médicos voluntarios. Como él era médico, quiso realizar esta acción como voluntario. Sus compañeros le intentaron persuadir de que era una mala elección porque probablemente él también enfermaría y podría morir rápidamente. El conflicto era la siguiente: ¿valía la pena seguir hasta el fin huyendo de las situaciones arriesgadas para vivir una vida sin sentido o valdría más la pena arriesgarse y ayudar a sus compañeros usando sus conocimientos médicos de forma productiva? Cuando una persona obra de acuerdo con lo que cree que es lo correcto, incluso sabiendo que podría sufrir riesgos. Pero es así es como logró alcanzar la felicidad y la tranquilidad de saber que has tomado una buena decisión. Éste es el modo de alcanzar nuestra paz interior. Las dificultades y problemas que podemos llegar a tener en la vida sólo representan una pequeña parte de lo que somos. Tal como hemos señalado antes, es la libertad interna la que define nuestra condición humana y que nadie puede arrebatar. Tenemos la facultad de enfrentarnos a nuestro destino del modo que queramos. Independientemente de cuáles puedan ser nuestras condiciones de vida o los problemas a los que nos enfrentemos, siempre tenemos la posibilidad escoger nuestras acciones, de mantener nuestra libertad espiritual, nuestra independencia mental. Pero hay que asumir que el dolor es una parte inevitable de la vida, igual que la muerte. La forma en la que aceptamos nuestro destino y el dolor que forma parte del camino es una oportunidad para añadir un significado más profundo a la vida. Podemos actuar con coraje, con dignidad, con generosidad, o podemos actuar de manera resentida luchando por nuestra propia conservación, por encima de cualquier cosa, olvidando nuestra dignidad humana y convirtiéndonos en un animal que sólo reacciona ante los acontecimientos para sobrevivir. Es posible practicar el arte de vivir en cualquier circunstancia, incluso en las más opresoras pues tenemos la capacidad de controlar nuestra mente para superar el sufrimiento.
Viktor Frankl fundó una perspectiva psicoterapéutica llamada logoterapia. Los campos de concentración supusieron para nuestro autor una ocasión para probar las ideas con las que ya estaba teorizando de antemano. La logoterapia se centra en los significados que puede alcanzar y conseguir el paciente en el futuro. Mientras que el psicoanálisis de Freud requiere un profunda acto de introspección en el individuo para revelar el porqué de su neurosis, la logoterapia es totalmente diferente: no se investiga en las vivencias pasadas del sujeto como causas de su patología sino que pretende inculcar en el sujeto una visión amplia de modo que pueda reconstruir el sistema de creencias y valores. La fuerza motora de la vida humana no es lo inconsciente sino el significado: tener un propósito en la vida es lo que nos empuja a seguir adelante. La búsqueda de significado es la mayor motivación que podemos tener en nuestras vidas, de modo que aquél que no encuentre un significado en su vida permanece en un estado de vacío existencial. No es necesario sufrir traumas graves como el de la propia vida de Viktor Frankl en los campos de concentración, para experimentar ese vacío experimental. Muchas personas en la tranquilidad de una mañana de domingo, cuando no tiene que soportar la presión en la que nos sumerge la vida puede darse cuenta de que su vida es gobernada por principios totalmente insustanciales. El paciente ha de enfrentarse a decisiones que guían el significado de su vida. Cuando tomamos consciencia del significado de nuestra vida, aumenta su habilidad de superar dificultades.
¿Existe un significado general de la vida? No, no existe un significado general de la vida sino que cada uno de nosotros tiene su propio significado específico en un momento dado. Si el significado es único y específico, entonces solo puede cumplirlo el propio individuo. No podemos esperar que otra persona haga la tarea por nosotros. Así es como va a obtener el significado de su propia existencia. ¿Cómo hacemos para encontrar nuestro propio significado de la vida? Muchas personas creen que antes de tomar decisiones importantes es importante descubrir su propósito en la vida, pero esto no es lo que defiende Viktor Frankl.  La logoterapia establece que nuestra forma de actuar y la responsabilidad que sentimos ante nuestras elecciones es lo que determina nuestro significado. Los prisioneros del campo de concentración que consiguieron mantener un propósito en la vida lo hicieron en base a las decisiones que tomaron en cada momento. La decisión de buscar la belleza en la naturaleza o ayudar a otras personas más necesitadas les dio un propósito. Por eso, los significados no pueden ser los mismos en cada una de las personas. Cada uno tiene su propio sentido de la vida. Igual pasa para un maestro de ajedrez que considera que no hay un mejor movimiento en general, sin embargo sí que hay una mejor jugada dependiendo de las diferentes situaciones dentro del juego. Lo mismo se aplica al significado de la vida, no hay un sentido general de la vida sino que depende del conjunto único de circunstancias y decisiones de cada individuo.
La logoterapia hace comprender a las personas que sus vidas pueden tener sentido y que todos tienen que descubrir el propósito de sus vidas de acuerdo con sus propias decisiones. El paciente es aquél que se encuentra impotente para encontrar un significado. Por eso, como señaló Nietzsche, la persona que tiene un por qué vivir, superará cualquier cómo. Cuando somos oprimidos y obedecemos un mandato que consideramos injusto es justamente porque somos víctimas del totalitarismo. Para liberarnos hay que hacer lo que tenga sentido para nosotros. Cada situación de la vida va a representar un desafío para nosotros. Esos  son momentos valiosos para encontrar un significado a nuestra vida. La interpretación que damos a eventos azarosos, el sentido que prestemos a una situación es más importante que la situación propia. En lugar de preguntar qué esperamos de la vida, sería más correcto preguntar qué espera la vida de nosotros. Todos nosotros podemos responder a esa cuestión y hay que hacerlo responsabilizándonos de nuestras decisiones. La logoterapia hace que el paciente tome consciencia de su responsabilidad. No podemos dejar en los demás la responsabilidad de nuestra vida. Si seguimos lo que hacen los demás y rechazamos ser el artífice de nuestra propia vida estamos siendo preso del conformismo. La responsabilidad, en definitiva, es la esencia de nuestra existencia humana. 
La vida nos brinda las situaciones más variadas, muchas de ellas serán muy dolorosas e incómodas. Viktor Frankl considera que podemos dominar nuestros miedos persiguiéndolos de modo activo. La logoterapia usa la intención paradójica en la que se le pide al paciente que haga justamente aquello que teme: cuando tememos que algo suceda, a menudo sucede y cuando tratamos de forzar una situación para que suceda no sucede. Supongamos el caso de aquella persona que no puede dormir, entonces se le pedirá que haga esfuerzos para no dormirse, y justamente por ello quedará dormido. 
En definitiva el modo de superación de las situaciones dolorosas es encontrar un significado y un propósito reinterpretando la situación de forma de que tengamos un mecanismo de enfrentamiento. En primer lugar, debemos hacer lo posible para invertir o controlar la situación. Pero si no es posible, la última alternativa es aceptar el dolor. Si nos resistimos al dolor, esto lo que hace en el fondo es ampliar el sufrimiento. Si nos oponemos al dolor que sentimos, eso da lugar a la agonía y a la ansiedad. Cuando el dolor nos resulta inevitable debemos aceptarlo y buscar cuál es el sentido que añade el dolor en tu vida. Por eso podemos encontrar el sentido de nuestra vida mediante la actitud que tenemos ante un dolor inevitable. Viktor Frankl cuenta que en cierta ocasión un médico anciano con una fuerte depresión le confesó que no era capaz de superar la muerte de su mujer. Para ayudarlo a encontrar un propósito a Viktor Frankl solo le bastó una única pregunta: ¿Qué pasaría si tú te hubieras muerto primero y tu esposa tuviera que sobrevivir sin ti? Ante esta cuestión el anciano respondió que hubiera sido terrible si él hubiera fallecido primero porque sería su esposa la que estaría sufriendo. Así, ante el dolor del luto logró encontrar el significado. El sufrimiento de la mujer amada  es salvado y él que sigue vivo es el que va a lidiar con el dolor del luto. Este sufrimiento es el precio que él paga para sobrevivir y al ahorrarle a la esposa el dolor de seguir viviendo sin él. En este ejemplo, en esta percepción el dolor logra adquirir significado y con significado el dolor no se transforma en sufrimiento. El hombre en busca de sentido es un libro actual porque hoy en día la gente se encuentra ocupada de tareas sin propósito. Cuando conoces tu propósito eres capaz de enfrentarte a cualquier dificultad.