viernes, 27 de diciembre de 2019

El jurado popular.

fotograma de 12 hombres sin piedad (1957), de Sidney Lumet. 

¿El jurado popular es un mecanismo eficaz hoy en día en la resolución de delitos? ¿Cuál es su propósito? El jurado popular es consecuencia en gran medida de una tendencia a la democratización de la justicia y no es un fenómeno especialmente reciente. Es una institución al menos controvertida que los fundadores de la Constitución democrática de 1978 decidieron plasmar en su legislación. En dicha Carta Magna, en su artículo 125, afirma que los ciudadanos podrán ejercer la acción popular y participar en la institución de la política mediante la institución del jurado, en la forma y con respecto a esos procesos penales que la ley determine.
Un jurado popular tendría como cometido inicial evitar posibles abusos provenientes de las altas esferas de la justicia tan frecuentemente politizados por los poderes estatales. Dependiendo de la época el tribunal popular ha tenido mayor o menor protagonismo.  En su implantación inicial a este país era considerado clasista pues sus miembros solían ser los mayores contribuyentes municipales, el maestro de mayor antigüedad, es decir, no estaba abierto a cualquier persona que sea mayor de edad y que sea leer y escribir. Los delitos que pueden ser objeto de deliberación por parte de un jurado popular tienen que ver con asesinatos, homicidios, allanamiento de morada, ayuda para el suicidio, omisión del deber del socorro, y los de corrupción
¿Cómo está funcionando la instrucción del jurado popular en España? Los jurados populares condenan aproximadamente un 89 % de los condenados, que es superior a los magistrados. Igualmente El número de veredictos rechazados emitidos por un jurado popular es inferior al número de veredictos rechazados por un tribunal superior. Con estos datos, parece que a priori los jurados populares funcionan muy bien.
¿Estamos capacitados los ciudadanos ordinarios para proporcionar fallos tan delicados de la justicia? ¿Se hace adecuadamente en España? ¿Se deben asesorar a los jurados populares con magistrados?
Recientemente el jurado popular elegido para juzgar el caso de Diana Quer, la joven asesinada por José Enrique Abuín Gey, conocido como El Chicle, tras una tarde y dos días completos de deliberación y tras alcanzar un consenso suficiente, no supieron plasmar su decisión de manera precisa. Tal era el número de incoherencias y deficiencias que hacía imposible darla por válida. Tuvo que ser revisada concienzudamente para subsanar todos sus problemas detectados y mejorar la fundamentación jurídica del texto. Una cuestión fundamental que nos planteamos sería: ¿cómo puede un ciudadano sin formación ni preparación juzgar asuntos tan importantes como pronunciarse acerca de la inocencia de una persona u otra? Además, ¿qué criterios de selección se han tenido en cuenta al elaborar un jurado popular en España? Ninguno.
¿Qué utilidad tiene el jurado popular? Podríamos suponer que para evitar sentencias judiciales bochornosas y alejadas del sentido común tal como sale alguna vez por los medios de comunicación. Desde esta perspectiva pensaríamos que el escaso sentido común que atesoran muchos de nuestros legisladores y jueces quedaría arreglado, al menos parcialmente, por la sapiencia del jurado popular.
¿Por qué tienen los ciudadanos perder su tiempo, incluso meses, estar apartados de sus trabajos y quehaceres ordinarias costando dinero a la justicia y teniendo que fallar sobre asuntos que no conoce con suficiencia?
Imagínese usted que por sorteo un ciudadano cualquiera, con independencia de su formación y profesión tuviera que acudir a un instituto de enseñanza a impartir una materia, ya sea Filosofía, Matemáticas o Física y Química. ¿No sería un contrasentido que esos ciudadanos ocuparan cargos que no necesariamente han de tener formación o si la tienen ha sido por mera casualidad? Me puedo imaginar un ciudadano medio sin formación específica en el campo de la filosofía intentando explicar el pensamiento político de Kant. Me lo puedo imaginar antes de iniciar la clase, justo antes de cruzar la puerta del aula con aspecto nervioso. Justo antes de empezar no le salen las palabras, tartamudea ante las primeras palabras. Intenta improvisar un discurso lo más coherente posible pero sin éxito. Los alumnos alborotan y hablan entre sí. Algunos se han levantado de su asiento. Y nuestro novel profesor no se encuentra capacitado para hacerse con las riendas de la clase. Es enteramente manifiesto que carece de los recursos y de la preparación psicológica, ya no solo académica. ¿Podría usted imaginar a un ciudadano sin formación teniendo que valorar la acción de un asesino?
Muchos de los casos que ha de atender el jurado popular tienen un fuerte componente mediático, de modo que a veces les resultará muy complicado sustraerse a las opiniones procedentes del resto de la ciudadanía, de los familiares, de amigos y de los medios de comunicación. Esto provoca irremediablemente que muchos de los acusados no se les respeten su presunción de inocencia sino que llegan condenados previamente al juicio. Ésta constituye otra de las principales dificultes del jurado popular. Los profesionales de los medios de comunicación conocen todo tipo de técnica que hacen posible orientar la opinión pública hacia una dirección u otra, y eso repercute indudablemente en la opinión de los miembros del jurado popular A su vez, lo que tienen posibilidades de dirigir la opinión de la prensa y de los medios de comunicación son los poderosos, lo que mueven los hilos del poder.
¿Eso ocurriría en el caso de los magistrados a los que suponemos una amplia experiencia? Parecería que el magistrado experimentado estaría más habituado a afrontar situaciones de ese tipo, tendría mayor dominio de sí mismo, además de mayor capacidad de aislarse de las presiones. Sin embargo, que tenga más experiencia no significa que no se encuentre sometido a las mismas dificultades y que frecuencia también se dejen influenciar por la presión mediática.
¿Qué soluciones se podrían proponer para superar las críticas que se realizan al funcionamiento y proceso del jurado popular? En principio podríamos pensar que se hace necesaria una reforma del jurado popular mediante la elaboración de un tribunal mixto. Así, sus componentes podrían estar  asesorados desde el inicio del juicio por un especialista: se encargaría de aclarar las terminología y aquellas partes del procedimiento que una persona no especialista no conocería. Supondría un pequeño avance, aunque no suficiente ni realmente eficaz. Regresando a  nuestro ejemplo anterior, el profesor novel tendría que ser adiestrado durante meses por los mismos profesores profesionales con el objetivo de formarlo lo máximamente posible. Me imagino a nuestro profesor novel suspirando ante la realización de un trabajo que ni domina ni le gusta, abandonando sus tareas profesionales y domésticas y preguntándose constantemente ¿por qué a mí?
¿No es cierto que cuando el Estado al convocar oposiciones sobre cualquier sector, ya sea la educación, la justicia o la sanidad no tiene otro objetivo que seleccionar los mejores candidatos a partir de diversos criterios y mediante la realización de distintas pruebas objetivas?
Dirán muchos de ustedes que el ejercicio de la ciudadanía no es solo tener derechos sino también deberes y obligaciones. Del mismo modo que el ciudadano con mayoría de edad tiene el deber cívico de votar un domingo o pertenecer a las mesas de votación, tendríamos el deber de integrar un jurado popular cuando nos haya tocado por sorteo. Pero, me pregunto lo siguiente: ¿es verdad equiparable el deber de ejercer la ciudadanía mediante votación que ser miembro de un jurado popular?
De lo anterior podemos concluir que el jurado popular es un despropósito desde un punto no sólo jurídico sino moral. Si ya los estudiosos y especialistas del derecho emiten veredictos y sentencias que el ciudadano no especialista percibe como un sinsentido, ¿qué podríamos esperar de los miembros de un jurado popular? Estoy seguro que como mínimo no van a mejorar los resultados. Quizás pudiéramos fantasear ante la posibilidad de que los jueces y demás especialistas del derecho están muy contaminados ya por el estudio de la ley y que este cúmulo de información les impide alcanzar la verdad. En oposición, el ciudadano no especialista en cuestiones jurídicas, al modo del buen salvaje de Rousseau, tendría la mente tan despejado que le permitiría alcanzar la verdad mediante una intuición clara y precisa. Pero ésta es una idea insostenible, demasiada ingenua y un poco romántica. No podemos permitir que unas personas que no saben de nada puedan juzgar hechos como un robo, un asesinato por encima que otras personas que tienen una preparación suficiente. La justicia debe ser administrada por profesionales y especialistas del derecho que han estudiado las leyes desde años. ¿Estas personas serán objetivos y neutrales en el ejercicio de su trabajo y en la emisión de sentencias y de veredictos? No necesariamente, pero como todo lo humano. Es necesario que nuestros jueces sean objetivos e imparciales y que no se encuentren influenciados por las altas esferas. Sin embargo, es muy habitual que los jueces sean unos meros muñecos de los gobiernos existentes y puestos a dedo por los políticos de turno o de su signo.
¿Cómo podemos ejercer la democracia? ¿Un país es más democrático por el hecho  de que cualquier individuo pueda participar y tomar decisiones sobre todo tipo de asuntos, incluso de aquellos en los que no tiene una formación concreta?
De ninguna manera nos sentimos más democráticos por opinar sobre asuntos que trascienden nuestros conocimientos. En las elecciones democráticas el ciudadano participa y delega en ciertas personas, que se agrupan en torno a partidos, la realización de ciertas tareas que posibilitan la convivencia de un país. Otra cuestión distinta sería si lo hacen bien o mal. Debemos preguntarnos como ciudadanos qué queremos realmente: ¿Queremos personas preparadas para que tomen decisiones sobre asuntos importantes o queremos que todas las personas participen de ello? ¿Están capacitados todos los ciudadanos a tomar decisiones sobre cualquier asunto? Lo que quiere la ciudadanía son individuos capacitados y competentes para la realización de sus funciones lo más brillantemente posible. Obviamente no todos podemos realizar de forma adecuada todas las funciones.