viernes, 3 de enero de 2020

Vieja y nueva política.

Pedro Sánchez y Pablo Casado.
A lo largo del año 2019 se ha celebrado hasta dos elecciones generales. Si nos remontamos hasta el año 2015, observamos que desde los últimos cuatro años se han celebrado hasta cuatro elecciones generales y con el gran gasto económico que ello supone. ¿De verdad ha sido necesario? De las elecciones no han salido mayorías claras y los partidos vencedores han tenido que pactar con otros partidos en negociaciones que no han sido nada fáciles. De estos pactos han salido gobiernos débiles e inestables. Los partidos políticos pretendían alcanzar acuerdos con el propósito de engrosar el mayor número de personas del propio partido en el gobierno, sin preocuparse por lo general de que estuviesen realmente capacitados.
¿A qué se debe este nuevo panorama poco común desde el inicio de la democracia española? Hasta hace relativamente poco la realidad política se circunscribía en un bipartidismo político claro compuesto por dos partidos políticos mayoritarios como fueron PSOE y PP que se alternaban el poder periódicamente. Existían otras opciones políticas como Izquierda Unida pero que no representó realmente una clara alternativa. Es lo que lo conocemos hoy en día con la manida denominación de vieja política. La vieja política se caracterizaba por un modus operandi similar que se asemeja al de niños mimados enrabietados: si un partido político a lo largo de una legislatura desarrollaba una ley, cuando dicho partido abandonaba el poder y era sustituido por el otro, se encargaba de derogar dicha ley, o al menos modificarlo de manera sustancial. Esto ya pone de manifiesto el egoísmo de estos pseudogobernantes porque anteponían siempre los intereses personales o del partido a los generales. Cuado una ley es cortada de raíz sin que haya tenido un recorrido razonable entonces todos sus posibles beneficios quedan esterilizados. Un ejemplo claro lo encontramos en el campo de la educación y vemos numerosas leyes educativas que han sido creadas para posteriormente ser derogadas sin ningún tipo de contemplación. A principios de los noventa el PSOE concretamente Rubalcaba desarrolló la LOGSE. Esta ley mantuvo su vigencia hasta que el PP decidió eliminarla por la LODE, que a su vez no tuvo existencia alguna porque el PSOE la anuló. Posteriormente se implantó la LOE, por parte del PSOE y finalmente Wert desarrolló la LOMCE. Con esta arbitrariedad educativa provoca un cierto desencanto por parte de los docentes porque pensamos que no se nos toman en serio por parte de los señores que están en situación de tomar decisiones.
Cuando había un problema de cualquier tipo, el modo de proceder era idéntico: cada partido echaba la culpa al otro y se lavaban las manos y en ningún momento reconocía sus propios errores o incapacidades. Eso sí, prometían resolver el problema de raíz desde el momento en que alcanzaran el poder. En los períodos de campaña electoral los partidos presentaban sus puntos del programa que supuestamente implantarían a lo largo de la legislatura, y muchos de ellos no se cumplían quedan en aguas de borrajas.
Y de este modo, en el año 2008 estalla la crisis económica en España. Los viejos partidos pretendieron justificar la crisis, tal como lo habían hecho hasta entonces: echándose la culpa los unos a los otros: unos decían que no había crisis, los otros que habían gastado mucho dinero en gastos superfluos, otros contestaban que la crisis se remontaban a la burbuja inmobiliaria que fue propiciada en buena medida por los banqueros. Estaba claro, en cualquier caso, tanto para uno como para otro, la prioridad de todo era los bancos por encima de las personas y del bien común de las personas y se procedió a su rescate a través del dinero público de los ciudadanos. Las personas quedaban desahuciadas, sin trabajo y sin esperanza. Pocos cayeron en la cuenta de que la crisis no era un aspecto puntual del caso español sino mucho más global que acabaría afectando a todas las naciones como EEUU, Alemania, Gran Bretaña, Francia, Grecia o Portugal.
En 2011 llegó al poder el PP que alcanzó la mayoría absoluta y Mariano Rajoy se erigió en presidente. El nuevo presidente consideró que la culpa de la crisis era de José Luis Rodríguez Zapatero y de su incapacidad. Además, él era el único que tenía la llave para superar la crisis económica: se comprometió a salvar a los españoles de la crisis económica porque habíamos vivido por encima de nuestras posibilidades y que ahora tocaba apretarse el cinturón y realizar importantes sacrificios por nuestra patria. Sin embargo, cuando llegó a la Moncloa, descubrió que había numerosas facturas sin pagar que el partido anterior dejó de forma mezquina y sin avisar. En definitiva, la situación era peor de lo que en principio creyó. Hizo creer a la población que era una situación tremendista y alarmante y que él tenía carta blanca para tomar las decisiones que fueran necesarias para solucionar los problemas que habían provocado los incautos socialistas. Por tanto, tuvo que pedir mayores sacrificios a los españoles de los inicialmente previstos y, contrariamente a lo que había anunciado durante el periodo electoral, tuvo que subir los impuestos a las clases medias trabajadoras. Se justificaba afirmando que era lo que se tenía que hacer. Además, de realización de numerosos recortes fundamentalmente en educación y en sanidad. Todo lo anterior se tradujo en una bajada salarial para los funcionarios, el aumento de horas lectivas en el horario de los profesores unido al despedido masivo de profesores interinos, aumentó las ratios, es decir, el número de alumnos por aula lo que se tradujo en aulas masificadas. Esto provocó que la atención a la diversidad por parte del profesorado se dificultó sobremanera. Igual pasó en sanidad con la reducción de personal sanitario y la privatización.
A nivel social las medidas lejos de arreglar la situación se acentuó aún más desapareciendo las clases medias y originando una dualidad social donde había gentes muy ricas y gentes muy pobres. Todo lo anterior se incrementó, además de la situación de crisis económica, con el descubrimiento de innumerables casos de corrupción: el caso Gurtel del PP, los trajes de Camps, el ático de Marbella de Ignacio González, el caso de los ERE en Andalucía, las tarjetas Black por parte de Bankia, el depósito de dinero en paraísos fiscales como el caso de Andorra por parte de Jordi Pujol… Tal era el número de casos de corrupción se popularizó el término chorizo en política, y no precisamente para designar un tipo concreto de embutido. El modo viejo de hacer político pretendía solucionar los problemas de manera poco eficaz. En primer lugar afirmaban que no le constataban ningún caso de corrupción entre los suyos, y que nadie sabía nada. Cuando el caso de corrupción era más o menos evidente entonces todos los miembros del partido hacían piña respecto a la persona acusada y se pedía que se respetara la presunción de inocencia. Cuando la persona era acusada de manera formal por un tribunal de justicia entonces se consideraba que ese caso era únicamente un manzana podrida dentro de un sistema impoluto. Esa persona quedaba desligada del partido y entonces ya se consideraba el caso resuelto. Afirmaban que esos casos eran de personas que afortunadamente ya no estaban en el partido. En muchos casos, el modo de afrontar los casos de corrupción por parte e la vieja política era simplemente escondiendo la cabeza, esperar a que escampara y una vez que la gente lo había olvidado seguir haciendo política. Pero el no querer ver los problemas y mirar siempre hacia otro sitio no solucionaba los problemas.
Como el tiempo avanzaba y a pesar de las medidas tomadas no se solucionaban los problemas surgieron los adanes de la política. Primero surgió Podemos con Pablo Iglesias que se gestó en las manifestaciones por parte de muchos ciudadanos en la Puerta del Sol en mayo de 2014. Aquello fue vivido por muchos como el comienzo de una nueva forma de hacer política, la nueva política en contraposición a la vieja política representada por PSOE y PP que habían quedado anquilosados. Paralelamente surgió a nivel nacional el partido de Ciudadanos con Albert Rivera como secretario del partido, que ya tenía una tradición en Cataluña. Ambos partidos se presentaron como el azote de la vieja casta política y pretendieron enseñarles cómo se hacía política y se presentaban ante el resto de la ciudadanía como gente ejemplar. La nueva forma de hacer política se relacionaba con las redes sociales y en salir en debates televisivos y platós de televisión pretendiendo acercar la política a todos. Hacían discursos encendidos sobre lo mal que estaban las cosas, los casos de corrupción y, en definitiva, renovar de modo profundo la política.
Sin embargo, los adanes de la política pronto demostraron no ser muy distintos de la vieja casta política pues compartían con ellos los mismos intereses egoístas, en especial alcanzar el poder o, al menos, colocar en los diversos gobiernos municipales, autonómicos y a nivel nacional el máximo número de personas de los suyos. No dudaron en pactar y en convertirse en compañeros de gobierno de aquéllos a los que habían criticado con tanto ardor. Incluso había partidos que se movían dentro de una marcada indefinición ideológica y política y no les daba ningún tipo de pudor al intentar alcanzar un acuerdo con un partido de izquierda o de derechas. Pronto se hizo público numerosos casos de corrupción y de amiguismos por parte de los adanes de la política. Podemos enriquecía sus arcas con dinero manchado de sangre procedente de Venezuela gracias a trabajos y conferencias impartidas en ese lugar. También había personas integrantes indistintamente en filas de cualquiera de los partidos anteriores que engrosaban sin pudor sus curriculums añadiéndose méritos académicos inexistentes. Los había también que realizaba másteres presenciales sin necesidad de asistir ni realizar exámenes, aunque ambos elementos era necesarios para superar los créditos. Además, no alcanzaban un simple aprobado sino sobresaliente en muchos casos. Incluso los hubo que eran capaces de hacer años de carreras en pocos meses.
Este año se consolidó de manera definitiva un partido ultraderechista llamado Vox y tiene como secretario a Abascal. Viene a constituir una reivindicación de los valores más caducos y casposos de este país, y constituye en muchos casos un retroceso en materias como la lucha contra la discriminación de las mujeres. Es un partido que ya constituyó una de las sorpresas en las pasadas elecciones autonómicas en Andalucía en 2018 y que se alió con el PP de Juan Manuel Moreno y Ciudadanos de Marín y que sirvió para que el primero arrebatase la presidencia a la socialista Susana Díaz. Está claro que en los períodos de crisis y de indecisión los partidos más radicales experimentan un boom. Pero no por sus propios méritos sino por la necesita que tiene la gente de novedades.
¿Qué lecturas podemos sacar de esto? Pues que la casta política sigue siendo unos de los principales problemas de nuestro país. O quizás el principal. En períodos de hastío y cansancio político por parte de la población florecen nuevos partidos y con ellos nuevas esperanzas de renovación política. Sin embargo, los inventores de la nueva política demuestran que tienen poco que aportar. Bajo la apariencia de renovación y de novedad por parte de los adanes de la política en el fondo siguen siendo más de lo mismo, pero con distintos nombres. Los políticos son una especie egoísta: ansían alcanzar el poder, se presentan como la solución de los problemas del país. Sin embargo, viendo el debate electoral entre los candidatos de los principales partidos políticos que aspiran alcanzar la política, ¿de verdad crees que alguno de ellos está realmente preparado para hacerse cargo del gobierno del país y solucionar los problemas? ¿O quizás Gabriel Rufián? ¿Por qué no Puiigdemont? ¿De verdad estos señores de la nueva política están capacitados para poner como principal objetivo el bien común más allá de sus intereses personales?
Los políticos siguen siendo un problema fundamental porque no sólo estamos tratando con ignorantes sino con ignorantes con poder. Éstos lo hace una especie muy peligrosa. Me encantaría vivir en un lugar solitario en el que me sintiera libre de sus caprichosas decisiones. ¿Qué ocurre con nuestras vidas dependen de personas incapacitadas para desempeñar semejante puesto de responsabilidad? ¡Señores, déjense de tonterías y asuntos superfluos que no nos conducen a ningún lado! ¡Mejoren la sanidad, la educación, las pensiones de nuestros mayores, rebajen el paro del país! ¡Procuren que haya más igualdad! ¡Qué se juzgue del mismo modo a toda persona con independencia de su DNI o su riqueza!
Abrigo la esperanza de que en el día de mañana la inteligencia artificial pueda desarrollarse de manera plena. Así podría fabricarse robots desprovistos de intereses personales, diseñados de modo que pudieran actuar siempre de manera objetiva y, en consecuencia, pudieran dirigirnos.
Pero mientras no suceda eso, en la medida en que la política esté en manos de las personas, los ciudadanos debemos estar siempre encima de ellos y exigirles en cada momento qué esté a la altura de las circunstancias y de los tiempos presentes.