viernes, 17 de enero de 2020

¿Por qué la filosofía?

Sócrates (470-400 a. C.).
Vivimos en una época de retroceso de la filosofía hasta el punto de encontrarse arrinconada tanto en los planes de estudio como de la vida cotidiana y presentarse como un elemento extraño dentro de esa fábula llamada mundo. La filosofía ya no está de moda, pregonan unos, otros que ha dejado de ser útil y, en consecuencia, innecesaria. Otros advierten que la filosofía ha muerto. En definitiva, una disciplina como la filosofía donde la pregunta es más importante que la misma reflexión, donde se avanza en forma de bucle y sin resultados apreciables parece que no tiene razón de ser en nuestro mundo actual. Me gusta preguntar a los alumnos su opinión sobre este retroceso de la filosofía y sus respuestas suelen coincidir. Consideran que es una disciplina anquilosada que trata sobre las teorías de unos extraños seres llamados filósofos muy antiguos y que no tienen un significado hoy en día. Además suelen utilizar una terminología muy compleja de entender. Se trata una visión inadecuada de la filosofía, aunque no por ello menos extendido.
Esta concepción del saber filosófico ha ido extendiéndose y generalizándose cada vez más. Ello ha dado lugar a una falsa imagen del filósofo como una persona alejado de las preocupaciones cotidianas con su mirada puesta hacia el cielo y el horizonte, intentando buscar la respuesta más allá de la mera apariencia. Parece como si los filósofos hablasen un lenguaje altamente técnico e inteligible y que tratan de problemas pertenecientes al pasado y que hoy en día carecen de cualquier tipo de actualidad.
Todo lo anterior ha desembocado en un retroceso de la filosofía a nivel académico gracias en buena medida a la incompetencia de nuestros políticos. Esto es consecuencia en buena medida de la politización que en nuestro país sufre la educación de modo que, cuando se produce un cambio político de gobierno, se anula o se modifica la ley educativa anterior y se desarrolla otra. En la educación estamos en un período en el que la llamada LOE va siendo sustituida por la LOMCE. Parece que el futuro de nuestra querida filosofía va a depender de los políticos y del apego o desapego que éstos pudieran sentir sobre ella. Recuerdo que no hace mucho tiempo cierto ministro de educación aconsejaba a los jóvenes estudiar aquellas carreras que tuvieran salida. Supongo, interpretando sus palabras que las carreras que tenían salida eran aquéllas que se vinculaban con el área de las ciencias, las tecnologías o la informática. Por el contrario, aquellas carreras que se relacionasen con las humanidades debían ser evitadas. Suponga, además, que las salidas a las que hacía referencia nuestro atrevido político tendría que ver con un criterio económico, es decir, de ganar más dinero. ¿Qué tipo de sociedad es aquella en la que todo lo que hacemos se justifica finalmente para conseguir más dinero? ¿Acaso el dinero lo es todo? Se trata de una sociedad capitalista y profundamente deshumanizada donde el fin justifica los medios y ese fin es el dinero. ¿De verdad que para eso sirve la educación?
La filosofía es algo demasiado grande para dejársela a los políticos. El problema de fondo que encontramos en esta politización de la educación sería el siguiente: ¿qué hacer cuando la vida las personas dependen de las arbitrarias decisiones de personas que ostentan un cargo pero para las que, por el contrario, no demuestra competencia alguna? Habrá que hacer lo posible para denunciarlo. Vosotros políticos preocuparos por resolver los problemas del país, que son muchos y variados, por ejemplo, el paro de los jóvenes y el precio desorbitado que pagamos por los alquileres de viviendas. Pero, por favor, aparten sus tentáculos de la educación y en concreto de nuestra querida filosofía. El filósofo no tiene ningún afán hacia la política, señalaba Platón en su obra La República. Pero todos nuestros problemas se resolverían, señalaba Platón, si los dirigentes políticos fueron realmente filósofos, o los que hoy son políticos decidiesen filosofar de modo verdadero. Sin embargo, este rey-filósofo no tiene la intención de gobernar porque para él sería más fructífero y cómodo permanecer al margen procurando el conocimiento y la felicidad propia, pero lo asume como una tarea de responsabilidad para ayudar a sus compañeros.
Para contestar a nuestro político, citaremos a Tales, el padre fundador de la filosofía occidental. Al igual que ocurre hoy en día, a Tales se le reprochaba que la filosofía no era útil porque no servía para ganar dinero. Incluso, en cierta ocasión, Tales fue objeto de burla porque estaba tan absorto en sus pensamientos que no se dio cuenta de la presencia de un pozo en el que cayó. Estaba tan abstraído en sus pensamientos que olvidaba lo que tenía más cerca. Tales, quizás movido por el orgullo, quiso demostrar a los demás que con la filosofía se ganaba también dinero, aunque este fin no sea el mas importante para la filosofía. Predijo una gran cosecha a partir de sus conocimientos sobre los cielos. Compró unos terrenos a precio muy barato y las alquiló posteriormente, y después de cierto tiempo ganó mucho dinero.
Conozco las reacciones de los alumnos cuando se enfrentan por primera vez a nuestra filosofía. A muchos no les motiva ni les interesa pues la consideran como una materia densa, abstracta, que trata cuestiones que quedan totalmente anquilosadas y que sería necesario que fuera sustituida por más horas de otras materias realmente importantes como la física o las matemáticas. Éstas últimas sí que serían realmente útiles para su futuro laboral, opinan muchos de ellos. Hoy en día hay deportistas, de políticos o personas pertenecientes al mundo del espectáculo que inventan todas las trampas legales posibles para evadir impuestos y llevar su dinero a paraísos fiscales. Incluso entre muchos de nosotros no encontramos censurables estos comportamientos, especialmente en el mundo deportivo donde deportistas de élite al comparecer al tribunal de justicia fueron aclamados por la gente y que exigían que les declarase inocentes de manera inmediata. ¡Ay, lo que puede hacer la ignorancia, siempre tan atrevida!
Pero yo le pregunto al alumno, ¿qué significa la utilidad? Intuyo que contestaría más o menos que adquirir aquellos conocimientos, habilidades y destrezas que les permita ejercitar su trabajo de manera provechosa en el futuro. ¿Acaso nuestra vida sólo se reduce al ámbito laboral? El ámbito laboral es necesario en la vida de las personas para adquirir el sustento económico básico que nos permita vivir. Pero la vida es mucho más compleja que todo eso. Tenemos familia, amigos, tenemos que relacionarnos con personas, algunas de ellas pretenden hacernos daños, y tenemos que tomar decisiones importantes acerca de nuestra vida, y debemos tomarlas con total responsabilidad.
Cuando explico a los alumnos qué es eso de la filosofía me gusta compararlo con la ciencia. Mientras que la ciencia es un tipo de conocimiento parcial de la realidad, pues su objeto de estudio es limitado: los seres vivos, las estrellas, los seres físicos… la filosofía es un tipo de saber globalizador. Porque pretende ir más allá de las propias ciencias encontrando una base común. Pero no sólo eso, sino que, además es radical en la medida en que busca el sentido último de nuestra vida. La tarea última de la filosofía es, como decía la famosa sentencia, Conócete a ti mismo, pues únicamente así será posible encontrar nuestro lugar en el mundo. ¿Acaso hay algo más útil que todo eso?
La educación, y de manera especial la filosofía, nos prepara para la vida en su sentido más amplio. Es cierto que consideramos que la filosofía es algo muy inactual, trata cuestiones que a los jóvenes no interesan. Pero esta valoración no es cierta. Hay autores de la Historia de la filosofía, como Platón o Aristóteles que son considerados clásicos justamente porque trata cuestiones sumamente actuales: la política, la felicidad. Además, sus vidas constituyen un perfecto ejemplo para todo aquél que quiera llevar a cabo una vida plena. Los filósofos y, en definitiva, toda persona que asume la famosa frase del ensayo de Kant ¿Qué es Ilustración? ¡Sapere aude! (¡Atrévete a pensar por ti mismo!, son consideradas peligrosas porque no se amoldan al patrón de pensamiento de la época. Eso fue justamente lo que le pasó a Sócrates en Atenas cuando fue condenado a la pena capital debido a su cuestionamiento de las ideas  de la sociedad. Es más, tal  fue la honestidad de Sócrates que se le ofreció la oportunidad de ser desterrado y seguir con vida, como asumiendo que estaba equivocado. Sócrates, prefirió no huir y aceptar la muerte, pero siempre de acuerdo con sus ideas. Y este es un aspecto que define a nuestra sociedad: el seguir pensando como piensan los demás, dejar de ser uno mismo, incluso anularnos como persona.
Nuestra sociedad considera que el dinero lo compra todo. Y las personas que tienen mucho dinero constituyen el ejemplo a seguir. Son famosos el caso de deportistas que a lo largo de su vida profesional amasaron importantes cantidades de dinero pero que debido a su desconocimiento de la vida no supieron invertirlas de forma eficaz o fueron aconsejados de mala manera. Obviamente, muchos de los amigos que acompañaron al deportista en su época de éxito desaparecieron o simplemente dejaron de ser su amigo. Sencillamente, ya no les interesaba su amistad porque no obtenían ningún beneficio. Y es que, como advertía Quevedo, poderoso caballero es don dinero.
Una palabra muy habitual en el texto de la LOMCE es emprendedor. Pretende construir un mundo de emprendedores en el que más allá de los contenidos concretos de las materias lo importante es que el alumno sepa desenvolverse con éxito en el mundo, un mundo altamente globalizado y tecnológico donde su rasgo más distintivo es el cambio permanente. Ante este cambio permanente el alumno tendrá que saber adaptarse para tener éxito (aquí la palabra éxito no la empleo en el sentido habitual que ha adquirido como ganar dinero sino para tener una vida plena y feliz). Para ello, ¿no es necesaria la filosofía en el sentido de formar personas críticas, autónomas y libres? Por ello, desde un punto de vista político no interesa en absoluto que las personas puedan tener un criterio propio, que se despegue de lo que piensan los demás, que sean críticos, sino todo lo contrario: que sean dóciles, que sean fácil de manejar, que piensen lo que ellos les interesen que piensen. Por este motivo, no interesa la filosofía en las aulas. También tiene parte de razón los alumnos porque hay profesores de filosofía que presentan nuestra materia como algo totalmente pasado y sin ninguna actualidad. Como la vida misma, hay profesores y profesores, y es responsabilidad del profesor de filosofía presentar la materia de manera atractiva, aunque para ello es necesario también tener un conocimiento mismo de la misma.
¿Qué papel tiene la filosofía en los planes de estudio en nuestro país? Con la LOMCE ha perdido demasiado peso académico. Especialmente censurable ha sido lo ocurrido con la materia de Historia de la filosofía que, dependiendo de la comunidad autónoma, es una materia optativa ofertada por el Bachillerato de Ciencias sociales y humanas y ya ni siquiera para el Bachillerato de ciencias y de tecnología. ¡Cuánto se están perdiendo los alumnos! ¿Cómo puede ser que un alumno termine el bachillerato y que no haya tenido posibilidad de estudiar el mito de la caverna de Platón, la doctrina ética del término medio de Aristóteles, el método cartesiano o el eterno retorno de Nietzsche? Simplemente lamentable porque, sin duda alguna, percibirán el mundo de un modo más pobre que aquél que haya estudiado tales cuestiones.
Por tanto, y volviendo a la pregunta que se recogía al principio ¿Por qué filosofar? sería más pertinente y reformularla como ¿Por qué no filosofar?