Manuel Chaves y José Antonio Griñán. |
El juicio se ha prolongado poco más de un año, y todavía está sin finalizar
porque hay otros casos que se siguen del anterior y que están todavía por
juzgar. Según la prensa, quedan aproximadamente doscientos juicios para que se
pueda finiquitar el caso. La juez instructora María Núñez Bolaños, sustituta de
la juez Mercedes Alaya, debido a la complejidad del caso decidió dividir la
causa en varias subcausas. El PSOE andaluz ha sido condenado de manera
ejemplar: Manuel Chaves y José Antonio Griñán, ambos ex presidentes de la
Junta, además de otros veinte ex altos cargos de sucesivos gobiernos
socialistas en Andalucía como Magdalena Álvarez, Francisco Vallejo o Lourdes
Medina. La sentencia indica que, según leemos en prensa, a lo largo de un
período de aproximadamente diez años el PSOE andaluz hizo un uso fraudulento de
unos 860 millones de euros y cuyo objetivo inicial no era otro que el de
revitalizar empresas en crisis y trabajadores en paro. Los socialistas acusados
hicieron lo posible, tal como señala la sentencia del tribunal, aunque no todos
tuvieron el mismo grado de participación, por desarrollar una herramienta
administrativa tramposa sin control alguno que hiciera posible un reparto
caprichoso del dinero.
Nos preguntamos ¿dónde fue a parar
ese despilfarro de dinero? El dinero se repartía en función de los
intereses personales y partidarios del Partido político. Hubo quienes
utilizaron parte de esas ayudas para pagar fiestas y drogas. Todo ello nos
lleva al siguiente pensamiento: se ha
producido una escisión entre ética y política. Esto contrasta con la
concepción de la política que se tenía en la Grecia clásica y en los
contractualistas modernos. Es evidente que la llamada casta política sale aun
más debilitada ante casos de corrupción política. A partir de este caso y otros
casos de corrupción, ¿qué confianza
pueden los ciudadanos depositar hacia los políticos?¿Cómo fue posible que unos
políticos que seguramente ingresaron en política por vocación y con el objetivo
de procurar el bien común olvidaron tan pronto su deber?
La confianza de los ciudadanos hacia los políticos es totalmente nula. O,
al menos, debería serlo. Aunque hay quienes se encaprichen por pura tozudez en
defender la falsa ejemplaridad de nuestros políticos. Si hay algo que debería molestar
a la ciudadanía respecto a la clase política es el deseo de alcanzar el poder
por el poder mismo. ¿Por qué os
consideráis muchos de ustedes impunes ante la ley? Muchos sois de vosotros
sois auténticos tramposos porque elaboráis vuestras propias leyes o, en su
caso, por un grupo de personas allegadas. ¿Por
qué no desarrolláis para variar los procedimientos jurídicos pertinentes que
permitan controlaros? Muchos de vosotros no teníais ninguna responsabilidad
de rendir cuentas ante nadie.
El ejemplo de estos señores de la corrupción política en Andalucía que es
extrapolable a muchos otros casos de corrupción tanto en otras comunidades
autónomas como a nivel nacional. ¿No os
dais cuenta que no podéis perpetuaros en el poder? En algún momento de
vuestra trayectoria política olvidasteis que fuisteis elegidos por la población,
algunos ni siquiera eso, y os creísteis propietarios de vuestro puesto. Ese
puesto os podrá pertenecer pero sólo durante un breve período de tiempo. Os
sentisteis, parafraseando la obra de Nietzsche, más allá del bien y del mal. Habéis ejercido el poder y sólo
podíais ser controlados por vuestros propios amigos que habían conseguido
previamente sus puestos gracias a vuestra maligna influencia.
¡Que bien les habría venido a los
corruptos haber tenido cierto conocimiento de los autores clásicos como Platón
y Aristóteles! Para Platón y
Aristóteles existía una íntima relación entre la política y la ética: había que
gobernar con justicia y con moderación. Había que alcanzar y conservar el poder
siempre de una manera legítima. Para Platón la justicia era una virtud general
de carácter ético y político que pregonaba que cada clase social debía
desempeñar una única función que era aquélla para la que estaba más preparado
por naturaleza. El político era el virtuoso en el sentido del griego areté: desempeñar su tarea de un modo
excelente. Así, el político debía tener los atributos de sabiduría y de
moderación. Asumía el poder político no como un bien supremo sino como un mal
necesario que debía guiar al resto de la ciudadanía hacia la rectitud.
Al igual que pensaba Maquiavelo, parece que nuestros políticos han olvidado
ese vínculo entre política y ética, no buscan la legitimidad sino los medios
más eficaces para seguir ostentando el poder. Una vez que alcanzan el poder
hacen lo posible por seguir conservándolo. En la medida de lo posible
procurarán actuar siempre de manera virtuosa pero, cuando sea necesario no
dudará en saltarse los principios de la ética para garantizar su poder.
Ante esa ruptura entre la política y la ética, la filosofía política de la
modernidad planteó la cuestión de ¿por
qué debemos someternos al poder? ¿Por qué debemos obedecer la ley? Autores
como Thomas Hobbes, John Locke y Rousseau pretendieron, aunque de modo
diferente, recuperar ese vínculo afirmando que la sociedad surge a partir de un
pacto o contrato social entre los individuos que la compone. Thomas Hobbes
pretendió fundamentar un modelo absolutista de estado porque consideró que
únicamente un estado absoluto, fuerte e indivisible podría garantizar el
mantenimiento del Estado. Además, desarrollaba una concepción muy pesimista
sobre la naturaleza humana: homo homini
lupus, es decir, el hombre es un lobo
para el hombre. A través del pacto los individuos cedían al soberano todo
su poder porque únicamente así es posible mantener el orden y la paz. Se trata
de un pacto irrevocable. Este planteamiento que defiende Hobbes no sería
recomendable que se aplicaran en nuestro mundo actual debido a la incapacidad
de nuestros políticos. ¿De verdad podemos
dar a nuestros políticos un poder absoluto en el que los ciudadanos no podamos
hacer nada? Rotundamente no.
Mejor nos vendría con los planteamientos de Locke y de Rousseau. Para Locke
los individuos a través de un pacto ceden ciertos derechos al soberano pero
éste se compromete a que los individuos puedan gozar de una vida digna y
pacífica. Pero se trata de un pacto revocable, es decir, existe el derecho de
rebelión por parte de la población en el que caso de que el soberano exceda los
límites acordado por el pacto. En esta línea se sitúa el suizo Rousseau cuyo planteamiento supone una
fundamentación del estado democrático. El contrato social auténtico es la
Voluntad General que no tiene un carácter cuantitativo, es decir no se reduce a
la mayoría, sino cualitativo: representa a todos los individuos porque cuando
nos sometemos a esa ley no obedecemos a ningún poder sino a nosotros mismos.
Los planteamientos anteriores son meramente teóricos y no prácticos,
incluso utópicos. En cualquier caso, es necesario que haya un control
consciente sobre las decisiones de nuestros políticos. Es más, siguiendo a
Hume, debemos suponer en todo momento que son unos bellacos y que en cualquier
momento pueden engañarnos. Sólo así será posible que el fundamento de nuestra
sociedad no sea la aparente bondad del gobernante, porque como bien sabemos no
todos son justos. Popper señalaba que todo gobernante puede ser criticado y que
debía existir procedimientos para que los gobernantes fueran sustituidos en
caso necesario sin derramamiento de sangre. Puede ocurrir también, que un
dirigente político no se haya enriquecido necesariamente a partir su posición
de privilegio pero sí que se haya beneficiado otra persona. En este caso el
dirigente político es igualmente culpable porque no tomó las medidas oportunas
para que eso no sucediera o, lo que es peor aun, miró hacia otro lado.
¿Qué solución tiene este cúmulo
infinito de despropósitos y de corrupciones pertenecientes a las altas esferas
políticas? Espero que el tiempo a
partir de su inevitable paso provoque nuestro olvido ante tales hechos y que se
avecine una nueva generación de políticos que se encuentren realmente
comprometidos con la ciudadanía y no tanto con el poder y el dinero. Habrá que
tener mucha paciencia para aguardar ese día.