domingo, 1 de diciembre de 2019

Terminator: Dark Fate (2019) de Tim Miller.


Estamos ante la nada más y nada menos sexta película de esa saga cinematográfica de ciencia ficción conocida como Terminador que se inició en la década de los ochenta. Ante el visionado de este filme un servidor se encuentra con sentimientos enfrentados y un cierto sabor agridulce por el resultado final de la película y lo que pudo llegar a ser y no fue. Como película de ciencia ficción y de acción nos encontramos con una cinta entretenida, con sus buenas escenas de acción y divertida. Sin embargo, teniendo en cuenta que es una continuación de la saga de Terminator con toda una mitología detrás cabría exigirle un mayor nivel. Y a decir verdad han contado con recursos suficientes para haberlo hecho mucho mejor.
La primera película de Terminator se remonta al año 1984 y fue una cinta de serie b de bajo presupuesto y protagonizada por Arnold Schwarzenneger, interpretando a un terminator T 800 y Linda Hamilton como Sarah Connor, y dirigida por el joven James Cameron que supo compensar la falta de dinero con una dirección dinámica y eficaz, además de abundantes dosis de creatividad. La cinta no tardó nada en convertirse en un clásico de la ciencia ficción de la década de los ochenta.
La segunda entrega se estrenó en el  año 1991 con el título de Judgement Day, dirigida nuevamente por James Cameron y otra vez protagonizado por Arnold Schwarzenegger y por Linda Hamilton, y con la incorporación de Edward Furlong como John Connor y Robert Patrick como el modelo de T 1000. La película en el fondo era un remake de la primera entrega pero con un mayor presupuesto. La cinta se convirtió en un clásico de la acción y ciencia ficción de los noventa. Tenía escenas de acción increíbles, humor y sentimiento, diálogos que más de uno habrá pronunciado a lo largo de su vida y grandes efectos especiales pero todo eso unido a la utilización de múltiples efectos prácticos que hacían de la película muy auténtica. La saga alcanzó la cima aquí y a partir de aquí comenzaría su decadencia. La tercera entrega, Terminator: Rise of machines nos llegó en 2003 con un Arnold Schwarzenegger en plena forma  y con Nick Stahl como John Connor y bajo la dirección de Johnatan Mostow y con las ausencias destacadas de Linda Hamilton y de Edward Furlong y con un abultadísimo presupuesto, aunque no de talento. El guión introduce el humor pero lo hace a partir de chistes sin gracia. Y la sustitución de Edward Furlong por Nick Stahl decepciona bastante. Incluso a nivel de guión porque resulta poco creíble la evolución personal de John Connor de la segunda a la tercera entrega. La película muy alejada de la calidad de la segunda parte sí que constituye un divertimiento comercial para pasar el rato, y poco más.
En el año 2008 llegó a los cines una ambiciosa continuación que se tituló Terminator Salvation, con un alto presupuesto, con dirección de MCG y protagonizado por Christian Bale y Sam Wortingthon, y con la ausencia de Arnold Schwarzenegger, aunque su imagen aparece digitalizada en una escena como recreación de un T 800. La película fue muy valiente porque nos quiso mostrar ese futuro apocalíptico y el primer encuentro entre John Connor y Kyle Reese y donde se pone de manifiesto la paradoja temporal pues el hijo es mayor que el padre. La película recibió críticas muy negativas no sólo por parte de la crítica especializada o los propios aficionados sino incluso por los mismos actores, concretamente Christian Bale que renegó de ella. Sin embargo, todas estas críticas parecen injustas porque la película abandonaba el repetitivo esquema de los viajes temporales y nos muestra la sociedad del futuro. La película estaba muy bien rodada, era divertida y con abundantes efectos prácticos que hacían que la película tuviera cierto sabor añejo.
La quinta entrega nos llegó en el año 2015 con el título Terminator Genesys, con la dirección de Alan Taylor y protagonizada por Emilia Clarke como la joven Linda Hamilton y la recuperación de Arnold Schwarzenegger como T 800. La película comienza de forma prometedora con la introducción de la versión joven de T 800 y la vuelta del T 1000, aunque sin Robert Patrick. Sin embargo, una vez pasada la sorpresa inicial la película se transforma en una inverosímil historia de viajes al pasado y al futuro sin sentido alguno y con un guión caótico y contradictorio respecto a las películas anteriores, en la que un servidor acabó sudando y con ganas de que se acabara el espectáculo. He revisado varias veces más esta cinta con la esperanza de encontrar algo que me pudiera gustar, pero todo intento fue estéril.
Y en el año 2019 llegó la hasta ahora última entrega que se tituló Terminator Dark Fate. Es una película dirigida por Tim Miller, director de Deadpool, y cuenta con la recuperación de Linda Hamilton como Sarah Connor y de Arnold Schwarzenegger como T 800 y con el protagonismo de Mackenzie Davis, Gabriel Luna y Natalia Reyes.  Los derechos de autor de Terminator vuelven a James Cameron, el creador de la mitología Terminator y el responsable de la historia y un guión escrito por hasta cuatro guionistas. Resulta sorprendente que un guión firmada por cuatro personas no fuera suficiente para justificar mejor la historia y eliminar sus muchos agujeros. La película ha contado con críticas favorables por parte de la crítica especializada pero los aficionados le han dado la espalda y ha cosechado unos números en taquilla muy discretos que con dificultad podrá generar beneficios económicos a sus productores. ¿Qué ha podido fallar? Es algo muy común en el cine actual cuando se pretende recuperar a clásicos del cine de los ochenta y de los noventa: se venden como un producto nostálgico típico de esa época cuando realmente no lo es. No es algo exclusivo de esta película sino que ha ocurrido con otras sagas como The Predator, de Shane Black, de 2018, Independence day 2: Contrataque, de Roland Emmerich, de 2016. No pasó lo mismo con las nuevas secuelas de Alien, concretamente Prometheus  de 2012y de Alien Covenant, que a pesar de ser cintas muy disfrutables fue en parte incomprendido por el público. Este tipo de película promete recuperar la esencia de las películas originales aunque adaptándola al momento presente. Pero no es cierto. El cine actual ha cambiado mucho respecto al cine de los años ochenta y noventa. En esa época cuando se realizaba una película se echaba toda la carne en el asador y se pretendía hacer lo más compleja posible. Esto sucedía con la primera de Terminator, la de Alien o Predator. Dado el éxito de estas películas se fueron rodando nuevas secuelas en los que cambiaba drásticamente respecto a la primera película, sobre todo en Alien y en Predator 2, pero también en el caso de Terminator 2 que, a pesar de que la excusa argumental de la película se repetía era una película de alto presupuestos y con efectos especiales que hasta esa época no se habían visto. Hoy en día, sin embargo, cuando se hace una película de este tipo se pretende que sea el inicio de una nueva saga cinematográfica. Esto provoca que muchos aspectos de su historia apenas se desarrollen para que puedan hacerse sucesiva películas. Esto hace que estas películas parezcan incompletas y parciales, que no desarrollan todo su potencial. Todo eso sucedió con la recuperación de las películas anteriores. Independence Day 2 se concibió como el inicio de una nueva trilogía pero al fracasar en taquilla se decidió no hacer más. Con la saga de Predator, en el año 2010 Robert Rodriguez produjo la película Predators, con un final abierto. En este caso, a pesar de que la película cosechó un notable éxito en taquilla los productores decidieron no darle continuidad y realizando una nueva película The Predator que sí fue una gran decepción tanto artístico como de taquilla. Todo esto, se ha repetido con la saga de Terminator pero con mayor intensidad. La línea argumental de Terminator Salvation fue obviado por Terminator Genesys. Finalmente, nuestra Terminator Dark Fate ignora las tres secuelas anteriores, como si no hubieran existido y se presenta como la verdadera continuación de Terminator 2, en palabras de James Cameron. Sin embargo, estas palabras no hay que tomarlas muy en serio porque ya hizo lo mismo con Terminator Genesys y resultó ésta una gran decepción por parte de los seguidores de la saga. Se nos presenta como una recuperación auténtica de la saga de Terminator cuando realmente no la respeta. Las dos primeras películas de Terminator contaban una historia donde había sentimiento, acción, momentos memorables que se quedaron grabados en nuestra memoria. Y nada de esto ocurre con la película que nos ocupa. Nuestro Terminator: Dark Fate se aleja de todo ello y parece seguir la línea de otras sagas cinematográficas actuales como Transformers,  Fast and Furious y, por supuesto Los vengadores: grandes efectos especiales con ordenador, pocos efectos prácticos y todo ello provoca una cierta despersonalización de la pantalla porque ocurre todo a tanta velocidad que al espectador le resultado complicado seguirlo y provoca que desconecte. Pero no sólo esto sino también a nivel de historia. El supuesto anzuelo de la película fue seguramente la recuperación de los personajes clásicos de Linda Hamilton y de Arnold Schwarzenegger y esto supuestamente hace disparar el efecto nostálgico. Sin embargo, la propia historia los anula. La escena inicial con el que arranca nuestra película supone que la presencia de Sarah Connor ya no sea necesaria. Igual ocurre con Arnold Schwarzenegger  en su papel de T 800 que es secundario. Aparece ya bastante avanzado el metraje y su justificación, como seguidor de la saga de Terminator, es ridículo. ¿De verdad que los cuatro guionistas sean incapaces de cuadrar la historia y dotarle un poco de coherencia y verosimilitud? Los nuevos actores Mackenzie Davies y Gabriel Luna hacen buenos papeles, aunque no tanto el de Natalia Reyes que no convence en el papel que interpreta.
Por tanto, la conclusión, es que la película como vehículo de acción y de ciencia ficción es entretenida y no aburre pero el desarrollo de la historia es decepcionante para ser una secuela directa de Terminator 2. ¿De verdad que un presupuesto estimado de 185 millones de dólares, sin contar los gastos de promoción y publicidad no daba para mucho más? Espero que en revisiones posteriores de la película pueda al menos cambiar mi opinión sobre ella y mejorar un poco su valoración. Al visionar la cinta uno acaba con la sensación de que James Cameron supo apartarse sabiamente de esta saga, desvinculándose de las secuelas a partir de la tercera entrega. Supo comprender que la historia de los terminators venidos del futuro no daba para más de las dos primeras películas. Aunque siga siendo productor y responsable de la historia de esta última entrega, indudablemente ésta no es su película, sino la de Tim Miller. Los seguidores de la saga seguirán con la esperanza de resucitar estos personajes en el futuro pero dentro de una película que esté a la altura.