viernes, 27 de diciembre de 2019

El jurado popular.

fotograma de 12 hombres sin piedad (1957), de Sidney Lumet. 

¿El jurado popular es un mecanismo eficaz hoy en día en la resolución de delitos? ¿Cuál es su propósito? El jurado popular es consecuencia en gran medida de una tendencia a la democratización de la justicia y no es un fenómeno especialmente reciente. Es una institución al menos controvertida que los fundadores de la Constitución democrática de 1978 decidieron plasmar en su legislación. En dicha Carta Magna, en su artículo 125, afirma que los ciudadanos podrán ejercer la acción popular y participar en la institución de la política mediante la institución del jurado, en la forma y con respecto a esos procesos penales que la ley determine.
Un jurado popular tendría como cometido inicial evitar posibles abusos provenientes de las altas esferas de la justicia tan frecuentemente politizados por los poderes estatales. Dependiendo de la época el tribunal popular ha tenido mayor o menor protagonismo.  En su implantación inicial a este país era considerado clasista pues sus miembros solían ser los mayores contribuyentes municipales, el maestro de mayor antigüedad, es decir, no estaba abierto a cualquier persona que sea mayor de edad y que sea leer y escribir. Los delitos que pueden ser objeto de deliberación por parte de un jurado popular tienen que ver con asesinatos, homicidios, allanamiento de morada, ayuda para el suicidio, omisión del deber del socorro, y los de corrupción
¿Cómo está funcionando la instrucción del jurado popular en España? Los jurados populares condenan aproximadamente un 89 % de los condenados, que es superior a los magistrados. Igualmente El número de veredictos rechazados emitidos por un jurado popular es inferior al número de veredictos rechazados por un tribunal superior. Con estos datos, parece que a priori los jurados populares funcionan muy bien.
¿Estamos capacitados los ciudadanos ordinarios para proporcionar fallos tan delicados de la justicia? ¿Se hace adecuadamente en España? ¿Se deben asesorar a los jurados populares con magistrados?
Recientemente el jurado popular elegido para juzgar el caso de Diana Quer, la joven asesinada por José Enrique Abuín Gey, conocido como El Chicle, tras una tarde y dos días completos de deliberación y tras alcanzar un consenso suficiente, no supieron plasmar su decisión de manera precisa. Tal era el número de incoherencias y deficiencias que hacía imposible darla por válida. Tuvo que ser revisada concienzudamente para subsanar todos sus problemas detectados y mejorar la fundamentación jurídica del texto. Una cuestión fundamental que nos planteamos sería: ¿cómo puede un ciudadano sin formación ni preparación juzgar asuntos tan importantes como pronunciarse acerca de la inocencia de una persona u otra? Además, ¿qué criterios de selección se han tenido en cuenta al elaborar un jurado popular en España? Ninguno.
¿Qué utilidad tiene el jurado popular? Podríamos suponer que para evitar sentencias judiciales bochornosas y alejadas del sentido común tal como sale alguna vez por los medios de comunicación. Desde esta perspectiva pensaríamos que el escaso sentido común que atesoran muchos de nuestros legisladores y jueces quedaría arreglado, al menos parcialmente, por la sapiencia del jurado popular.
¿Por qué tienen los ciudadanos perder su tiempo, incluso meses, estar apartados de sus trabajos y quehaceres ordinarias costando dinero a la justicia y teniendo que fallar sobre asuntos que no conoce con suficiencia?
Imagínese usted que por sorteo un ciudadano cualquiera, con independencia de su formación y profesión tuviera que acudir a un instituto de enseñanza a impartir una materia, ya sea Filosofía, Matemáticas o Física y Química. ¿No sería un contrasentido que esos ciudadanos ocuparan cargos que no necesariamente han de tener formación o si la tienen ha sido por mera casualidad? Me puedo imaginar un ciudadano medio sin formación específica en el campo de la filosofía intentando explicar el pensamiento político de Kant. Me lo puedo imaginar antes de iniciar la clase, justo antes de cruzar la puerta del aula con aspecto nervioso. Justo antes de empezar no le salen las palabras, tartamudea ante las primeras palabras. Intenta improvisar un discurso lo más coherente posible pero sin éxito. Los alumnos alborotan y hablan entre sí. Algunos se han levantado de su asiento. Y nuestro novel profesor no se encuentra capacitado para hacerse con las riendas de la clase. Es enteramente manifiesto que carece de los recursos y de la preparación psicológica, ya no solo académica. ¿Podría usted imaginar a un ciudadano sin formación teniendo que valorar la acción de un asesino?
Muchos de los casos que ha de atender el jurado popular tienen un fuerte componente mediático, de modo que a veces les resultará muy complicado sustraerse a las opiniones procedentes del resto de la ciudadanía, de los familiares, de amigos y de los medios de comunicación. Esto provoca irremediablemente que muchos de los acusados no se les respeten su presunción de inocencia sino que llegan condenados previamente al juicio. Ésta constituye otra de las principales dificultes del jurado popular. Los profesionales de los medios de comunicación conocen todo tipo de técnica que hacen posible orientar la opinión pública hacia una dirección u otra, y eso repercute indudablemente en la opinión de los miembros del jurado popular A su vez, lo que tienen posibilidades de dirigir la opinión de la prensa y de los medios de comunicación son los poderosos, lo que mueven los hilos del poder.
¿Eso ocurriría en el caso de los magistrados a los que suponemos una amplia experiencia? Parecería que el magistrado experimentado estaría más habituado a afrontar situaciones de ese tipo, tendría mayor dominio de sí mismo, además de mayor capacidad de aislarse de las presiones. Sin embargo, que tenga más experiencia no significa que no se encuentre sometido a las mismas dificultades y que frecuencia también se dejen influenciar por la presión mediática.
¿Qué soluciones se podrían proponer para superar las críticas que se realizan al funcionamiento y proceso del jurado popular? En principio podríamos pensar que se hace necesaria una reforma del jurado popular mediante la elaboración de un tribunal mixto. Así, sus componentes podrían estar  asesorados desde el inicio del juicio por un especialista: se encargaría de aclarar las terminología y aquellas partes del procedimiento que una persona no especialista no conocería. Supondría un pequeño avance, aunque no suficiente ni realmente eficaz. Regresando a  nuestro ejemplo anterior, el profesor novel tendría que ser adiestrado durante meses por los mismos profesores profesionales con el objetivo de formarlo lo máximamente posible. Me imagino a nuestro profesor novel suspirando ante la realización de un trabajo que ni domina ni le gusta, abandonando sus tareas profesionales y domésticas y preguntándose constantemente ¿por qué a mí?
¿No es cierto que cuando el Estado al convocar oposiciones sobre cualquier sector, ya sea la educación, la justicia o la sanidad no tiene otro objetivo que seleccionar los mejores candidatos a partir de diversos criterios y mediante la realización de distintas pruebas objetivas?
Dirán muchos de ustedes que el ejercicio de la ciudadanía no es solo tener derechos sino también deberes y obligaciones. Del mismo modo que el ciudadano con mayoría de edad tiene el deber cívico de votar un domingo o pertenecer a las mesas de votación, tendríamos el deber de integrar un jurado popular cuando nos haya tocado por sorteo. Pero, me pregunto lo siguiente: ¿es verdad equiparable el deber de ejercer la ciudadanía mediante votación que ser miembro de un jurado popular?
De lo anterior podemos concluir que el jurado popular es un despropósito desde un punto no sólo jurídico sino moral. Si ya los estudiosos y especialistas del derecho emiten veredictos y sentencias que el ciudadano no especialista percibe como un sinsentido, ¿qué podríamos esperar de los miembros de un jurado popular? Estoy seguro que como mínimo no van a mejorar los resultados. Quizás pudiéramos fantasear ante la posibilidad de que los jueces y demás especialistas del derecho están muy contaminados ya por el estudio de la ley y que este cúmulo de información les impide alcanzar la verdad. En oposición, el ciudadano no especialista en cuestiones jurídicas, al modo del buen salvaje de Rousseau, tendría la mente tan despejado que le permitiría alcanzar la verdad mediante una intuición clara y precisa. Pero ésta es una idea insostenible, demasiada ingenua y un poco romántica. No podemos permitir que unas personas que no saben de nada puedan juzgar hechos como un robo, un asesinato por encima que otras personas que tienen una preparación suficiente. La justicia debe ser administrada por profesionales y especialistas del derecho que han estudiado las leyes desde años. ¿Estas personas serán objetivos y neutrales en el ejercicio de su trabajo y en la emisión de sentencias y de veredictos? No necesariamente, pero como todo lo humano. Es necesario que nuestros jueces sean objetivos e imparciales y que no se encuentren influenciados por las altas esferas. Sin embargo, es muy habitual que los jueces sean unos meros muñecos de los gobiernos existentes y puestos a dedo por los políticos de turno o de su signo.
¿Cómo podemos ejercer la democracia? ¿Un país es más democrático por el hecho  de que cualquier individuo pueda participar y tomar decisiones sobre todo tipo de asuntos, incluso de aquellos en los que no tiene una formación concreta?
De ninguna manera nos sentimos más democráticos por opinar sobre asuntos que trascienden nuestros conocimientos. En las elecciones democráticas el ciudadano participa y delega en ciertas personas, que se agrupan en torno a partidos, la realización de ciertas tareas que posibilitan la convivencia de un país. Otra cuestión distinta sería si lo hacen bien o mal. Debemos preguntarnos como ciudadanos qué queremos realmente: ¿Queremos personas preparadas para que tomen decisiones sobre asuntos importantes o queremos que todas las personas participen de ello? ¿Están capacitados todos los ciudadanos a tomar decisiones sobre cualquier asunto? Lo que quiere la ciudadanía son individuos capacitados y competentes para la realización de sus funciones lo más brillantemente posible. Obviamente no todos podemos realizar de forma adecuada todas las funciones.

viernes, 20 de diciembre de 2019

Crítica de El Irlandés, de Martin Scorsese.


La crítica posee comentarios que revelan aspectos centrales del argumente de la película objeto de crítica. Estamos ante la última película dirigida por Martin Scorsese y protagonizado por un reparto de campanillas con Robert De Niro, Al Pacino, Joe Pescie, Harvey Keitel, Ray Romano, Ana Paquin y Stephen Graham. El guión está escrito por Steven Zaillian que adapta el libro I heard you paint houses, de Charles Brandt, ex fiscal, cuyo título al castellano fue Jimmy Hoffa. Caso Cerrado, en el que desvela supuestamente el misterio en torno a la desaparición  de Jimmy Hoffa en 1975. El título original del libro  se refiere en código mafioso a alguien dispuesto a matar por encargo, es decir, un sicario o un mercenario que al matar a su víctima manchaba la pared de sangre. En la película se muestra esta expresión en el primer encuentro vía telefónica entre Fran Sheeran el irlandés y Hoffa.
En 1982, siete años después de la desaparición de Jimmy Hoffa, el FBI lo declara muerto. Finalmente en 2002 el FBI cierra de manera definitiva el caso. La teoría aceptada muestra que Jimmy Hoffa fue asesinado por la mafia ante el temor de revelar altos secretos ante la justicia y comprometerlos. El libro en que se basa la película recoge el testimonio de Frank Sheeran el irlandés que, en los últimos días de su vida, se atribuyó ser el autor material de la muerte de Hoffa, además de otros asesinatos como el de mafioso Joe Gallo. En cualquier caso, muchos investigadores cuestionan su versión y el FBI nunca lo catalogó como verdadero responsable. Martin Scorsese declaró al respecto que a la hora de filmar la película no le interesó tanto mostrar la verdad del hecho sino describir ese mundo de personajes, cómo se comportan y se relacionan entre sí.
La figura del sindicalista Jimmy Hoffa fue llevado al cine en 1992 con Hoffa: un pulso al poder del año 1992, dirigida por Danny de Vito y protagonizada por Jack Nicholson, con guión de David Mamet. Sylvester Stallone escribió con Joe Eszterhas y protagonizó en 1978 la película Símbolo de fuerza, dirigida por Norman Jewison sobre un líder sindicalista inspirado en la figura de Jimmy Hoffa.
Respecto a la película que nos ocupa, ninguna de las productoras tradicionales quiso financiar la cinta que nos ocupa. Inicialmente fue Paromount Pictures la compañía encargada de producirla, sin embargo, debido al incremento desmesurado del presupuesto en más de cien millones, dinero dedicado sobre todo al rejuvenecimiento de los actores, se desentendió del proyecto. Finalmente Netflix logró adquirir los derechos y aportó el dinero para que la película pudiera visionarse en sus plataformas previo paso por unos pocos cines. El presupuesto final de la cinta es de aproximadamente 150 millones de dólares, es decir, un presupuesto típico de grandes producciones como Stars War o las películas de superhéroes como Los vengadores. Se trata, por tanto, de la primera película de Martin Scorsese para Netflix a pesar de su oposición a ver cine en la pantalla pequeña. De todas formas, es inaudito que un trabajo de Scorsese como El Irlandés no pueda ser disfrutado por todos en pantalla grande que es como debería ser. Su lanzamiento limitado en pocos cines es con la intención de poder competir en la carrera de los Oscars del próximo año. Igual ocurrió este año con la película Roma de Alfonso Cuarón. Hay quienes afirman que la película de El irlandés puede ser visionada en partes, al modo de una serie de televisión, pero Scorsese, con buen criterio, en algunas entrevistas considera que su película ha sido hecha para ser disfrutada en su totalidad en un solo visionado.
La película retrata la vida de Frank Sheeran el irlandés, papel que interpreta Robert de Niro, un asesino a sueldo del clan dirigido por Russell Bufalino. Frank Sheeran acabó convirtiéndose en guardaespaldas y finalmente amigo de Jimmy Hoffa.  Fue un veterano de la Segunda Guerra Mundial enviado a Italia, lugar donde adquirió habilidades necesarias para matar. Al volver de Europa, una vez acabado su periplo en la guerra, trabajó como camionero transportando carnes. A partir de un encuentro casual con el líder mafioso Russell Bufalino, papel que interpreta Joe Pesci, comenzará su carrera como asesino para la mafia. Es digno de señalar que,entre las grandes interpretaciones de la cinta, a Joe Pesci: desarrolla una interpretación serena, pausada y reflexiva que nos recuerda al Vito Corleone de Marlon Brando de la película El Padrino de año 1972 y al Vito Corleone de Robert de Niro de la película El Padrino II de 1974. A su vez contrasta con la acelerada e impulsiva interpretación en otras películas de Martin Scorsese como Uno de los nuestros, donde obtuvo el oscar al mejor actor secundario y en Casino.
Con el paso del tiempo trabaría amistad con Jimmy Hoffa, papel que interpreta Al Pacino, y sobre el que recae gran parte del interés de la trama. Fue un líder sindicalista de los camioneros en EEUU durante la década de los cincuenta y sesenta. En la cinta se afirma que fue tan famoso como Elvis Presley en la década de los cincuenta y como The Beatles en los sesenta. Tal fue su carisma que pudo ganarse el favor de los trabajadores, contando con más de un millón de afiliados. Sin embargo, en ocasiones empleó en ocasiones medidas violentas como extorsiones. Tuvo muy mala relación con la familia Kennedy. De hecho, Bobby Kennedy, hermano de John Kennedy, inició su carrera pública con el propósito de encarcelar a Jimmy Hoffa, combatiendo la corrupción y a los mafiosos de los partidos sindicalistas. En la cinta se afirma que el partido de Kennedy fue financiado en las elecciones con dinero procedente del sindicato de Hoffa. Sin embargo, contrariamente a lo que podríamos pensar, posteriormente la familia Kennedy combatió a los mismos que les ayudó a alcanzar el poder. En el año 1967 fue condenado pero fue indultado en 1971 por el presidente Richard Nixon con la condición de no volver a controlar el sindicato. Sin embargo, tal como se ve en la película Jimmy Hoffa quiso volver a ser el líder del sindicato. Sin embargo, ya no contó ni con el apoya de sus antiguos compañeros ni de los líderes de la mafia. Finalmente, en el año 1975 Jimmy Hoffa desapareció y nunca más se volvió a saber de él con certeza, a no ser por simples conjeturas.
Peggy, papel que interpreta Anna Paquin, es la hija de Frank Sheeran y es un personaje absolutamente clave, de modo especial para comprender el sentido de la película y las motivaciones de sus protagonistas. Este papel ha sido criticado curiosamente por el poco diálogo que tiene y no han sabido ver que lo grandioso de su actuación es la mirada desaprobatoria y severa sobre su padre.
La película destila talento cinematográfico en cada uno de sus fotogramas, además de un gran aroma a cine clásico, un tipo de cine que hoy en día no se hace. Desde el inicio el buen aficionado identifica los rasgos característicos del cine de Scorsese, la voz en off del protagonista, una gran banda sonora con canciones de los años sesenta y setenta, las largas secuencias en las que la cámara sigue a sus personajes o recorre un amplio espacio, el uso de la violencia, el crudo pero romántico retrato a los mafiosos y su dudosa moralidad. Contrariamente a lo que podíamos imaginar, este retrato crepuscular de la mafia tiene más puntos de convergencia con la película Érase una vez en América, de Sergio Leone y protagonizada precisamente por Robert De Niro que con las clásicas de Martin Scorsese de Malas Calles, Uno de los nuestros, Casino o Inflitrados. Si bien es cierto que El irlandés atesora mucha violencia, tales como las películas antes señaladas tiene un tono crepuscular y nostálgico que la hace distinta y nos lleva a un terreno que recuerda a la cinta de Sergio Leone. Hay violencia y muertes pero sobre todo miradas y silencios. Incluso también podemos encontrar analogías con Una historia del Bronx, de 1995 y El Buen Pastor de 2006, ambas dirigidas por Robert De Niro. Si estamos atentos la película presenta numerosas reminiscencias de la película El Padrino de Francis Ford Coppola. El asesinato de Joe Gallo a manos de El irlandés, en una cena en un restaurante cuando celebraba su cuarenta y tres cumpleaños nos recuerda a esa escena de El Padrino en el que Michael Corleone asesina a sangre fría a un líder mafioso y a un policía corrupto. Hay otra cena en la que Frank Sheeran y Russell Bufalino cenaban y suena una melodía muy parecida a la de El Padrino. Además, la cinta incluye en sus películas elementos religiosos, en concreto asistimos a un par de escenas donde los mafiosos mojan el pan en el vino en una especie de comunión.
El guión está firmado por Steven Zaillian  con gran mérito pues se trata de un libro no fácil de adaptar debido a sus flashbacks temporales, los numerosos personajes y situaciones, Se trata de una amalgama de historias entrelazadas y de personajes que si el espectador debe estar atento  a cada momento para no perder el hilos argumental. Pero, independientemente de la veracidad o no de la historia que cuenta, es un testimonio y reflejo de una época que abarca desde la década de los cuarenta hasta los primeros años del 2000, con la muerte de Frank Sheeran el irlandés. La película muestra el vínculo de Hoffa con la mafia, su animadversión con la familia Kennedy, tanto con el presidente John Kennedy como con el fiscal Bobby Kennedy, la simpatía de Hoffa por Richard Nixon. Muchos acontecimientos de la cinta son harto discutibles por los estudiosos e historiadores, por ejemplo, una escena muestra a Frank Sheeran el irlandés transportando armas en su camión para cubanos entrenados por la CIA con el fin acabar con Fidel Castro.
Efectivamente, la cinta posee una duración de tres horas y veintinueve minutos que lo convierte en la de mayor duración de la filmografía de Scorsese. Algún productor atento debería haber vigilado el trabajo del director para que centrase la atención de la trama en algún aspecto concreto y no tratar un abanico tan amplio de temas. Éste es el principal defecto de la cinta y en el que caía también Tarantino en la película de Érase una vez en Hollywood alcanzando un final que ya habíamos visto en Los odiosos ocho.
La película gravita sobre varios temas por los que no acaba tomando partido por ninguno de ellos en ningún momento. En este sentido la película se hace dispersa narrativamente, abriendo vías narrativas que no conducen a ningún sitio. En principio, podría definirse la película como una historia clásica de la mafia con todos sus elementos de violencia y de venganza. Pero va más allá y trata sobre la amistad y la traición. Pero también sobre el perdón, la familia y a modo de apunte la infidelidad. El espectador despistado no sabrá hacia dónde quiere llevarnos Martin Scorsese que no será sino la historia de Frank Sheeran el irlandés  y su relación con Jimmy Hoffa. Sin embargo, tal como hemos señalado antes, tal es el número de temas tratados que acaba por desviar la atención de esa historia principal como la muerte de Kennedy o el deseo de Hoffa por recuperar el poder, que finalmente acaban resultando  irrelevantes en la historia que nos cuenta. Por tanto, para el espectado exigente faltó profundizar más la relación entre Frank Sheeran y Jimmy Hoffa pues se supone que debería ser el centro emocional de la película. Y se trata de una cuestión ética profunda: Frank Sheeran el irlandés tiene que matar a su amigo Jimmy Hoffa por orden de sus superiores mafiosos, acción que iba en contra de los dictados de su conciencia. De esta acción acaba derivándose una serie de consecuencias que afecta al entorno más próximo del protagonista. FranK Sheeran racionaliza su trabajo comparándolo con la guerra: simplemente hizo el trabajo que le pidieron. Es tal su frialdad que, cuando se confiesa ante el cura al final de la cinta no presenta síntoma alguno de arrepentimiento aludiendo a que no conocía a las familias de las víctimas. Sin embargo, Frank Sheeran si que acaba arrepintiéndose de la llamada que realizó después del asesinato a la mujer de Jimmy Hoffa preguntándose: ¿Qué clase de persona hace una llamada así?  El momento clave sin duda es el asesinato de Jimmy Hoffa y el espectador no siente esa angustia ni conmoción debido a que no se le ha dado fuerza suficiente a esa relación. 
Tampoco aparece desarrollado la relación entre Jimmy Hoffa y Peggy. Martin Scorsese lo resuelva a través de un montaje rápido de imágenes con una voz en off. El espectador pide dos o más escenas en los que se explicara mejor esa relación que nace entre los dos. No es asunto baladí porque la fuerza dramática y emocional de la película depende de esta misma relación. Si lo comparamos con Uno de los nuestros descubrimos también una multitud de personajes, pero sí que había una línea narrativa más definida en torno a la frase que interpreta el personaje de Ray Liotta justo al comienzo con la frase Desde que tuve uso de razón siempre quise ser un gangster. Esto hace que el espectador se interese a lo largo de esa película por el personaje  interpretado por Ray Liotta y por los mil avatares que sufre, aún habiendo diversos personajes y situaciones sin perder el foco narrativo. En la película de El Irlandés la narración se dispersa: al principio parece que la película se centraría en la relación entre Frank Sheeran y Russell Buffalino. Justo a mitad de la película aparece Jimmy Hoffa y la película se centra en la relación entre Frank Sheeran y el mismo Hoffa. Incluso, en esta parte Al Pacino es más protagonista de la película que Robert De Niro.
También habría sido positivo para la narración de la película un mayor detenimiento en torno a los flashback en la guerra de Frank Sheeran pues es en este ámbito donde nuestro protagonista aprende las habilidades necesarias que lo convertirán en un asesino. Hay simples apuntes pero sin el mínimo desarrollo.
Otro aspecto que echo de menos en la cinta de manera particular es la ausencia del gran Ricardo Solans, excelente doblador que a lo largo de su vida ha prestado su voz a grandes mitos como Robert de Niro o Al Pacino, y que hubiera sido un gran detalle por parte de los creadores de la cinta el incluirlo en el reparto. Este aspecto no sólo habría aumentado la calidad de la película, si es que se puede sino un gran guiño para los admiradores de estos dos grandes actores. Independientemente de ello, los dobladores de la película cumplen perfectamente en su cometido.
Destacamos la reflexión final de la película. En otras películas sobre la mafia como Malas Calles, Uno de los nuestros o Casino Scorsese reflexionaba sobre el mundo del gangster y de su violencia circundante. En ésta reflexiona sobre el destino final de estos mafiosos. Justamente es lo mismo que hacía Francis Ford Coppola con El Padrino III de 1990: Michael Corleone tiene una relación complicada con su mujer y sus hijos, siendo su castigo, al igual que Frank Sheeran, no la muerte violenta sino contemplar cómo mueren a todos aquéllos a los que ama. Es elocuente una escena de la película que nos ocupa en que Frank Sheeran y Russell Bufalino dialogan mientras que Peggy juega a los bolos. Russell comenta a Frank Sheeran que percibe cierta incomodidad de su hija respecto a ellos, como si le tuviera miedo. Esta actitud contrasta con la que Peggy mantiene con Jimmy Hoffa al que le acoge cariño y respeto. Será la desaparición de Jimmy Hoffa la que constituye el desencadenante de la ruptura definitiva entre Peggy y su padre Frank Sheeran. Al final de la cinta se ve como Frank Sheeran intenta hablar con Peggy cuando ésta se encontraba trabajando y cómo  ésta al darse cuenta se marcha. A continuación Frank Sheeran habla con su otra hija y ésta le comenta que a veces no le contaba las cosas porque sabían que iba a reaccionar con violencia
Un aspecto a destacar de la película, y que trasciende el valor cinematográfico de la cinta, serían los efectos especiales de rejuvenecimiento de los actores. Esta nueva tecnología abre nuevas posibilidades en el mundo del cine, no sólo para rejuvenecer a los personajes con en el caso de esta película, u otros casos como Robert Downey Jr. en Los vengadores, Kurt Russell en los Guardianes de la galaxia 2 o Patrick Stewart dentro de la saga de X Men, sino directamente resucitarlo. De este modo, actores que murieron pueden seguir trabajando haciendo nuevas películas siempre y cuando cuente con el consentimiento previo de sus familiares. Todo buen aficionado al cine, y en particular del cine de Scorsese, supone un placer cinéfilo ver otra vez a estos grandes actores rejuvenecidos. Parece que el cine ya tiene su arma para combatir el paso del tiempo. El rejuvenecimiento de los actores está realizado de modo sobresaliente y, es cierto, que al espectador puede resultarle llamativo cuando lo ve por primera vez. Sin embargo, tan grande es la historia que cuenta la cinta que se acostumbra rápidamente. Ha habido comentarios que critican este efecto especial respecto a los movimientos de Robert de Niro de joven afirmando que son más propios de una persona de setenta y seis años.
El irlandés es, a pesar de los aspectos que hemos señalado, una cinta altamente recomendable para todo aficionado al cine. Se recupera el sabor del mejor cine clásico y unos actores realmente maravillosos y que requiere de nuevas revisiones. Aunque no alcance la maestría de otros trabajos del director como Taxi Driver, Toro Salvaje o Uno de los nuestros, seguro que el paso del tiempo lo convertirá en un clásico de la historia del cine.


viernes, 13 de diciembre de 2019

Tu luz me ilumina desde el firmamento.


Mi querida abuela, eras como una luz que iluminaba este mundo hasta ese día en que tu corazón se apagó y te marchaste para siempre. Te fuiste lentamente, casi sin avisar. Tenías un corazón demasiado grande para este mundo. Quiero que estas palabras lleguen a ti porque no te hablo yo sino mi corazón. Sé, que ni siquiera habría sido necesario escribir estas palabras porque tú con una simple mirada ya adivinaba todo lo que acontecía en mí interior.
Te fuiste tal día como hoy de hace pocos años debido a esa maldita enfermedad que tanto odié, y que poco a poco te fue mermando hasta lograr privar a tus seres queridos de la luz que irradiaba tu presencia. Recuerdo  la última vez que te vi. Era finales de agosto y, como era habitual en mí, antes de incorporarme a mi centro de trabajo en Septiembre fui a tu casa para despedirme de ti. Me despedí de ti con un beso y un fuerte abrazo, como solía hacerlo siempre. Sin embargo, ¿Sabes mi muy querida abuela que supe en ese momento que ya no te volvería a ver más? Tuve ese presentimiento, como un pensamiento claro y preciso, no como una mera intuición u ocurrencia sino como una certeza absoluta e indudable. Debido al desarrollo de esa maldita enfermedad que tenías permaneciste impasible sin articular palabra. ¡Cuánto me habría gustado decirte en ese momento lo importante que fuiste en mi vida y que yo no quería que te marcharas nunca! Cuando cogía el autobús lo pensé detenidamente de nuevo e incluso tuve la tentación de bajarme para volver a verte y decirte lo mucho que te había querido y que siempre fuiste el mejor ejemplo que tuve en vida. Pero no lo hice. Ese pensamiento me abandonó y como ocurre siempre, me sumergí en la vorágine de la vida y en sus rutinas y continúe mi camino. Hasta que tal día como hoy de hace pocos años mi madre me llamó para decirme que te habías ido. De verdad querida abuela, desde que te fuiste el mundo se convirtió en un lugar menos humano, más oscuro, triste y sombrío, perdiendo gran parte de su encanto. Y no puede ser para menos, porque sin ti el mundo ha perdido esa sonrisa tan tuya que irradiaba de vida y de luz todo lo que te rodeaba.
Querida abuela, eras una persona discreta, valiente, luchadora y cuando tenías un problema te lo guardabas para ti y no querías que ninguno de tus seres queridos se enteraran para evitarles cualquier sufrimiento.
Ya sé mi querida abuela que todos nos vamos tarde o temprano de este mundo, pero es ¡tan difícil de aceptar que una persona tan maravillosa como tú se marchara! Pedí un permiso y volví a casa. No fui a tu funeral porque me negaba a verte sin vida. Para mí hubiera sido un dolor muy fuerte e inasumible.  Además, en estas ocasiones siempre aparecen las personas que en los momentos importantes no estuvieron presentes, personas a los que apenas tuve contacto en mi vida cotidiana y que ni siquiera conocía. No soy partícipe de esa hipocresía. Creen que asistiendo a tu funeral ya te pueden mirar por encima del hombro sobre una falsa autoridad moral. Son como las ratas que abandonan el barco cuando éste se va hundiendo. Para mí no significan nada.
Querida abuela, mucha gente cuando habla sobre las personas que no están suelen hacerlo con cierta condescendencia moral. Piensan ingenuamente cuán afortunados son porque siguen con vida y sienten lástima por los que se fueron porque el proyecto de su vida quedó truncado. Pero se equivocan de manera irremediable, en el fondo todos somos igualmente víctimas ya que todos morimos, unos antes y otros después porque el paso de tiempo es inexorable. Nuestras vidas son los ríos que van a dar en el mar, que es el morir, señalaba Jorge Manrique. En el fondo, todos somos una misma persona, elementos de un mismo ser al que retornamos finalmente. En mi caso, siento mayor admiración por aquellas personas que no están porque han dado ese paso hacia la muerte que ninguno de los vivos pueden dar y que a todos genera miedo, incertidumbre o desasosiego. La muerte supone el cierre definitivo de todas las aspiraciones o metas que pudiéramos tener, pero hay que aceptarlo. ¿Cómo si no podremos darnos cuenta del milagro que supone la vida? ¿Cómo si no podemos apreciar la llegada de la primavera y del verano sin antes no hemos pasado por un largo y frío invierno?
¿Cómo me ha ido la vida desde que te fuiste? Me ha ido bien porque siempre luché por aquello en lo que creía y que consideraba correcto y me importaba. Poco me importaba lo que otros pudieran decir de mí o criticar pues para mí ellos son nada. También puedo decirte que soy muy feliz pero esa felicidad nunca podrá ser completa cuando tú no puedes ser partícipe de ella. Ha llegado un momento en la vida en la que soy joven pero también he vivido mucho y tengo algunas cicatrices en el alma que me acompañarán siempre. Si he tenido problemas en mi vida siempre los he entendido como pruebas cuya superación me han ayudado a mejorar. Quizás haya perdido un poco de esa fuerza vital propia de los jóvenes ingenuos. Cuando empiezas a abrirte camino por la vida tienes una fuerza sobrenatural que haces que luches por todo y contra todos y te rebeles contra aquello que consideras injusto. Y si a esto se le une el orgullo de la juventud, algo que siempre me ha caracterizado, la vida puede darte fuertes golpes. Pero no por ello has de desistir sino que es necesario seguir adelante. Lo importante no son las veces que caes a la lona, diría un boxeador, sino las veces que te levantes.  En este momento de mi vida se caracteriza por la calma y el sosiego, ambos necesarios para ser feliz, para disfrutar de una vida plena y vivir cada momento como si fuera el último. He encontrado mi lugar en el mundo, pero, cómo bien me decías de niño, eso nunca fue tarea sencilla. Uno aprende que en la vida nada permanece igual en el tiempo y ese elemento de descontrol y arbitrariedad hay que asumirlo. Aprenderlo me ha costado muchas decepciones, además de lágrimas amargas. Como decía Nietzsche, lo que no nos mata nos hace más fuerte.
 ¡Cuán necesario es tener en la vida buenos maestros y referentes que te sirvan de ejemplo! Y yo tuve el mejor ejemplo de todos: tú.  Sin embargo, a medida que avanza mi vida y se incrementa mi experiencia, uno aprende, querida abuela, que llega un momento en el que los referentes dejan de ser estrictamente necesarios porque tú mismo eres ya un referente para otras personas. Es cierto también que nunca dejamos de aprender. Pero cuando te conviertes en referente de las personas que más quieres es necesario tener buen temple, tranquilidad y calma, aunque interiormente la situación sea de miedo o incertidumbre. Cuando eres más joven y no tienes nada que perder no puedes darte cuenta de ello. Y sí la vida me ha hecho daño, como dije más arriba, siempre lo he entendido como un paso más dentro de mi aprendizaje vital. Pero ningún dolor será suficiente para que mis seres queridos dejen de ser felices. ¡Cuánto me habría gustado que hubieses conocido a las nuevas personas que han ido incorporándose a mi vida y a mi familia!
Querida abuela, en mi vida han aparecido gentes de todo tipo: gentes que me han aportado mucho, gentes totalmente indiferentes, personas que me han hecho daño, y que me arrepiento mucho de haber estado con ellos, o personas que simplemente te han fallado en momentos claves de la vida. Pienso que nadie puede sentirse decepcionado ante nadie, sólo aquél que espera algo de alguien puede sentirse decepcionado. En el fondo, el mundo es como es y sucede como sucede. No puede ser como nos gustaría que fuese. Tú me enseñaste, al modo del ejemplo que me diste en vida, a dar sin esperar nada a cambio. ¡Cuánta hipocresía hay en el mundo! ¿Verdad, querida abuela? Hay muchos que dan con la firme intención de que en el futuro en situaciones parecidas se les dé en la misma medida. Pero el mundo no funciona así y las personas hacen lo que quieren hacer. Tú sólo puedes controlar los límites de tu cuerpo y las decisiones que tomes en cada momento.  Es estúpido esperar algo de alguien, aunque sea de la persona más querida que te puedas encontrar.
¿Recuerdas abuela como me encantaba llamarte Alegría? Te llamaba así porque estabas hecha de puro amor e irradiabas de luz y color por donde ibas pisando. Eras de esas personas que dejan huella en la vida y permanecen en el  recuerdo de todos. De entre las muchas virtudes que tenías, había una importante: hacías mejores a los demás. Pienso que aquellas personas que pasan por la vida sin hacer mejor a la gente que le rodea, ¿de qué les vale? Viven una vida de engaño y apariencia. Sin embargo, querida abuela, dejabas la sensación de que cuando estás contigo las cosas sólo saldrían bien.
Gracias querida abuela por ser un ejemplo para todos a lo largo de tu maravillosa vida, y para mí de manera particular. Te sacrificaste por los demás y diste sin esperar nada a cambio sino por pura gratitud y amor. Y es eso, precisamente lo que hace que una vida sea digna de ser vivida. ¡Si yo te dijera, querida abuela, la gente que hay en este mundo que intenta aprovecharse de los demás de manera ingrata!  Gracias abuela por  ayudar a mis padres en todo tipo de situaciones, por ayudarme a encontrar mi lugar en este mundo,  por apoyarme y estar siempre cuando te necesité y por, sobre todo, quererme tanto.
Desde hace mucho tiempo tenía la ilusión de volver a verte en el lugar donde descansas. ¡Y no te creas que fue fácil para mí!  En primer lugar, porque cuando un ser tan querido, como ocurre contigo, se nos va, todo recuerdo de felicidad que tuvimos con ella se nos aparece como trágicamente doloroso. Después de varios años sí que tuve el valor necesario para ir. Cuando llegué a ese lugar, no tenía ninguna referencia para encontrarte. Había tantas lapidas que cualquier otra persona se habría dado por vencido, pero yo no. Había en mí una fuerza interior que me llevaba hacia ti. Y allí estabas, junto a mi abuelo. ¿Sabes que fue lo primero que hice? Me fijé inmediatamente en las lápidas próximas a la tuya para saber quiénes estaban allí. Y sinceramente, esos difuntos me parecieron que fueron buenas personas en vida. Encontré la calma y la tranquilidad. Y me hizo ver, además, la futilidad de la vida. ¡Cómo nos preocupamos por cosas que no tienen importancia! ¡Cuántas veces nos enfadamos con nuestros seres más queridos por simples malentendidos! No nos damos cuenta de la condición trágica de la vida, que todos tenemos, antes o después fecha de caducidad lo queramos reconocer o no. Y sólo entonces nuestra vida cobra verdadero sentido pues ya estamos en condiciones de valorar lo importante de lo que no lo es.
En la vida, desde que nacemos, como dije antes, poco a poco van muriendo todos, es una ley de la naturaleza. No podemos luchar contra eso. Sin embargo, en el fondo no acabamos de morir completamente. Puede ser que físicamente dejemos de existir,  pero siempre vivimos a partir del recuerdo y el ejemplo que dimos en vida. Hay momentos en la vida que siempre permanecerán hasta la eternidad, momentos especiales que parece como si se detuviese el tiempo y que permanecen. ¿Recuerdas querida abuela cuánto me gustaba ir a tu casa a estudiar cuando era alumno en el instituto y en la universidad? Tú, mi querida abuela, realmente siempre vivirás en el corazón de las personas que tanto te quisieron.
Puedo decirte, querida abuela, que tuviste los hijos más maravillosos que una madre pudiera tener. Sé que estás muy orgullosa de todos ellos, cada uno recorrió su propio camino en la vida. Tuviste el mejor marido que una mujer pudo tener, mi querido y añorado abuelo, que tanto te quiso. Estoy seguro que tu amado hijo Luis ya se reunió contigo y con abuelo en algún lugar del firmamento. Sé lo mucho que le querías. Me lo imagino después de venir de EEUU fundiéndose en un abrazo contigo y con abuelo, en un momento que aunque durara pocos segundos fue eterno. Ahora los tres estáis juntos en un algún lugar, y ese pensamiento me colma de felicidad. Respecto a mí, puedo decirte que seguramente habrá nietos mucho mejores que yo en este mundo, pero ninguno de ellos habrá tenido una abuela como la que yo tuve.
Sé que volveremos a vernos algún día, precisamente ese día en el que todos seamos uno. Es el destino de las personas que tanto se quisieron en la vida. Alcanzamos la inmortalidad mediante las acciones que realizamos en la vida y cuyo recuerdo permanece en la memoria de todos. Tu legado nunca morirá y el ejemplo que nos distéis en vida permanecerá para siempre. Tu presencia no solo nos hizo mejores sino que también hiciste del mundo un lugar mejor. Ahora vives dentro de mí, abuela mía.. Me has acompañado durante todos estos años en todos los lugares en los que he estado. Gracias por haber existido amada abuela. Nunca te olvidaré.

domingo, 8 de diciembre de 2019

Tecnología, sociedad y consumo.

Charles Chaplin en Tiempos modernos (1936).
Uno de los grandes problemas de nuestra sociedad actual es el consumismo, que es consecuencia en muy buena medida del desarrollo tecnológico. Los grandes empresarios tienen como objetivo aglutinar grandes sumas de dinero mediante el incentivo del consumo, hasta el punto de que el consumo devenga en consumismo, que ya sería un problema. ¡Que poco se preocupan estos empresarios por facilitar el desarrollo y el crecimiento personal de los consumidores y no solamente convertirlos en meros consumidores insatisfechos! Sin lugar a dudas, el gran gancho comercial para vender hoy en día es la publicidad. Por todas las partes nos invade la publicidad, en televisión, radio e Internet fundamentalmente. Esto nos convierte en meros receptores ansiosos de que nos encandilen con nuevos productos.
¿Cuál es el fin oscuro que se pretende obtener a través de la publicidad? Su objetivo es que los consumidores gasten su dinero en productos generalmente inútiles, o en todo caso con muy escasa duración en el tiempo. Hacen lo posible para que necesidades en principio secundarias, como por ejemplo un nuevo móvil pero con una oferta especial, se conviertan en primarias. Su no satisfacción engendra en nosotros un permanente sentimiento de desgracia y de frustración. ¡Qué sociedad tan materialista es la que vivismos!
Si comparamos esta sociedad postindustrial, tecnológica y globalizada con las primeras sociedades industriales observamos que hay algunas diferencias. En las sociedades industriales se esclavizaba al obrero en su trabajo porque cuando no trabajaba no producía. Y eso era negativo para los intereses de los empresarios. Sin embargo, hoy en día observamos una contradicción evidente. A través del desarrollo tecnológico se descarga a los trabajadores de las tareas más pesadas. Y esto en principio, constituye una ventaja inevitable. Por ejemplo, si atendemos al sector minero, descubrimos que hoy en día existen perforadoras de tierra, y esa maquinaria no ha existido siempre. Por tanto, eso produce que gradualmente se haya disminuido la jornada laboral y, en consecuencia, aumenta el tiempo libre. Sin embargo, la contradicción es que este tiempo libre se introduce dentro del ciclo productivo. O sea, en nuestra sociedad, es necesario que los trabajadores tengan tiempo libre para que consuman, es decir, para que gasten el dinero que previamente le han pagado con su sueldo, a diferencia de lo que ocurría en las primeras sociedades industriales donde apenas había tiempo libre. Y consumir no implica que estemos formándonos adecuadamente como personas, en un número amplio de casos sucede justamente lo contrario. Es curioso que lo que no consiguió el movimiento obrero lo haya conseguido el desarrollo tecnológico.
El Black Friday es una costumbre americana, que al igual que las fiestas de Halloween, ha sido exportada con total éxito a Europa y concretamente a España, contando con un arraigo cada vez mayor. Ya con varios días de antelación y como anuncio prenavideño las tiendas de todo tipo ya anuncian el Black Friday con ofertas de todo tipo: el 40% de rebaja, compras dos productos y te llevas tres y más ofertas que el ingenio humano puede desarrollar. Aunque Black Friday en sentido propio sólo se refiere al día del viernes, se extiende a todo el fin de semana, e incluso toda la semana. El fenómeno del Black Friday también resulta curioso. Podemos pensar con sano sentido común que estas ofertas se extienden a todos los productos de la tienda. Pero no ocurre así necesariamente. Con frecuencia el ingenuo consumidor se presenta en la tienda con la ilusión de que su producto deseado esté rebajado descubre que no lo está. Otras veces los empresarios aplican las rebajas a determinados productos y a otros productos no sólo no los rebajan sino que incrementa su precio original. Los empresarios con amplia experiencia en el sector saben sobradamente que muchos consumidores comprarán productos, en su mayoría inútiles, que inicialmente no tenían pensado comprar, a modo de mero capricho.
Igual ocurre con las compañías de móviles que de manera agresiva pretenden vender sus productos cueste lo que cueste. Números desconocidos procedentes de compañías como Yoigo o Vodafone nos llaman por teléfono a horas intempestivas interrumpiéndonos en nuestros quehaceres cotidianos sin ningún tipo de remordimiento. En mi caso, habitualmente cuando estoy en la siesta, para vendernos una nueva tarifa del móvil, mil megas para tener conexión a Internet, o para regalarnos una televisión. No quiero televisión, ni nueva tarifa de móvil ni más tiempo de conexión a Internet, les digo ligeramente malhumorado al sentir que me han fastidiado el momento de la siesta. ¿De verdad que no lo quiere?, me vuelve a preguntar el vendedor. Noooo… le vuelvo a contestar, pero ya con un grado de enfado no disimulable. Pero si te cambias de compañía podrás llamar a cualquier número de teléfono sin límites de minutos durante doce meses, ¿de verdad que no te interesa?, me vuelve a insistir el vendedor. Noooooooooooooooo, le contesto con una voz que parece proceder del mismo infierno. No quiero nada de eso, sólo quiero que respeten mi siesta, y cuelgo directamente sin ni quisiera despedirme.
Hay que consumir y hacer lo posible para que el consumidor se sienta culpable si no gasta su dinero. Ésta es la táctica de los agentes comerciales. En períodos de rebajas hay quienes esperan hasta última hora con el propósito de que los precios bajen incluso más de la rebaja inicial. Hay quienes que de tanto esperar, cuando decidieron finalmente comprarse el producto ya no se encontraba en las estanterías.
¿Qué tipo de sociedad estamos construyendo? O mejor dicho, ¿qué tipo de sociedad estamos consintiendo que construyan a nuestra costa?  ¿Ésta es la sociedad que vamos a legar a nuestros hijos? Estamos en un tipo de sociedad de consumidores eternamente insatisfechos. No se valoran a las personas por lo que son sino por lo que tienen. ¡Qué realidad tan triste! ¡De verdad! La filósofa valenciana Adela Cortina acuñó un término que es muy pertinente para describir un hecho muy habitual dentro de nuestra sociedad contemporánea: la aporofobia, que designa el temor y rechazo al pobre. Por desgracia, un síntoma de la sociedad tan hipócrita en la que vivimos es que se trata a las personas de distinto modo según su condición económica. No se trata ya del racismo que por desgracia ha caracterizado muchas etapas de la historia de la humanidad en las que se discriminaba a las personas por su color de piel, usos sociales o costumbres o religión. Vemos con frecuencia a ídolos de masas ya sea del fútbol, del cine o cualquier otro ámbito que a pesar de haberse beneficiado económicamente de la forma más vil son aclamados al entrar o salir de los tribunales de justicia por multitud de ignorantes. Sin embargo, no ocurre lo mismo con aquellas personas que han tenido que robar al encontrarse en una situación de extrema necesidades y no disponer de ningún tipo de recurso. Con frecuencia, las gentes los censuran del modo más cruel posible deseando que sean castigados con la máxima pena
La velocidad de desarrollo de nuestra sociedad tecnológica es apabullante: nuevas televisiones, nuevos ordenadores, móviles… No hemos terminado de disfrutar de modo completo del producto cuando ya ha salido uno mejor que lo sustituye. De modo inmediato perdemos ya el interés por el producto comprado y nuestro pensamiento ya apunta al nuevo para que lo sustituya. Y así sucesivamente con los nuevos productos que sustituyen a velocidad vertiginosa a los viejos. Y tenemos unas inmensas ganas, mejor dicho, ansiedad, de obtenerlo cueste lo que cueste. Si usted pregunta hoy en día a los jóvenes acerca de su futuro es habitual que nos hablen directamente de cosas estrictamente materiales: unos quieren dinero, otros quieren coches, otros grandes mansiones…
Otra de las paradojas fundamentales de esta sociedad tecnológica es que todos disponemos de alta tecnología pero desconocemos su fundamentación teórica de funcionamiento de los aparatos utilizados. Y esto supone necesariamente un retroceso porque nos hace depender de los técnicos. Si un artefacto que nos costó mucho dinero empieza a tener problemas de funcionamiento y lo mandamos a reparar, es normal que el técnico, que es el que realmente sabe, nos presente una doble alternativa: o bien se le repara el producto pero pagando una sustanciosa cantidad de dinero, o bien, compra un nuevo producto porque, en el fondo, la diferencia entre comprar uno nuevo y repararlo es mínimo y le saldría más rentable comprar uno nuevo. Otras veces tenemos el fenómeno conocido como obsolescencia programada: los productos técnicos nacen con una fecha de caducidad prematura, a veces mezquinamente intencionado con el propósito de incrementar el consumo y aumentar, en consecuencia, el beneficio económico. Además, se trata de una sociedad efímera, pocos productos siguen conservando su valor en el transcurso del tiempo. Pasa con el móvil o con las computadoras. Cuando yo era niño el simple hecho de imaginar la existencia de teléfonos inalámbricos y portátiles que podríamos usar mientras caminábamos en la calle ya me habría resultado una idea increíble. Sin embargo, en contra de lo que podemos pensar hoy en día, el móvil en sus inicios no fue un artefacto rentable. ¿Quién iba a necesitar un móvil en los años ochenta? Únicamente altos ejecutivos o empresarios que debido a su trabajan estaban continuamente trabajando. El resto de personas se esperaba a llegar a su casa para llamar desde el teléfono fijo. Tenía como alternativa la cabina telefónica en caso límite. Sin embargo, la evolución del teléfono móvil lo convirtió poco a poco en un producto cada vez más comercial. Primero llegaron los mensajes de texto, aunque todavía era un poco rudimentario porque tenía un número limitado de caracteres y de palabras. Posteriormente llegaron los politonos que cautivaron fundamentalmente al sector adolescente: una persona llamaba a otra y sonaba tal canción. Y en poco tiempo los móviles evolucionaron hasta convertirse en lo que son en la actualidad: puedes escuchar la radio y música, puedes hacer fotos y videos, consultar Internet, redes sociales, Whatsapp, mensajes de voz… Ha llegado el momento en que los usuarios de móviles apenas lo usan ya para hablar. En muchos casos, una persona que sale a la calle y olvida el móvil en su casa parece que ha perdido parte de su identidad.
¿Cómo las compañías compiten entre sí para obtener mayor beneficio? Desde un punto de vista estrictamente darwiniano y evolucionista pero aplicado al ámbito de las compañías, el sentido común parecería indicar que aquellas empresas que antes innovan tendrían que adaptarse más fácilmente al cambiante mercado laboral, y en consecuencia, mejor sobrevivirían. Sin embargo, la realidad es distinta porque hay empresas que compiten pero sin innovar, limitándose a copiar el producto de la competencia. Una de las grandes empresas copiadoras por excelencia ha sido Samsung y ha recibido infinitas demandas por parte de Apple fundamentalmente y teniendo que pagar importantes sumas de dinero. Sin embargo, los miembros de dicha compañía  ya tenían calculado el precio de la demanda y el posible beneficio a conseguir, y aún así les sale rentable copiar. Igual ocurre en España. Por ejemplo desde el punto de vista de las compañías lácteas, si Danone pone un nuevo producto en el mercado, en poco tiempo la marca blanca Hacendado saca el mismo producto pero un modelo más barato, que, curiosamente se lo fabrica la misma Danone en muchos casos.
¿Cuáles son los valores que se desprenden de este consumo desmesurado de productos tecnológicos? La felicidad suprema que la mayoría de los mortales aspira a alcanzar es el bienestar material. Se produce un retroceso de los valores del esfuerzo, la dedicación o el estudio y lo que se busca a través de la técnica es la máxima comodidad y el mínimo esfuerzo. Nuestros alumnos al realizar un trabajo de investigación, muchos de ellos se limitan ir a Internet y copiar de manera literal el texto. Los hay un poco más precavidos que suelen modificar el texto y personalizarlo. Otros, sin embargo, sin el más mínimo pudor copian literalmente el texto. ¿Es esto realmente un trabajo de investigación? Cuando era alumno y tenía que hacer un trabajo de investigación tenía que leer distintas fuentes y contrastar la información para, finalmente desarrollar mi punto de vista.
El uso de las nuevas tecnologías ha provocado la atomización y aislamiento de la población. En primer lugar se asiste a la contemplación del mundo pero de manera diferida y mediatizada por otras personas o compañías. Contemplamos como al viajar en metro los pasajeros, al menos una amplia mayoría, tienen la cabeza inclinada hacia el móvil sin advertir la presencia de nadie más y sin ni quisiera saludar. Es bastante habitual si nos fijamos en las personas que toman algún café o refresco en las terrazas o bares, o en muchas familias a la hora de comer. Es lamentable el caso de conductores que hacen uso del móvil sin percatarse aparentemente que dichas conductas comprometen seriamente su vida y la de los demás. Esto provoca que nos estemos perdiendo la realidad, que estemos desconectados de nuestro mundo, que perdamos nuestro nivel de concentración. Se trata de un mundo cada vez más deshumanizado y más tecnológico. Cuando recibimos información de los medios de comunicación ya sea de televisión, de radio, prensa escrita o digital, pocos nos molestamos en contrastar esa información con otras fuentes sino que las aceptamos pasivamente como si fuera una fuente fidedigna de conocimiento.
Todo esto llega de manera inevitable al ámbito laboral. Heidegger lo señaló muy bien en la segunda etapa de su pensamiento llamando a esta época en la que tanto prolifera la técnica  época de la imagen del mundo. Se trata de un mundo en el que no solo se instrumentaliza el mundo, con el consecuente ahogamiento del ser, sino a los propios seres humanos. Las personas dejan de ser fines para convertirse en meros medios. Marx en sus Manuscritos de filosofía y de economía ya advertía que el trabajador en las sociedades industriales no se sienten realizados ni humanizados en sus trabajos porque pierden el protagonismo de la labor productiva y su actividad queda reducida a ser mero apéndice o auxiliar de la máquina. Si trasladamos lo que dice Marx a nuestro ámbito cotidiano descubrimos que lo que afirma es verdad. Hoy en día, en buena medida incentivado por el desarrollo tecnológico y capitalista, existe un antagonismo entre trabajo y ocio. Se percibe el trabajo como malo, fuente de estrés y de agobios, mientras que, por el contrario, el tiempo libre es lo que nos permite realizarnos como personas y divertirnos en definitiva. Si hacemos estas distinciones estamos accediendo en un ámbito peligroso porque se nos olvida que la vida humana es una y que el trabajo como el ocio deben retroalimentarse mutuamente. No es de extrañar que estemos en una época donde muchos de nosotros sufren de ansiedad, depresión y de tristeza.
Esta atomización de la población acaba con lo que Marx llamó la conciencia de clase. Nos hemos convertido en individuos aislados y egoístas, sin el menor sentido de la empatía. No nos damos cuenta que muchos de nuestros problemas no son meramente individuales sino colectivos. Un ejemplo evidente es el teletrabajo, que en principio es una ventaja incuestionable: la persona trabaja desde su casa, se organiza como quiera y en consecuencia no se estresa. Sin embargo, pierde el contacto con otros trabajadores y, en consecuencia ya no puede saber cómo le van las cosas ni siquiera cuánto cobra. Esto irremediable provoca una pérdida de la conciencia de clase.
¿Qué soluciones podemos proponer ante dicha situación? Debe quedar claro en todo momento que la técnica nunca es un fin sino un medio. Debemos asumir la tecnología siempre desde un punto de vista crítico. Ortega en su obra Meditación sobre la técnica planteaba un estudio histórico sobre el fenómeno técnico y concluía que estamos en la época de la técnica del técnico donde la técnica, a diferencia de otras épocas se ha convertido en objeto de estudio específico y que permite al ser humano multitud de posibilidades de desarrollo. Sin embargo, debido al carácter elástico y caprichoso del ser humano que unas veces prefieres unas cosas y otras veces otras, podremos ser cualquier cosa pero finalmente acabamos siendo nada porque no existe ningún proyecto por el que se incline de manera clara. Es necesario asumir en cualquier caso que la tecnología se ha presentado en la vida de las personas para quedarse, no es posible volver al pasado y prescindir de esos artefactos. Pero deben ser considerados como meros medios, nunca fines que puedan dirigir nuestra vida. Si no existe un control consciente sobre la técnica, ¿en que nos convertimos? Nos convertimos en meras marionetas, en consumidores insatisfechos y abandonamos aspectos esenciales de la persona como la libertad y la autonomía. Por favor, esfuércese en ser una persona crítica y procure que no le tomen el pelo porque hay cosas más importantes que ese bienestar material que nos prometen esta sociedad tecnológica.


domingo, 1 de diciembre de 2019

Terminator: Dark Fate (2019) de Tim Miller.


Estamos ante la nada más y nada menos sexta película de esa saga cinematográfica de ciencia ficción conocida como Terminador que se inició en la década de los ochenta. Ante el visionado de este filme un servidor se encuentra con sentimientos enfrentados y un cierto sabor agridulce por el resultado final de la película y lo que pudo llegar a ser y no fue. Como película de ciencia ficción y de acción nos encontramos con una cinta entretenida, con sus buenas escenas de acción y divertida. Sin embargo, teniendo en cuenta que es una continuación de la saga de Terminator con toda una mitología detrás cabría exigirle un mayor nivel. Y a decir verdad han contado con recursos suficientes para haberlo hecho mucho mejor.
La primera película de Terminator se remonta al año 1984 y fue una cinta de serie b de bajo presupuesto y protagonizada por Arnold Schwarzenneger, interpretando a un terminator T 800 y Linda Hamilton como Sarah Connor, y dirigida por el joven James Cameron que supo compensar la falta de dinero con una dirección dinámica y eficaz, además de abundantes dosis de creatividad. La cinta no tardó nada en convertirse en un clásico de la ciencia ficción de la década de los ochenta.
La segunda entrega se estrenó en el  año 1991 con el título de Judgement Day, dirigida nuevamente por James Cameron y otra vez protagonizado por Arnold Schwarzenegger y por Linda Hamilton, y con la incorporación de Edward Furlong como John Connor y Robert Patrick como el modelo de T 1000. La película en el fondo era un remake de la primera entrega pero con un mayor presupuesto. La cinta se convirtió en un clásico de la acción y ciencia ficción de los noventa. Tenía escenas de acción increíbles, humor y sentimiento, diálogos que más de uno habrá pronunciado a lo largo de su vida y grandes efectos especiales pero todo eso unido a la utilización de múltiples efectos prácticos que hacían de la película muy auténtica. La saga alcanzó la cima aquí y a partir de aquí comenzaría su decadencia. La tercera entrega, Terminator: Rise of machines nos llegó en 2003 con un Arnold Schwarzenegger en plena forma  y con Nick Stahl como John Connor y bajo la dirección de Johnatan Mostow y con las ausencias destacadas de Linda Hamilton y de Edward Furlong y con un abultadísimo presupuesto, aunque no de talento. El guión introduce el humor pero lo hace a partir de chistes sin gracia. Y la sustitución de Edward Furlong por Nick Stahl decepciona bastante. Incluso a nivel de guión porque resulta poco creíble la evolución personal de John Connor de la segunda a la tercera entrega. La película muy alejada de la calidad de la segunda parte sí que constituye un divertimiento comercial para pasar el rato, y poco más.
En el año 2008 llegó a los cines una ambiciosa continuación que se tituló Terminator Salvation, con un alto presupuesto, con dirección de MCG y protagonizado por Christian Bale y Sam Wortingthon, y con la ausencia de Arnold Schwarzenegger, aunque su imagen aparece digitalizada en una escena como recreación de un T 800. La película fue muy valiente porque nos quiso mostrar ese futuro apocalíptico y el primer encuentro entre John Connor y Kyle Reese y donde se pone de manifiesto la paradoja temporal pues el hijo es mayor que el padre. La película recibió críticas muy negativas no sólo por parte de la crítica especializada o los propios aficionados sino incluso por los mismos actores, concretamente Christian Bale que renegó de ella. Sin embargo, todas estas críticas parecen injustas porque la película abandonaba el repetitivo esquema de los viajes temporales y nos muestra la sociedad del futuro. La película estaba muy bien rodada, era divertida y con abundantes efectos prácticos que hacían que la película tuviera cierto sabor añejo.
La quinta entrega nos llegó en el año 2015 con el título Terminator Genesys, con la dirección de Alan Taylor y protagonizada por Emilia Clarke como la joven Linda Hamilton y la recuperación de Arnold Schwarzenegger como T 800. La película comienza de forma prometedora con la introducción de la versión joven de T 800 y la vuelta del T 1000, aunque sin Robert Patrick. Sin embargo, una vez pasada la sorpresa inicial la película se transforma en una inverosímil historia de viajes al pasado y al futuro sin sentido alguno y con un guión caótico y contradictorio respecto a las películas anteriores, en la que un servidor acabó sudando y con ganas de que se acabara el espectáculo. He revisado varias veces más esta cinta con la esperanza de encontrar algo que me pudiera gustar, pero todo intento fue estéril.
Y en el año 2019 llegó la hasta ahora última entrega que se tituló Terminator Dark Fate. Es una película dirigida por Tim Miller, director de Deadpool, y cuenta con la recuperación de Linda Hamilton como Sarah Connor y de Arnold Schwarzenegger como T 800 y con el protagonismo de Mackenzie Davis, Gabriel Luna y Natalia Reyes.  Los derechos de autor de Terminator vuelven a James Cameron, el creador de la mitología Terminator y el responsable de la historia y un guión escrito por hasta cuatro guionistas. Resulta sorprendente que un guión firmada por cuatro personas no fuera suficiente para justificar mejor la historia y eliminar sus muchos agujeros. La película ha contado con críticas favorables por parte de la crítica especializada pero los aficionados le han dado la espalda y ha cosechado unos números en taquilla muy discretos que con dificultad podrá generar beneficios económicos a sus productores. ¿Qué ha podido fallar? Es algo muy común en el cine actual cuando se pretende recuperar a clásicos del cine de los ochenta y de los noventa: se venden como un producto nostálgico típico de esa época cuando realmente no lo es. No es algo exclusivo de esta película sino que ha ocurrido con otras sagas como The Predator, de Shane Black, de 2018, Independence day 2: Contrataque, de Roland Emmerich, de 2016. No pasó lo mismo con las nuevas secuelas de Alien, concretamente Prometheus  de 2012y de Alien Covenant, que a pesar de ser cintas muy disfrutables fue en parte incomprendido por el público. Este tipo de película promete recuperar la esencia de las películas originales aunque adaptándola al momento presente. Pero no es cierto. El cine actual ha cambiado mucho respecto al cine de los años ochenta y noventa. En esa época cuando se realizaba una película se echaba toda la carne en el asador y se pretendía hacer lo más compleja posible. Esto sucedía con la primera de Terminator, la de Alien o Predator. Dado el éxito de estas películas se fueron rodando nuevas secuelas en los que cambiaba drásticamente respecto a la primera película, sobre todo en Alien y en Predator 2, pero también en el caso de Terminator 2 que, a pesar de que la excusa argumental de la película se repetía era una película de alto presupuestos y con efectos especiales que hasta esa época no se habían visto. Hoy en día, sin embargo, cuando se hace una película de este tipo se pretende que sea el inicio de una nueva saga cinematográfica. Esto provoca que muchos aspectos de su historia apenas se desarrollen para que puedan hacerse sucesiva películas. Esto hace que estas películas parezcan incompletas y parciales, que no desarrollan todo su potencial. Todo eso sucedió con la recuperación de las películas anteriores. Independence Day 2 se concibió como el inicio de una nueva trilogía pero al fracasar en taquilla se decidió no hacer más. Con la saga de Predator, en el año 2010 Robert Rodriguez produjo la película Predators, con un final abierto. En este caso, a pesar de que la película cosechó un notable éxito en taquilla los productores decidieron no darle continuidad y realizando una nueva película The Predator que sí fue una gran decepción tanto artístico como de taquilla. Todo esto, se ha repetido con la saga de Terminator pero con mayor intensidad. La línea argumental de Terminator Salvation fue obviado por Terminator Genesys. Finalmente, nuestra Terminator Dark Fate ignora las tres secuelas anteriores, como si no hubieran existido y se presenta como la verdadera continuación de Terminator 2, en palabras de James Cameron. Sin embargo, estas palabras no hay que tomarlas muy en serio porque ya hizo lo mismo con Terminator Genesys y resultó ésta una gran decepción por parte de los seguidores de la saga. Se nos presenta como una recuperación auténtica de la saga de Terminator cuando realmente no la respeta. Las dos primeras películas de Terminator contaban una historia donde había sentimiento, acción, momentos memorables que se quedaron grabados en nuestra memoria. Y nada de esto ocurre con la película que nos ocupa. Nuestro Terminator: Dark Fate se aleja de todo ello y parece seguir la línea de otras sagas cinematográficas actuales como Transformers,  Fast and Furious y, por supuesto Los vengadores: grandes efectos especiales con ordenador, pocos efectos prácticos y todo ello provoca una cierta despersonalización de la pantalla porque ocurre todo a tanta velocidad que al espectador le resultado complicado seguirlo y provoca que desconecte. Pero no sólo esto sino también a nivel de historia. El supuesto anzuelo de la película fue seguramente la recuperación de los personajes clásicos de Linda Hamilton y de Arnold Schwarzenegger y esto supuestamente hace disparar el efecto nostálgico. Sin embargo, la propia historia los anula. La escena inicial con el que arranca nuestra película supone que la presencia de Sarah Connor ya no sea necesaria. Igual ocurre con Arnold Schwarzenegger  en su papel de T 800 que es secundario. Aparece ya bastante avanzado el metraje y su justificación, como seguidor de la saga de Terminator, es ridículo. ¿De verdad que los cuatro guionistas sean incapaces de cuadrar la historia y dotarle un poco de coherencia y verosimilitud? Los nuevos actores Mackenzie Davies y Gabriel Luna hacen buenos papeles, aunque no tanto el de Natalia Reyes que no convence en el papel que interpreta.
Por tanto, la conclusión, es que la película como vehículo de acción y de ciencia ficción es entretenida y no aburre pero el desarrollo de la historia es decepcionante para ser una secuela directa de Terminator 2. ¿De verdad que un presupuesto estimado de 185 millones de dólares, sin contar los gastos de promoción y publicidad no daba para mucho más? Espero que en revisiones posteriores de la película pueda al menos cambiar mi opinión sobre ella y mejorar un poco su valoración. Al visionar la cinta uno acaba con la sensación de que James Cameron supo apartarse sabiamente de esta saga, desvinculándose de las secuelas a partir de la tercera entrega. Supo comprender que la historia de los terminators venidos del futuro no daba para más de las dos primeras películas. Aunque siga siendo productor y responsable de la historia de esta última entrega, indudablemente ésta no es su película, sino la de Tim Miller. Los seguidores de la saga seguirán con la esperanza de resucitar estos personajes en el futuro pero dentro de una película que esté a la altura.