Cartel de Psicosis III (1986) |
El presente comentario contiene que desentrañan el argumento de la película. Así que, si usted no ha visto la película, deje de leer inmediatamente. Psicosis III es una película dirigida por Anthony Perkins que
se estrenó en 1986 y se encuentra protagonizada por el propio Anthony Perkins,
Diana Scarwid, Jeff Fahey, Roberta Maxwell, Hugh Gillin y Lee Garlington. La
acción se sitúa inmediatamente después de la anterior entrega Psicosis II presentándonos a Norman
Bates dirigiendo su Motel de carretera y viviendo con el cuerpo disecado de su
madre en la casa donde vive. La película fue vapuleada en su momento por la
crítica calificándolo como una herejía respecto a la obra original de Hitchcock
y tampoco cosechó el mismo éxito comercial de la anterior entrega. Es muy
habitual, en el cine que se hacía en la década de los 80 que las continuaciones
que se llevaban a cabo a partir de una película original eran cada vez de menor
nivel presupuestario y, en consecuencia con peor reparto y, en consecuencia, de
peor calidad cinematográfica. La saga de Superman
pasó algo parecido: la primera fue dirigida por Richard Donner y pudo completar
un reparto en el que, además de Christopher Reeve y Margot Kidder, con Gene
Hackman, Glenn Ford y Marlon Brando, la segunda y la tercera fue dirigida por
Richard Lester que era conocido por rodar películas con The Beatles hasta la
cuarta que fue lanzada por la productora Cannon que se caracterizó por
películas de bajos presupuestos pero que daban dinero, sobre todo en los
alquileres de video-clubs. La original cinta de Psicosis fue dirigida por el maestro del suspense Alfred Hitchcock
y por ello poco habría que decir: un gran ritmo narrativo que no daba tregua al
espectador en ningún momento, un guión muy bien estructurado y con secuencias
icónicas como el asesinato de Marion Crane en la ducha que acabó convirtiéndose
en un icono para este tipo de cine. La película era muy freudiana y
reflexionaba sobre la doble personalidad de Norman Bates y su ambivalente
relación con su madre, curiosamente llamada Norma. La continuación se estreno
en 1983, 23 años después del original de Psicosis,
fue dirigida por Richard Franklin, con un guión escrito por Tom Holland, que
posteriormente sería responsable de la exitosa Noche de miedo, y con un reparto que incluía a Anthony Perkins,
Vera Miles, Meg Tilly y Robert Loggia en los papeles principales. Aunque la
película fue vapuleada por la crítica en su momento de estreno de manera muy
injusta, una revisión de Psicosis II
hoy en día nos permitirá descubrirla como una buena película de terror de los
80 que es muy respetuoso con la original y realizando varios guiños
cinematográficos. En Psicosis III nos
encontramos con una buena película con una gran ambientación, una excelente
fotografía pero se aprecia perfectamente que su presupuesto fue menor respecto
a su antecesora. Es una circunstancia que no se entiende, más teniendo en
cuenta el gran éxito de Psicosis II.
No fueron capaces de contratar a un director competente de cine de terror y, en
consecuencia la dirección acabó en Anthony Perkins, un grandísimo actor pero
con ninguna experiencia tras la cámara, hasta el punto de que fue ésta la única
película que dirigió a lo largo de su carrera en el cine. Perkins declaró a los
medios de comunicación que él estaba capacitado para dirigir una secuela de
Psicosis porque era el que mejor conocía al personaje de Norman. Aunque no
fuera valorado en su momento y a pesar de que su carácter novel en la dirección
es harto manifiesto a lo largo de toda la cinta, pero su dirección es buena y
realiza algunas aportaciones interesantes que señalaremos a continuación.
Respecto al reparto del filme, el nombre más conocido es el de Anthony Perkins,
además de un primerizo Jeff Fahey, que en 1990 rodaría la excelente Cazador blanco, corazón negro y que
desarrolló toda su carrera prácticamente protagonizando películas de serie b.
Por último, Psicosis IV, que se
estrenaría en 1990 es un telefilme dirigido por el televisivo Mick Garris y
protagonizado por Anthony Perkins, Henry Thomas y Olivia Hussey.
Es el paso del tiempo quien da y quita razones, y tal como ocurre con
Psicosis II, Psicosis es un producto muy reivindicable dotado de gran encanto y
muy disfrutable para todo aficionado al cine que se precie. La película tiene
muchos aspectos positivos que iremos señalando en nuestro análisis del filme. El
guión de Charles Edward Pogue se articula en varias líneas argumentales que se
hilvanan perfectamente en el conjunto del filme. La trama principal de la
película, sin duda alguna, es la tormentosa relación que mantiene Norman,
interpretado por Anthony Perkins, con su madre muerte, o mejor dicho, la
convivencia problemática entre la personalidad de la madre y del hijo dentro de
la enferma mente de Norman. En segundo lugar, la posibilidad de redención para
los personajes de Norman y de la monja Maureen, interpretada por Diana Scarwid,
a través del mutuo amor que se procesan. En tercer lugar la tarea de
investigación investigación que desarrolla la señorita Veneable, interpretada
por Roberta Maxwell, con el propósito de descubrir el paradero de la
desaparecida señora Spool, en consonancia con lo contado en Psicosis II. En último lugar podemos
destacar la historia de Duane Duke, interpretado por Jeff Fahey, un joven
rockero cuyo propósito es triunfar en el mundo de la música y que trabaja
temporalmente en el motel Bates.
Norman Bates (Anthony Perkins). |
Las primeras secuencias de la cinta en las que se muestra el motel, la casa
y finalmente a Norman Bates inciden en
la soledad extrema tanto del personaje como del lugar: una cabina telefónica
con un listín telefónico, hierbas secas que son arrastrados por el viento, un
cártel en el motel en el que se busca un empleado. Tal como se señalaba en la
original de Psicosis, la carretera
principal que fue desviada años atrás, de modo que ya no pasaba gente en ese
lugar, a no ser que se haya perdido. Podemos ver a Norman en el filme, que ya supone
un guiño al filme original, practicando su afición de taxidermista, o sea,
disecar pájaros. Esta afición a disecar pájaros lo radicaliza Norman hasta el
punto de disecar personas y más concretamente a su propia madre, como
consecuencia de su locura. A diferencia de la película original de Psicosis donde el espectador desconocía
durante casi todo el metraje la personalidad enferma de Norman y todo ello
desembocaba en un final muy sorprendente que difícilmente el espectador podía
llegar a adivinar. Sin embargo, en esta tercera entrega este factor sorpresa ya
no existe y todo seguidor de la saga está profundamente familiarizado con los
extraños hábitos de Norman. Ante estas dificultades el guión de Pogue se
esfuerza en mostrar al espectador con varias pinceladas la relación entre
Norman y su madre. La cinta muestra cómo Norman Bates vive absolutamente por su
madre. Están muy conseguidas todas las escenas en las que Norman dialoga con su
madre en un ambiente sumamente terrorífico, macabro y grotesco. Norman cuida
del cuerpo momificado de su madre, como si ésta estuviera viva, la acuesta, la
lleva a la mecedora para que pueda contemplar el paisaje desde la ventana de su
dormitorio. Norman imita la voz de su madre y responde a sus preguntas como si
fuera una persona real. Tal como lo trató Alfred Hitchcock en la original de Psicosis, Norman desde un punto de vista
psicoanalítico no superó la fase del complejo de Edipo. No tuvo un padre y
vivió siempre sometido a la fuerte personalidad de su madre. Un aspecto que
faltó desarrollar más en el guión de Pogue fue explicar de forma detallada cómo
vivió Norman el descubrimiento que tuvo al final de Psicosis II que la persona que pensaba que era su madre no lo era
sino que era su tía y que la señora Spool era realmente su madre. La película
muestra desde el comienzo esa relación entre madre e hijo pero no profundiza en
absoluto qué experimentó Norman al enterarse sobre la verdadera identidad de su
madre. Entre los momentos más destacados de la cinta se encuentra los diálogos
entre la madre de Norman y el propio Norman, o mejor, entre el yo-madre y el
yo-hijo. En una de ellas Norman Bates confiesa a su madre su temor ante la
posibilidad de que Marion Crane hubiera regresado de la muerte y encarnarse en
Maureen. El yo-madre se refiere a lo infundado de tales suposiciones. Serán en
estos momentos de diálogo con la madre (diálogo consigo mismo) donde Perkins
reflexione sobre la doble personalidad del personaje de Norman y como existe un
conflicto latente en su mente entre yo madre y yo hijo. Éste es uno de los
aspectos más importantes del guión de Charles Edward Pogue pero que no sabe
imprimir la hondura dramática necesaria. Se quedan en meras reflexiones
genéricas que, en cualquier caso, sirven para elevar el nivel de la cinta
haciendo que el espectador sienta curiosidad por Norman. Desde el momento en
que el yo-madre percibe que el yo-hijo siente atracción por una mujer, esto
genera en sus celos y un instinto asesino para acabar con todo aquello que
pudiera hacer peligrar la unidad entre la madre y el hijo. Tal como
reflexionaba la cinta original, podemos ver otra vez como la mente de Norman se
encuentra fragmentada en dos personalidades. Pero ninguna de estas dos
personalidades tomadas aisladamente constituía un todo completo, sino que cada
una de ellas se basaba en la retroalimentación entre una y otra, es una disputa
dialéctica le otorgaba su verdadero ser. Todas las escenas entre yo-madre y
yo-hijo logran interesar al espectador en la medida en que rezuman macabrismo y
patetismo, mostrando el grado de locura de Norman.
La segunda trama argumental es la que trata sobre la monja Maureen,
interpretada por Diana Scarwid, una persona que sufre una crisis de fe que le
lleva a cabo el cuestionamiento de la existencia de Dios. Se encuentra
consumida por la culpa debido a la muerte accidental de una monja. La secuencia
que abre el filme nos muestra al personaje Maureen intentando quitarse la vida
arrojándose desde lo alto de un campanario es un homenaje a Hitchcock y el
final de su película Vértigo. Otra
monja en su pretensión de impedir dicho suicidio caerá accidentalmente y
morirá. Todas culpan a Maureen de la muerte de la monja y con un gran
sentimiento remordimiento y una profunda culpabilidad abandonará el convento y
vagará por el mundo con el deseo de redimirse y resarcirse de tanto dolor. En
su vagabundeo Maureen coincide con Duke, papel interpretado por Jeff Fahey, un
cantante de Rock que sueña con labrarse una carrera en Los Angeles pero que
necesita dinero. Duke llevará a Maureen en su coche y ya de noche bajo una
fuerte tormenta, ambos descansarán en una zona apartada. Sin embargo Duke
intentará violar a Maureen y ésta se resiste y se marcha. Duke acabará
trabajando en el Motel Bates ayudando a Norman a atender a los clientes en
horario de madrugada. Maureen busca alojamiento donde pasar la noche y
finalmente acabará acudiendo al Motel Bates. Allí curiosamente se reencuentra
con Duke que está trabajando en el Motel de manera temporal. Como guiño a la
película original Duke alquilará la habitación número 1, lo mismo que sucedía
con Marion Crane en la película original.
Existen indudablemente puntos de unión entre Norman y Maureen: ambos están
solos, son incomprendidos e hicieron sufrir a otras personas. Son almas
condenadas a encontrarse y a ser profundamente infelices. El primer encuentro entre Norman y Maureen,
Perkins demuestra gran pulso narrativo en la dirección recuperando la secuencia
de la Psicosis original en la que
Marion Crane era asesinada. Esto sirve para mostrarnos que Maureen le recuerda
sobremanera a Marion Crane.
En otro guiño a la cinta original de Hitchcock, Norman Bates, como un
perfecto voyeur, observa desde un
orificio de su despacho que lleva a la habitación número 1 la intimidad de
Maureen. Y al igual que sucedía en la cinta original el yo-madre acude a la
habitación de Maureen con el propósito de acabar con su vida, mientras que ésta
se ducha. Sin embargo, y aquí hay un giro importante de guión pues cuando
parecía que Maureen iba a morir en manos del yo-madre, descubrimos que Maureen
se había intentado suicidar. Entonces Maureen ya moribunda tiene una
alucinación que le hace creer que el yo-madre es la Virgen María y el cuchillo
que portaba un crucifijo. La siguiente escena nos muestra a Maureen recuperándose
en la habitación de un hospital. Norman la visita y parece que ambos comienzan
una peculiar historia de amor, pero una historia de amor que estará abocado
necesariamente en el fracaso. Esta línea argumental es la más importante de la
cinta desde un punto de vista dramático en el guión que firma Charles Edward
Pogue, sin embargo, no acaba de cuajar. Inicialmente parece que ambos
personajes pueden superar sus traumas a través del amor que sienten el uno
respecto al otro. Sin embargo, más allá de la ficción de la película, ¿qué persona en su sano juicio puede
enamorarse de Norman Bates? Norman Bates fue capaz no solo de asesinar a
muchas personas sino desenterrar el cuerpo de su madre y llevárselo a su casa.
Además, Maureen estaba perfectamente enterado del pasado de Norman pues la
periodista, la señorita Veneable, se lo había contado. Perkins no se interesa
por resolver estas cuestiones sino que desarrollará la cinta ya en su segunda
mitad hacia el efectismo más crudo.
Otra trama es la de Duke, interpretado por Jeff Fahey, como un joven
rockero que ayudará a Norman en la dirección del motel. Sin embargo, sus
motivos son egoístas. En el filme se nos muestra cómo esconde el cuerpo
momificado de la madre de Norman, evitando que fuera descubierto por la policía
que entró repentinamente. Pudo informar a la policía o a la señorita Veneable
del hallazgo del cadáver pero no lo hizo porque quería obtener un beneficio
económico de Norman. Sin embargo, Norman plenamente consciente de que, aunque
le diera el dinero, éste difícilmente podría mantener el secreto acerca de su
madre.
Finalmente tenemos la labor de investigación que lleva a cabo la señorita
Veneable, interpretado por Roberta Maxwell, que está insertado perfectamente en
la cinta. Vamos asistiendo cómo la periodista desarrolla su labor de
investigación entrevistando al propio Norman Bates, a Duke, al dueño de la
cafería donde trabaja la señorita Spool, al antiguo dueño de la cafería, el
casero de la señorita Spool, hasta finalizar con el hallazgo de la culpabilidad
de Norman. Fruto de sus investigaciones llegó a averiguar que Spool realmente
no fue la madre de Norman, que enloqueció al descubrir que Norma, la madre de
Norman, inició una relación sentimental con un hombre del que estaba enamorado,
y que estuvo encerrada durante mucho tiempo en un manicomio. Sin embargo, este
giro argumental de la película no está bien resuelta en la película pues no
genera ninguna sorpresa, a diferencia del giro argumental final que si
sorprendió al espectador en Psicosis II.
En este sentido a la cinta de Perkins le falta algo de originalidad, al
contrario de lo que ocurría con la cinta original.
La crítica de la época criticó la dirección de Anthony Perkins tildándola de
torpe y rutinaria, debido a su falta de experiencia detrás de las cámaras. Incluso
el propio Perkins reconoció que carecía de los conocimientos suficientes para
convertir Psicosis III en una gran
obra. A todo eso se unió seguramente el hecho de que Perkins tuvo que realizar
simultáneamente las tareas de dirección y de actor principal y esto mermó su
actuación como Norman Bates. Sin embargo, ambas apreciaciones son desacertadas.
En primer lugar la dirección de Perkins tras las cámaras es más que correcta,
incluso a veces brillante rodando escenas muy originales que pasaremos a comentar.
En segundo lugar su interpretación de Norman Bates es excelente, transmite
vulnerabilidad al personaje, así como dosis de locura. Anthony Perkins asume el
legado de la Psicosis de Alfred
Hitchcock y pretende desarrollar su propia visión del personaje. Desde el
primer momento renuncia a alcanzar el nivel cinematográfica de la obra de
Hitchcock a la que respeta incluso con guiños varios que reconocerá el atento
espectador. En este sentido se trata de una película muy honesta que da al espectador
lo que cabe esperar en películas de este tipo y en el contexto de las películas
de terror de los años 80. Es que, no nos engañemos, Psicosis III es hijo de su época y en el fondo y en la forma parte
de ese cine conocido como slasher y
que causó furor en esa década. Psicosis
III se diferencia de modo claro de su predecesora en muchos aspectos: el
ritmo de la película es pausada y profundamente contemplativo en su primera
parte, sin embargo, en su segunda parte el ritmo se acelera y Perkins se deja
de experimentos y desarrollar una película de sustos, muertes varias, sexo y
sin ninguna pretensión intelectual. En la segunda parte parece que la película
pierde su vínculo con su universo distanciándose sobremanera de la película
original y radicalizando las características de cine slasher presente en Psicosis
II. Sin embargo, esto no es un elemento que tenga que disgustar a los
seguidores de la cinta, sino que Anthony Perkins tiene muy claro qué quiere
ofrecer a su público: un slasher que
recoge el encanto especial del cine de terror de los 80. Es más, esta película
acaba por tener más puntos en común con las películas de terror que se hacía en
los 80 como Viernes 13 y Halloween que con la de Psicosis. Sin embargo, visto a día de
hoy, este carácter slasher lo
convierte en un producto nostálgico en la medida en que nos lleva a un tipo de
cine que causaba furor en la década de los 80 y que hoy en día está
prácticamente extinto. Los defectos de la película, que no son pocos,
constituyen parte de su encanto pues Psicosis
III es un producto típico de los años 80. Pero también es cierto que la
cinta de Perkins tiene su personalidad propia pues nos muestra a Norman muy
oprimido psicológicamente, es a la vez tierno cuando predomina la personalidad
de Norman pero también sanguinario cuando predomina la personalidad de la
madre. Esto contribuye a distinguirse de muchos otros slasher de la época en la que el personaje principal mataba a sus
víctimas pero sin seguir una motivación específica.
Hemos de destacar la fotografía
de la película y un gran acabado a nivel visual, al igual que sucedía en las dos
primeras cintas de la saga de Psicosis.
A diferencia de la anterior Psicosis
que se caracterizaba por sus tonos coloristas, esta Psicosis III está rodada con unos tonos oscuros que no hacen sino
incrementar la tenebrosidad del filme. La escena en que Norman baja de su
mansión para llegar al Motel donde se encuentra el cuerpo de su madre es un
ejemplo de ello: el cielo gris, casi anunciando lluvia y tormenta coincidiendo
todo ello con el anochecer está muy logrado.
Un aspecto sobresaliente de la película es su excelente banda sonora firmada por Carter Burwel
de carácter onírica, transmite desasosiego e inquietud y que retraba
perfectamente la personalidad atormentada de Norman. La melodía principal de la
cinta que se puede escuchar a lo largo de su visionado tiene gran belleza, al
igual que otras músicas como la que acompaña a Norman cuando éste quiere
deshacerse de los cuerpos de sus víctimas en un estanque próximo a la mansión.
Una revisión de esta película hoy en día, el espectador atento y el amante
del cine concebirán a Psicosis III
como una rareza muy reivindicable, además de un producto muy nostálgico en la
medida en que nos lleva a la maravillosa década de los 80 y con un tipo de cine
que hoy en día no se hace. Está claro que el desarrollo de las nuevas
tecnologías y la implantación de Internet ha cambiado nuestra percepción del
mundo. No tiene esa profundidad en la estructura del guión, ni grandes giros de
guión que den densidad a la cinta. Pero la cinta sí que es un testimonio lleno
de nostalgia al cine de terror ochentero, aquél cine típico de video-clubs. No
es una maestra del séptimo arte sino otro giro de tuerca a la desdichada
historia de Norman Bates. Se trata de una muy digna continuación de Psicosis
y que supera con mucho a la mayoría de cintas slasher de los 80.