viernes, 10 de julio de 2020

Psicosis II, de Richard Franklin (1983).

Cartel de Psicosis II (1983), dirigida por Richard  Franklin.

El presente comentario contiene numerosos spoilers que revelan aspectos fundamentales de la película de Psicosis II, de modo que en el caso de que no lo haya visto, abandone la lectura de estas páginas. Psicosis II es la continuación de la famosísima película Psicosis que dirigiera Alfred Hitchcock en 1960. Como cabría esperar, independientemente de la calidad de la cinta, era seguro que la película sería masacrada por la crítica especializada de la época. Estos críticos con el prejuicio de que era un sacrilegio hacer una continuación de la cinta de Hitchcock no supieron valorar las muchas virtudes de la cinta. Originariamente se pensó que esta Psicosis II sería una película para la televisión, sin embargo, al aceptar Anthony Perkins el papel de Norman y unido a la expectación que generó los medios de la época, la Universal decidió apostar fuerte por ella estrenándola en cines y completando un gran reparto.
La película fue dirigida por el australiano Richard Franklin, que procede de la misma generación que Peter Weir, pero que, finalmente no desarrolló una extensa filmografía como director, a pesar de su buen hacer en esta cinta. El guión corre a cargo de un especialista del género fantástico que dirigiría en 1985 Noche de miedo y sería el guionista de Muñeco diabólico de 1987. La película está protagonizada por el gran Anthony Perkins que recupera al inquietante personaje de Norman Bates y por Meg Tilly, en papel de Mary Samuels, una compañera de trabajo de Norman, en sus papeles principales. Meg Tilly protagonizaría otros grandes títulos de la década de los 80 como fueron Reencuentro de Lawrence Kasdan en el año 1983, Agnes de Dios de Norman Jewison en año 1985, por el llegaría a ser nominada al Oscar y Valmont de Milos Forman en 1989. También está en la película Vera Miles que ya estuvo en la primera parte de Psicosis y que vuelve a interpretar a Lila, la hermana de Marion Crane. En esta película se nos presenta como la viuda de Sam Loomis, que curiosamente fue el novio de su hermana en la anterior película. El reparto lo completa Robert Loggia en el papel del doctor Raymond y Dennis Franz en el papel de Warren Tommie gerente del motel Bates. Robert Logia participaría en títulos clásicos del cine de los 80 como Oficial y Caballero de Taylor Hackford en 1983, El precio del poder de Brian de Palma también de 1983 o Yo, el Halcón de Méname Golan  de 1987. Respecto Dennis Franz fue un actor que supo labrarse una gran carrera tanto en televisión como en cine con Canción triste de Hill Street, que se mantuvo en antena desde1981 a 1987, o Vestida para matar de Brian de Palma de 1980. La banda sonora está firmada por Jerry Goldsmith y deja una evocadora y a la vez nostálgica melodía que suena a lo largo de toda la cinta.
De modo sorprendente, porque nadie apostaría por ello, Psicosis II es una gran película, por mucho que le pesen a los críticos de la época, muy respetuosa con la obra de Hitchcock a la que, por cierto, homenajea en varios momentos de la cinta. Y en lo que si tenían razón los críticos especialistas de la época es que de una película que se ha convertido en un clásico del cine como es el caso de Psicosis lo previsible es que surgiera una película decepcionante. Pero no ocurre esto, es más, lleva la película más allá de la cinta de Hitchcock y es un producto que, a pesar de reconocer su deuda con la cinta de Hitchcock tiene una personalidad propia. El personaje de Anthony Perkins, Norman Bates, se ha convertido en uno de los grandes mitos del cine de terror junto a otros personajes como Michael Mayers de La noche de Halloween, Leatherface de La matanza de Texas, Jason de Viernes 13 o Freedy Krueger de Pesadilla en Eln Street. ¿Por qué una gran película como Psicosis no puede tener una continuación cuando películas de mucha menos calidad si las tiene sólo por el hecho de haber recaudado dinero? ¿Por qué se califica a una película de manera negativa incluso antes de realizar un visionado? Esto me lleva a reflexionar ante el enorme poder de persuasión y de influencia que la llamada crítica especializada puede ejercer sobre el espectador de cine. Es muy habitual que muchas películas en el momento de su estreno quede encumbrada por sus grandes críticas cinematográficas y éste sea el motivo determinante que lleve a los espectadores al cine. Sin embargo, como reza el dicho, el tiempo siempre da y quita razones, y ocurre con mucha frecuencia que muchas películas que en su momento de estreno contó con grandes críticas hayan envejecido muy mal justamente porque no era la gran película que describieron los críticos en su momento. Un ejemplo sería la película de Blade Runner de Ridley Scott que en su momento de estreno contó con la desaprobación de la crítica y de la taquilla pero que con el paso del tiempo acabó por convertirse en un título de culto. Esto es justamente lo que pasa con Psicosis II. A diferencia de otras películas, Psicosis II lejos de envejecer lo que ha hecho es ganar con el tiempo. Esto es debido que, en gran medida, salvo algunas excepciones, el cine se ha convertido en un negocio ahora más que nunca cuyo único propósito es acumular el mayor dinero posible con el menor riesgo posible: remakes, secuelas, precuelas y spin off. Eso unido de que hoy en día tiene que estar contenido dentro del límite de lo políticamente correcto porque si no ocurre esto mucha gente se ofende. Esto se traduce en películas banales y superficiales, que no arriesgan en absoluto ni profundizan en la psicología de los personajes, en el que las películas de acción no hay sangre ni muertes y en el caso de que las hubiese el personaje muerte renace. Por este motivo, Psicosis II es una película que para el espectador del siglo XXI resultará absolutamente sorprendente.
¿Qué tiene esta película de apasionante que obliga al espectador a quedarse pegado en su asiento hasta que finalice? En buena medida su fidelidad a la primera, el terror tan absoluto que provoca el matricidio, el temor irremediable que nos genera el enfermo mental, su rápida etiquetación como extraño y peligroso, su difícil reinserción en la sociedad y que la muerte proceda de lo cotidiano de la vida.
En la película Psicosis II, a diferencia de su predecesora, el protagonismo desde el primer momento corre a cargo de Norman Bates y su inquietante mansión. Los homenajes a la original de Hitchcock están desde el primer momento cuando la cinta arranca en blanco y negro y reutilizando la mítica escena del asesinato de Marion Crane en la ducha. Este prólogo sirve de preámbulo para el tránsito del blanco y negro hacia el color, todo ello acompañado por los acordes de la excelente música de Jerry Goldsmith. La fotografía de la película es excelente dando lugar a un tono sorprendentemente colorista que, en contra de lo que pudiera suponerse, es uno de los grandes logros de la cinta. Cada fotograma rezuma cine ochentero trasladando al espectador al tipo de cine que se hacia en los 80. Una época en la que, a diferencia de lo que sucede en el cine de hoy en día, no había efectos digitales realizados por ordenador que los efectos eran prácticos y esto se traduce en la pantalla en una gran autenticidad. También nos lleva este tipo de cine al recuerdo nostálgico del cine de video-clubs tan en boga en los 80 y 90 y que hoy en día por desgracia se ha perdido por culpa del desarrollo imparable de Internet. A diferencia de la primera película donde la mansión Bates a cuentagotas, el espectador conocerá su interior de modo completo. Tom Holland, consciente de que esta secuela carece del factor sorpresa de la primera entrega sitúa al espectador en la perspectiva de Norman, haciéndole participe de su visión distorsionada de la realidad. Podemos distinguir entre varias tramas argumentales: en primer lugar el intento de Norman Bates de iniciar una vida nueva superando su traumático pasado. En la escena que nos muestra a Norman volviendo a su casa en compañía del doctor Raymond es un excelente ejemplo de lo que va a ser la tónica de la película: cierta nostalgia hacia el pasado unido a grandes dosis de suspense y de terror. Richard Franklin y Tom Holland son fieles a la original cuando comprenden que el mayor de los terrores que podamos experimentar es aquél que procede de la vida cotidiana. La película nos sumerge desde el primer momento es una atmósfera opresiva y malsana que mantiene al espectador de la película siempre en un estado de tensión. Somos partícipes del temor de Norman, especialmente a la hora de acceder tanto al dormitorio de su madre y al sótano, que fue el lugar donde mantuvo encerrado el cuerpo momificado de su madre en la primera entrega. A Norman se le asaltan los recuerdos de la muerte de su madre por envenenamiento, además de recibir notas anónimas supuestamente de su madre. La cara del niño que sale precisamente en esta secuencia encarnando a Norman de niño en realidad era el propio hijo de Anthony Perkins, Oz Perkins.
La película muestra los vericuetos del trabajo de Norman en la cafetería y el esfuerzo que realiza para adaptarse a su nueva vida. Sin embargo, su pasado sigue acechándole de manera incansable. Norman  hará amistad con Mary, una compañera de trabajo que tiene problemas con su novio y que, al no tener donde alojarse, acabará durmiendo en la mansión de Norman. La película nos muestra el encuentro entre Norman y el señor Tommie y cómo el primero desaprueba el modo en que está llevando el segundo el negocio. El negocio que inicialmente era un Motel de carretera se ha convertido en un lugar donde la gente va a drogarse, beber alcohol y practicar sexo. Por ello Tommie será despedido y es uno de sospechosos por parte del espectador de ir colocando notas con el propósito de hacerle perder la cordura.
La escena que nos muestra el retorno de Norman al dormitorio de su madre está rodada de manera excelente y donde se mezclan pasado y presente, con una melodía sumamente conmovedora. Curiosamente, en la penumbra de la habitación el atento espectador podrá observar la angosta silueta de Hitchcock unos pocos segundos, los que tarda Mary en encender la luz.
Uno de los puntos fuertes de la película es el retorno de Vera Miles en el papel de Lila Crane, o mejor dicho, Lila Loomis. Según nos revela la película, Lila acabó casándose con Sam Loomis, el novio de Marion Crane, su hermana. Habría sido muy interesante y un guiño importante para los seguidores de la primera cinta que la película hubiera dado más detalles acerca de esta relación, sin embargo, esto queda en un mero apunte sin el menor desarrollo. Lila Loomis a lo largo de toda la trama se esfuerza, en primer lugar por evitar la liberación de Norman del hospital psiquiátrico en el que se encontraba recluido consiguiendo firmas de los familiares de las víctimas de Norman Bates, aunque sin éxito; en segundo lugar enviando notas a Norman, disfrazándose de la madre todo ello con el objetivo de enloquecer otra vez a Norman y que este quede recluido de manera definitiva en una institución mental. Sin embargo, el cambio entre Lila de Psicosis y Lila de Psicosis II es importante, a pesar de realizar un cometido parecido: en la primera Psicosis investigaba junto a Sam el paradero de su hermana desaparecida y lo hacía de manera que el espectador de la cinta se identificara con ella y comprendiera su dolor; sin embargo, en Psicosis II, el espectador no puede entender el denodado esfuerzo que realiza Lila haciendo uso de los medios maquiavélicos que fueran necesarios para hacer enloquecer al personaje de Norman. Si estudiamos el personaje de Lila en la primera película comprendemos que de ninguna de las maneras era posible que evolucionara psicológicamente del modo en que efectivamente lo hizo en Psicosis II, poniendo en alto riesgo la vida de su propia hija.
El giro final de la película revelando que realmente la que hasta ahora suponíamos que era su madre y que su verdadera madre haga su aparición siendo la responsable de todos los asesinatos es sumamente inteligente. La escena en la que Norman golpea con una pala a su verdadera madre por sorpresa cuando ella estaba sentada en la silla de la cocina ha quedado grabado en la memoria colectiva del aficionado al cine sobre todo por lo impactante y escalofriante que resulta. Esto seguido del diálogo que mantiene Norman con su madre muerta, con Norman imitando la voz de su madre genera desasosiego e intranquilidad en el espectador. La película finaliza con una secuencia en la que muestra a Norman en la colina justo con la mansión a sus espaldas y su madre en la ventana,  todo ello en la oscuridad de la noche.
A diferencia de la cinta original la película no reflexiona de manera directa sobre el trauma de doble personalidad que padece el personaje de Norman, ni del complejo de Edipo freudiano y el matricidio, que acabaron por convertirse en el eje central del argumento, más allá del robo del dinero. Si que es cierto que justamente al final, cuando oímos a Norman imitar la voz de su madre y entablar una conversación se nos muestra otra vez la doble personalidad de Norman, sin embargo, esto queda como mero apunte, como aperitivo a la llegada de Psicosis III. Psicosis III, aunque sea inferior a Psicosis II sí que es un producto bien hecho que no pretende engañar al espectador haciéndose pasar por lo que no es. Sí que trata de manera amplia esta enfermiza relación entre Norman y su madre.
Psicosis II reflexiona sobre la enfermedad mental y las dificultades que tienen las personas que padecen o han padecido una enfermedad mental para reinsertarse con plena normalidad en la vida social de nuevo. La enfermedad mental, tal como muestra la cinta, sigue siendo un estigma social muy fuerte que tiene consecuencias a nivel laboral y social para la persona que la padece. Norman no sólo vive por el estigma de la enfermedad mental de doble personalidad sino que ha matado a gente inocente y ha sido capaz de desenterrar el cuerpo de su madre para volverlo a traer a su casa, momificarlo e intentar hacer una vida con esa persona como si estuviera viva, Inicialmente Norman trabajafrá en una cafetería próxima a su casa gracias al apoyo del centro psiquiátrico en el que se encontraba recluido. Aunque con poco éxito debido a la presión a la que se encuentra sometido pues hay alguien que le hace llegar notas supuestamente de su madre. Esto no le ayudarará precisamente a mantener su trabajo. Aunque en un inicio el personaje de Mary Samuels, siguiendo las indicaciones de su madre, hace lo posible por enamorar al personaje de Norman con el propósito de hacerle enloquecer, parece que finalmente se siente atraído por Norman y por ello decide dejar de engañarlo. Sin embargo, este cambio en el personaje de Mary Samuels no puede ser entendido de manera completa por el espectador. ¿Cómo puede implicarse emocionalmente Mary con Norman después de que éste asesinara a su tía en el pasado, además de otras personas? Era manifiestamente claro que la relación entre ambos personajes sólo podía acabar en tragedia.
Mary (Meg Tilly) y Norman (Anthony Perkins).
En definitiva, estamos ante una gran película de terror con el sabor añejo del mejor cine ochentero, además de digna continuación de ella, que no pretende contradecirla ni mucho menos superarla sino hacer un sentido homenaje, descubriendo nuevos aspectos del universo Psicosis que no habían sido mostrados en la original. Un producto que hay que reivindicar y que hará pasar al espectador un rato muy inquietante. En 1981 se estreno en España una cinta que tramposamente se tituló Psicosis II con el objetivo de engañar al ingenuo espectador y llevarlo al cine. Es una película que es conocida también como Escuela Nocturna, se encuentra dirigida por Ken Hughes y protagonizada por Rachel Ward y que, por supuesto no guarda ninguna relación con el universo Psicosis. Por último, cuando se propagó los rumores de que estaba próxima la producción de Psicosis II, Robert Bloch, el autor de la novela Psicosis en la que se basó Alfred Hitchcock, se apresuró en hacer una continuación de su novela con una trama en el que se cuenta que Norman Bates escapa de la institución mental en la que se encontraba recluido con el objetivo de viaja a Hollywood y detener la producción de una película que se basaba en su vida. El objetivo de Robert Bloch era adelantarse a la película para que ésta pudiera basarse en su novela. Sin embargo, los guionistas desecharon el argumento de la novela y desarrollo otra historia totalmente independiente.
La película a pesar de no contar con el apoyo de la crítica sí que cosechó una gran recaudación en taquilla que posibilitó tres años después que viera luz el proyecto de Psicosis III, esta vez dirigida por nada más y nada menos el propio Anthony Perkins, aunque en este caso el éxito fue menor. El universo de Psicosis siguió expandiéndose con Motel Bates, del año 1987 que fue el piloto de una pretendida serie de televisión que finalmente no vio luz debido a la baja audiencia de la misma, por lo que los directivos decidieron cancelarla. Es una auténtica rareza dentro del mundo de Psicosis pues allí un compañero de Norman dentro de la institución mental hereda el Motel y una vez que sale decide reabrirla. Finalmente en 1990 llegó Psicosis IV: el comienzo, la última protagonizada por Anthony Perkins y esta vez dirigida por Mick Garris, un especialista del cine de terror a nivel televisivo y ser el responsable de varias adaptaciones de las novelas de Stephen King.