sábado, 26 de diciembre de 2020

House IV (1992) de Leis Abernathy.

    


Cuarta entrega de una de las sagas de terror más conocidas de la década de los ochenta como fue House: una casa alucinante. Son una serie de películas de serie B, con bajo presupuesto donde se combinaba de terror y comedia, todo ello unido al encanto que destila el cine ochentero. La primera de la saga, House una casa alucinante constituyó un buen punto de referencia de gran éxito sobre todo de cineclubs. La segunda bajaba el nivel sobremanera pues prácticamente desaparecía el terror para convertirse en una especie de comedia de aventuras, aunque no por ello deje de ser recomendable para el seguidor de este tipo de cine. La tercera fue, al menos para el que esto escribe, la mejor de la saga. Aunque los productores de la cinta eran los mismos que los de las dos entreas anteriores, la cinta se alejaba argumentalmente. Aquí se abandonaba todo ese tono amable y de comedia de las dos primeras entregas para convertirse en una cinta de auténtico terror sobre un asesino ejecutado que, al modo de Freddy Kruegger, volvía de la muerte para vengarse del policía que lo detuvo. ¿Qué decir de esta cuarta entrega sin resultar demasiado duro en la crítica? Se trata de una cinta con una dirección torpe y carente de ritmo, con una ambientación donde el bajo presupuesto se pone de manifiesto, rozando de modo muy peligroso el cutrerío, con una fotografía que no tiene nada que envidiar a las películas televisivas que emiten cierto canal español los fines de semana poco después de la hora de comer y con solo un par de escenas de terror. No por ello el seguidor de la saga House debe dejar su visionado pues es un producto que a pesar de sus evidentes defectos a todos los niveles (técnicos, dirección o guión) acaban entreteniendo e incluso divirtiendo, aunque de un modo muy diferente al modo en que inicialmente fue concebido la cinta.

Como guiño a los seguidores de la primera película, la cinta vuelve a recuperar el personaje de William Katt, interpretando a Roger Cobb, aunque su tiempo en pantalla sea muy reducido.

Pasemos al análisis del argumento. Roger Cobb y su familia sufren un accidente de tráfico y que acaba con el fallecimiento de él y la hija quedándose paralítica. Nelly, la mujer de Roger Cobb, decide hacerse cargo de una casa vieja pertenece a la familia de Roger Cobb. Su objetivo es reformarla para trasladarse allí a vivir con su hija y empezar una nueva vida. Pero Nelly desconoce que la casa está construida bajo un manantial de origen indio considerado sobrenatural. No es un argumento nada nuevo sino que se repite habitualmente en el cine de terror desde Al final de la escalera (1980) de Peter Medak hasta Cementerio de animales (1989) de Mary Lambert. Ni siquiera el tema de la venta de la casa encantada es algo novedoso sino que también se repite con frecuencia, por ejemplo en Motel Bates (1987) de Richard Rothstein. ¿Qué decir de esa escena final que seguramente se inspiró en la película Ghost (1990) de Jerry Zucker? Repito, la cinta argumentalmente no aporta nada: en el fondo es el mismo que el de la primera entrega pero cambiando personajes. Respecto a los personajes, aparece el personaje de William Katt de manera muy tramposa para poner en relación esta película con la primera entrega. Sin embargo el personaje es ligeramente diferente a lo que fue en la primera entrega. Además, como hemos señalado antes, se trata de un cameo sin más trascendencia. Del resto del reparto nos encontramos con el personaje de Verna, la asistenta, que está interpretada por Denny Dillon, que había participado en la serie Sigue soñando como secretaria de la protagonista. Terri Treas interpreta a Nelly, una actriz de amplia carrera sobre todo en el mundo de la televisión.

No llego a comprender que el director y productor Sean S. Cunningham que ya había demostrado su buen hacer en el cine de terror en cintas como la saga de terror de Viernes 13, pueda estar involucrado en semejante subproducto. También vuelve a aparecer Manfredini como responsable de la banda sonora. Por cierto, tanto Manfredini como Cunningham han estado siempre ligados a la saga desde la primera entrega.

La dirección corre a cargo de Lewis Abernathy, un realizador que tampoco ha tenido una gran carrera en el cine. Le ha faltado introducir más dinamismo y chispa a la narración, parece que no existe un auténtico sentido unitario para toda la trama. ¿Qué decir de esa escena en la que se muestra a una pizza parlanchina? Como he señalado antes la cinta presenta un inaguantable tufillo a telefilm que desde mi punto de vista lastran con mucho la cinta.. Además, al ser la cuarta cinta de la saga cabría esperar una mayor inversión de dinero y con medios al menos dignos que hagan que la película visualmente hubiera resultado más atractivo. Es que ni siquiera hay efectos especiales para envolver de cierta ambientación para una película de terror. La escena más destacable desde un punto de vista visual fue la ducha con sangre, pero muy poco para ser la cuarta entrega de la película.

En definitiva, una película que aunque se pueda ver y es entretenida siempre y cuando se desligue de la saga originaria, no deja de ser una pequeña decepción para ser el cierre, al menos por ahora, de la saga de House. Todo queda muy descafeinado y light, se prescinde del terror e incluso, a veces parece un melodrama aunque con algunos apuntes de terror. 

domingo, 13 de diciembre de 2020

Tu luz me ilumina desde el Cielo.

         Mi querida abuela, eras como una luz que iluminaba este mundo hasta ese día en que tu corazón se apagó y te marchaste para siempre. Te fuiste lentamente, casi sin avisar. Tenías un corazón demasiado grande para este mundo. Quiero que estas palabras lleguen a ti porque no te hablo yo sino mi corazón. Sé, que ni siquiera habría sido necesario escribir estas palabras porque tú con una simple mirada ya adivinaba todo lo que acontecía en mí interior.

Te fuiste tal día como hoy de hace pocos años debido a esa maldita enfermedad que tanto odié, y que poco a poco te fue mermando hasta lograr privar a tus seres queridos de la luz que irradiaba tu presencia. Recuerdo la última vez que te vi. Era finales de agosto y, como era habitual en mí, antes de incorporarme a mi centro de trabajo en Septiembre fui a tu casa para despedirme de ti. Me despedí de ti con un beso y un fuerte abrazo, como solía hacerlo siempre. Sin embargo, ¿Sabes mi muy querida abuela que supe en ese momento que ya no te volvería a ver más? Tuve ese presentimiento, como un pensamiento claro y preciso, no como una mera intuición u ocurrencia sino como una certeza absoluta e indudable. Debido al desarrollo de esa maldita enfermedad que tenías permaneciste impasible sin articular palabra. ¡Cuánto me habría gustado decirte en ese momento lo importante que fuiste en mi vida y que yo no quería que te marcharas nunca! Cuando cogía el autobús lo pensé detenidamente de nuevo e incluso tuve la tentación de bajarme para volver a verte y decirte lo mucho que te había querido y que siempre fuiste el mejor ejemplo que tuve en vida. Pero no lo hice. Ese pensamiento me abandonó y como ocurre siempre, me sumergí en la vorágine de la vida y en sus rutinas y continúe mi camino. Hasta que tal día como hoy de hace pocos años mi madre me llamó para decirme que te habías ido. De verdad querida abuela, desde que te fuiste el mundo se convirtió en un lugar menos humano, más oscuro, triste y sombrío, perdiendo gran parte de su encanto. Y no puede ser para menos, porque sin ti el mundo ha perdido esa sonrisa tan tuya que irradiaba de vida y de luz todo lo que te rodeaba.

Querida abuela, eras una persona discreta, valiente, luchadora y cuando tenías un problema te lo guardabas para ti y no querías que ninguno de tus seres queridos se enteraran para evitarles cualquier sufrimiento.

Ya sé mi querida abuela que todos nos vamos tarde o temprano de este mundo, pero es ¡tan difícil de aceptar que una persona tan maravillosa como tú se marchara! Pedí un permiso y volví a casa. No fui a tu funeral porque me negaba a verte sin vida. Para mí hubiera sido un dolor muy fuerte e inasumible. Además, en estas ocasiones siempre aparecen las personas que en los momentos importantes no estuvieron presentes, personas a los que apenas tuve contacto en mi vida cotidiana y que ni siquiera conocía. No soy partícipe de esa hipocresía. Creen que asistiendo a tu funeral ya te pueden mirar por encima del hombro sobre una falsa autoridad moral. Son como las ratas que abandonan el barco cuando éste se va hundiendo. Para mí no significan nada.

Querida abuela, mucha gente cuando habla sobre las personas que no están suelen hacerlo con cierta condescendencia moral. Piensan ingenuamente cuán afortunados son porque siguen con vida y sienten lástima por los que se fueron porque el proyecto de su vida quedó truncado. Pero se equivocan de manera irremediable, en el fondo todos somos igualmente víctimas ya que todos morimos, unos antes y otros después porque el paso de tiempo es inexorable. Nuestras vidas son los ríos que van a dar en el mar, que es el morir, señalaba Jorge Manrique. En el fondo, todos somos una misma persona, elementos de un mismo ser al que retornamos finalmente. En mi caso, siento mayor admiración por aquellas personas que no están porque han dado ese paso hacia la muerte que ninguno de los vivos pueden dar y que a todos genera miedo, incertidumbre o desasosiego. La muerte supone el cierre definitivo de todas las aspiraciones o metas que pudiéramos tener, pero hay que aceptarlo. ¿Cómo si no podremos darnos cuenta del milagro que supone la vida? ¿Cómo si no podemos apreciar la llegada de la primavera y del verano sin antes no hemos pasado por un largo y frío invierno?

¿Cómo me ha ido la vida desde que te fuiste? Me ha ido bien porque siempre luché por aquello en lo que creía y que consideraba correcto y me importaba. Poco me importaba lo que otros pudieran decir de mí o criticar pues para mí ellos son nada. También puedo decirte que soy muy feliz pero esa felicidad nunca podrá ser completa cuando tú no puedes ser partícipe de ella. Ha llegado un momento en la vida en la que soy joven pero también he vivido mucho y tengo algunas cicatrices en el alma que me acompañarán siempre. Si he tenido problemas en mi vida siempre los he entendido como pruebas cuya superación me han ayudado a mejorar. Quizás haya perdido un poco de esa fuerza vital propia de los jóvenes ingenuos. Cuando empiezas a abrirte camino por la vida tienes una fuerza sobrenatural que haces que luches por todo y contra todos y te rebeles contra aquello que consideras injusto. Y si a esto se le une el orgullo de la juventud, algo que siempre me ha caracterizado, la vida puede darte fuertes golpes. Pero no por ello has de desistir sino que es necesario seguir adelante. Lo importante no son las veces que caes a la lona, diría un boxeador, sino las veces que te levantes. En este momento de mi vida se caracteriza por la calma y el sosiego, ambos necesarios para ser feliz, para disfrutar de una vida plena y vivir cada momento como si fuera el último. He encontrado mi lugar en el mundo, pero, cómo bien me decías de niño, eso nunca fue tarea sencilla. Uno aprende que en la vida nada permanece igual en el tiempo y ese elemento de descontrol y arbitrariedad hay que asumirlo. Aprenderlo me ha costado muchas decepciones, además de lágrimas amargas. Como decía Nietzsche, lo que no nos mata nos hace más fuerte.

¡Cuán necesario es tener en la vida buenos maestros y referentes que te sirvan de ejemplo! Y yo tuve el mejor ejemplo de todos: tú. Sin embargo, a medida que avanza mi vida y se incrementa mi experiencia, uno aprende, querida abuela, que llega un momento en el que los referentes dejan de ser estrictamente necesarios porque tú mismo eres ya un referente para otras personas. Es cierto también que nunca dejamos de aprender. Pero cuando te conviertes en referente de las personas que más quieres es necesario tener buen temple, tranquilidad y calma, aunque interiormente la situación sea de miedo o incertidumbre. Cuando eres más joven y no tienes nada que perder no puedes darte cuenta de ello. Y sí la vida me ha hecho daño, como dije más arriba, siempre lo he entendido como un paso más dentro de mi aprendizaje vital. Pero ningún dolor será suficiente para que mis seres queridos dejen de ser felices. ¡Cuánto me habría gustado que hubieses conocido a las nuevas personas que han ido incorporándose a mi vida y a mi familia!

Querida abuela, en mi vida han aparecido gentes de todo tipo: gentes que me han aportado mucho, gentes totalmente indiferentes, personas que me han hecho daño, y que me arrepiento mucho de haber estado con ellos, o personas que simplemente te han fallado en momentos claves de la vida. Pienso que nadie puede sentirse decepcionado ante nadie, sólo aquél que espera algo de alguien puede sentirse decepcionado. En el fondo, el mundo es como es y sucede como sucede. No puede ser como nos gustaría que fuese. Tú me enseñaste, al modo del ejemplo que me diste en vida, a dar sin esperar nada a cambio. ¡Cuánta hipocresía hay en el mundo! ¿Verdad, querida abuela? Hay muchos que dan con la firme intención de que en el futuro en situaciones parecidas se les dé en la misma medida. Pero el mundo no funciona así y las personas hacen lo que quieren hacer. Tú sólo puedes controlar los límites de tu cuerpo y las decisiones que tomes en cada momento. Es estúpido esperar algo de alguien, aunque sea de la persona más querida que te puedas encontrar.

¿Recuerdas abuela como me encantaba llamarte Alegría? Te llamaba así porque estabas hecha de puro amor e irradiabas de luz y color por donde ibas pisando. Eras de esas personas que dejan huella en la vida y permanecen en el recuerdo de todos. De entre las muchas virtudes que tenías, había una importante: hacías mejores a los demás. Pienso que aquellas personas que pasan por la vida sin hacer mejor a la gente que le rodea, ¿de qué les vale? Viven una vida de engaño y apariencia. Sin embargo, querida abuela, dejabas la sensación de que cuando estás contigo las cosas sólo saldrían bien.

Gracias querida abuela por ser un ejemplo para todos a lo largo de tu maravillosa vida, y para mí de manera particular. Te sacrificaste por los demás y diste sin esperar nada a cambio sino por pura gratitud y amor. Y es eso, precisamente lo que hace que una vida sea digna de ser vivida. ¡Si yo te dijera, querida abuela, la gente que hay en este mundo que intenta aprovecharse de los demás de manera ingrata! Gracias abuela por ayudar a mis padres en situaciones de penuria económica, por ayudarme a encontrar mi lugar en este mundo, por apoyarme y estar siempre cuando te necesité y por, sobre todo, quererme tanto.

Desde hace mucho tiempo tenía la ilusión de volver a verte en el lugar donde descansas. ¡Y no te creas que fue fácil para mí! En primer lugar, porque cuando un ser tan querido, como ocurre contigo, se nos va, todo recuerdo de felicidad que tuvimos con ella se nos aparece como trágicamente doloroso. Después de varios años sí que tuve el valor necesario para ir. Cuando llegué a ese lugar, no tenía ninguna referencia para encontrarte. Había tantas lapidas que cualquier otra persona se habría dado por vencido, pero yo no. Había en mí una fuerza interior que me llevaba hacia ti. Y allí estabas, junto a mi abuelo. ¿Sabes que fue lo primero que hice? Me fijé inmediatamente en las lápidas próximas a la tuya para saber quiénes estaban allí. Y sinceramente, esos difuntos me parecieron que fueron buenas personas en vida. Encontré la calma y la tranquilidad. Y me hizo ver, además, la futilidad de la vida. ¡Cómo nos preocupamos por cosas que no tienen importancia! ¡Cuántas veces nos enfadamos con nuestros seres más queridos por simples malentendidos! No nos damos cuenta de la condición trágica de la vida, que todos tenemos, antes o después fecha de caducidad lo queramos reconocer o no. Y sólo entonces nuestra vida cobra verdadero sentido pues ya estamos en condiciones de valorar lo importante de lo que no lo es.

En la vida, desde que nacemos, como dije antes, poco a poco van muriendo todos, es una ley de la naturaleza. No podemos luchar contra eso. Sin embargo, en el fondo no acabamos de morir completamente. Puede ser que físicamente dejemos de existir, pero siempre vivimos a partir del recuerdo y el ejemplo que dimos en vida. Hay momentos en la vida que siempre permanecerán hasta la eternidad, momentos especiales que parece como si se detuviese el tiempo y que permanecen. ¿Recuerdas querida abuela cuánto me gustaba ir a tu casa a estudiar cuando era alumno en el instituto y en la universidad? Tú, mi querida abuela, realmente siempre vivirás en el corazón de las personas que tanto te quisieron.

Puedo decirte, querida abuela, que tuviste los hijos más maravillosos que una madre pudiera tener. Sé que estás muy orgullosa de todos ellos, cada uno recorrió su propio camino en la vida. Tuviste el mejor marido que una mujer pudo tener, mi querido y añorado abuelo, que tanto te quiso. Estoy seguro que tu amado hijo Luis ya se reunió contigo y con abuelo en algún lugar del firmamento. Sé lo mucho que le querías. Me lo imagino después de venir de EEUU fundiéndose en un abrazo contigo y con abuelo, en un momento que aunque durara pocos segundos fue eterno. Ahora los tres estáis juntos en un algún lugar, y ese pensamiento me colma de felicidad. Respecto a mí, puedo decirte que seguramente habrá nietos mucho mejores que yo en este mundo, pero ninguno de ellos habrá tenido una abuela como la que yo tuve.

Sé que volveremos a vernos algún día, precisamente ese día en el que todos seamos uno. Es el destino de las personas que tanto se quisieron en la vida. Alcanzamos la inmortalidad mediante las acciones que realizamos en la vida y cuyo recuerdo permanece en la memoria de todos. Tu legado nunca morirá y el ejemplo que nos distéis en vida permanecerá para siempre. Tu presencia no solo nos hizo mejores sino que también hiciste del mundo un lugar mejor. Ahora vives dentro de mí, abuela mía.. Me has acompañado durante todos estos años en todos los lugares en los que he estado. Gracias por haber existido amada abuela. Nunca te olvidaré.

domingo, 29 de noviembre de 2020

House III (1989) de James Isaac.


Este comentario contiene spoilers que revelan parte de la trama de nuestra película House IIIHouse III
es la tercera entrega de la saga House dirigida por el irregular realizador James Isaac con el que curiosamente debutaba esta cinta como realizador y protagonizada por Lance Henriksen y Brion James en sus papeles principales, dos famosos actores habitualmente secundarios, del cine norteamericana de la década de los 80 y 90. Está producida, al igual que sucedía con el resto de la saga, por Sean S. Cunningham, que alcanzó su máximo esplendor al inicio de la década de los 80 cuando dirigió Viernes 13 (1980). La banda sonora corre a cargo de Harry Manfredini, responsable también de la banda sonora de Viernes 13, y que es muy adecuado para una cinta de terror como el que nos ocupa.

House III poco o nada tiene que ver con las dos primeras pues comparte muy pocos elementos con sus dos predecesoras. Es una cinta de terror con tintes sobrenaturales y que se sitúa en el subgénero del slasher. A diferencia de los que sucedía con las dos primeras entregas, en House III el humor negro deja de tener el papel protagonista que había tenido, lo cual no significa que prescinda totalmente del mismo. La película se estrenó en EEUU con el título de The Terror Show con lo que los productores de la cinta pretendían alejarla de House II: aún más alucinante que había decepcionado mucho a sus seguidores. Sin embargo, en los demás mercados internacionales la película fue vendida por House III . No forma parte del universo cinematográfico en el que se enmarcó las dos primeras entregas basado en el subgénero de las casas encantadas y parece conducir a la saga hacia unos derroteros más serios, con elementos terroríficos y de gore. Es más, la cinta tiene más en común con el personaje de Freddy Krueger de Pesadilla en Elm Street (1984) de Wes Craven que con la saga de la que forma parte. Además, es una época en la que la figura de Freddy Krueger empezaba a mostrar síntomas de agotamiento. Curiosamente en el mismo año 1989 se estrenó en las salas americanas la cinta Shocker, 10.000 voltios de terror, del propio Wes Craven con el que guarda muchos paralelismos argumentalmente pues poseen ambas el mismo argumento prácticamente.

House III trata la historia de Max Jenke (Brion James), un peligroso asesino que tenía permanentemente en jaque a toda la ciudad por la brutalidad con la que mata a sus víctimas. Será finalmente Lucas McCarthy (Lance Henriksen) quien lo capture y lo entregue a las autoridades. Finalmente el asesino será ejecutado en la silla eléctrica. Durante la ejecución Max Jenke muestra un poder diabólico escalofriante al resistir con vida durante varios minutos riéndose de todos los presentes. Por ello los responsables aumentan la potencia para acabar con él. Sin embargo, antes de morir se dirigirá a Lucas McCarthy para jurarle que regresará de la muerte para hacerle la vida imposible. Los paralelismos con Pesadilla en Elm Street son evidentes. Ésta contaba la historia de Freddy Krueger, un personaje que tras ser quemado vivo por los padres de los niños a los que asesinó, vuelve de la muerte para vengarse a través de los sueños de los descendientes de los que le mataron. Toma muchos elementos: la caldera de la casa como representación del mal, la forma de hablar, la risa aterradora, la atmósfera onírica que posee ambas películas, el humor negro…

Sin lugar a dudas, House III es la cinta de la saga que se encuentra más orientada hacia el terror y el gore, aunque sigue manteniendo algún toque cómico especialmente con el humor negro del asesino. Las dos primeras entregas de la saga de House se llevó a cabo una lectura cómica al subgénero de las casas encantadas, incluso la segunda entrega acabó siendo una historia de aventuras. En ambas películas el humor acababa predominando respecto al terror. House III tiene por supuesto humor pero en ningún momento predomina respecto al terror. La mezcla entre humor negro y terror, unido a situaciones bizarras y gore constituye lo más definitorio de la película. Sin embargo, esta combinación entre terror y humor provoca algunas situaciones fuera de lugar, que no casa bien con el espíritu de la película como aquella escena en la que aparece la cara de Brion James en un pavo cocinado. Estos momentos delirantes no coinciden con el inicial tono serio que rezumaba la cinta.

James Isaac debutaba en la dirección con esta película que tiene con la logro una atmósfera y ambientación onírica y pesadillesca. En esto último sigue la misma estrucutra de Pesadilla en Elm Street con un personaje que asesina niños y cuyo objetivo es vengarse del policía que lo detuvo. James Isaac extrema la violencia en algunas escenas con mutilaciones, asesinatos y mucha sangre. Como hemos señalado antes prácticamente comparte el mismo argumento que la película Shocker, 10.000 voltios de terror de Wes Craven siendo esta última superior fundamentalmente por el buen hacer de Craven en este género.

Destacan las interpretaciones de los dos actores principales Lance Henriksen y Brion James encarnando respectivamente al policía y al psicópata. Lance Henriksen es un actor famoso por su participación en Terminator (1984) y Aliens II: el regreso (1986), ambas dirigidas por James Cameron. Resulta creíble como detective obsesionado con un asesino que le persigue incansablemente y que pone en peligro no solo a él sino a su familia. Por su parte, Brion James es un secundario habitual del cine de acción de la década de los 80 y de los 90 a través de cintas como 48 horas (1982), 48 horas más (1990), ambas dirigidas por Walter Hill, Red Scorpion (1989) de Joseph Zito y Tango y Cash (1989) de Andrei Konchalovski. El asesino representa el puro mal que vuelve de entre los muertos para buscar venganza. Al igual que Freddy Krueger, como hemos señalado antes su presencia siempre se torna amenazante debido a sus ojos desencajados y una risa característica.

La escena más destacable para el que esto escribe es la ejecución del asesino en la silla eléctrica, que resulta escalofriante y humorística. También podemos destacar los problemas psicológicos que va sufriendo Lucas ante la amenaza constante del asesino y como todo ello acaba repercutiendo en su familia.

En definitiva, es una película más seria y violenta que las dos primeras entregas, con escenas gore bien rodadas, destacando la ejecución del asesino en la silla eléctrica. En 1992 se estrenaría la cuarta parte de la saga y que recuperaría el título de la saga: House IV volviendo a la temática de las casas encantadas de las dos primeras entregas, aunque una cinta poco recomendable.


jueves, 19 de noviembre de 2020

House II: aún más alucinante (1987) de Ethan Wiley.

House II
    El presente comentario contiene múltiples spoilers que revelan aspesctos fundamentales de la película. Se trata de la /segunda entrega de la saga de House: una casa alucinante (1986), escrita y dirigida por Ethan Wiley, que ya fue guionista de la primera entrega, que posteriormente dirigiría Los chicos del maiz V: Campos de terror (1988) y de El exorcismo de Isabella (2006), películas menores sin apenas repercusión. Protagonizada por Jonathan Stark, que dos años antes había participado en el título de culto Noche de miedo (1985); Arye Gross, que posteriormente participaría en la película Conexión tequila (1988) con Mel Gibson, Michelle Pheiffer y Kurt Russell y también Los expertos (1989) con John Travolta; Royal Dano. un actor clásico que había trabajado en Johnny Guitar (1954) de Nicolas Ray, El hombre del oeste (1958) de Anthony Mann, El fuera de la ley (1976) de Clint Eastwood, e incluso trabajaría un año después en Ghoulies II de Albert Band; y Lar Park Lincoln, que un año después participaría en la séptima entrega de Viernes 13 (1988) de John Carl Buecher. House II: aún más alucinante está producida por Sean S. Cunningham, involucrado con la saga de Viernes 13 y la música corre a cargo de Harry Manfredini, tal como sucediera con la primera entrega. Los efectos especiales son puramente prácticos, nada de digitales, algo muy de agradecer teniendo en cuenta en lo que el cine hoy en día se ha convertido: películas de carácter sumamente artificioso debido al abuso de los efectos especiales digitales. A diferencia de la primera entrega, aquí se deja de lado el terror de modo casi completo para centrarse fundamentalmente en la comedia, las aventuras y la fantasía.

El argumento constituye un auténtico caos y despropósito, dando la impresión de que fue en buena medida improvisada a la medida que rodaban la película. Es tan tremendamente absurda que acaba provocando que el espectador de la misma no se la tome nada en serio y es esto, contra todo pronóstico, lo que la hace sumamente divertida. Jesse McLaughlin y su novia Kate llegan a una gran mansión que el primero acaba de recibir en herencia. Jesse acabará obsesionado por la historia de sus antepasados y esto le llevará a averiguar que su tatara-tatara abuelo fue un famoso bandido del oeste acabó enfrentado con su compañero de aventuras por culpa de una calavera de cristal con diamantes en los ojos a los que se suponen poderes mágicos y que fue enterrado con él. Jesse y un amigo suyo deciden buscar la tumba y desenterrar a su tatarabuelo. A partir de ese momento, el protagonista vivirá todo tipo de aventuras. Nos encontraremos con vaqueros zombies, un cavernícola, dinosauros, una virgen egipcia y una especie de perro-oruga. Entre los personajes hay dos que destacan sobre los demás: el personaje del electricista resulta muy simpático, aunque su introducción en la película resulte tanto gratuito, sin coherencia ni fundamentación en el guión; otro es el tatara-tatara-abuelo del protagonista, interpretado por Royal Dano, que como vimos antes, tiene una amplia experiencia en películas del oeste y aquí explota esta faceta.

La cinta carece de pretensiones: es una comedia de enredo que pretende hacer divertir, y punto. Hay aventuras y fantasía, nada de terror, por lo que todo aquél que se acerque a ver esta película con el propósito de pasar un rato de miedo quedará decepcionado. A diferencia de otros productos de la época como Reanimator (1985) de Stuart Gordon, la película prescinde de la violencia y de la sangre hasta convertirse prácticamente en un producto destinado al público juvenil. Tiene situaciones que roza el delirio, que en ocasiones provoca en el espectador cierta vergüenza ajena. A pesar de ello, la película es un producto muy disfrutable y sumamente entretenida y no precisamente porque sea una gran película, sino justamente por lo contrario. Los muñecos animados que podemos ver a lo largo del metraje resultan simpáticos pero, como he señalado, parece destinado a un público infantil Hay ciertas situaciones divertidas a partir de su idea de mezclar tantos géneros: aventuras, fantasía, ciencia ficción y comedia. Seguro que poco más de presupuesto unido a un poco de más talento desde la dirección y las interpretaciones habría dotado a la película de un mayor interés.

Respecto a las influencias de esta película, la primera y más intuitiva es su predecesora House: una casa alucinante (1986) de Steve Miner. A pesar de que el equipo técnico y de producción son prácticamente el mismo, la película que nos ocupa guarda poca relación con la primera entrega. Ambas tienen la premisa inicial de una casa encantada que hereda un joven y que la casa posea distintos puntos de acceso a otras dimensiones. Pero tanto el tono, como la historia y los personajes han cambiado. Ni siquiera la mansión en la misma que la de la primera entrega. Las mansiones de ambas películas tienen puntos de acceso a otras dimensiones. En la primera entrega indagaba los miedos del protagonista y esas puertas constituían el acceso a un lugar en el que los temores del protagonista cobraban realidad. En la segunda entrega estas puertas conducen a diversos escenarios del pasado o de culturas exóticas con el propósito de alcanzar la calavera preciada. Por eso es tono de la película ha cambiado: la primera entrega, aún introduciendo el humor, nunca perdía su identidad como película de terror y en toda ella había en su atmósfera y halo sumamente inquietante. Aquí, en la segunda entrega se prescinde prácticamente de todo el terror y se ha pretendido explotar el humor y la comedia. A diferencia de lo que ocurre en la primera película que siempre se tomaba muy en serio, en la segunda entrega la película no se toma en serio en ningún momento, ni por parte de los realizadores de la película ni, en consecuencia, por parte de los espectadores. Sus personajes tontorrones y estereotipados, sin ninguna profundización ni hondura psicológica. Muchas situaciones resultan disparatadas e inverosímiles que, a medida que avanza el metraje, se va alejando gradualmente del espíritu de la primera entrega hasta convertirse en una comedia totalmente bizarra. Pero, y lo que resulta más sorprendente, ante tanto despropósito e incoherencia la película acaba divirtiendo en algunos momentos. La narración de la película es torpe e incoherente, aunque dinámica pues las situaciones se suceden con suma rapidez. House: una casa alucinante estaba contaba la historia de un escritor atormentado por sus traumas de la guerra de Vietnam, la desaparición misteriosa de su hijo y su posterior divorcio. Todo ello se unía a la falta de inspiración que le impedía escribir una nueva novela. En esta segunda entrega el protagonista es un joven perfectamente feliz, sin ningún tipo de trauma de pasado, llamado Charlie Coriell, que hereda una mansión en la que poco a poco se van sucediendo situaciones extrañas. Ambas películas presentan un mismo estilo ochentero que se refleja en la mentalidad de los personajes, las ropas, los peinados y la música. Al igual que sucedía en la primera parte, en esta segunda parte tiene lugar un baile de la actriz Amy Yasbeck acompañado por una canción típicamente ochentera que es introducida de forma gratuita y con falta de coherencia con la historia, sin guardar relación con lo anterior. La primera entrega combinaba principalmente los géneros, en principio tan opuestos, del terror y la comedia: el humor se introducía a partir sobre todo del personaje de su vecino, además de algunas situaciones divertidas, pero siempre de manera dosificada. En esta segunda, combina varios géneros pero prevaleciendo siempre la comedia como el humor de manera prioritaria.

Al igual que sucediera con la película original, House II: aún más alucinante bebe del cine de Sam Raimi, concretamente Posesión infernal, aunque sin asumir su violencia y sobre todo con Poltergeist y su reflexión sobre la posibilidad de acceder a nuevas dimensiones. Que tome como fuente de inspiración estas películas no significa ni mucho menos que acabe por alcanzar su misma calidad. House II: aún más alucinante desarrolla la temática del cine de zombies, muy propio del cine de esta época y cuyo máximo referente es George A. Romero, concretamente La noche de los muertes vivientes (1968) y Zombie (1985). Además, la película House II: aún más alucinante, intenta asumir el espíritu aventurero de muchas de las producciones de los años 80 como la saga de Indiana Jones de Steven Spielberg, La historia interminable (1984) de Wolfgang Petersen, Los Gonnies (1985) de Richard Donner o Cuenta conmigo (1987) de Rob Reiner. Todas estas cintas manifiestan un gran gusto por las aventuras hacia nuevos lugares, de fantasía o exóticos y donde se manifestaba que cualquier persona puede ser un héroe. Por último, nos referiremos a una tónica bastante habitual en muchas producciones de terror de los 80 que era la de utilizar muñecos animados. En este sentido destacamos a Jim Jenson que es creador de los Teleñecos (1976), Fraggle Rock (1983), El cuentacuentos (1987) o la película de Cristal Oscuro (1982), en colaboración con Frank Oz. Desde un punto de vista de películas destacamos en esta misma década Gremlins (1984) dirigida por Joe Dante, la antes mencionada La historia interminable (1984) de Wolfgang Petersen, Ghoulies (1985) de Luca Bercovi y Critters (1986) de Stephen Herek. Esta tendencia a utilizar muñecos animados llegaría a nuestro cine con una producción dotado de gran encanto y simpatía como Los Aurones. House II, aún más alucinante, participa de este nuevo modo de hacer cine típico de los 80. Si se analiza de modo detenido, la película posee algunos puntos en común con la película de Ghoulies, una cinta que daría lugar a toda una saga de dudosa calidad cinematográfica. Ambas películas se cuenta la historia de un joven que a partir de la llegada a una nueva casa descubrirá el oscuro secreto de lo que pasó allí en el pasado. El protagonista de House II: aún más alucinante irá descubriendo a través de libros de historia que su tatara-tatara-abuelo fue un aventurero del viejo oeste que fue enterrado con una calavera a la que se le atribuye poderes mágicos. Por su parte, al protagonista Ghoulies se obsesionará con libros brujerías y su aprendizaje dará lugar a oscuras consecuencias.

El director Wiley crea una historia en la que las diversas habitaciones de la mansión pueden llevar a los protagonistas a otras épocas y mundos. House II aún más alucinante es una sucesión de chistes, con mayor o menor gracia, criaturas más o menos entrañables. Se disfruta perfectamente por parte de todo espectador que acepte las reglas de juego del realizador. Como señalé más arriba, la película tiene un ritmo narrativo rápido en el que los personajes y las situaciones se suceden de modo frenético. Una película que no destaca por su calidad precisamente pero que es un claro testimonio de cómo era el cine de los años 80 y que harán disfrutar de modo muy especial a los más nostálgicos.



jueves, 5 de noviembre de 2020

House: una casa alucinante (1986), de Steve Miner.

House, una casa alucinante.
 Si usted no ha visto esta película ha de saber que el comentario posee spoilers que revelan datos relevantes sobre el contenido del mismo. 
Estamos ante uno de los clásicos filmes de terror de la década de los 80, la edad de oro del VHS. Hoy se encuentra ciertamente olvidado, pero que en la época en la que se estrenó fue todo un gran impacto, contando con una gran popularidad. La gente alquilaba este tipo de películas en los videoclubs, auténticos lugares de peregrinaje, más allá de su calidad cinematográfica o no, por su imaginativa portada. El director fue Steve Miner, realizador con amplia experiencia en el campo del terror con Viernes 13 2 y Viernes 13 3. El productor fue Sean S. Cunningham, director a su vez de la primera entrega de Viernes 13. House, una casa alucinante gustará sobremanera a los nostálgicos del cine de los años 80, pero quizás no tanto para las nuevas generaciones o aquéllos que simplemente busquen una película seria de horror. Sus efectos prácticos han quedado muy desfasados. Pero en esto reside en buena medida su innegable encanto. Independientemente de su calidad cinematográfica, es un producto altamente nostálgico por el tipo de cine que se realizaba en los años 80. En este caso, para el que esto escribe, los defectos de la película constituyen sus máximas virtudes, de modo especial, su guión es especialmente fallido, tal como analizaremos más adelante, con la introducción de escenas y situaciones que no son acordes con la con el argumento de la, o que son directamente inverosímiles. Pero ¿para qué nos vamos a poner tan estrictos con películas como ésta cuando en la década de los 80 constituía una de las principales señas de identidad y que permitió al espectador soñar? No es una historia sobre casas encantadas al uso, sino que posee su propia personalidad gracias a la combinación de terror y comedia, con extrañas criaturas y una historia bizarra. En esto sí que es muy deudor de otras muchas películas de terror de los años 80. La película nunca se toma en serio, donde más que la coherencia argumental lo que el guionista pretende es dar rienda suelta a la fantasía y a la diversión. La casa encantada posee el acceso a otra dimensión poblado por malignos espíritus y cuyo único propósito es acabar con el protagonista de la cinta. En realidad es un producto totalmente de serie b basado en sustos y efectos especiales prácticos y artesanales. Como filme de terror cumple perfectamente con su cometido, pero sobre todo con la introducción del humor es lo que coloca a la cinta en un peldaño superior. La combinación de humor y de terror resulta una tarea ardua en el cine pero que era un rasgo distintivo para buena parte de las películas de terror de los 80, como es el caso que nos ocupa. Se trata de un humor preferentemente negro en varias escenas muy divertidas, sin nunca abandonar una atmósfera ciertamente inquietante y malsana que inunda a la casa en su totalidad. Harry Manfredini fue el compositor de la banda sonora del filme, que también es el responsable de la banda sonora de Viernes 13, creando una música que refleja perfectamente el espíritu de la película. La película fue un tremendo éxito no sólo por su paso en los cines sino también en el mercado del video doméstico, tanto en alquiler como venta. Todo ello provocó que acabara convirtiéndose en un título de culto. Sólo por el hecho de que la película tiene varias escenas que quedaron grabadas en la memoria del espectador de manera inevitable: una de las más recordadas es cuando el protagonista de la cinta descuartiza el cuerpo de un monstruo, mientras suena de fondo la canción You are not good, de Betty Everett. Por supuesto, la canción que suena en esta escena resulta totalmente incoherente, pero en esto constituye el encanto.

La película está interpretada por William Katt, famoso por haber participado en la cinta Carrie (1976) de Brian de Palma y sobre todo en la famosa serie El gran héroe americano. George Wendt interpreta al vecino Harold Gordon, Mary Stävin es Tanya, la esposa de Roger, y Susan French la tía Elizabeth, propietaria que lega su casa a Roger. Respecto a sus referencias cinematográficas de la cinta, vamos a señalar varias. Como hemos señalado, la película no es, ni pretender ser, una obra maestra del cine, sino que su propósito no es otro sino entretener. Su originalidad no se encuentra ni en el argumento, ni en la temática ni en los personajes sino precisamente en la combinación que realiza entre terror y comedia, inspirándose, o literalmente copiando, otras películas. Ya el argumento de la cinta, un escritor en crisis creativa, debido a la desaparición de su hijo, un divorcio y los traumas de la guerra de Vietnam que va a una enorme mansión para recuperar la inspiración perdida nos recuerda inevitablemente al clásico de Stanley Kubrick El Resplandor (1980), basándose a su vez en una novela de Stephen King. En la película de Kubrick, el escritor Jack Torrance, interpretado por Jack Nicholson, va a parar junto a su mujer y su hijo al Hotel Overlock que durante el invierno debido al frío y fuertes nevadas queda totalmente aislado. Su misión allí sería realizar labores de mantenimiento, y encontrar la tranquilidad e inspiración necesarias para escribir su nueva novela. Sin embargo, los espíritus que pueblan el Hotel impiden que pueda cumplir con su cometido. Sin embargo, House, una casa alucinante no se basa solamente en El Resplandor, porque si éste hubiera sido el caso, entonces en todas las comparaciones habría salido perdiendo: no sería sino una mala copia de El Resplandor pero con menos medios y sin el talento de Stanley Kubrick tras las cámaras. La novedad se encuentra sin embargo, en la introducción de humor, Esto es lo que eleva el nivel de la película. ¿Hay algo más humano que la risa acaso? No se trata de una comedia en ningún caso, sino que el humor es introducido en puntos determinados de la película. A pesar de que la película esté dirigida y producida respectivamente por Steve Miner y Sean S. Cunningham respectivamente, miembros activos de Viernes 13, la película no aboga nunca por la truculencia ni de Viernes 13 ni de otras películas de la época como La noche de Halloween (1976) de John Carpenter, aunque en ésta en menor medida, La matanza de Texas (1974), de Tobe Hopper o Pesadilla en Elm Street (1984) de Wes Craven. Y esto es de agradecer en muchos casos. La introducción de comedia y de humor era un aspecto que se introduce en el cine de terror de los 80 realizando una revisión, a veces de manera encubierta, de los grandes monstruos de la Universal. Así, la película De pelo en pecho (1985), dirigida por Rod Daniel y protagonizada por Michael J. Fox, actualiza el mito del hombre lobo, en plan de comedia, al igual que Noche de miedo (1985), dirigida por Tom Holland y protagonizado por William Ragsdale y Chris Sarandon con el cine de los vampiros, o Reanimator (1985), de Stuart Gordon y protagonizado Jeffrey Combs con el mito de Frankenstein. Lo que caracterizó a todas estas películas no es que se convirtieran en joyas del cine sino en su encanto, acentuado a su vez, como ya apunté más arriba, por la nostalgia hacia el cine de los 80. Todas estas películas tuvieron continuaciones más o menos afortunadas cuyo objetivo no era otro sino sacar tajada económica tanto en la pantalla del cine como en el mercado doméstico del VHS. House, una casa alucinante supone en este caso una actualización del tema de casas encantadas. Respecto a clásicos de cine de terror que se ocupen del tema de las casas encantadas, hay un clásico como La casa encantada (1943), de William Baudine, con Bela Lugosi y Ava Gardner, que también combinaba terror y humor curiosamente y que resulta divertidísima. Más allá de la película El resplandor, House toma mucho de Posesión infernal (1981), de Sam Raimi, protagonizada por Bruce Campbell y Ellen Sanweiss. Se trata ésta de una cinta de terror de serie b que trata el tema de la invocación de espíritus malignos de modo cómico. Su argumento gira entorno a unos jóvenes ingenuos que despiertan a una fuerza malvada y cómo éstos tienen que luchar para liberarse de ella. House, una casa alucinante y Posesión infernal, más allá del aspecto cómico que comparten son similares en la forma de tratar la apertura a una nueva dimensión. Pero igual ocurre con la película Poltergeist (1982), dirigida por Tobe Hopper y protagonizada por Heather O`Rourke, JoBeth Williams y Craig T. Nelson. En esta última película, los malvados espíritus que acechan a la pobre familia se encuentran en una dimensión cuya entrada se encuentra en un armario. Todos estos elementos están en House, una casa alucinante: hay una puerta hacia la dimensión de esos ofendidos espíritus en el botiquín del cuarto de baño y donde se encuentra secuestrado a su vez el hijo del protagonista de la película.

El argumento es bastante típico, tal como hemos señalado más arriba a propósito de la película de Stanley Kubrick, se centra en Roger Cobb, un afamado escritor que sufre un bloqueo mental que le impide escribir su nuevo libro. A todo esto se une el hecho de que tenga que lidiar con la desaparición de su hijo en circunstancias sumamente extrañas, además de su divorcio posterior y los traumas por haber participado en la guerra de Vietnam. Tras la trágica muerte de su tía, Roger Cobb se instala en la enorme mansión de ésta que ha recibido como herencia, con el objetivo de encontrar la inspiración suficiente para volver escribir. A medida que la película avanza Roger Cobb va comprendiendo nuevos aspectos acerca de la trágica desaparición de su hijo y que le llevan a concluir que su hijo está todavía vivo y que se encuentra prisionero en algún lugar de la casa. Harold Gordon es el pesado vecino de Roger Cobb, no tardará mucho en comprender que el escritor no está completamente en su cabales. A nuestro protagonista lo ataca el pez espada colgado en una pared, los instrumentos de jardinería cobran vida para acabar con su vida, aunque sin éxito. Finalmente la aparición de un monstruo que sale de un armario de la casa. La película posee varios flasbacks del protagonista en su traumática estancia en Vietnam, concretamente el capítulo en que un compañero suyo muy malherido le pide a Roger que lo mate. Sin embargo, Roger sale a buscar ayuda, mientras que su compañero es secuestrado por los vietnamitas. El villano de la película es el terrorífico y violento Big Ben, que es su compañero en Vietnam que ha regresado de la tumba para busca venganza al considerar a Roger como el culpable de su tortuosa muerte.

El principal problema de la película es su guión, o mejor dicho, su no guión. Pero, como ya he señalado antes, constituye uno de sus grandes encantos. La historia se estructura en dos partes que podemos distinguir: tiene una parte en la que se ocupa de contarnos la historia del protagonista de la cinta con sus problemas y traumas: la extraña desaparición de su hijo, la experiencia traumática vivida en Vietnam. La otra parte se decanta por lo fantástico con la introducción de personajes terroríficos en la que el personaje se va zambullendo cada vez más en una situación de locura cada vez mayor. Será en este punto donde se explique la existencia de una puerta dimensional que le llevará a enfrentarse con su miedos más íntimos. Come he señalado las referencias tanto al Jack Torrance de El resplandor como a la película de Poltergeist están muy presentes. Toda la trama tiene lugar en la mansión donde tiene lugar situaciones a la vez terroríficas con cómicas. No hay coherencia ni credibilidad sino dar rienda suelta a la fantasía y a la diversión. Todo aquél que se acerque a la visualización de esta película ya sabe de antemano lo que va a encontrarse. Seguro que no encontrará la poesía de Shakespeare.

La apertura a la nueva dimensión nunca es explicada de manera suficiente, ni quiénes son esas terroríficas criaturas. Las escenas que tratan sobre la guerra de Vietnam parecen resultan inconexas y desvinculadas al conjunto de la película. Igual ocurre con el personaje de la tía del protagonista que no tiene un desarrollo argumental completo. Una mayor explotación de este personaje, sumamente inquietante por cierto, habría venido muy bien al filme. ¿Qué decir de ciertas escena o situaciones que son pocos coherentes con la trama argumental de la cinta? Cuando el protagonista está enterrando al monstruo que le atacó, se acompaña con la pegadiza canción You are not good, resultando poco coherente. Tampoco se da muchas situaciones de la inverosímil escena en la que el protagonista llena de cámaras para grabar al monstruo que se esconde en el armario. También carece de verosimilitud aquella escena en la que un par de agentes policiales llegan a la mansión alertados por la llamada realizada por su vecino al oír disparos. Sin embargo, una vez que los agentes policiales identifican al protagonista de la cinta como el famoso escritor, entonces el trato cambia radicalmente, incluso tomarán café en el interior de la mansión junto al protagonista y el mismo vecino. ¿Qué decir la introducción que se realiza de la vecina de la mansión? Se conocen en cierta ocasión en que la vecina está realizando footing. Más adelante, esta aparece bañándose en la piscina de la mansión señalando que era lo que hacía cuando la difunta tía estaba viva. ¿Qué decir de la escena en que la vecina le endosa el cuidado de su propio hijo porque tenía una cita importante? Finalmente, respecto a la presentación del villano, Big Ben, su introducción en la trama argumental parece que no resulta todo lo sólida que debería. El guionista ha querido desarrollar una historia de vengaza pero no queda explicado cómo Big Ben pudo salir de su tumba e ir a parar a esa mansión en concreto. Esta parte de la historia se habría podido mejorar con la introducción de una base explicativa que fundamentase la aparición de este personaje, por cierto, lleno de carisma, a la vez que muy terrorífico.

Siguiendo a Poltergeist, como hemos señalado más arriba, en la mansión aparece una apertura que conduce a una nueva dimensión desconocida poblada de espíritus aterradores. Se localiza concretamente en un botiquín situado en el propio cuarto de baño y en el fondo no es más que un subconsciente que conoce los miedos del protagonista. La puerta que conduce a la nueva dimensión que oculta la casa es una especie de subconsciente de los miedos de sus habitantes. En este aspecto recuerda a la cinta de Paul Anderson Horizonte Final (1997), protagonizada por Laurence Fishburne y Sam Neil cuya nave conocía los miedos de los protagonistas y hacia posible su materialización, enloqueciendo a los tripulantes. Roger logra vencer a Ben no a través de una lucha violenta sino desde un punto de vista psicológico: cuando decide enfrentarse en primera a sus miedos.

En definitiva, House, una casa alucinante resulta un vehículo sumamente entretenido a través con una armónica combinación entre humor y terror. Tiene terror y humor, efectos artesanales y efectivos, buenas actuaciones y diversión en grandes dosis. ¿Alguien quiere más? Daría lugar a tres continuaciones más irregular en conjunto pero que todo aficionado al cine de terror de los años 80 tiene la obligación de revisar. Esto constituye otro de los grandes encantos de este tipo de producto de terror de los años 80: si la película funcionaba bien comercialmente era casi seguro que tendría más continuaciones. En este sentido, podemos recordar La matanza de Texas (1974), de Tobe Hooper, La noche de Halloween (1976), de John Carpenter, Viernes 13 1980) de Sean S. Cunningham, Poltergeist (1982) de Tobe Hooper, Los chicos del maíz (1984) de Fritz Kiersch, Pesadilla en Elm Street (1985) de Wes Craven o Reanimator (1985) de Stuart Gordon. Es la práctica habitual de Hollywood: exprimir la gallina de los huevos de oro hasta el final. Se prioriza el aspecto financiero sobre el artístico. Pero indudablemente, todas estas continuaciones tienen un incuestionable encanto para todo aquél que admira el cine de los años 80. Volviendo a nuestra película, House II, aún más alucinante, llegaría un año después, en el año 1987 que continúa con el hilo conductor de la primera entrega. La película es inferior porque pierde su elemento sorpresa pero puede hacer pasar un buen rato al espectador poco exigente. House III llegó a las pantallas el año 1989, es una película que se desmarca de las dos primeras entregas y trata la historia de un asesino que es ejecutado pero cuyo espíritu se encuentra en el interior de una casa. Una película que tiene mucho de Pesadilla en Elm Street y que, en general, es muy desconocida pero muy reivindicable. Finalmente en 1992 se estrenaría la que, por ahora, es la última entrega y que se tituló House IV. Ésta es sin duda la más floja de las entregas. Intenta realizar un retorno a los orígenes de la House de 1986, incluso recupera, aunque brevemente, al protagonista de la primera entrega. Sin embargo, se trata de una película fallida, una muestra en fin de que la historia de House estaba prácticamente agotada.

jueves, 22 de octubre de 2020

El final de la escalera (1980) de Peter Medak.

 

Al final de la escalera es una cinta de terror del año 1980 dirigida por Peter Medak y protagonizada por George C. Scott, Trish Van Devere, Melvyn Douglas y Roberta Maxwell. Es una cinta que el tiempo se ha encargado de situarla dentro de los clásicos del cine, en una referencia para el género del terror venidero, que no ha perdido ni un ápice de interés a pesar de los años transcurridos. Y es que 1980 marcó el inicio de un nuevo tipo de cine de terror con dos grandes obras como fueron El resplandor de Stanley Kubrick y ésta de Al final de la escalera. Por cierto, ambas películas tienen muchos aspectos en común, en concreto el hacer del entorno un personaje más con vida propia: en la cinta de Kubrick sería el hotel Overlook y en la de Peter Medak la mansión que el protagonista alquila.

Peter Medak, a pesar de su gran talento, no tuvo una carrera como cineasta tan destacable como hubiera cabido esperar después de esta maravillosa cinta. Apenas podemos destacar la dirección de la discreta Species II (1995) en cines y capítulos de famosas series de televisión como House, Breaking Bad y Hannibal. Peter Medak dirigió una película que aglutina numerosos patrones que han sido una referencia para el cine posterior y, por supuesto, copiados hasta la saciedad. Para el espectador primerizo, podría parecer Al final de la escalera a día de hoy una cinta un tanto desfasada pues su fórmula ha sido copiada sin ningún tipo de pudor por el cine posterior. Pero en 1980 constituyó todo un estallido de originalidad. Se ha convertido por mérito propio en un título de culto y contiene varias escenas que se han convertido en icónicas dentro del cine de terror. La combinación entre efectos sonoros, trucajes, músicas e imágenes que simplemente sugieren construyen una atmósfera opresiva y agobiante, es decir, toda una muestra de lo que debe ser una cinta de terror.

La época en la que Peter Medak rueda Al final de la escalera, el género de terror se caracteriza por la presencia de psicópatas como sucedía en La matanza de Texas (1974) de Tobe Hopper, La noche de Halloween (1978) y Viernes 13 (1980) de Sean S. Cunningham, películas de zombies como Zombi (1978) de George A. Romero o exorcismos con El exorcista (1973) de William Friedkin. Aquí se prescinde de todo gore o violencia, con pocos efectos especiales y donde lo realmente importante es el terror psicológico. Y en esto se encuentra la principal virtud de la cinta.

El inicio de la película está rodado de manera excelente: el espectador siente la tensión desde el inicio y tiene que acabar por convencerse de que nada bueno puede pasar. Es todo muy opresivo y siniestro. Frente a lo que es habitual en las películas de este tipo, por ejemplo, que llegue a la mansión una familia feliz, aquí sucede todo lo contrario. John Russell, interpretado por George C. Scott, se encuentra muy hundido debido a la muerte de su familia. No tiene ningún interés por la vida y está convencido de que a estas alturas no tiene nada que perder pues lo ha perdido todo. Esto explica su falta de miedo ante lo desconocido y hacer frente al misterio sin huir del lugar. Por supuesto que también se atemorizará pero acepta la realidad tal como se le presenta sin cuestionarla en absoluto pues en el fondo no es más que un fantasma que encuentra a otro para saciar sus ganas de venganza.

La gran virtud de la película, tal como ya es señalado, es que narra una historia propia de la vida cotidiana pero que, a medida que se desarrolla el argumento, se introducen elementos sumamente tenebrosos. A todo ello se le une una música terrorífica que no hace sino meter el miedo en el cuerpo del pobre espectador. Igual ocurre con la película de El exorcista (1973) de William Friedkin que empieza siendo un drama a partir del divorcio de unos padres y una hija con problemas psicológicos. En el caso de que nos ocupa, Al final de la escalera comienza siendo un drama: un afamado compositor tiene que lidiar con la trágica muerte de su familia. Peter Medak resalta la soledad del personaje principal en varias escenas como aquélla en que abandona su casa. Está realizando la mudanza y el espectador puede observar muchos espacios vacíos, que no son sino una metáfora del interior del protagonista sin ninguna esperanza para enfrentarse a la vida. Poco a poco va introduciendo el terror, pero un terror psicológico, nada visceral ni violento, siguiendo los cánones del cine clásico de los años cincuenta y sesenta. La genialidad estriba precisamente en que la cinta transmite terror e inquietud solamente sugiriendo, nunca mostrando, con elementos mínimos: por ejemplo, cuando una pelota cae por la escalera, una tecla de piano que suena cuando aparentemente no hay nadie presente. Esta forma de elaborar el suspense capaz de convertir lo cotidiano en terror, pero de una manera muy sutil y pausada. Esto es lo que distingue a esta película de la mayoría de cintas de terror. Y es que es mucho sugerente para el amante del cine aterrorizar con una simple sugestión que a través de la violencia. Es muy habitual en el cine de terror y de ciencia ficción desde Psicosis (1960) de Alfred Hitchcock a Depredador (1987) de John McTiernan pasando por Alien, el octavo pasajero (1979) de Ridley Scott. La película nos habla sobre la imposibilidad del crimen perfecto, la avaricia humana, la venganza, la imposibilidad de curar ciertas heridas a pesar del paso del tiempo. La primera hora de metraje es de auténtico terror psicológico. La obsesión de John Russell por alcanzar la verdad ha sido inspiradora en otras cintas como Poltergeist (1982) de Tobe Hooper, Los Otros (2000) de Alejandro Amenábar, Insidious (2009) de James Wan o Expediente Warren (2013) también de James Wan.

El uso de la cámara es realmente sorprendente, especialmente con la introducción del plano subjetivo donde el espectador puede observar en primera persona como un personaje más. La cámara se mueve libremente por los rincones más recónditos de la casa atemorizando al pobre espectador. Un ejemplo de ello es aquella escena en la que la cámara realiza una panorámica hacia atrás para ver como misteriosamente se pulsa una tecla del piano. Otro aspecto destacable es la música que suena a lo largo de todo el filme, genera terror con los coros infantiles y un transfondo sumamente sórdido..

Muchos críticos afirman que la cinta queda cerca de la perfección debido a la parte final es la más débil de la cinta, resulta más rutinaria y para mantener la tensión recurre a efectismos y un montaje paralelo. Para el que esto escribe no está nada de acuerdo con esa afirmación pues el final está bien resuelto, con gran maestría. ¿Qué esperaban esos críticos? Es una cinta que se circunscribe dentro del género del terror y ha de seguir unas ciertas reglas, ni más ni menos.

Cualquier película de género de casas encantadas toma Al final de la escalera como referente y en el caso de que diga que no, miente. Lo que distingue a esta cinta de esta cinta de muchas otras que la copian es que lo realmente importante no son los sustos sino la atmósfera, la cámara subjetiva, los efectos de sonido, todo ello acompañado por el ritmo siempre adecuado al momento de la película. A pesar de ser compleja argumentalmente pues hay drama, terror y venganza todo ella está perfectamente ensamblado.

En definitiva, Al final de la escalera es un filme de terror aroma clásico, como tiene que ser, sin recurrir a trucos efectistas. Hay inquietud y tensión pero mediante la sugerencia y no mediante la violencia. Es una película que todo amante del cine de terror debe visionar de manera necesaria.

sábado, 10 de octubre de 2020

Comentario de Cuenta conmigo (1986), de Rob Reiner.

Cartel de Cuenta conmigo

 Cuenta conmigo es una película dirigida por Rob Reiner en 1986, poco antes de ser mundialmente conocido por su buen hacer en el cine en la dirección de grandes títulos que quedaron grabados en la mente de todo buen aficionado al cine. El tema principal sobre el que gira el filme es la pérdida de la inocencia que se produce de manera inevitable en el tránsito que se produce desde la niñez hasta la edad adulta. Resulta nostálgica y evocadora, su narración es sencilla y de gran naturalidad que lejos de ser un defecto es toda una virtud, consiguiendo que el espectador retorne a su infancia. Sin embargo, se trata de un retrato amargo y repleto de claroscuros pues en la infancia de toda persona de forma inevitable ase producen acontecimientos que, lo queramos o no, marcarán nuestro destino.

La película es la adaptación de un cuento de Stephen King llamado El cuerpo perteneciente al volumen titulado Las cuatro estaciones donde, además se incluyen las historias de Cadena Perpetua y Verano de corrupción. Se cuenta las aventuras y desventuras de cuatro chicos de 12 años de una pequeña ciudad ficticia llamada Castle Rock, en Oregón, que en Septiembre de 1959 deciden emprender la búsqueda del cadáver de un niño que previsiblemente se encuentra cercas de las vías del tren. Con esto tienen la ilusión de convertirse en auténticos héroes y salir en la televisión. Se trata en el fondo de un relato de iniciación, una historia sobre la pérdida de la inocencia y la llegada al mundo de los adultos bajo la mirada de los cuatro niños protagonistas. Para los seguidores del maestro de la literatura de terror Stephen King llamará la atención que pudiera escribir esta pequeña pero deliciosa historia con tintes autobiográficos donde da a luz sus propias vivencias de infancia. Y todo ello con una grandísima sensibilidad y nostalgia por un tiempo pasado y que no volverá.

Como hemos señalado antes, la cinta está dirigida por Rob Reiner que fue el comienzo de una sólida carrera como director repleta de grandes títulos como La princesa prometida (1987), Cuando Harry encontró a Sally (1989), Misery (1990) y Algunos hombres buenos (1992). Desarrolla una película a la vez a la vez profunda pero sumamente cotidiana donde, como la vida misma, la comedia y el drama van de la mano. Hay una sencilla puesta en escena en el que se prioriza en todo momento las interpretaciones de todos los actores, así como a los espacios naturales de gran belleza.


Rob Reiner reflexiona sobre la finitud de la vida y su carácter tan efímero. Es en la infancia donde se detiene, un período mágico donde la preocupación principal es pasarlo bien. A diferencia de otras películas que se centran más en el aspecto amoroso, Cuenta conmigo posee un tono lúgubre y oscuro, aunque no exento de optimismo y de ganas de superación a través de la toma conciencia de la muerte como destino humano necesario unido también a la conciencia de la existencia personal como ser único en el mundo. Se centra en el valor de la amistad como un factor que permite superar todo tipo de dificultades como padres alcohólicos que no se preocupan por ellos, o ser víctimas de las atrocidades de unos gamberros. Rob Reiner muestra un dominio absoluto a la hora de retratar la inocencia propia de la infancia y lo hace de modo que muchos nos sintamos identificados con la historia que nos cuentan como con sus personajes. Las relaciones entre los personajes se caracterizan por una intensidad tremenda y la confrontación de caracteres que nos les lleva a la separación sino que contribuye a que su unión se enriquezca. Y no es para menos porque lo que nos quiere transmitir Rob Reiner es la necesidad de vivir nuestro momento presente como si fuera el último y como ya de adultos tomamos consciencia del enorme tesoro que fue la infancia y a la que es imposible volver.


Cuenta conmigo arranca en 1985 cuando el adulto Gordie Lachance, interpretado por Richard Dreyfuss, lee en la prensa que su mejor amigos de la infancia ha muerto tras apuñalado. Mientras lee la información, dos niños pasan en bicicleta y esto le sirve de hilo conductor para remontarse a su infancia. Su infancia transcurre en Oregón, en el imaginario pueblo de Castle Rock al final del verano de 1959. Gordie es un niño de 12 años que pasa eltiempo con sus tres inseparables amigos: Chris Chambers, Teddy Duchamp y Vern Tessio. Buena parte del tiempo lo pasan en la cabaña de un árbol donde los jóvenes se evaden de sus problemas, que no son pocos, hablando sobre programas de televisión, dibujos animados y chicas. Cada uno de ellos representa un cierto tipo de estereotipo: Chris es el líder del grupo y tiene una familia sumamente problemática debido a la adicción al alcohol. Tiene fama de ladrón a partir del momento en que cometió un pequeño robo en el colegio. Nadie tiene ninguna esperanza en que pueda prosperar en la vida, ni siquiera él mismo. Se muestra protector con sus amigos ante cualquier amenaza. Teddy intenta ser el graciosillo del grupo cuando en el fondo no es más que una máscara de su fragilidad mental como consecuencia de los malos tratos que sufre de su padre, hasta el punto de sufrir una quemadura en una oreja. Su padre padece graves problemas mentales y se encuentra ingresado en una clínica mental. A pesar de ello, cuando alguien insulta a su padre no duda nunca en defenderlo por encima de todo. Gordie es el más sensible e inteligente de todos los amigos pero no está suficientemente atendido por su padres que se encuentran muy deprimidos tras la muerte de su hermano mayor. El ser comparado permanentemente con su hermano mayor constituye un pesado lastre para él lo que le impide desarrollar de modo pleno sus grandes talentos. Sin embargo, Gordie sentía auténtica adoración por él, pues fue la primera persona que confió en su talento. Finalmente Vern: no procede de ninguna familia problemática como en el caso del resto de amigos, por ello es el más ingenuo y soñador del grupo. Sufre de sobrepeso y por ello es objeto de burlas y bromas.

La trama de la cinta es como sigue: Vern escucha prácticamente sin querer el diálogo entre su hermano mayor y otro amigo sobre la muerte de un niño que todavía no ha sido localizado y cuyo cadáver se supone que debe estar por las vías del tren. Los cuatro amigos fantasean con la posibilidad de descubrir el cadáver y así hacerse famosos apareciendo en los periódicos y en los programas de televisión. Así que deciden iniciar una aventura que los conducirá al descubrimiento del cadáver. A lo largo de este viaje, que apenas durará un par de días, los niños se plantearán cuestiones nuevas relativas a la muerte y al paso del tiempo que les hará madurar haciendo posible el tránsito de la infancia hasta la edad adulta. Y éste es el tema principal de la película. Lo que comenzaba como un viaje repleto de aventuras y de diversión acabó derivando en un complicado viaje interior que los transformará totalmente a los protagonistas, especialmente a Gordie y a Chris, obligándoles a crecer antes de tiempo.

El tema principal de la película no es la desaparición de un niño sino la historia de la pérdida y del crecimiento personal donde la amistad es un valor sumamente importante para afrontar las dificultades que la vida nos depara. Aunque los amigos vayan y vengan a lo largo de la vida, siempre aportan una huella imborrable que permanece para siempre, sobre todo las amistades que tenemos a lo largo de la. La búsqueda del cadáver del niño es la metáfora perfecta de la pérdida de la inocencia y la iniciación de un camino nuevo que conducirá a los protagonistas hasta la vida adulta. Los niños adquieren una vez finalizada la película la conciencia de su lugar en el mundo y de su inevitable finitud. El tiempo es el responsable de que los que fueron niños y grandes amigos una vez se conviertan en adultos distantes y sin apenas relación entre ellos. Observamos que cuando parten del pueblo lo hacen entre cánticos y alegría pero que al volver lo hacen en silencio pues han cambiado su mentalidad.

En el largo viaje por la vía del tren descubrirán que son más fuertes si van unidos y que únicamente así se puede afrontar las dificultades de la vida. Pero el paso del tiempo es inevitable y todo lo cambio hasta el punto de aflojar esos lazos de amistad que fueron muy fuertes en la amistad y que por desgracia se desvanecen con el paso del tiempo. Y nos convertimos en una persona adulta: A veces los amigos entran y salen de la vida de una como camareros en un bar. La película termina con las siguientes palabras: Nunca he vuelto a tener amigos como los que tuve a los 12 años. Dios mío, ¿alguien los tiene?


Destaca de modo muy especial la química entre River Phoenix y Will Wheaton. River Phoenix en su interpretación de Chris hace el papel de alguien duro duro pero a la vez sumamente sensible. También es muy protector, como hemos señalado más arriba, especialmente con Gordie al que aconseja y le motiva siempre para que haga uso de sus grandes talentos, sobre todo ahora tras el duro palo de la muerte de su hermano mayor. Chris representa la voz de la conciencia de Lachance diciéndole todo aquello que no quiere escuchar con la intención de que abra los ojos y se dé cuenta de todo el potencial que tiene y que debe explotar para no ser un fracasado como ellos.Por su parte Will Wheaton en el papel de Gordie representa el papel de un niño que sufre sobremanera debido a la muerte de su hermano. En dos escenas podemos ver como los dos jóvenes se revelan sus grandes miedos y cómo se ayudan para superar sus problemas. Es su primera experiencia fuerte de amistad, ambos se confiesan que necesitan de la amistad del otro ya que éste les da una fuerza especial. Gordie, tal como nos cuenta la película ayudó a Chris en su carrera de Derecho lo que le permitió ser finalmente abogado.

En definitiva Cuenta conmigo es una película muy recomendable pues es una mirada al corazón en toda regla, una reflexión acerca de lo doloroso que resulta la imposibilidad de volver atrás y como el tiempo sigue su curso de manera inevitable. Todo ello unido a unas grandes interpretaciones y un guión realmente brillante que hace obligatorio que todo buen aficionado al cine tenga la obligación de visionarla a lo largo de su vida.