jueves, 19 de noviembre de 2020

House II: aún más alucinante (1987) de Ethan Wiley.

House II
    El presente comentario contiene múltiples spoilers que revelan aspesctos fundamentales de la película. Se trata de la /segunda entrega de la saga de House: una casa alucinante (1986), escrita y dirigida por Ethan Wiley, que ya fue guionista de la primera entrega, que posteriormente dirigiría Los chicos del maiz V: Campos de terror (1988) y de El exorcismo de Isabella (2006), películas menores sin apenas repercusión. Protagonizada por Jonathan Stark, que dos años antes había participado en el título de culto Noche de miedo (1985); Arye Gross, que posteriormente participaría en la película Conexión tequila (1988) con Mel Gibson, Michelle Pheiffer y Kurt Russell y también Los expertos (1989) con John Travolta; Royal Dano. un actor clásico que había trabajado en Johnny Guitar (1954) de Nicolas Ray, El hombre del oeste (1958) de Anthony Mann, El fuera de la ley (1976) de Clint Eastwood, e incluso trabajaría un año después en Ghoulies II de Albert Band; y Lar Park Lincoln, que un año después participaría en la séptima entrega de Viernes 13 (1988) de John Carl Buecher. House II: aún más alucinante está producida por Sean S. Cunningham, involucrado con la saga de Viernes 13 y la música corre a cargo de Harry Manfredini, tal como sucediera con la primera entrega. Los efectos especiales son puramente prácticos, nada de digitales, algo muy de agradecer teniendo en cuenta en lo que el cine hoy en día se ha convertido: películas de carácter sumamente artificioso debido al abuso de los efectos especiales digitales. A diferencia de la primera entrega, aquí se deja de lado el terror de modo casi completo para centrarse fundamentalmente en la comedia, las aventuras y la fantasía.

El argumento constituye un auténtico caos y despropósito, dando la impresión de que fue en buena medida improvisada a la medida que rodaban la película. Es tan tremendamente absurda que acaba provocando que el espectador de la misma no se la tome nada en serio y es esto, contra todo pronóstico, lo que la hace sumamente divertida. Jesse McLaughlin y su novia Kate llegan a una gran mansión que el primero acaba de recibir en herencia. Jesse acabará obsesionado por la historia de sus antepasados y esto le llevará a averiguar que su tatara-tatara abuelo fue un famoso bandido del oeste acabó enfrentado con su compañero de aventuras por culpa de una calavera de cristal con diamantes en los ojos a los que se suponen poderes mágicos y que fue enterrado con él. Jesse y un amigo suyo deciden buscar la tumba y desenterrar a su tatarabuelo. A partir de ese momento, el protagonista vivirá todo tipo de aventuras. Nos encontraremos con vaqueros zombies, un cavernícola, dinosauros, una virgen egipcia y una especie de perro-oruga. Entre los personajes hay dos que destacan sobre los demás: el personaje del electricista resulta muy simpático, aunque su introducción en la película resulte tanto gratuito, sin coherencia ni fundamentación en el guión; otro es el tatara-tatara-abuelo del protagonista, interpretado por Royal Dano, que como vimos antes, tiene una amplia experiencia en películas del oeste y aquí explota esta faceta.

La cinta carece de pretensiones: es una comedia de enredo que pretende hacer divertir, y punto. Hay aventuras y fantasía, nada de terror, por lo que todo aquél que se acerque a ver esta película con el propósito de pasar un rato de miedo quedará decepcionado. A diferencia de otros productos de la época como Reanimator (1985) de Stuart Gordon, la película prescinde de la violencia y de la sangre hasta convertirse prácticamente en un producto destinado al público juvenil. Tiene situaciones que roza el delirio, que en ocasiones provoca en el espectador cierta vergüenza ajena. A pesar de ello, la película es un producto muy disfrutable y sumamente entretenida y no precisamente porque sea una gran película, sino justamente por lo contrario. Los muñecos animados que podemos ver a lo largo del metraje resultan simpáticos pero, como he señalado, parece destinado a un público infantil Hay ciertas situaciones divertidas a partir de su idea de mezclar tantos géneros: aventuras, fantasía, ciencia ficción y comedia. Seguro que poco más de presupuesto unido a un poco de más talento desde la dirección y las interpretaciones habría dotado a la película de un mayor interés.

Respecto a las influencias de esta película, la primera y más intuitiva es su predecesora House: una casa alucinante (1986) de Steve Miner. A pesar de que el equipo técnico y de producción son prácticamente el mismo, la película que nos ocupa guarda poca relación con la primera entrega. Ambas tienen la premisa inicial de una casa encantada que hereda un joven y que la casa posea distintos puntos de acceso a otras dimensiones. Pero tanto el tono, como la historia y los personajes han cambiado. Ni siquiera la mansión en la misma que la de la primera entrega. Las mansiones de ambas películas tienen puntos de acceso a otras dimensiones. En la primera entrega indagaba los miedos del protagonista y esas puertas constituían el acceso a un lugar en el que los temores del protagonista cobraban realidad. En la segunda entrega estas puertas conducen a diversos escenarios del pasado o de culturas exóticas con el propósito de alcanzar la calavera preciada. Por eso es tono de la película ha cambiado: la primera entrega, aún introduciendo el humor, nunca perdía su identidad como película de terror y en toda ella había en su atmósfera y halo sumamente inquietante. Aquí, en la segunda entrega se prescinde prácticamente de todo el terror y se ha pretendido explotar el humor y la comedia. A diferencia de lo que ocurre en la primera película que siempre se tomaba muy en serio, en la segunda entrega la película no se toma en serio en ningún momento, ni por parte de los realizadores de la película ni, en consecuencia, por parte de los espectadores. Sus personajes tontorrones y estereotipados, sin ninguna profundización ni hondura psicológica. Muchas situaciones resultan disparatadas e inverosímiles que, a medida que avanza el metraje, se va alejando gradualmente del espíritu de la primera entrega hasta convertirse en una comedia totalmente bizarra. Pero, y lo que resulta más sorprendente, ante tanto despropósito e incoherencia la película acaba divirtiendo en algunos momentos. La narración de la película es torpe e incoherente, aunque dinámica pues las situaciones se suceden con suma rapidez. House: una casa alucinante estaba contaba la historia de un escritor atormentado por sus traumas de la guerra de Vietnam, la desaparición misteriosa de su hijo y su posterior divorcio. Todo ello se unía a la falta de inspiración que le impedía escribir una nueva novela. En esta segunda entrega el protagonista es un joven perfectamente feliz, sin ningún tipo de trauma de pasado, llamado Charlie Coriell, que hereda una mansión en la que poco a poco se van sucediendo situaciones extrañas. Ambas películas presentan un mismo estilo ochentero que se refleja en la mentalidad de los personajes, las ropas, los peinados y la música. Al igual que sucedía en la primera parte, en esta segunda parte tiene lugar un baile de la actriz Amy Yasbeck acompañado por una canción típicamente ochentera que es introducida de forma gratuita y con falta de coherencia con la historia, sin guardar relación con lo anterior. La primera entrega combinaba principalmente los géneros, en principio tan opuestos, del terror y la comedia: el humor se introducía a partir sobre todo del personaje de su vecino, además de algunas situaciones divertidas, pero siempre de manera dosificada. En esta segunda, combina varios géneros pero prevaleciendo siempre la comedia como el humor de manera prioritaria.

Al igual que sucediera con la película original, House II: aún más alucinante bebe del cine de Sam Raimi, concretamente Posesión infernal, aunque sin asumir su violencia y sobre todo con Poltergeist y su reflexión sobre la posibilidad de acceder a nuevas dimensiones. Que tome como fuente de inspiración estas películas no significa ni mucho menos que acabe por alcanzar su misma calidad. House II: aún más alucinante desarrolla la temática del cine de zombies, muy propio del cine de esta época y cuyo máximo referente es George A. Romero, concretamente La noche de los muertes vivientes (1968) y Zombie (1985). Además, la película House II: aún más alucinante, intenta asumir el espíritu aventurero de muchas de las producciones de los años 80 como la saga de Indiana Jones de Steven Spielberg, La historia interminable (1984) de Wolfgang Petersen, Los Gonnies (1985) de Richard Donner o Cuenta conmigo (1987) de Rob Reiner. Todas estas cintas manifiestan un gran gusto por las aventuras hacia nuevos lugares, de fantasía o exóticos y donde se manifestaba que cualquier persona puede ser un héroe. Por último, nos referiremos a una tónica bastante habitual en muchas producciones de terror de los 80 que era la de utilizar muñecos animados. En este sentido destacamos a Jim Jenson que es creador de los Teleñecos (1976), Fraggle Rock (1983), El cuentacuentos (1987) o la película de Cristal Oscuro (1982), en colaboración con Frank Oz. Desde un punto de vista de películas destacamos en esta misma década Gremlins (1984) dirigida por Joe Dante, la antes mencionada La historia interminable (1984) de Wolfgang Petersen, Ghoulies (1985) de Luca Bercovi y Critters (1986) de Stephen Herek. Esta tendencia a utilizar muñecos animados llegaría a nuestro cine con una producción dotado de gran encanto y simpatía como Los Aurones. House II, aún más alucinante, participa de este nuevo modo de hacer cine típico de los 80. Si se analiza de modo detenido, la película posee algunos puntos en común con la película de Ghoulies, una cinta que daría lugar a toda una saga de dudosa calidad cinematográfica. Ambas películas se cuenta la historia de un joven que a partir de la llegada a una nueva casa descubrirá el oscuro secreto de lo que pasó allí en el pasado. El protagonista de House II: aún más alucinante irá descubriendo a través de libros de historia que su tatara-tatara-abuelo fue un aventurero del viejo oeste que fue enterrado con una calavera a la que se le atribuye poderes mágicos. Por su parte, al protagonista Ghoulies se obsesionará con libros brujerías y su aprendizaje dará lugar a oscuras consecuencias.

El director Wiley crea una historia en la que las diversas habitaciones de la mansión pueden llevar a los protagonistas a otras épocas y mundos. House II aún más alucinante es una sucesión de chistes, con mayor o menor gracia, criaturas más o menos entrañables. Se disfruta perfectamente por parte de todo espectador que acepte las reglas de juego del realizador. Como señalé más arriba, la película tiene un ritmo narrativo rápido en el que los personajes y las situaciones se suceden de modo frenético. Una película que no destaca por su calidad precisamente pero que es un claro testimonio de cómo era el cine de los años 80 y que harán disfrutar de modo muy especial a los más nostálgicos.



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