viernes, 8 de enero de 2021

El exorcista (1973) de William Friedkin.


     El siguiente comentario revela información que revela partes importantes del argumento de la película. El exorcista es una película de terror estrenada en el 1973 y que está dirigida por William Friedkin, a partir del guión escrito por William Peter Blatty basada, a su vez en su propia novela del mismo título. Estamos ante un absoluto clásico del cine de terror sin ningún tipo de discusión en el que destaca prácticamente todo: el cuidado aspecto técnico, los efectos especiales, el sonido, la fotografía, la música de Jack Nietzsche donde se encuentra incluida la famosa melodía de Mike Oldfield, la estupenda dirección y la actuación del reparto. Todos estos elementos se envuelven en una atmósfera terrorífica, malsana y sumamente agobiante como pocas cintas de terror ha conseguido nunca.

El novelista William Peter Blatty se implicó de modo máximo en la película hasta el punto de ser el guionista y el productor. Fue responsable de la elección de William Friedkin como director de la cinta antes que otros nombres como Stanley Kubrick y Mark Rydell que habían sido considerados inicialmente. William Friedkin había ganado el Oscar por su anterior película French Connection, contra el imperio de la droga, (1971), una cinta policíaca protagonizada por Gene Hackman.

El exorcista es considerada por muchos críticos como la cinta más aterradora de la historia del cine, quizás de una forma un tanto exagerada, pero sin lugar a dudas, una grandísima obra. Independientemente de ello la película ha ejercido una vasta influencia en el cine de terror posterior poniendo de moda un tipo de cine de carácter satánico con títulos clásicos como La profecía (1976) de Richard Donner, El corazón del ángel (1987) de Alan Parker o Pactar con el diablo (1987) de Taylor Hackford. El estreno de El exorcista en 1973 fue un tremendo éxito consiguiendo que el cine de terror se convirtiera en un género de masas, pues hasta entonces lo habitual era que no pasara de lo simplemente marginal o productos de serie b que sólo encontraban acomodo en los videoclubs de los 80. A diferencia de lo que pasa hoy en día, el tema de las posesiones demoníacas y de los exorcismos generaba en la época en la que se estrenó mucho debate, tal como había pasado cinco años antes con la película La semilla del diablo (1968) de Roman Polanski. A todo ello se suma la extraordinaria calidad cinematográfica de la película, hasta el punto de ser la primera cinta del género de terror en ser nominada a diez estatuillas, ganando dos correspondiente al mejor guión y mejor sonido.

Aprovechando el éxito cosechado por Roman Polanski por La semilla del diablo, Warner se apresuró a rodar una película de este género satánicoy para ello apostó a caballo ganador: compró los derechos del bestseller El exorcista, y asignó como guionista y productor al propio William Peter Blatty, tal como sabemos. El interés de la película por parte del público se disparó al tener lugar una serie de extraños sucesos que tuvieron lugar en el rodaje de la película como un extraño incendio que provocó el retraso del rodaje durante un mes o la muerte de algunos secundarios como Jack Mac Gowran y Vasiliki Meliaros.

Vamos a analizar el argumento: el padre Merrin, interpretado por Max Von Sydow descubre en unas excavaciones una estatua oculta de Pazuzu, un demonio al que venció tiempo atrás expulsándolo del cuerpo de una persona años atrás. Este capítulo de la vida de Merrin no se puede ver en esta cinta sino en las precuelas que se hicieron en la década del 2000. Desde ese momento una fuerza demoníaca se libera hasta llegar a Nueva York para poseer el cuerpo de una niña de doce años llamada Reagan, interpretada por Linda Blair. Su madre, Chris Mac Neil, interpretada por Ellen Burstyn, es una actriz que va siendo testigo de cambios en su hija como consecuencia de la posesión: sus cambios de humor, su violencia, su forma de hablar. En primer lugar Chris acudirá a la ciencia para intentar resolver el mal que asola a su hija pero tanto médicos como psiquiatras se muestran impotentes para resolver el problema y fracasan. El último intento será acudir a la propia Iglesia, algo realmente sorprende al tratarse de una mujer atea a quien no le interesa los temas religiosos. Será el padre Karras, interpretado por Jason Miller, el encargado de resolver el problema de la posesión. Karras es una persona muy sensible y melancólica que se encuentra profundamente atormentado por el sentimiento de culpa que le invade a raíz de la muerte de su anciana madre en una residencia, lugar a la que envió porque no podía ocuparse. Todo ello le lleva a una crisis de fe y un cierto abandono de la religión por la psicología. Tras la inspección de la niña Reagan Karras concluye la necesidad de practicarle un exorcismo. Para ello, recurre a la ayuda del padre Merrin, un sacerdote ya mayor que realiza tareas de arqueología.

Todo el plantel de actores realizan una tarea brillante. Ellen Burstyn, ganadora del Oscar, interpreta brillantemente a una madre atea y desesperada por la posesión que sufre su hija. Linda Blair interpreta a Reagan, la niña poseída, en papel que le hace ganar el Globo de Oro a la mejor actriz de reparto, además de una nominación a los Oscars. Max Von Sydow tuvo que someterse a intensas horas de maquillaje para interpretar al anciano padre Merrin, un sacerdote interesado por la arqueología. El papel de padre Merrin iba a ser interpretado por Marlon Brando, pero finalmente fue Max Von Sydow quien acabaría interpretando el papel. Jason Miller interpreta al padre Karras en un papel que significaba su debut en el mundo del cine y por el que fue nominado merecidamente al Oscar, aunque finalmente no lo ganó. Por último, Lee J. Cobb que interpreta al detective Kinderman, que investiga la violenta muerte de un amigo de Chris. El detective Kinderman volvería para la tercer entrega de El Exorcista, El exorcista III (1990) dirigida por el propio William Peter Blatty e interpretada estaba vez por George G. Scout una película que por supuesto no llega al nivel de la original pero que se deja ver.

El Exorcista pone de manifiesto que una cinta puede provocar terror en el espectador sin la necesidad de acudir a la violencia y a la sangre sino de modo psicológico al tratar nuestros miedos interiores. El suspense y la intriga caracterizan a la cinta de principio a fin, sin recurrir a ningún tipo de truculencia o estridencia. El demonio que se retrata en la película es un tipo de mal muy alejado al que habitualmente se presentaba en otras cintas como pudiera ser Frankenstein, Drácula o el hombre lobo. Ataca a sus víctimas acudiendo a sus miedos interiores, a sus traumas, las engaña, juega con sus miedos interiores y los manipula hasta llevarlo a la locura. Hay un perfecto equilibrio entre drama y terror. : El Exorcista es una película de terror, por supuesto, pero también es un drama intimista que realiza un estudio psicológico de sus protagonistas. Este aspecto dramático se pone de manifiesto en los conflictos familiares y cotidianos de los personajes. En primer lugar Chris y Regan gozan de una fuerte unión debido sobre todo a la ausencia del padre que parece despreocuparse por entero de su hija. En segundo lugar tenemos el drama del padre Karras que sufre ante la muerte de su madre y que empieza a cuestionarse legitimidad de la religión cristiana. Por ello, Karras se decantará más por la psicología que por la propia religión. Lo mismo que le había ocurrido al Padre Merrin en su juventud, tal como se nos narra en las precuelas de El Exorcista: El Exorcista el comienzo (2004) de Renny Harbin y El Exorcista: la versión prohibida (2005) de Paul Schrader. Al igual que al padre Karras, Merrin había cuestionado la religión a partir de una crisis de fe que le llevó finalmente a interesarse por la arqueología. Pero el enfrentamiento con Pazuzu, al igual que le pasará con Karras, le llevará a recuperar su fe.

Desde el principio de la cinta, con un inquietante prólogo en Irak en el que se describe al padre Merrin hasta su final con la práctica del exorcismo, el misterio de la cinta irá in crescendo: empieza bajo en intensidad como una cinta dramática: se nos muestra al Padre Merrin realizando excavaciones arqueológicas en Irak. A continuación la cinta se traslada a Nueva York donde el espectador será testigo de los entresijos entre una madre divorciada y actriz que vive con su hija. A su vez, la hija empieza a mostrar un comportamiento sumamente extraño, para ir aumentando progresivamente. Poco a poco el espectador vivirá la transformación progresiva de la niña en una persona totalmente distinta, que parecería la pura encarnación del mal. La película se convertirá en una cinta de auténtico terror desde ese momento hasta alcanzar el cenit en el momento del exorcismo. Curiosamente un aspecto que critican los detractores El exorcista es su comienzo en Irak, tachándola como excesivamente larga y que no guarda relación con lo que será el resto de la película. Sin embargo, están sumamente equivocados pues nos está informando sobre quién es Merrin y qué vínculo tiene con el mal.

Estamos ante una película que dignifica el género de terror para situarlo en un nivel superior. Tiene secuencias, imágenes e incluso frases que ya forman parte de los anales del cine y que lo convierten en un clásico que todo buen aficionado al cine de terror tiene la obligación de verla.


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