El sofista Protágoas. |
Pero, ¿qué ocurre con el resto de personas, que aunque sean minoría no les
votaron? ¿Acaso no tienen derecho a que sus aspiraciones y exigencias sean
cumplidas en la medida de lo posible? Esto nos remite a una cuestión
central en la política, que ya trató John Stuart Mill, a propósito del respeto
a los grupos minoritarios. El gobierno debe respetar al conjunto de la
ciudadanía por muy minoritario sea. ¿Acaso
éstos no pagan los impuestos al igual que los individuos pertenecientes a los
grupos mayoritarios? A los políticos se les llena la boca
afirmando que la crisis política está siendo superada gracias a sus medidas.
Sería mejor decir, en todo caso, que la crisis económica va siendo superada a
pesar de nuestros políticos. Hace pocos años, en los inicios de la crisis
económica en este país se pusieron de moda cierta terminología como hemos vivido por encima de nuestras
posibilidades y que a partir de ahora
habría que apretarse el cinturón. Seguramente el término que se hizo más
famoso era el de recorte. Estos
políticos llegaron a la conclusión de que la culpa de la crisis económica y del
gran número de parados descansaba
finalmente en los ciudadanos porque no vivieron como deberían haber vivido. Se
les pasaba por alto de que quizás alguna de las causas había residido en la insaciable
avaricia de banqueros cuya única aspiración era enriquecerse más y más y en una nefasta gestión llevada a cabo por
los propios políticos. Además de casos permanentes de corrupción política,
amiguismos y favoritismos. Quizás lo más grave de todo sea el victimismo, o
quizás estoicismo, con el que la mayoría de
los ciudadanos asumían esta situación. Cierto partido político fue
imputado como persona jurídica en un caso de corrupción política porque, según
parece, contaba con dos cajas, una que era legal llamada A y otra ilegal
llamada B. Tras ser inspeccionado su sede, la policía se llevó como prueba el
ordenador donde se había trabajado la gestión económica de dicho partido
político. Lo más curioso de todo es que el ordenador incautado no tenía disco
duro porque había sido hecho trizas. Según afirmaron algunos dirigentes
posteriormente, el procedimiento habitual de dicho partido era reventar los
discos duros de los ordenadores de aquellas personas que ya no trabajaban para
el partido. Resulta al menos curioso que en tiempos de crisis económica haya
personas que destrocen alegremente los discos duros de los ordenadores de
aquéllos que ya no trabajan. Quizás la solución más adecuada hubiera sido donar
esos ordenadores a personas que por circunstancias económicas no podían
permitirse el lujo de comprarse uno.
Independientemente de ellos, los
políticos llegaron a la feliz idea de que era necesario recortar y comenzaron
en primer lugar con los derechos sociales, culturales y económicos: se redujo
la inversión en educación y sanidad y se rebajó el sueldo de los funcionarios.
En educación, con la clara intención de reducir el número de profesores
interinos se les amplió su jornada lectiva pasando de dieciocho horas a veinte
o veintiuna, dependiendo de la comunidad autónoma. Para evitar equívocos, he de
señalar que las horas lectivas del profesorado se refiere a la docencia directa
con alumnos y que no agota la jornada completa que comprendería, además,
reuniones de departamento, reuniones con padres, claustros o guardias. Cierta
presidenta de una comunidad autónoma del país justificaba estos recortes como imprescindibles porque la
mayoría de la gente trabajaba más de veinte horas y no se quejaban. La
ignorancia siempre ha ido muy atrevida, pero también puede resultar peligrosa
cuando te pronuncias sobre hechos en los que puedes influir y manipular a las
personas. Un consejero de educación de otra comunidad autónoma, ante la
pregunta de sí se despedirían a docentes, con semblante serio dijo que no. El
buen consejero se refería, aunque de manera muy imprecisa, a los docentes con
plaza fija que no serían despedidos, pero olvidaba, quizás de manera
premeditada, a los docentes interinos que no serían despedidos sencillamente
porque ya no serían contratados.
Todo ello se une a la propia condición
egoísta de muchas personas. Los políticos suelen usar la máxima de Divides y vencerás. Vamos a poner un
ejemplo extraído de la realidad educativa para que nos podamos entender mejor.
Si yo preguntara ¿cuántos tipos de
profesores existen? Una persona podría contestar que los hay de infantil,
de primaria, de secundaria, de Formación Profesional o de Universidad? Si, a
continuación preguntara: dentro de cada tipo de profesores citado anteriormente
¿existen a su vez diversos subtipos?
La respuesta pareciera ser que no. Sin embargo la respuesta es si: podemos
hablar de profesores funcionarios interinos y de profesores funcionarios en
sentido propio. A su vez, un profesor funcionario interino puede ser a su vez:
con vacante completa, sustituto, los que aprobaron el examen de oposición pero
sin plaza o aquéllos que son interinos pero no tuvieron la fortuna de aprobar
el examen de oposición. A su vez los profesores funcionarios en sentido propio
pueden ser a su vez de prácticas o de carrera. Con todas estas divisiones y
subdivisiones la administración quiere hacernos convencer mezquinamente de que
aunque seamos todos docentes somos distintos. Y si somos distintos es porque
tenemos intereses igualmente distintos: unos cobran el verano, otros no cobran
el verano. Todo ello hace que el sector educativo esté esencialmente desunido y
que pueda ser controlado fácilmente por las esferas políticas.
Como docente que soy siempre me gusta
que mis alumnos al responder a una cuestión de examen sean claros y precisos,
respondiendo solamente a lo que se le pide y no usar la pregunta como pretexto
para no contestar directamente (que quizás no la domine) y contestar
precisamente lo que él sabe mejor. Pero si lo pensamos con más detenimiento,
éste es el arte que mejor dominan nuestros queridos políticos. Estoy convencido
que si estos políticos tuvieran que realizar los mismos exámenes que hago a mis
alumnos, algunos de ellos tendrían serios problemas para llegar siquiera al
aprobado. Y curiosamente, todos ellos presentan unos currículum increíbles: varias carreras, idiomas, másteres… El
adjetivo que definiría a muchos de ellos sería el de sofista al modo clásico.
Sofista es un término que debido a la influencia de Sócrates y de Platón acabó
por adquirir un sentido peyorativo designando a aquél que miente y que es capaz
de hacer parecer verdadero un argumento falso y viceversa. Sin embargo, al
menos en su sentido etimológico sofista se emparenta con sabio y sabiduría.
Tenía un doble sentido: designaba a alguien que era experto en algún tipo de
materia o alguien que no era experta en nada concreto pero que estaba en
posesión de una sabiduría de carácter general que permitía aconsejar y
persuadir a sus discípulos con acierto. Será efectivamente este segundo sentido
el que acabó por imponerse para designar a los sofistas.
Recomiendo a los sofistas de la política
actual la lectura de los clásicos. Uno muy importante al que yo acudo con
frecuencia para leer y releer con verdadera pasión es Platón y su obra La República. En esta obra, Platón
reflexiona acerca del filósofo y que identifica con el prisionero que se
encuentra encadenado en el interior de la caverna. Una vez que se libera de sus
pesadas cadenas, comienza un recorrido y una búsqueda y se da cuenta que lo que
antes consideraba como más verdadero no era sino falso. Cuando sale al exterior
de la caverna contempla la verdadera realidad alcanzando finalmente a la visión
del Sol. Sin embargo, señala Platón, este sabio tiene la obligación moral de
retornar otra vez al interior de la caverna para guiar hacia la liberación a
sus antiguos compañeros. Pero no resulta nada fácil, de hecho, hubiera sido más
sencillo para el sabio permanecer en el exterior ejercitando el conocimiento y
siendo máximamente feliz. Aún así retorna, será tratado como un loco, será
insultado e incluso ejecutado, como sucedió con el propio Sócrates. Éste es el
verdadero ejercicio del político. El político debe estar cultivado y acceder a
la política como un mal necesario y con el propósito de procurar el bien común.
¿Por
qué los sofistas de la política actual tienen tanto interés en alcanzar el
poder político?
Esto nos hace pensar que son poco platónicos, pues para Platón, el sabio
político tenía que ser incluso obligado a gobernar. En las campañas electorales
podemos observar como nuestros políticos recorren buena parte de las ciudades y
pueblos del país con el propósito de extender su mensaje político, de
mostrarnos cuáles son los grandes problemas y cómo ellos son los únicos capaces
para resolverlos. Les veo en la televisión haciéndose fotos y selfies con la gente, muy sonrientes.
Incluso veo a gentes gritándole lo guapo que son. Ciertamente algunos podrán
ser más guapos y, otros son menos pero ninguno de ellos destacan especialmente
en lo que deberían destacar, esto es, en el arte de la política. Es más, esos
ciudadanos que tan alegres se les ve con nuestros queridos políticos no los
volverán a ver hasta la próxima vez que haya elecciones. Seguro que el interés
de los políticos por alcanzar el poder no coincide con el pensamiento de
Platón. Sospecho que seguramente que su verdadero interés es el económico
porque una vez alcanzado el poder comenzarán a gozar de una serie de
privilegios de los que no gozaba hasta ese momento y tendrá la oportunidad de
ayudar a todas aquellas personas que estén próximas a su círculo: familiares y
amigos.
Los políticos reprochan a los ciudadanos
de escasa participación, de no ir a las urnas y votar. Toda esta situación de
desafección política y desesperanza generalizada viene motivada de modo
fundamental por nuestros propios políticos: por su incapacidad por detectar los
problemas del país unido por su escaso interés por resolverlos, además de no
poder alcanzar acuerdos entre ellos para formar gobiernos. Los grandes
problemas de este país, además, de la propia clase política, son la vivienda, las
pensiones de nuestros mayores, el paro y la necesidad de invertir de manera
decidida por la sanidad y la educación,
porque, que no se nos olvide, los jóvenes de hoy son el futuro de nuestro país.
Y exigimos a los políticos que de manera decidida y enérgica se pongan a
trabajar de manera eficaz en la resolución de todos estos problemas.