domingo, 29 de noviembre de 2020

House III (1989) de James Isaac.


Este comentario contiene spoilers que revelan parte de la trama de nuestra película House IIIHouse III
es la tercera entrega de la saga House dirigida por el irregular realizador James Isaac con el que curiosamente debutaba esta cinta como realizador y protagonizada por Lance Henriksen y Brion James en sus papeles principales, dos famosos actores habitualmente secundarios, del cine norteamericana de la década de los 80 y 90. Está producida, al igual que sucedía con el resto de la saga, por Sean S. Cunningham, que alcanzó su máximo esplendor al inicio de la década de los 80 cuando dirigió Viernes 13 (1980). La banda sonora corre a cargo de Harry Manfredini, responsable también de la banda sonora de Viernes 13, y que es muy adecuado para una cinta de terror como el que nos ocupa.

House III poco o nada tiene que ver con las dos primeras pues comparte muy pocos elementos con sus dos predecesoras. Es una cinta de terror con tintes sobrenaturales y que se sitúa en el subgénero del slasher. A diferencia de los que sucedía con las dos primeras entregas, en House III el humor negro deja de tener el papel protagonista que había tenido, lo cual no significa que prescinda totalmente del mismo. La película se estrenó en EEUU con el título de The Terror Show con lo que los productores de la cinta pretendían alejarla de House II: aún más alucinante que había decepcionado mucho a sus seguidores. Sin embargo, en los demás mercados internacionales la película fue vendida por House III . No forma parte del universo cinematográfico en el que se enmarcó las dos primeras entregas basado en el subgénero de las casas encantadas y parece conducir a la saga hacia unos derroteros más serios, con elementos terroríficos y de gore. Es más, la cinta tiene más en común con el personaje de Freddy Krueger de Pesadilla en Elm Street (1984) de Wes Craven que con la saga de la que forma parte. Además, es una época en la que la figura de Freddy Krueger empezaba a mostrar síntomas de agotamiento. Curiosamente en el mismo año 1989 se estrenó en las salas americanas la cinta Shocker, 10.000 voltios de terror, del propio Wes Craven con el que guarda muchos paralelismos argumentalmente pues poseen ambas el mismo argumento prácticamente.

House III trata la historia de Max Jenke (Brion James), un peligroso asesino que tenía permanentemente en jaque a toda la ciudad por la brutalidad con la que mata a sus víctimas. Será finalmente Lucas McCarthy (Lance Henriksen) quien lo capture y lo entregue a las autoridades. Finalmente el asesino será ejecutado en la silla eléctrica. Durante la ejecución Max Jenke muestra un poder diabólico escalofriante al resistir con vida durante varios minutos riéndose de todos los presentes. Por ello los responsables aumentan la potencia para acabar con él. Sin embargo, antes de morir se dirigirá a Lucas McCarthy para jurarle que regresará de la muerte para hacerle la vida imposible. Los paralelismos con Pesadilla en Elm Street son evidentes. Ésta contaba la historia de Freddy Krueger, un personaje que tras ser quemado vivo por los padres de los niños a los que asesinó, vuelve de la muerte para vengarse a través de los sueños de los descendientes de los que le mataron. Toma muchos elementos: la caldera de la casa como representación del mal, la forma de hablar, la risa aterradora, la atmósfera onírica que posee ambas películas, el humor negro…

Sin lugar a dudas, House III es la cinta de la saga que se encuentra más orientada hacia el terror y el gore, aunque sigue manteniendo algún toque cómico especialmente con el humor negro del asesino. Las dos primeras entregas de la saga de House se llevó a cabo una lectura cómica al subgénero de las casas encantadas, incluso la segunda entrega acabó siendo una historia de aventuras. En ambas películas el humor acababa predominando respecto al terror. House III tiene por supuesto humor pero en ningún momento predomina respecto al terror. La mezcla entre humor negro y terror, unido a situaciones bizarras y gore constituye lo más definitorio de la película. Sin embargo, esta combinación entre terror y humor provoca algunas situaciones fuera de lugar, que no casa bien con el espíritu de la película como aquella escena en la que aparece la cara de Brion James en un pavo cocinado. Estos momentos delirantes no coinciden con el inicial tono serio que rezumaba la cinta.

James Isaac debutaba en la dirección con esta película que tiene con la logro una atmósfera y ambientación onírica y pesadillesca. En esto último sigue la misma estrucutra de Pesadilla en Elm Street con un personaje que asesina niños y cuyo objetivo es vengarse del policía que lo detuvo. James Isaac extrema la violencia en algunas escenas con mutilaciones, asesinatos y mucha sangre. Como hemos señalado antes prácticamente comparte el mismo argumento que la película Shocker, 10.000 voltios de terror de Wes Craven siendo esta última superior fundamentalmente por el buen hacer de Craven en este género.

Destacan las interpretaciones de los dos actores principales Lance Henriksen y Brion James encarnando respectivamente al policía y al psicópata. Lance Henriksen es un actor famoso por su participación en Terminator (1984) y Aliens II: el regreso (1986), ambas dirigidas por James Cameron. Resulta creíble como detective obsesionado con un asesino que le persigue incansablemente y que pone en peligro no solo a él sino a su familia. Por su parte, Brion James es un secundario habitual del cine de acción de la década de los 80 y de los 90 a través de cintas como 48 horas (1982), 48 horas más (1990), ambas dirigidas por Walter Hill, Red Scorpion (1989) de Joseph Zito y Tango y Cash (1989) de Andrei Konchalovski. El asesino representa el puro mal que vuelve de entre los muertos para buscar venganza. Al igual que Freddy Krueger, como hemos señalado antes su presencia siempre se torna amenazante debido a sus ojos desencajados y una risa característica.

La escena más destacable para el que esto escribe es la ejecución del asesino en la silla eléctrica, que resulta escalofriante y humorística. También podemos destacar los problemas psicológicos que va sufriendo Lucas ante la amenaza constante del asesino y como todo ello acaba repercutiendo en su familia.

En definitiva, es una película más seria y violenta que las dos primeras entregas, con escenas gore bien rodadas, destacando la ejecución del asesino en la silla eléctrica. En 1992 se estrenaría la cuarta parte de la saga y que recuperaría el título de la saga: House IV volviendo a la temática de las casas encantadas de las dos primeras entregas, aunque una cinta poco recomendable.


jueves, 19 de noviembre de 2020

House II: aún más alucinante (1987) de Ethan Wiley.

House II
    El presente comentario contiene múltiples spoilers que revelan aspesctos fundamentales de la película. Se trata de la /segunda entrega de la saga de House: una casa alucinante (1986), escrita y dirigida por Ethan Wiley, que ya fue guionista de la primera entrega, que posteriormente dirigiría Los chicos del maiz V: Campos de terror (1988) y de El exorcismo de Isabella (2006), películas menores sin apenas repercusión. Protagonizada por Jonathan Stark, que dos años antes había participado en el título de culto Noche de miedo (1985); Arye Gross, que posteriormente participaría en la película Conexión tequila (1988) con Mel Gibson, Michelle Pheiffer y Kurt Russell y también Los expertos (1989) con John Travolta; Royal Dano. un actor clásico que había trabajado en Johnny Guitar (1954) de Nicolas Ray, El hombre del oeste (1958) de Anthony Mann, El fuera de la ley (1976) de Clint Eastwood, e incluso trabajaría un año después en Ghoulies II de Albert Band; y Lar Park Lincoln, que un año después participaría en la séptima entrega de Viernes 13 (1988) de John Carl Buecher. House II: aún más alucinante está producida por Sean S. Cunningham, involucrado con la saga de Viernes 13 y la música corre a cargo de Harry Manfredini, tal como sucediera con la primera entrega. Los efectos especiales son puramente prácticos, nada de digitales, algo muy de agradecer teniendo en cuenta en lo que el cine hoy en día se ha convertido: películas de carácter sumamente artificioso debido al abuso de los efectos especiales digitales. A diferencia de la primera entrega, aquí se deja de lado el terror de modo casi completo para centrarse fundamentalmente en la comedia, las aventuras y la fantasía.

El argumento constituye un auténtico caos y despropósito, dando la impresión de que fue en buena medida improvisada a la medida que rodaban la película. Es tan tremendamente absurda que acaba provocando que el espectador de la misma no se la tome nada en serio y es esto, contra todo pronóstico, lo que la hace sumamente divertida. Jesse McLaughlin y su novia Kate llegan a una gran mansión que el primero acaba de recibir en herencia. Jesse acabará obsesionado por la historia de sus antepasados y esto le llevará a averiguar que su tatara-tatara abuelo fue un famoso bandido del oeste acabó enfrentado con su compañero de aventuras por culpa de una calavera de cristal con diamantes en los ojos a los que se suponen poderes mágicos y que fue enterrado con él. Jesse y un amigo suyo deciden buscar la tumba y desenterrar a su tatarabuelo. A partir de ese momento, el protagonista vivirá todo tipo de aventuras. Nos encontraremos con vaqueros zombies, un cavernícola, dinosauros, una virgen egipcia y una especie de perro-oruga. Entre los personajes hay dos que destacan sobre los demás: el personaje del electricista resulta muy simpático, aunque su introducción en la película resulte tanto gratuito, sin coherencia ni fundamentación en el guión; otro es el tatara-tatara-abuelo del protagonista, interpretado por Royal Dano, que como vimos antes, tiene una amplia experiencia en películas del oeste y aquí explota esta faceta.

La cinta carece de pretensiones: es una comedia de enredo que pretende hacer divertir, y punto. Hay aventuras y fantasía, nada de terror, por lo que todo aquél que se acerque a ver esta película con el propósito de pasar un rato de miedo quedará decepcionado. A diferencia de otros productos de la época como Reanimator (1985) de Stuart Gordon, la película prescinde de la violencia y de la sangre hasta convertirse prácticamente en un producto destinado al público juvenil. Tiene situaciones que roza el delirio, que en ocasiones provoca en el espectador cierta vergüenza ajena. A pesar de ello, la película es un producto muy disfrutable y sumamente entretenida y no precisamente porque sea una gran película, sino justamente por lo contrario. Los muñecos animados que podemos ver a lo largo del metraje resultan simpáticos pero, como he señalado, parece destinado a un público infantil Hay ciertas situaciones divertidas a partir de su idea de mezclar tantos géneros: aventuras, fantasía, ciencia ficción y comedia. Seguro que poco más de presupuesto unido a un poco de más talento desde la dirección y las interpretaciones habría dotado a la película de un mayor interés.

Respecto a las influencias de esta película, la primera y más intuitiva es su predecesora House: una casa alucinante (1986) de Steve Miner. A pesar de que el equipo técnico y de producción son prácticamente el mismo, la película que nos ocupa guarda poca relación con la primera entrega. Ambas tienen la premisa inicial de una casa encantada que hereda un joven y que la casa posea distintos puntos de acceso a otras dimensiones. Pero tanto el tono, como la historia y los personajes han cambiado. Ni siquiera la mansión en la misma que la de la primera entrega. Las mansiones de ambas películas tienen puntos de acceso a otras dimensiones. En la primera entrega indagaba los miedos del protagonista y esas puertas constituían el acceso a un lugar en el que los temores del protagonista cobraban realidad. En la segunda entrega estas puertas conducen a diversos escenarios del pasado o de culturas exóticas con el propósito de alcanzar la calavera preciada. Por eso es tono de la película ha cambiado: la primera entrega, aún introduciendo el humor, nunca perdía su identidad como película de terror y en toda ella había en su atmósfera y halo sumamente inquietante. Aquí, en la segunda entrega se prescinde prácticamente de todo el terror y se ha pretendido explotar el humor y la comedia. A diferencia de lo que ocurre en la primera película que siempre se tomaba muy en serio, en la segunda entrega la película no se toma en serio en ningún momento, ni por parte de los realizadores de la película ni, en consecuencia, por parte de los espectadores. Sus personajes tontorrones y estereotipados, sin ninguna profundización ni hondura psicológica. Muchas situaciones resultan disparatadas e inverosímiles que, a medida que avanza el metraje, se va alejando gradualmente del espíritu de la primera entrega hasta convertirse en una comedia totalmente bizarra. Pero, y lo que resulta más sorprendente, ante tanto despropósito e incoherencia la película acaba divirtiendo en algunos momentos. La narración de la película es torpe e incoherente, aunque dinámica pues las situaciones se suceden con suma rapidez. House: una casa alucinante estaba contaba la historia de un escritor atormentado por sus traumas de la guerra de Vietnam, la desaparición misteriosa de su hijo y su posterior divorcio. Todo ello se unía a la falta de inspiración que le impedía escribir una nueva novela. En esta segunda entrega el protagonista es un joven perfectamente feliz, sin ningún tipo de trauma de pasado, llamado Charlie Coriell, que hereda una mansión en la que poco a poco se van sucediendo situaciones extrañas. Ambas películas presentan un mismo estilo ochentero que se refleja en la mentalidad de los personajes, las ropas, los peinados y la música. Al igual que sucedía en la primera parte, en esta segunda parte tiene lugar un baile de la actriz Amy Yasbeck acompañado por una canción típicamente ochentera que es introducida de forma gratuita y con falta de coherencia con la historia, sin guardar relación con lo anterior. La primera entrega combinaba principalmente los géneros, en principio tan opuestos, del terror y la comedia: el humor se introducía a partir sobre todo del personaje de su vecino, además de algunas situaciones divertidas, pero siempre de manera dosificada. En esta segunda, combina varios géneros pero prevaleciendo siempre la comedia como el humor de manera prioritaria.

Al igual que sucediera con la película original, House II: aún más alucinante bebe del cine de Sam Raimi, concretamente Posesión infernal, aunque sin asumir su violencia y sobre todo con Poltergeist y su reflexión sobre la posibilidad de acceder a nuevas dimensiones. Que tome como fuente de inspiración estas películas no significa ni mucho menos que acabe por alcanzar su misma calidad. House II: aún más alucinante desarrolla la temática del cine de zombies, muy propio del cine de esta época y cuyo máximo referente es George A. Romero, concretamente La noche de los muertes vivientes (1968) y Zombie (1985). Además, la película House II: aún más alucinante, intenta asumir el espíritu aventurero de muchas de las producciones de los años 80 como la saga de Indiana Jones de Steven Spielberg, La historia interminable (1984) de Wolfgang Petersen, Los Gonnies (1985) de Richard Donner o Cuenta conmigo (1987) de Rob Reiner. Todas estas cintas manifiestan un gran gusto por las aventuras hacia nuevos lugares, de fantasía o exóticos y donde se manifestaba que cualquier persona puede ser un héroe. Por último, nos referiremos a una tónica bastante habitual en muchas producciones de terror de los 80 que era la de utilizar muñecos animados. En este sentido destacamos a Jim Jenson que es creador de los Teleñecos (1976), Fraggle Rock (1983), El cuentacuentos (1987) o la película de Cristal Oscuro (1982), en colaboración con Frank Oz. Desde un punto de vista de películas destacamos en esta misma década Gremlins (1984) dirigida por Joe Dante, la antes mencionada La historia interminable (1984) de Wolfgang Petersen, Ghoulies (1985) de Luca Bercovi y Critters (1986) de Stephen Herek. Esta tendencia a utilizar muñecos animados llegaría a nuestro cine con una producción dotado de gran encanto y simpatía como Los Aurones. House II, aún más alucinante, participa de este nuevo modo de hacer cine típico de los 80. Si se analiza de modo detenido, la película posee algunos puntos en común con la película de Ghoulies, una cinta que daría lugar a toda una saga de dudosa calidad cinematográfica. Ambas películas se cuenta la historia de un joven que a partir de la llegada a una nueva casa descubrirá el oscuro secreto de lo que pasó allí en el pasado. El protagonista de House II: aún más alucinante irá descubriendo a través de libros de historia que su tatara-tatara-abuelo fue un aventurero del viejo oeste que fue enterrado con una calavera a la que se le atribuye poderes mágicos. Por su parte, al protagonista Ghoulies se obsesionará con libros brujerías y su aprendizaje dará lugar a oscuras consecuencias.

El director Wiley crea una historia en la que las diversas habitaciones de la mansión pueden llevar a los protagonistas a otras épocas y mundos. House II aún más alucinante es una sucesión de chistes, con mayor o menor gracia, criaturas más o menos entrañables. Se disfruta perfectamente por parte de todo espectador que acepte las reglas de juego del realizador. Como señalé más arriba, la película tiene un ritmo narrativo rápido en el que los personajes y las situaciones se suceden de modo frenético. Una película que no destaca por su calidad precisamente pero que es un claro testimonio de cómo era el cine de los años 80 y que harán disfrutar de modo muy especial a los más nostálgicos.



jueves, 5 de noviembre de 2020

House: una casa alucinante (1986), de Steve Miner.

House, una casa alucinante.
 Si usted no ha visto esta película ha de saber que el comentario posee spoilers que revelan datos relevantes sobre el contenido del mismo. 
Estamos ante uno de los clásicos filmes de terror de la década de los 80, la edad de oro del VHS. Hoy se encuentra ciertamente olvidado, pero que en la época en la que se estrenó fue todo un gran impacto, contando con una gran popularidad. La gente alquilaba este tipo de películas en los videoclubs, auténticos lugares de peregrinaje, más allá de su calidad cinematográfica o no, por su imaginativa portada. El director fue Steve Miner, realizador con amplia experiencia en el campo del terror con Viernes 13 2 y Viernes 13 3. El productor fue Sean S. Cunningham, director a su vez de la primera entrega de Viernes 13. House, una casa alucinante gustará sobremanera a los nostálgicos del cine de los años 80, pero quizás no tanto para las nuevas generaciones o aquéllos que simplemente busquen una película seria de horror. Sus efectos prácticos han quedado muy desfasados. Pero en esto reside en buena medida su innegable encanto. Independientemente de su calidad cinematográfica, es un producto altamente nostálgico por el tipo de cine que se realizaba en los años 80. En este caso, para el que esto escribe, los defectos de la película constituyen sus máximas virtudes, de modo especial, su guión es especialmente fallido, tal como analizaremos más adelante, con la introducción de escenas y situaciones que no son acordes con la con el argumento de la, o que son directamente inverosímiles. Pero ¿para qué nos vamos a poner tan estrictos con películas como ésta cuando en la década de los 80 constituía una de las principales señas de identidad y que permitió al espectador soñar? No es una historia sobre casas encantadas al uso, sino que posee su propia personalidad gracias a la combinación de terror y comedia, con extrañas criaturas y una historia bizarra. En esto sí que es muy deudor de otras muchas películas de terror de los años 80. La película nunca se toma en serio, donde más que la coherencia argumental lo que el guionista pretende es dar rienda suelta a la fantasía y a la diversión. La casa encantada posee el acceso a otra dimensión poblado por malignos espíritus y cuyo único propósito es acabar con el protagonista de la cinta. En realidad es un producto totalmente de serie b basado en sustos y efectos especiales prácticos y artesanales. Como filme de terror cumple perfectamente con su cometido, pero sobre todo con la introducción del humor es lo que coloca a la cinta en un peldaño superior. La combinación de humor y de terror resulta una tarea ardua en el cine pero que era un rasgo distintivo para buena parte de las películas de terror de los 80, como es el caso que nos ocupa. Se trata de un humor preferentemente negro en varias escenas muy divertidas, sin nunca abandonar una atmósfera ciertamente inquietante y malsana que inunda a la casa en su totalidad. Harry Manfredini fue el compositor de la banda sonora del filme, que también es el responsable de la banda sonora de Viernes 13, creando una música que refleja perfectamente el espíritu de la película. La película fue un tremendo éxito no sólo por su paso en los cines sino también en el mercado del video doméstico, tanto en alquiler como venta. Todo ello provocó que acabara convirtiéndose en un título de culto. Sólo por el hecho de que la película tiene varias escenas que quedaron grabadas en la memoria del espectador de manera inevitable: una de las más recordadas es cuando el protagonista de la cinta descuartiza el cuerpo de un monstruo, mientras suena de fondo la canción You are not good, de Betty Everett. Por supuesto, la canción que suena en esta escena resulta totalmente incoherente, pero en esto constituye el encanto.

La película está interpretada por William Katt, famoso por haber participado en la cinta Carrie (1976) de Brian de Palma y sobre todo en la famosa serie El gran héroe americano. George Wendt interpreta al vecino Harold Gordon, Mary Stävin es Tanya, la esposa de Roger, y Susan French la tía Elizabeth, propietaria que lega su casa a Roger. Respecto a sus referencias cinematográficas de la cinta, vamos a señalar varias. Como hemos señalado, la película no es, ni pretender ser, una obra maestra del cine, sino que su propósito no es otro sino entretener. Su originalidad no se encuentra ni en el argumento, ni en la temática ni en los personajes sino precisamente en la combinación que realiza entre terror y comedia, inspirándose, o literalmente copiando, otras películas. Ya el argumento de la cinta, un escritor en crisis creativa, debido a la desaparición de su hijo, un divorcio y los traumas de la guerra de Vietnam que va a una enorme mansión para recuperar la inspiración perdida nos recuerda inevitablemente al clásico de Stanley Kubrick El Resplandor (1980), basándose a su vez en una novela de Stephen King. En la película de Kubrick, el escritor Jack Torrance, interpretado por Jack Nicholson, va a parar junto a su mujer y su hijo al Hotel Overlock que durante el invierno debido al frío y fuertes nevadas queda totalmente aislado. Su misión allí sería realizar labores de mantenimiento, y encontrar la tranquilidad e inspiración necesarias para escribir su nueva novela. Sin embargo, los espíritus que pueblan el Hotel impiden que pueda cumplir con su cometido. Sin embargo, House, una casa alucinante no se basa solamente en El Resplandor, porque si éste hubiera sido el caso, entonces en todas las comparaciones habría salido perdiendo: no sería sino una mala copia de El Resplandor pero con menos medios y sin el talento de Stanley Kubrick tras las cámaras. La novedad se encuentra sin embargo, en la introducción de humor, Esto es lo que eleva el nivel de la película. ¿Hay algo más humano que la risa acaso? No se trata de una comedia en ningún caso, sino que el humor es introducido en puntos determinados de la película. A pesar de que la película esté dirigida y producida respectivamente por Steve Miner y Sean S. Cunningham respectivamente, miembros activos de Viernes 13, la película no aboga nunca por la truculencia ni de Viernes 13 ni de otras películas de la época como La noche de Halloween (1976) de John Carpenter, aunque en ésta en menor medida, La matanza de Texas (1974), de Tobe Hopper o Pesadilla en Elm Street (1984) de Wes Craven. Y esto es de agradecer en muchos casos. La introducción de comedia y de humor era un aspecto que se introduce en el cine de terror de los 80 realizando una revisión, a veces de manera encubierta, de los grandes monstruos de la Universal. Así, la película De pelo en pecho (1985), dirigida por Rod Daniel y protagonizada por Michael J. Fox, actualiza el mito del hombre lobo, en plan de comedia, al igual que Noche de miedo (1985), dirigida por Tom Holland y protagonizado por William Ragsdale y Chris Sarandon con el cine de los vampiros, o Reanimator (1985), de Stuart Gordon y protagonizado Jeffrey Combs con el mito de Frankenstein. Lo que caracterizó a todas estas películas no es que se convirtieran en joyas del cine sino en su encanto, acentuado a su vez, como ya apunté más arriba, por la nostalgia hacia el cine de los 80. Todas estas películas tuvieron continuaciones más o menos afortunadas cuyo objetivo no era otro sino sacar tajada económica tanto en la pantalla del cine como en el mercado doméstico del VHS. House, una casa alucinante supone en este caso una actualización del tema de casas encantadas. Respecto a clásicos de cine de terror que se ocupen del tema de las casas encantadas, hay un clásico como La casa encantada (1943), de William Baudine, con Bela Lugosi y Ava Gardner, que también combinaba terror y humor curiosamente y que resulta divertidísima. Más allá de la película El resplandor, House toma mucho de Posesión infernal (1981), de Sam Raimi, protagonizada por Bruce Campbell y Ellen Sanweiss. Se trata ésta de una cinta de terror de serie b que trata el tema de la invocación de espíritus malignos de modo cómico. Su argumento gira entorno a unos jóvenes ingenuos que despiertan a una fuerza malvada y cómo éstos tienen que luchar para liberarse de ella. House, una casa alucinante y Posesión infernal, más allá del aspecto cómico que comparten son similares en la forma de tratar la apertura a una nueva dimensión. Pero igual ocurre con la película Poltergeist (1982), dirigida por Tobe Hopper y protagonizada por Heather O`Rourke, JoBeth Williams y Craig T. Nelson. En esta última película, los malvados espíritus que acechan a la pobre familia se encuentran en una dimensión cuya entrada se encuentra en un armario. Todos estos elementos están en House, una casa alucinante: hay una puerta hacia la dimensión de esos ofendidos espíritus en el botiquín del cuarto de baño y donde se encuentra secuestrado a su vez el hijo del protagonista de la película.

El argumento es bastante típico, tal como hemos señalado más arriba a propósito de la película de Stanley Kubrick, se centra en Roger Cobb, un afamado escritor que sufre un bloqueo mental que le impide escribir su nuevo libro. A todo esto se une el hecho de que tenga que lidiar con la desaparición de su hijo en circunstancias sumamente extrañas, además de su divorcio posterior y los traumas por haber participado en la guerra de Vietnam. Tras la trágica muerte de su tía, Roger Cobb se instala en la enorme mansión de ésta que ha recibido como herencia, con el objetivo de encontrar la inspiración suficiente para volver escribir. A medida que la película avanza Roger Cobb va comprendiendo nuevos aspectos acerca de la trágica desaparición de su hijo y que le llevan a concluir que su hijo está todavía vivo y que se encuentra prisionero en algún lugar de la casa. Harold Gordon es el pesado vecino de Roger Cobb, no tardará mucho en comprender que el escritor no está completamente en su cabales. A nuestro protagonista lo ataca el pez espada colgado en una pared, los instrumentos de jardinería cobran vida para acabar con su vida, aunque sin éxito. Finalmente la aparición de un monstruo que sale de un armario de la casa. La película posee varios flasbacks del protagonista en su traumática estancia en Vietnam, concretamente el capítulo en que un compañero suyo muy malherido le pide a Roger que lo mate. Sin embargo, Roger sale a buscar ayuda, mientras que su compañero es secuestrado por los vietnamitas. El villano de la película es el terrorífico y violento Big Ben, que es su compañero en Vietnam que ha regresado de la tumba para busca venganza al considerar a Roger como el culpable de su tortuosa muerte.

El principal problema de la película es su guión, o mejor dicho, su no guión. Pero, como ya he señalado antes, constituye uno de sus grandes encantos. La historia se estructura en dos partes que podemos distinguir: tiene una parte en la que se ocupa de contarnos la historia del protagonista de la cinta con sus problemas y traumas: la extraña desaparición de su hijo, la experiencia traumática vivida en Vietnam. La otra parte se decanta por lo fantástico con la introducción de personajes terroríficos en la que el personaje se va zambullendo cada vez más en una situación de locura cada vez mayor. Será en este punto donde se explique la existencia de una puerta dimensional que le llevará a enfrentarse con su miedos más íntimos. Come he señalado las referencias tanto al Jack Torrance de El resplandor como a la película de Poltergeist están muy presentes. Toda la trama tiene lugar en la mansión donde tiene lugar situaciones a la vez terroríficas con cómicas. No hay coherencia ni credibilidad sino dar rienda suelta a la fantasía y a la diversión. Todo aquél que se acerque a la visualización de esta película ya sabe de antemano lo que va a encontrarse. Seguro que no encontrará la poesía de Shakespeare.

La apertura a la nueva dimensión nunca es explicada de manera suficiente, ni quiénes son esas terroríficas criaturas. Las escenas que tratan sobre la guerra de Vietnam parecen resultan inconexas y desvinculadas al conjunto de la película. Igual ocurre con el personaje de la tía del protagonista que no tiene un desarrollo argumental completo. Una mayor explotación de este personaje, sumamente inquietante por cierto, habría venido muy bien al filme. ¿Qué decir de ciertas escena o situaciones que son pocos coherentes con la trama argumental de la cinta? Cuando el protagonista está enterrando al monstruo que le atacó, se acompaña con la pegadiza canción You are not good, resultando poco coherente. Tampoco se da muchas situaciones de la inverosímil escena en la que el protagonista llena de cámaras para grabar al monstruo que se esconde en el armario. También carece de verosimilitud aquella escena en la que un par de agentes policiales llegan a la mansión alertados por la llamada realizada por su vecino al oír disparos. Sin embargo, una vez que los agentes policiales identifican al protagonista de la cinta como el famoso escritor, entonces el trato cambia radicalmente, incluso tomarán café en el interior de la mansión junto al protagonista y el mismo vecino. ¿Qué decir la introducción que se realiza de la vecina de la mansión? Se conocen en cierta ocasión en que la vecina está realizando footing. Más adelante, esta aparece bañándose en la piscina de la mansión señalando que era lo que hacía cuando la difunta tía estaba viva. ¿Qué decir de la escena en que la vecina le endosa el cuidado de su propio hijo porque tenía una cita importante? Finalmente, respecto a la presentación del villano, Big Ben, su introducción en la trama argumental parece que no resulta todo lo sólida que debería. El guionista ha querido desarrollar una historia de vengaza pero no queda explicado cómo Big Ben pudo salir de su tumba e ir a parar a esa mansión en concreto. Esta parte de la historia se habría podido mejorar con la introducción de una base explicativa que fundamentase la aparición de este personaje, por cierto, lleno de carisma, a la vez que muy terrorífico.

Siguiendo a Poltergeist, como hemos señalado más arriba, en la mansión aparece una apertura que conduce a una nueva dimensión desconocida poblada de espíritus aterradores. Se localiza concretamente en un botiquín situado en el propio cuarto de baño y en el fondo no es más que un subconsciente que conoce los miedos del protagonista. La puerta que conduce a la nueva dimensión que oculta la casa es una especie de subconsciente de los miedos de sus habitantes. En este aspecto recuerda a la cinta de Paul Anderson Horizonte Final (1997), protagonizada por Laurence Fishburne y Sam Neil cuya nave conocía los miedos de los protagonistas y hacia posible su materialización, enloqueciendo a los tripulantes. Roger logra vencer a Ben no a través de una lucha violenta sino desde un punto de vista psicológico: cuando decide enfrentarse en primera a sus miedos.

En definitiva, House, una casa alucinante resulta un vehículo sumamente entretenido a través con una armónica combinación entre humor y terror. Tiene terror y humor, efectos artesanales y efectivos, buenas actuaciones y diversión en grandes dosis. ¿Alguien quiere más? Daría lugar a tres continuaciones más irregular en conjunto pero que todo aficionado al cine de terror de los años 80 tiene la obligación de revisar. Esto constituye otro de los grandes encantos de este tipo de producto de terror de los años 80: si la película funcionaba bien comercialmente era casi seguro que tendría más continuaciones. En este sentido, podemos recordar La matanza de Texas (1974), de Tobe Hooper, La noche de Halloween (1976), de John Carpenter, Viernes 13 1980) de Sean S. Cunningham, Poltergeist (1982) de Tobe Hooper, Los chicos del maíz (1984) de Fritz Kiersch, Pesadilla en Elm Street (1985) de Wes Craven o Reanimator (1985) de Stuart Gordon. Es la práctica habitual de Hollywood: exprimir la gallina de los huevos de oro hasta el final. Se prioriza el aspecto financiero sobre el artístico. Pero indudablemente, todas estas continuaciones tienen un incuestionable encanto para todo aquél que admira el cine de los años 80. Volviendo a nuestra película, House II, aún más alucinante, llegaría un año después, en el año 1987 que continúa con el hilo conductor de la primera entrega. La película es inferior porque pierde su elemento sorpresa pero puede hacer pasar un buen rato al espectador poco exigente. House III llegó a las pantallas el año 1989, es una película que se desmarca de las dos primeras entregas y trata la historia de un asesino que es ejecutado pero cuyo espíritu se encuentra en el interior de una casa. Una película que tiene mucho de Pesadilla en Elm Street y que, en general, es muy desconocida pero muy reivindicable. Finalmente en 1992 se estrenaría la que, por ahora, es la última entrega y que se tituló House IV. Ésta es sin duda la más floja de las entregas. Intenta realizar un retorno a los orígenes de la House de 1986, incluso recupera, aunque brevemente, al protagonista de la primera entrega. Sin embargo, se trata de una película fallida, una muestra en fin de que la historia de House estaba prácticamente agotada.