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Cartel de Psicosis IV
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Si usted no ha visto la película ha de saber que el presente comentario posee
numerosos spoilers que revelan su argumento.
Psicosis IV es una película hecha
para la televisión y es la tercera continuación de la película que dirigiera
Alfred Hitchcock en 1960 y es sin lugar a dudas la peor de todas. Está dirigida
por el televisivo Mick Garris, conocido por sus incursiones en el cine
fantástico y por las adaptaciones televisivas de Stephen King, como la película
El resplandor de duración casi infinita. La película está protagonizada por
Anthony Perkins, interpretando otra vez a Norman Bates, Oliva Hussey que
interpreta a la madre de Norman, Henry Thomas, el niño de ET, que interpreta al
joven Norman, Donna Mitchell, que interpreta a Connie, la esposa de Norman,
C.C.H. Pounder que interpreta a una periodista radiofónico, Warren Frost, que
interpreta al psicólogo de Norman, La película es tanto una precuela en la
medida que nos cuenta la historia de Norman y de su madre con anterioridad a los
hechos ocurridos en la primera parte de Psicosis, pero también una secuela en la
medida en que la historia se traslada hasta el Norman contemporáneo.
¿Qué decir
de Psicosis IV, el comienzo? En ella no funciona absolutamente nada. Desde el
comienzo el espectador tiene la sensación de que nada es real en la películas,
la dirección torpe y rutinaria, guión horroroso en el que deja la película en un
marco de indefinición y que no respeta la mitología del universo de Psicosis,
las interpretaciones insustanciales… Incluso para al espectador más benevolente
le costaría destacar un solo aspecto positivo de la película, incluso los pocos
aspectos positivos de la película quedan oscurecidos por la mediocridad que
rezuma cada fotograma. En principio la película resultaría atractiva en primer
lugar porque cierra el círculo de Psicosis dando un fin al personaje y que ayuda
a que comprender la personalidad de Norman rastreando su turbulenta infancia y
juventud. El guionista de la cinta es Joseph Stefano, que fue el responsable del
guión del filme original. Además la cinta recupera la partitura clásica de la
primera Psicosis de Bernard Herrmann. Todo ello sobre el papel porque la
realidad ahuyenta cualquier interés que tenga la cinta. Por desgracia, la
película tiene tantos aspectos negativos que para el que esto escribe le resulta
complicado por cuál empezar. Empezaremos analizando el guión de Joseph Stefano:
su libreto ha sido poco honesto con el universo cinematográfico de Psicosis pues
ignora directamente los acontecimientos narrados en
Psicosis II y
Psicosis III.
No sabe que la mitología de
Psicosis se fue creando básicamente en estas dos
secuelas y, también, por supuesto, en el clásico de Alfred Hitchcock. Al
visualizar esta cinta, ingenuamente pensaba que
Psicosis IV era, tal como rezaba
el título, la cuarta entrega de Psicosis. Sin embargo, había aspectos que no
cuadraban, no había manera de comprender que desde el poco tiempo que transcurre
desde
Psicosis III a
Psicosis IV, apenas cuatro años, Norman había salido de
prisión, se había rehabilitado, casado y esperaba un hijo. También en la
película de
Psicosis II el sheriff señalaba que Norman Bates había desenterrado
el cuerpo de su madre y se lo llevó a su casa, mientras que en
Psicosis IV se
nos muestra que lo robó directamente del velatorio, no tuvo que desenterrar
cuerpo alguno. Tampoco hace ninguna referencia a Enma Spool, la tía de Norman.
Entonces, ya el título de
Psicosis IV es erróneo porque prescinde e ignora los
acontecimientos de las dos primeras secuelas, por tanto, debería haberse llamado
de otra manera. Para todo seguidor de la saga molesta mucho que Joseph Stefano
hubiera decidido ignorar estas películas porque podría hacer pensar a cualquier
otro aficionado que fueron películas mediocres cuando no es real. Todo esto no
se corresponde con la realidad pues ambas películas estaban muy bien hechas y
respetaban profundamente la obra maestra de Hitchcock. Eran películas muy
cuidadas en el aspecto visual: en
Psicosis II predominaban los tonos coloristas
y vivos y daban a la película un aspecto de profunda cotidianidad que provocaba
el verdadero terror; en
Psicosis III la película tenía un tono oscuro que
intensificaba el carácter tenebroso de la película. En esta
Psicosis IV el
aspecto visual de la película no supera para nada a los telefilmes que emiten en
la televisión española las tardes de los fines de semana después de comer. Es
cierto que para todo seguidor de la saga en principio le resultaría atractivo
que el guionista de la Psicosis original de Hitchcock fuera también el guionista
de esta cuarta entrega. Sin embargo, a toro pasado y viendo el pobre resultado
de la película quizás hubiera sido preferible seguir las indicaciones iniciales
de Anthony Perkins que no eran otras que contratar a Noel Black como director,
con quien ya trabajó en la película Un maravilloso veneno y que el guión fuera
elaborado tanto por Charles Edward Pogue, guionista de
Psicosis III como por el
propio Anthony Perkins. El guión de Joseph Stefano se estructura en dos líneas
temporales, a saber, el pasado y el presente. A partir de la narración que
realiza Norman en un programa de radio cuyo tema gira en torno al matricidio se
estructurará el filme a través de su infancia, adolescencia hasta llegar al
momento presente para comprender las motivaciones de Norman y por qué quiere
matar a su esposa Connie. La infancia y la adolescencia serviría a Joseph
Stefano y a Mick Garris supuestamente para explicar las causas por las que
Norman se convirtió en un asesino. Sin embargo, la explicación que la cinta
desarrolla para justificar este tránsito y por qué Norman quiere matar a su
mujer embarazada es un contrasentido muy rocambolesco. Según cuenta Norman, que
parece que ahora es científico, su enfermedad es de carácter genético, lo cual
significa que podría transmitir a su hijo su locura. Repito, un guión que es un
auténtico contrasentido que no convence a nadie, ni siquiera, me temo, al propio
Anthony Perkins. Por su supuesto que en un principio la película parece tener
varios atractivos para el seguidor ingenuo de la saga. Parece que Mick Garris
nos iluminará acerca de la historia del joven Norman y de su madre. La película,
en línea con la primera de la saga, tiene un fuerte componente psicoanalítico
que rastrea cómo a partir del oscuro pasado de Norman se engendra al psicópata
en que efectivamente se convirtió. Todo resulta muy forzado e inverosímil: en el
programa de radio en el que Norman cuenta su historia se encuentra como invitado
el mismo psiquiatra de Norman años atrás. Norman se hace llamar Ed, que no es
sino un guiño muy ingenioso de Ed Gein, el asesino en serie que inspiró a Robert
Bloch en la novela de Psicosis, que posteriormente Alfred Hitchcock adaptó en la
primera Psicosis. La narración de la película en esta su primera parte no es
lineal sino que varía su orden cronológico dependiendo de las preguntas que va
realizando la periodista y la historia que va contando Norman. La película es
nada brillante, rodada sin ninguna emoción ni estilo. A pesar de ello,
destacaría un par de escenas que elevan un poco la mediocridad del filmen. Una
escena en el que se muestra el velatorio del padre muerto de Norman, que había
fallecido por un violento ataque de abejas al que no pudo sobrevivir. La
película es insuficiente en todo momento. En concreto, en esta parte de la
película Mick Garris no muestra en ningún momento cómo era la relación del padre
ni con su mujer ni con su hijo. Es un aspecto especialmente lamentable porque
Psicosis IV el comienzo se concibió para mostrarnos el origen y todos los
entresijos posibles de la enfermedad que asola a Norman. Es un fallo importantes
porque la película habría resultado mucho más interesante si hubiera
desarrollado de modo pleno este capítulo traumático de la vida de Norma. En la
citada escena el espectador puede observar algunos síntomas evidentes de la
locura de Norman cuando hace cosquillas a su hijo con el objetivo de que éste se
ría para, posteriormente, recriminarle dicha acción. En el velatorio aparece el
propio Anthony Perkins como observador y esto constituye un elemento novedoso en
la narración de una película por lo demás plana y rodada sin ningún tipo de
entusiasmo. Este elemento lo introducirá Mick Garris en alguna escena más. Otra
secuencia llamativa de la cinta ante tanta mediocridad es aquélla en la que,
ante la pregunta de la periodista sobre aspectos positivos de su madre, recuerda
un capítulo de su infancia en la que tanto Norman como su madre están en un
prado en el que empieza a llover y en el que parece intuirse que la madre de
Norman quiere a su hijo. La escena está rodada con un estilo onírico, además de
una gran belleza a todos los niveles, que sin dificultad eleva la calidad de una
tan ramplona cinta. Son las dos escenas más destacables dentro de una cinta
anodina y sin interés. Uno de los grandes males de la película es el marco de
indefinición en el que se encuentra. Mick Garris pretende generar la simpatía
del espectador respecto al personaje de Norman haciendo lo posible para que lo
entendamos, por una parte, pero también hacer de Norman un psicópata al que
temer de manera permanente, por otra parte. Pero no logra ninguno de los dos
propósitos. Si bien es cierto que las secuencias anteriores estaban
excelentemente rodadas con mucha elegancia y que llega a provocar sentimientos
enfrentados al espectador, sin embargo, son secuencias que aparecen totalmente
inconexas, como si fueran dos sketchs que el director ha puesto pero sin ningún
hilo de continuidad. La película incluso será peor en la parte que corresponde a
la historia del Norman adolescente, protagonizado por Henry Thomas, un actor que
desde niño quedó encasillado como el niño de
ET, parecido a lo que le pasó a
Anthony Perkins con el personaje de Norman. Esta parte contiene algunas escenas
que sólo genera sonrojo y vergüenza ajena en el pobre espectador que sólo desea
que termine cuanto antes o apagar directamente la televisión. Seguramente que la
intención de Mick Garris era generar provocación en el espectador. La película
muestra una relación entre madre e hijo que a veces parece sugerir una cierta
incestuosidad, asumiendo la explicación freudiana acerca de la formación de la
personalidad de un individuo. Freud distinguí varias etapas en el desarrollo de
un individuo y una de ellas era la que denominaba como complejo de Edipo: el
niño mantiene un fuerte vínculo afectivo con su madre y concibe a su padre como
una amenaza que pone en peligro esta originaria relación entre madre-hijo y por
tanto, al que desea matar. Sin embargo, la madre mantiene una relación de
dependencia con el hijo porque teme quedarse sola en la casa si Norman llegara a
conocer a una mujer. Todo ello provoca que Norma eduque a su hijo Norman en el
estricto pensamiento de que el sexo es malo y que debe mantenerse lo más lejos
posible de las mujeres. Vemos cómo Norma obliga a su hijo vestirse de mujer o lo
insulta de forma muy cruel, pues considera que desde que nació todo le ha ido
más en la vida, además de no poder a tener hijos otra vez. Toda la situación irá
a mal desde el momento en que la madre de Norman se enamore de un hombre, al que
finalmente llevará a vivir a su casa.
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Norman Bates (Anthony Perkins).
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Norman decide asesinar tanto a su madre
como al novio de ésta poniendo veneno en el té helado, constituyendo también en
una de las escenas que elevan un poco la calidad de la cinta. Ésta es la causa
del trastorno de personalidad que padece Norman. Norman posee una personalidad
escindida por una parte en la madre y por otra en la del hijo. Cuando la madre
ejerce el dominio de su personalidad, provocará que Norman se vista con la ropa
de la madre, se ponga peluca y hablar con la voz de ella, llegando incluso a
entablar conversaciones, y asesinando a toda persona a la que Norman pudiera
sentirse atraído. En la película podemos ver los primeros asesinatos perpetrados
por Norman-Norma de dos mujeres que habían despertado cierta atracción en
Norman. Norman cuenta en el programa de radio su temor a volver a perder el
control y que su madre vuelva otra vez para apoderarse de su mente y matar a
Connie. Así que él decide matarla antes de que suceda con sus propias manos. Y,
lo que es peor, piensa que matando a Connie salvará al mundo del nacimiento de
un niño que será un asesino porque cree que su enfermedad es hereditaria. Esta
parte de la película es auténtico desastre y demuestra una total falta de ideas
por parte de Stefano. El espectador de la cinta hemos de concluir entonces que
Norman es científico y que futuro hijo heredará su locura. ¡Es un auténtico
despropósito! Además, casualmente el doctor que está invitado en el programa se
da cuenta que la persona que se hace llamar Ed en realidad es Norman Bates. ¡Qué
coincidencia tan grande que el mismo psiquiatra de Norman esté en el programa y
no cualquier otro! Entonces la presentadora hará lo posible para que Norman no
vuelva a mancharse las manos de sangre. El guión de Stefano sigue acumulando
despropósito tras despropósito. Como es el día de su cumpleaños Norman pide a
Connie que vaya a su antigua casa para celebrarlo. ¿No se entiende cómo una
psiquiatra a la que describen como sumamente brillante haya podido enamorarse de
un psicópata tan peligroso como Norman, después de cometer atroces asesinatos y
que después haya quedado embarazada de él? Para echar más leña al fuego, comenta
Norman que ella se enamoró en primer lugar y que a él le costó más. Llegamos
entonces al epílogo de la historia: Norman y Connie está en la vieja mansión. La
película muestra como con una total falta del sentido del suspense coge un
cuchillo para matar a Connie pero cuando va a actuar parece que se arrepiente.
Este momento es aprovechado por Connie para huir. Momentos después Norman
encuentra a Connie y cuando parece que va a matarla, Connie le dice que no es un
monstruo y que le dé una oportunidad al hijo que va a nacer. Parece que ambos se
reconcilian y salen de la casa. Entonces Norman le pide a Connie que le espere
en el coche y que él tiene un asunto que resolver: quemar la vieja casa pues así
piensa que sus demonios interiores cesarán. Otro despropósito. Cuando incendia
la casa, la mente enferma de Norman tiene visiones de sus anteriores víctimas.
Mick Garris con ello había pretendido sorprender al espectador y que pudiera
comprender el tormento que sufre Norman. Pero no ocurre nada de ello. Se le va
apareciendo las dos primeras víctimas de Norman, la madre y el novio de ésta.
Pero no transmite ninguna heroicidad sino solamente lástima. Esta escena
seguramente habría sido mucho más potente si en lugar de recurrir a apariciones
de las víctimas de esta películas se hubiera traído de vuelta alguna de las
víctimas de las películas anteriores, especialmente Marion Crane. Entonces sí
que hubiera transmitido mucho más. Sin embargo, tal como quedó la película con
este acabado visual propio de un telefilme barato, pienso que haber traído a
alguno de estos personajes no habría sido lo recomendable. Norman se cae por la
escalera y a duras penas consigue llegar arrastrándose al sótano de la casa
donde, ¡vaya sorpresa!, encontramos con el cuerpo momificado de la madre de
Norman. Tras este hondo peregrinaje Norman consigue salir de la casa. Ya en el
amanecer, podemos ver a Norman y Connie abrazados y el primero diciendo que es
libre. La película es totalmente fallida porque, tal como señalé más arriba, se
mueve en el marco de la indefinición. La película termina de manera heroica
mostrando a un Norman vencedor porque se ha reconciliado con su mujer y con la
destrucción de la vieja casa sus demonios han muerto. Sin embargo, Mick Garris
no sabe reflejar con imágenes lo que en las líneas de guión pretendía
transmitir: un final de Norman apoteósico. Sin embargo, lo único que transmite
es sonrojo y vergüenza ajena. Insistiendo otra vez en la falta de coherencia del
guión de Joseph Stefano: ¿Norman merece un final feliz cuando en las película
anteriores ha matado a gente inocente? Pero cuando parecía que ya nada podía
empeorar la película porque había alcanzado el límite, pues efectivamente sucede
lo imposible. La cámara de Mick Garris vuelve al sótano y podemos ver la
mecedora de la madre de Norma moviéndose y pidiendo que la dejen salir. A
continuación, se escucha el llanto de un niño que parece anunciar otra
continuación en la que el hijo de Norman podría haber heredado su enfermedad.
Otro despropósito. En definitiva, en la película Psicosis IV no funciona nada.
Alfred Hitchcock señalaba que los tres elementos que confluyen en una gran
película eran el guión, el guión y el guión. Podríamos pensar que la historia
montada por Stefano era buena y que el responsable de este desaguisado fue Mick
Garris que no supo traducir a nivel audiovisual el citado guión. En este caso se
juntan los dos factores. En primer lugar un guión totalmente fallido que pone de
manifiesto un desconocimiento total de Stefano del universo de Psicosis,
curiosamente la misma persona que elaboró el guión de la Psicosis original. Y es
que, a esto suma, en segundo lugar, una manifiesta y total ineficacia por parte
de Mick Garris para rodar con un mínimo de cariño y de nervio. Mick Garris no
puede salvarse de este desastre porque rueda una película monótona, con falta de
emoción, sin transmitir nada al espectador. Todo es previsible, no hay nada en
ella que quede grabado en la mente del espectador, salvo, por lo menos a mí
personalmente me llamó la atención, aquéllas en la que el propio Anthony Perkins
se introducía en alguna escena del pasado y era testigo de todo lo que pasaba.
En la película todo parece falso, las interpretaciones, el argumento, los
personajes forzados. Además, ninguno de los actores destacan especialmente, es
más ninguno de ellos se cree en absoluto el papel. Quizás un poco Olivia Hussey
interpretando a la madre de Norman, sin embargo, a pesar de su esfuerzo no logra
llegar a buen puerto sencillamente porque su papel está muy mal escrito. Lo
mismo sucede con Henry Thomas que hace una interpretación pésima, incluso
durante muchas fases resulta parece una broma de mal gusto. Y lo peor de todo,
ni el propio Anthony Perkins destaca en el papel de Norman Bates haciendo una
interpretación con cierta desgana e indiferencia y ninguna convicción, a
diferencia de las otras películas de la saga en la que se le veía especialmente
involucrado. Quizás el motivo principal sería que durante la época del rodaje de
Psicosis IV el comienzo a Anthony Perkins se le detectó el virus del VIH, y esto
que seguro que limitó sobremanera su capacidad interpretativa. Además, seguro
que a medida que iba desarrollándose el rodaje estoy convencido de que Perkins
era plenamente consciente del horror que Mick Garris estaba perpetrando y que no
había manera de arreglar semejante desaguisado. ¿A quién se le podría recomendar
semejante película? En principio, todo seguidor de la saga debería echar un
vistazo a esta película para conocer el pasado y el fin que se le da a Norman
Bates. Pero es en la película todo tan lamentable y de tan baja calidad
cinematográfica que sería mejor pensar que la saga se cerró en Psicosis III. La
calidad artística de las películas que componen la saga de Psicosis ha ido
lamentablemente en orden decreciente. Con esto no quiero decir que las dos
primeras secuelas de Psicosis no merezcan la pena, sucede justo lo contrario,
pues tanto Psicosis II y Psicosis III, son productos muy reivindicables y sobre
todo muy divertidas. Las tres primeras películas comparten un mismo espíritu que
se hace reconocible fácilmente que participan de un mismo universo
cinematográfico. Cada película era distinta, pues el director en cada una de
ellas cambiaba, el aspecto visual difería pero, en cualquier caso, quedaba muy
cuidado y, lo que es más importante, para el espectador resultaba atractivo. De
la original de Psicosis de Alfred Hitchcock poco podemos decir, una obra maestra
del cine de suspense donde nada era lo que parecía. La segunda entrega, es una
película dirigida por Richard Franklin que por supuesto no pretendía competir en
cuanto calidad con la anterior sino que expandía su universo de manera correcta
con un guión muy inteligente de Tom Holland. Además, la realización de Psicosis
II coincide en una época como es la de los años 80 donde en el cine de terror se
fue imponiendo el llamado slasher, es decir, la historia de los psicópatas que
asesinaban a sus víctimas sin ningún tipo de pudor. Si bien es cierto que
Psicosis II no es un slasher típico de la época, si que introducía ciertos
elementos de ese tipo de cine, pero sin perder nunca la fidelidad con la primera
de la saga. Psicosis III no fue capaz de encontrar un director competente para
dirigirlo, así que fue el propio Anthony Perkins el que se encargó de dirigirlo.
Fue objeto de múltiples críticas y de burlas, pero el paso del tiempo ha jugado
en su favor y Psicosis III de ha convertido en un título de culto para los
aficionados al género de terror, además de ser un testimonio muy loable del cine
de los 80. La película está rodada con una gran elegancia con planos muy
originales. Es una película con su propia personalidad pero que se reconocía
deudora tanto de Psicosis como Psicosis II. La gran diferencia entre Psicosis
III y la anterior es que carece de giros argumentales llamativos, aunque no por
ello deja de ser un buena película, además de intensificar los elementos de cine
slasher presente en la anterior entrega. En este sentido, Psicosis III es una
película más cercana a Psicosis II que a Psicosis precisamente por ese carácter
slasher, y en consecuencia, muy próxima a otras de la época como La noche de
Halloween y Viernes 13. ¿Dónde poner Psicosis IV: el comienzo, dentro de la
saga? Psicosis IV gracias a la idea de Joseph Stefano de desvincularlo por
completo tanto de Psicosis II y Psicosis III no posee elementos que más allá del
argumento y de los personajes tenga puntos en común que le haga partícipe del
universo de Psicosis de que definió en las primeras tres entregas. Lo más
llamativo es que esta Psicosis IV fue rodada sólo cuatro años antes que Psicosis
III y no tienen nada en común con ella. Incluso la película Motel Bates de 1987
que fue el capítulo piloto de una serie de televisión cuyo tema central era el
famoso Motel pero que fue cancelada por su baja audiencia es mucho más
recomendable de Psicosis IV.