domingo, 21 de febrero de 2021

El exorcista: el comienzo (2004) de Renny Harlin.

 

El Exorcista: el comienzo es la esperada precuela del clásico del cine de terror El exorcista (1973) de William Friedkin dirigida por Renny Harlin en 2004 y protagonizada por Stellan Skarsgard e Izabella Scorupco. Es todo un fiel reflejo de todos los avatares que sufrieron todas las secuelas de El Exorcista ya sea por guiones flojos o mal enfocados, directores equivocados o decisiones fallidas tomadas por el equipo de producción. A excepción de la película original, el resto de cintas parecen tocados por el despropósito y la calamidad. La película original de El exorcista, como todo aficionado sabe, acabó por convertirse en un clásico del cine de terror, además de iniciador de un nuevo subgénero de posesiones diabólicas y exorcismos. Es una auténtica referencia para el cine de terror posterior. Lo que llama la atención es que nació con vocación de cine comercial y de entretenimiento. La secuela de El exorcista llegaría a los cines en el año 1977 bajo el título de El exorcista 2: el hereje con una dirección que correría a cargo del personal John Boorman. Fue un error esta elección del director de la cinta pues, aunque se trata de un profesional del cine de un incuestionable talento tiene un universo cinematográfico muy definido y que difícilmente podía casar con el universo de El Exorcista. Su película fue tremendamente confusa, enigmática, por momentos tediosa pero también, ¿por que no?, fascinante con unos extraños viajes hipnóticos por el tiempo, plagas de langostas y bellas imágenes oníricas de carácter pesadillesco. Pero, no nos engañemos, nada de ello guardaba la más mínima relación con El Exorcista.. Aunque a servidor le gustara la película por proponer algo totalmente distinto para lo que previsiblemente debería haber sido una continuación de El Exorcista, no me sorprende en absoluto el batacazo que se llevó la película a nivel comercial y sobre todo artístico. Aunque ciertamente no fue un fracaso comercial en cuanto a taquilla pues recuperó con creces el dinero invertido para la producción pero quedó lejos de convertirse en el éxito de taquilla al que estaba destinado inicialmente y muy lejos, por supuesto, de la película original. Fue tanta la decepción que generó la cinta que la tercera entrega no llegaría hasta el año 1990, ya sin John Boorman y dirigida por William Peter Blatty, el autor de la novela de El exorcista y que adaptaba su novela Legión, continuación de El exorcista e ignoraba por completo todo lo acaecido en El exorcista II El hereje.. La película estuvo protagonizada por George G. Scott, que tampoco tuvo la mejor interpretación de su carrera. John Boorman volvería a recuperar el prestigio perdido con la gran Excalibur (1981).

El director inicialmente previsto para dirigir este El Exorcista: el comienzo era John Frankenheimer que contaba con una amplia experiencia en el mundo del cine con películas como El hombre de Alcatraz (1962), Siete días de Mayo (1964), ambas protagonizadas por Burt Lancaster, French Connection II (1975) con Gene Hackman, La isla del doctor Moreau (1996) con Marlon Brando y Val Kilmer o Ronin (1998) con Robert de Niro y Jean Reno. Sin embargo, John Frankheimer fallecería poco antes de iniciarse el rodaje de la película a partir de las complicaciones que se derivaron de una operación en la columna vertebral. La dirección correría a cargo esta vez de Paul Schrader, otro monumental error de elección tal como ocurrió antes con John Boorman. Paul Schrader, al igual que John Boorman es un director también con un universo muy personal y reconocible donde hizo una película en la que vertió todas sus obsesiones relativos a la pérdida de la fe y de la naturaleza del mal, pero muy alejado del tipo de película comercial que los productores demandaban llevar a cabo inicialmente. Paul Schrader es un excelente guionista de cintas como Taxi Driver (1975) y La última tentación de Cristo (1988), ambas dirigidas por su amigo Martin Scorsese y director de Posibilidad de escape (1992) y Aflicción (1997). Sin embargo, que seas un gran artista del cine no significa que pueda hacer todo tipo de película. Concretamente, esta cuarta entrega de El exorcista no pedía ser una película filosófica acerca de la pérdida de la fe y la maldad de la naturaleza humana sino una cinta más comercial dirigida hacia el gran público. La versión de Paul Schrader no acabaría por llegar a los cines pues no gustó nada a los productores. Éstos contrataron a un nuevo director, en este caso al competente Renny Harlin, responsable de éxitos como La jungla 2 (1990) con Bruce Willis, Máximo riesgo (1993) con Sylvester Stallone o Deep blue sea (1999) con Thomas Jane, para que arreglara el desaguisado de Schrader. Esto nos hace reflexionar que en ocasiones parecen basar sus decisiones en torno al mundo del cine más bien en el capricho y la arbitrariedad y que en un verdadero conocimiento. Se le dio a Renny Harlin un aumento del presupuesto y su pretensión era partir del material rodado por Schrader y rodar nuevas escenas que introdujesen mayor acción y dinamismo a la cinta. Una de las dificultades de las que partió Renny Harlin es que ya no pudo reunir el mismo elenco de protagonistas de la cinta de Paul Schrader, esto obligó a rodar una película prácticamente nueva. A servidor le gusta más la versión de Renny Harlin en primer lugar porque la película de Paul Schrader está inacabada, como podemos comprobar con su pobrísimo acabado visual de la película con unos efectos especiales que parecen sacados de una barata cinta de serie B. Renny Harlin desde el primer momento tuvo claro cuál sería su cometido en la cinta: aterrorizar al pobre espectador. Se trata de una misma historia pero contada en dos versiones distintas. Es manifiesto que Renny Harlin, a diferencia de Paul Schrader es un especialista del cine de acción pues su montaje es mucho más dinámica y enérgico, con un mejor acabado visual que el espectador sigue con interés sobre todo a lo largo de la primera parte de la cinta, evitando el ritmo cansino y lineal de Schrader. A pesar de lo dicho, no significa que estemos ante una gran película de terror. La versión de Renny Harlin fue la que acabó por exhibirse en las salas de todo el mundo siendo objeto de muy malas críticas y de escasa repercusión en taquilla hasta el punto de no recuperar el dinero invertido en él.


La película se inicia con un intenso prólogo que se remonta aproximadamente al siglo V después de Cristo donde el espectador puede darse cuenta que se trata claramente de una precuela, además de un homenaje a la cinta original. La película vuelve al siglo XX donde podemos observar a su personaje principal, Lankester Merrin, viviendo una crisis de fe debido a un episodio traumático vivido en la 2ª Guerra Mundial y que a lo largo de la cinta se va revelando en diversos flashbacks. Merrin acabaría abandonando los hábitos para retomar su profesión de arqueólogo. A lo largo de la cinta el espectador asistirá como testigo a la narración de esa historia. Unos oficiales nazis obligaron a Merrin durante la 2º Guerra Mundial a elegir entre 10 miembros de su congregación religiosa a morir, porque si no lo hacía morirían todos. Este sufrimiento interno llevará a Merrin a la pérdida de la fe en Dios y en la consideración de la maldad inherente al ser humano. Tales pensamientos llevará a Merrin a entregarse a la bebida. La película nos llevará a continuación hasta la región de Turkana, a Kenia, sometido por el dominio británico donde acaba de producirse el descubrimiento de una Iglesia Cristiana perteneciente a una época muy anterior a la llegada del Cristianismo. Poco a poco, a medida que la Iglesia es desenterrada, una ola de maldad se extenderá por toda la zona destruyendo todo aquello que se encuentra a su paso. Unas hienas devorarán a un pobre niño indefenso.

Se trata de un argumento poco novedoso respecto a la cinta original de William Friedkin, pero, a pesar de ello, Renny Harlin disponía de todos los mimbres necesarios para construir una cinta interesante. En su primera parte la película es ciertamente notable, tanto la ambientación y con una historia que logra interesar al espectador. Como he señalado más arriba, la cinta comienza de manera notable con una secuencia inicial maravillosa repleta de acción y que permite situar al espectador en el corazón del argumento. Observamos a un Merrin cansado, como si hubiera perdido todo interés por seguir viviendo, todo ello como consecuencia de su tormentoso pasado en la 2º Guerra Mundial. Este Merrin presenta una caracterización que a servidor le recuerda sobremanera a Indiana Jones, no sólo por ser arqueólogo sino por su vestimenta. Sin embargo, el innterés de la cinta decae de manera preocupante en la segunda mitad de la cinta, cuando debería haber sido lo contrario. Me han llamado la atención sus efectos especial que son un poco pobres, por ejemplo en la escena de unas hienas digitalizadas que parecen volar.


Ya con la contratación de Renny Harlin los productores pusieron de manifiesto que no había ninguna intención artística de hacer una película que pasase a la historia del cine sino una cinta convencional, nada innovadora, comercial y perfectamente olvidable una vez vista. No observo ninguna intención de contentar al verdadero aficionado del cine de terror sino que el enfrentamiento entre Merrin y el diablo fuera lo más sangriento y visceral posible para atraer a la máxima cantidad posible de gente al cinte. La cinta está llena de trucos baratos y tópicos, que podemos ver en cualquier otra cinta de medio pelo, y sin ya mencionar un final que parece merecer un capítulo aparte. Y es que, tal como sucedía El exorcista III parecía necesario introducir una escena de exorcismo aunque fuera de manera forzada y si se parece a la niña Regan de la película original original mejor. Me queda la sensación de no ser más que una parodia de la primera película, un poco como la cinta de Reposeída (1990) con Leslie Nielsen.

La cinta de Renny Harlin abandona el terror para centrarse solamente en los sustos fáciles. Éste es el mayor error de la cinta porque carece de toda esa ambientación terrorífica que sí tenía la cinta original. Y es que la película pasa perfectamente por un thriller de acción, sumamente efectista con escenas truculentas más o menos explícitas. El guión está mal resuelto porque se introduce un giro final pretendidamente novedoso para sorprender al espectador y que no lo consigue pues no hace sino repetir lo que ya se ha visto en otras cintas de temática parecida. Repito. el espectador, o al menos servidor, termina con la sensación de que la película tenía que introducir una escena de exorcismo ad hoc. Aunque lógicamente ya me diréis es que si no lo hace entonces el título de la cinta carecería de sentido.

También la película tiene algún aspecto positivo. El diseño de la Iglesia enterrada es muy potente y llama la atención que en lugar de señalar un camino hacia el Cielo, que sería lo más previsible, señala al interior de la tierra. Ese camino se inicia a partir de una tumba que a modo de una caja de Pandora encierra la esencia del Mal en su interior. En la película se plantea ciertamente cuestiones filosóficas muy interesantes en torno a la existencia del mal en el mundo, de la libertad y la culpa pero únicamente a modo de pinceladas pues son interrumpidas constantemente por escenas de acción y de susto, que es lo que más le interesaba expresar Renny Harlin. En este aspecto sí que me gustó más la versión de Paul Schrader.

Volviendo a Paul Schrader, éste mantuvo un juicio con los productores para conseguir la exhibición de su versión, y logró justo un año en una versión en DVD y un lanzamiento para video-clubs. Se trata de una obra indudablemente inacabada: su acabamiento visual es bastante pobre debido a sus limitaciones de presupuestos. Una virtud de su versión es que no hay tantas visceras gratuitas ni tanto efecto digital pues esto en el fondo no hacía sino restar verosimilitud a la historia que está contando. Renny Harlin parece tener mucho más claro el propósito de su película ofreciendo al espectador lo que quiere ver. La cinta de Paul Schrader es más pretenciosa, al modo de Prometheus (2012) de Ridley Scott, la precuela de Alien, donde los fantasmas interiores de Merrin están más presentes que la historia que inicialmente quería contar. El error de Paul Schrader es su falta de coherencia, no puedes hacer una película de arte y ensayo cuando la intención era llegar al máximo numero posible de audiencia. En la versión de Renny Harlin sí que tiene una continuidad con la primera cinta. Sin embargo, que la versión de Harlin sea más coherente con la historia original, más entretenida, aunque igualmente olvidable una vez vista, no significa que estemos ante una gran película, como he señalado antes. Renny Harlin usa los mismos trucos para asustar que el espectador atento ha visto en muchas otras cintas como por ejemplo la saga Scream de Wes Craven o clásicos ochenteros como La Noche de Halloween (1978) de John Carpenter y Viernes 13 (1980) de Cunningham donde manda los escenarios poco iluminados y los sustos fáciles, pero aún así logra sobrecoger al espectador. La película se encuentra a años luz de la cinta de Friedkin, no engaña a nadie y su única pretensión es entretener, algo que consigue holgadamete. Por tanto, es una película que todo seguidor de la saga de El Exorcista debería ver, aunque, indudablemente su calidad cinematográfica deje a veces bastante que desear.


domingo, 7 de febrero de 2021

El Exorcista III (1990) de William Peter Blatty.

El presente comentario puede revelar datos relevantes del argumento de la película. El exorcista III es una continuación de la famosa cinta El Exorcista (1973) de William Friedkin dirigida y escrita por el propio novelista William Peter Blatty adaptando su propia novela Legión del año 1983. Está protagonizada por George Scott, Brad Dourif, Ed Flanders y Nicol Williamson. El éxito alcanzado por la película original hizo posible una muy fallida continuación en el año 1977 dirigida por el británico John Boorman y que fue un fracaso tanto a nivel comercial como artístico en una obra incomprensible. El Exorcista III hace caso omiso de la película de John Boorman, aunque tampoco la contradice, y desarrolla una historia que en su génesis era independiente recogiendo y desarrollando solo algunos elementos de la película original, aunque finalmente los productores exigieron ciertas modificaciones drásticas que lo vincularan lo más posible a la cinta El Exorcista.

Willian Peter Blatty al hacerse con la dirección de la película evitaría repetir las repetidas discusiones que mantuvo con William Friedkin en la gestación del guión de la película. Como sabemos sería finalmente William Friedkin el que impondría su visión sobre la historia de carácter muy pesimista. La polémica no finalizaría aquí sino que una vez finalizado el rodaje los productores, una vez visionada la película, exigieron rodar un nuevo final incluyendo una escena de exorcismo y cambiar el título originalmente previsto de Legión por el del supuestamente más comercial El exorcista III. Lo que quedó al final fue un thriller policíaco con elementos sobrenaturales y que en cuanto historia se desmarca de la historia que se cuenta en El exorcista.

La película comienza de manera sumamente interesante mostrando las famosas escaleras de la primera entrega por donde cayó y supuestamente falleció el padre Karras. El teniente Kindermann, personaje que apareció en la primera entrega como secundario, desarrolla una investigación sobre unas recientes muertes en Georgetown, Nueva York, las cuales tienen el mismo modus operandi que un asesino en serie llamado Géminis y que fue ejecutado años atrás por la justicia. El asesino dejaba unas señas claramente identificativas en los cuerpos de sus víctimas pero que fueron distorsionadas por la prensa con el objetivo de librarse de los muchos imitadores. Casualmente el mismo día que Géminis fue ejecutado en San Francisco, Karras y Merrin practicaban el exorcismo. En un hospital psiquiátrico despierta un paciente que ha estado en coma durante mucho tiempo que nos recuerda sobremanera al padre Karras. Este Paciente X explica detalles sobre los asesinatos que dice haber cometido.

El Exorcista III es una película muy interesante pues no deja de ser una continuación de uno de los clásicos del terror pero en su desarrolla se revela un tanto irregular pues se alternan momentos brillantes con otros más prescindibles. Intenta mantener ese clima de suspense y de terror que los consigue en varios momentos,además de plantear algunas reflexiones filosóficas sobre la naturaleza del bien y del mal, aunque de modo germinal. La película contó con un presupuesto de 11 millones de dólares y logró recaudó en los cines de EEUU 26 millones de dolares que sumando la taquilla internacional alcanzaría casi 40 millones. Sin ser un fracaso si que quedó lejos de las perspectivas de taquilla que plantearon inicialmente sus productores.

La fotografía y los ambientes están muy conseguidos donde se palpa en muchos momentos una gran tensión, sobre todo a medida que se van acumulando los asesinatos, sin necesidad de introducir ninguna violencia gráfica.

El trabajo de George G. Scott es correcto pero sale perdiendo en su comparación con el papel del mismo personaje que interpretó J. Lee Cobb en la cinta original. J. Lee Cobb falleció el año 1976, lo que le impidió repetir en el papel. Brad Dourif destaca en su papel componiendo a un asesino sumamente perturbador. Sus escenas en la celda 11 resultan aterradoras. Por su parte, Jason Miller , en su retorno a la saga, sólo está correcto y no por culpa suya sino por el breve papel que le encomiendan.

Como hemos señalado más arriba, originariamente la película debería haberse titulado Legión, al igual que la novela pero debido a la introducción de una gratuita escena de exorcismo impuesta por los productores, la película deja de ser un spin off hasta convertirse en una continuación directa de la cinta original de El Exorcista. Sin embargo, este cambio no mejoró los resultados, justamente sucede lo contrario. En realidad la película no tenía por qué haber tratado el tema de los exorcismo pues no es afín con el estilo de la película: el eje central gira en torno a los asesinatos cometidos por el asesino en serie Géminis. Buena parte del desarrollo de la película tiene lugar en un centro psiquiátrico donde el protagonista investiga el caso de unos misteriosos asesinatos. Todo parece indicar que el responsable es el famoso asesino Géminis. Es sumamente interesante cuando Kindermann concluye que el ser que poseyó a Regan se refugió en Karras. Ahora ambas entidades conviven en el mismo ser. Permanece encerrado en una sala aislada, poseído por el asesino Géminis y es a través de su cuerpo como Géminis ha realizado sus últimos crímenes.

Un aspecto ha destacar de la película fue el enfrentamiento dialéctico entre el paciente X y el teniente Kindermann y donde el primero lleva a cabo sorprendentes revelaciones. Como señalamos más arriba Blatty se esfuerza por dotar a la película de una cierta entidad intelectual y de un transfondo teológico sobre todo a partir de los debates que mantienen el teniente Kindermann y el padre Dyer. Estos debates tienen que ver con la naturaleza del bien y por qué si Dios existe, por qué permite el mal en el mundo. De todos modos solo queda en meros apuntes.

En conclusión, podría haber sido una grandísima película policíaca con toques sobrenaturales, pero, debido a los productores, al querer que formara parte del universo de El exorcista pierde de modo completo toda la originalidad que pudiese ostentar en un principio. La película pedía a gritos ser una historia autónoma, como lo tenía planteado inicialmente William Peter Blatty. Tiene un buen guión, los personajes perfectamente definidos a través de grandes actuaciones por parte de los actores. La película fue estrenada en EEUU un mes antes que la comedia Reposeída protagonizada por la mismísima Linda Blair y Leslie Nielsen. Ya en la década del 2000 nos llegaría dos precuelas fallidas de El Exorcista tituladas El Exorcista el comienzo (2004) de Renny Harlin y El exorcista: la versión prohibida (2005) de Paul Schraeder.