Respecto a la génesis de la saga de Reanimator habría que remontarse hasta la década de 1980 donde el director Stuart Gordon y el productor Brian Yuzna se unían en la adaptación de un relato corto de Lovecraft cuyo título era Herbert West: Reanimador. A su vez, Stuart no solo se encargaría de la dirección sino que escribiría el guión junto a Dennis Paoli. El doctor Herbert West sería interpretado por Jeffrey Combs creando un personaje que se convirtió en todo un icono y una referencia obligada para las películas de terror de serie B que se llevarían a cabo desde entonces. Se trata de un científico cuya obsesión por conservar la vida más allá de la vida le lleva al borde la locura. Tras el éxito de Reanimator (1985) Brian Yuzna se encargaría de dirigir y escribir el guión de La novia de Reanimator (1980) donde su referencia iba ya más allá de Lovecraft hasta el clásico de La novia de Frankenstein (1935) de James Whale. Brian Yuzna es un director que carecía del talento narrativo de Stuar Gordon pero que, a pesar de ello, también demostró que podía hacerlo muy bien en películas como El regreso de los muertes vivientes (1993) y El dentista (1996).
La tercera entrega sigue siendo un subproducto de serie B que el espectador no puede tomar en serio en ningún momento y que baja el nivel respecto a las dos primeras entregas.
La historia se abre justo en el final de la secuela anterior: uno de los cadáveres reanimados del doctor West realiza su aparición en la casa del niño Howard Phillips acabará asesinando a su hermano mayor. El doctor Herbert West, como es lógico, acabará en la cárcel. 13 años después Howard, ya convertido en un joven médico, iniciará su trabajo en el mismo recinto carcelario donde se encuentra West. El doctor Howard a diferencia de lo que cabría esperar no busca la venganza sino que se encuentra muy interesado en trabajar con el doctor West con el propósito de encontrar una cura contra la muerte.
Ambientar la historia en una cárcel pudiera resultar a priori atractivo tanto por la escenografía carcelario como la idea de combinar el terror-gore con el cine carcelario. Sin embargo, seguramente esta idea fue consecuencia del bajísimo presupuesto de la cinta.
Para servidor lo mejor de la película se concentra en la primera parte donde se va definiendo el entramado de la cinta. Sin embargo una vez que comienza la trama, parece como si la historia dejara de interesar pues, asumámoslo, es muy poco original
Jeffrey Combs, al igual que sucedía con las otras cintas, sigue siendo el ingrediente más importante de la película con una interpretación a la vez terrorífica como cómica del doctor Herbert West. Jason Barry interpreta al joven doctor Howard, dando réplica al personaje interpretado por Jeffrey Combs. No deja de ser un papel parecido al que en las dos primeras entregas realizó Bruce Abbot, aunque quizás menos brillante. Me ha gustado la actuación del villano de la cintainterpretado por Simón Andreu, que ya protagonizara en el pasado ese clásico ochentero de Los señores del acero dirigida por Paul Verhoven, y que hace las veces de David Gale en las dos primeras entregas que interpretaba al doctor Carl Hill.
¿Recomendaría esta cinta? Supone un cierre de trilogía que queda lejos de lo conseguido en las dos películas pretéritas no logrando el brillante equilibrio entre terror, humor y exceso visual de éstas acabando por resultar una vi parodia. No hay que tomarse en serio la cinta en ningún momento. Y es cierto que el nivel alcanzado por la segunda entrega dejaba ya bastante que desear, de modo que haberla superado era a priori tarea fácil. A pesar de ello, sigue siendo una secuela muy digna dentro de lo que es este tipo de cine, manteniendo algunos de los elementos comunes con las dos primeras entregas de la saga, especialmente la primera.