viernes, 26 de marzo de 2021

María Zambrano (1904-1991): la Razón Poética.


    María Zambrano fue una de las figuras cumbres de la Filosofía Española del siglo XX sobre todo a partir de su teoría de la Razón Poética. Nació en Vélez-Málaga y estudió Filosofía y letras en la Universidad Central de Madrid donde tuvo como profesores a José Ortega y Gasset, Manuel García Morente y Xabier Zubiri. Sus referencias filosóficas fueron múltiples desde los auntes señalados antes pasando por Platón, Plotino, Agustín de Tagaste Spinoza o Nietzsche. Todo ello creó en María Zambrano un poderoso caldo de cultivo a partir del cual pudo desarrollar un pensamiento que aún partiendo de las fuentes anteriores fue muy propio y original. Se trata de un pensamiento donde las fronteras del conocimiento, la metafísica y la ética se entrecruzan de manera permanente.

Nos referiremos en primer lugar a José Ortega y Gasset que desarrolla un tipo de filosofía donde pretendía sintetizar dos planteamientos en principio muy antitéticos como fueron el racionalismo y el vitalismo. El ser humano nunca puede resultar independiente de sus circunstancias y que ambos constituyen la realidad radical. La razón no puede desarrollarse en la soledad sino que siempre ha de incardinarse en una situación concreta. La razón es parte constitutiva de la vida y , por tanto ha de partir siempre de ella. El ser humano es un ser que posee una naturaleza inacabada e incompleta y por ello, a diferencia del resto de seres vivos, su vivir exige dotar de sentido a la vida. María Zambrano, sin embargo, desarrolló un tipo de filosofía donde, si bien nunca negó la razón pero que se interesó más por el ámbito personal. Como hemos señalado antes, una de las aportaciones esenciales del pensamiento de María Zambrano fue el concepto Razón Poética donde pretendía aunar términos que en una primera aproximación parecerían repelerse como son filosofía, poesía y religión. Todo ello da lugar a un método sumamente original que pretende dotar de una orientación adecuada al ser humano recurriendo a ámbitos cognoscitivos que no son estrictamente racionales.

Desde los orígenes del pensamiento filosóficos podemos observar como el ser humano ha transitado desde una actitud poética a otra filosófica. Esto lo encontramos desde el tránsito del pensamiento mítico hasta el pensamiento denominado filosófico e incluso, ya dentro del marco de la filosofía presocrática hasta la filosofía de Sócrates y Platón. Observamos como en autores como Parménides y Heráclito la palabra tiene una importante carga simbólica a través de la poesía y que a partir de la cual se pretendía acceder a la realidad primigenia. Sin embargo, con Sócrates y sobre todo con Platón se producirá una pérdida de la carga simbólica de la palabra a través de su crítica a la poesía. La pregunta filosófica surge de la duda, y del caos, del vacío. La respuesta pretende ordenar ese caos convirtiendo el mundo en un lugar habitable. Esto lo supo apuntar Giorgi Colli y Heidegger quienes reivindicaron la importancia del pensamiento presocrático.

La poesía nos permite hallar a la persona en su singularidad perenne e indisociable. Sin embargo, en la Filosofía alcanzamos a la persona en su generalidad máxima y universalidad. Por ello el poeta es el único capaz de ir más allá de la razón y acceder a lo particular huyendo del orden y de la coherencia de lo universal. El filósofo quiere alcanzar la esencia de todo pues no quiere que nada se le escape sino que todo quede atrapado dentro de las categorías de la razón. La poesía huye de la totalidad y no teme perder nada y encontrarse dentro de las particularidades de lo mundano. La poesía no se basa en la verdad, al menos en la verdad tal como se entiende en la filosofía, ni tampoco en la distinción entre la apariencia y lo real. A través de la poesía alcanzamos la realidad de manera directa sin ningún método prefijado. La palabra en poesía nos permite alcanzar el éxtasis de lo dionisíaco, el baile, la danza y la música. La filosofía huía de las sombras pues únicamente denotaban apariencia. Pero la poesía no sólo se limita a las sombras de la caverna de Platón sino que es capaz de crear nuevas sombras que se manifiestan a través de las palabras.

María Zambrano parte de la crítica platónica de la poesía justamente para dar la vuelta al platonismo y dar su lugar a la poesía. La filosofía aspira alcanzar la verdad siempre a partir de un método previo. Sin embargo, este encuentro de la filosofía con la verdad es efímero y temporal, a diferencia de lo que ocurre con la poesía, desprovisto de cualquier método, donde el encuentro con la verdad es inmediata, además de eterna. María Zambrano pretende con su Razón Poética unificar filosofía y poesía. Tal como afirmaba su maestro Ortega, la razón no puede alejarse de la vida, ni la vida de la razón. El ser humano por naturaleza es poeta y filósofo. Filosofía y poesía tienen intereses y motivaciones diferentes. La filosofía parte del fracaso y de la incapacidad de alcanzar aquello de lo que carecemos y que necesitamos de modo necesario. La poesía por su parte, no busca sino que encuentra a partir del éxtasis de información que le proporciona la experiencia vital su verdad.

María Zambrano distingue entre la expresión de lo sagrado y de lo divino. Lo sagrado corresponde al fundamento último de toda realidad, mientras que lo divino se refiere al modo en que el ser humano accede a esa realidad. Lo divino se ha ido manifestando de muy diversos modos. En un principio originario los dioses eran revelados a través de la poesía. Sin embargo, la multiplicidad de los dioses suscita en los griegos el deseo de unidad. La filosofía surge de la pregunta metafísica ¿Qué son las cosas? . De aquí surgiría la filosofía como saber trágico. Todo esto se sucede de manera circular una y otra vez. Los dioses surgen a partir de una acción sagrada. Sin embargo hay también un proceso sagrado de destrucción de lo divino pues sólo a partir de su muerte es posible la restauración del universo sagrado del principio.

María Zambrano se ocupa del Dios cristiano que no constituye otra manifestación más de lo sagrado. El Dios de la Revelación de la tradición judeo-cristiana es conocido como Creador de la totalidad y presenta un carácter absoluto, autosuficiente que obliga al ser humano a la realización de su propia vida desde su propia soledad. El ser humano es totalmente libre para realizar el proyecto de su propia vida. Indudablemente esto acaba generando un gran vacío pues ha de enfrentarse al mundo desde su propia soledad. .


domingo, 7 de marzo de 2021

Comentario de El Exorcista: La versión Prohibida (2005) de Paul Schrader.


 Estamos con la segunda versión de la precuela de El Exorcista, esta vez dirigida por Paul Schrader y no por Renny Harlin. Las dos cintas son fallidas, especialmente desde la existencia de dos películas que comparten una misma trama, un parecido equipo de intérpretes. Todo es un cúmulo de despropósitos cuya culpabilidad ya no es tanto del equipo de rodaje sino unas nefastas decisiones de unos productores ávidos de dinero y que parece que no les interesa mucho la calidad cinematográfica de la cinta. El tema de la película, al igual que sucedía con la versión de Renny Harlin es sumamente atrayente: el primer encuentro entre Merrin y el diablo. Ciertamente no parece una cinta de terror sino más bien un drama intimista con gotas de terror y de tensión. No se puede entender por qué los productores pensaron en el director Schrader como sustituto de John Frankenheimer que había fallecido poco antes del inicio del rodaje. ¿Qué criterio usaron los productores? ¿Acaso tiene un nulo conocimiento del mundo del cine y no sabían quién era Paul Schrader? ¿Tampoco se molestaron en leer el guión? El guión ya adelantaba ciertamente lo que luego se vería en la pantalla. Una vez visualizado el producto final, los productores se dieron cuenta que resultaba escasamente atractivo y para atraer al público de cara a la taquilla.


A pesar de contar una misma historia, los cambios respecto a la versión de Renny Harlin son sustanciales. En primer lugar el tono que es muy diferente al de la versión de Renny Harlin: menos violento y efectista pero de carácter reflexivo. Llama poderosamente que siendo pretendidamente la película una cinta de terror carece prácticamente de escenas de terror para apostarlo todo hacia la psicología de los personajes. No es que parezca mal, al contrario, es un intento muy loable de hacer algo diferente, pero se equivocan de película. Por eso mismo se trata una versión poco fiel y con poca continuidad con la cinta original, a diferencia de lo que sucedía en la versión de Renny Harlin donde los homenajes eran constantes.


Al igual que sucedía con la versión de Renny Harlin, el protagonista de la cinta es Merrin que a partir de un capítulo traumático vivido durante la 2ª Guerra Mundial sufrirá una profunda crisis de fe que le llevará a alejarse de Dios. Abandona el sacerdocio para dedicarse a su oficio de arqueólogo. Y se encargará de dirigir una excavación arqueológica al este de África donde han localizado una antigua Iglesia Cristiana enterrada. La secuencia con la que se abre la películalleva al espectador al corazón mismo de la cinta: observamos como en la 2ª Guerra Mundial una serie de soldados nazis asesinarán de la manera más vil posible a personas inocentes, obligando a Merrin a escoger quiénes deberían vivir y quiénes morir. Este hecho llevará a Merrin a perder la fe en Dios y la esperanza en la bondad de la naturaleza humana.


Es una película que , a diferencia de la versión de Renny Harlin, tiene un ritmo pausado. No le importa detener el tiempo necesario para que podamos entender el mundo interior de Merrin. Esto contrasta sobremanera con la versión de Renny Harlin que conduce la cinta directamente a la acción desde el principio, a base de escenas truculentas, un recurso permanente a la banda sonora, sustos fáciles y unos efectos especiales que a veces destacan y no precisamente por su calidad visual. La trama terrorífica es abandonada en beneficio de una trama psicológica, como hemos señalado más arriba. Personalmente me gustó la idea de la que parte la historia pero es que el guión no está bien construido. y también falla la dirección de Schrader que es bastante fría e impersonal, como si no le acabara de convencer lo que estaba haciendo. Uno tiene la sensación de que el veterano director no acaba por involucrarse de modo completo en la producción y esa desgana da lugar u un trabajo muy neutral e impersonal. Y es que esta desidia se transmite al equipo de actores, muy especialmente a Stellan Skarsgard que está peor que en la versión de Harlin y se le ve perdido y desganado en un papel que en principio poseía los matices necesarias para haber hecho una interpretación más que interesante. No existe ningún clima lo suficiente atrayente ni para terror ni para drama. No hay un diablo terrorífico ni ninguna lucha interna representado en el personaje de Merrin.

Me gustó más la versión del exorcismo en la versión de Paul Schrader que la de Renny Harlin. Se trata de un diablo mucho más inquietante que conoce los temores del protagonista y los utiliza en su contra resulta mucho más inquietante. No se dedica, a diferencia del de la versión de Harlin a insultar y gritar. Son interesantes las conversaciones que mantienen Merrin y el diablo, pero que apenas duran dos minutos en pantalla. Y es la única vez en la cinta donde el aspecto psicológico está bien desarrollado.


Pazuzu posee a un joven del lugar para poder manifestarse. Se trata de un ser manipulador e inteligente que no usa apenas la violencia. Merrin sufrió la ausencia de Dios cuando fue obligado por el ejército nazi a una terrible decisión en plena 2ª Guerra Mundial. Todo ello le dejó una herida profunda que siempre llevó consigo. Y es que el mal no es ninguna realidad concreta sino los nuestros miedos e inseguridades que nos impiden realizar una vida verdaderamente plena. Es interesante la perspectiva que Merrin defiende a lo largo de esta fase de la película: al modo existencialista creer que el ser humano está solo en el mundo y sólo él pude superar sus problemas ante un mundo siempre hostil y violento.



En la película de Schrader aparece bien tratado el conflicto entre los nativos indígenas y los británicos pero, sin embargo, nunca cobra una dimensión verdaderamente importante. Al igual que ocurría en la versión de Renny Harlin la construcción de la Iglesia es meritoria con una iconografía muy trabajada.


En definitiva, estamos ante la segunda precuela del clásico de 1973 El Exoricista que parte de una premisa inicial muy interesante como era el primer encuentro entre Merrin y el diablo. Sin embargo, por culpa de una dirección desapasionada e ineficaz se hace pesada y aburrida, que es lo que una cinta de error no debería ser. Se pretende ahondar en la figura de Merrin, sus inseguridades y miedos, pero la película es lenta, sin terror ni suspense, a lo que se le añade la ausencia de unos efectos especiales que estén a la altura. Justamente la falta de presupuesto de la cinta, sobre todo en los efectos de postproducción, resultan evidentes, motivado seguramente por los problemas con los que contó Schrader en su enfrentamiento con los productores de la cinta. Pues es una película que debe visionar todo seguidor de la saga cinematográfica, a pesar de todos los problemas que ya hemos analizado.